lunes, 25 de agosto de 2008

A nuestro querido monitor

Con ese pelo encrespado
Y esa barba ensortijada
El difícil ver el hombre
Que detrás se nos esconde

Su palabra itinerante
Te seduce en un instante
Su poesía en rebeldía
Ayuda a pasar el día

Su taller de letras libres
Hace soñar y que vibres
Sus letras de cantautor
Son de un nuevo trovador

Ahora los americanos
Que entienden bien de valores
Quieren que vaya a explicarles
Como se hacen sus canciones

Aquí quedará su gente
Que él hizo diferente
Y con su cambio de agujas
Entretendrán a sus musas
Contactando a diario
A ver si por carnaval
Busca un vuelo ordinario
Y nos da un festival

Pero mientras que eso ocurre,
Aun pensando que se aburre
Leyendo estas tonterías,
Le esperamos en el árbol
Para ver caer los días
Mientras se retira el sol
Y enjuagar nuestra tristeza
Con bien servidas cervezas

¡Miguel Ángel, amigo mío
Acepta ese desafío
Haz saber a esos tejanos
Lo que vale el ser humano!

(de jose maría con cariño para miguel angel)

Exposición Mariló




Próximamente se inaugurará en Puerto Banús una exposición de pintura de nuestra amiga Mariló, monitora del aula de pintura de la E.M.A de Chiclana. Desde aquí le deseamos mucha suerte. Ahí os dejo los datos por si os pasais por allí o creeis que pueda interesar a alguien.
Antoñín

sábado, 23 de agosto de 2008

El equilibrio

El equilibrio, esa maravilla que mantiene todo, que tanto representa y que es de tanta fragilidad!!.
Hoy, al abrir la puerta de la vitrina donde se guarda la cristalería, un vaso se ha precipitado al vacío, rompiéndose contra el suelo en mil pedazos. Ha sido suficiente el leve cimbreo de la puerta de la vitrina, la ligerísima corriente de aire que ello ha causado, para romper el equilibrio que sustentaba al vaso.
Eso me ha hecho pensar cuantos y diferentes equilibrios gobiernan nuestras vidas. Tenemos equilibrios geológicos, geopolíticos, económicos, personales, dietéticos, éticos, didácticos, emocianales, psíquicos, psicológicos, nerviosos, estacionales, lógicos, neuronales, hormonales, sociológicos termodinámicos, térmicos, estéticos, corporales, acústicos... y hasta intestinales.
Debemos ser funambulistas que transcurrimos por este mundo cuidando de no romper ninguno de éstos y otros miles de equilibrios. Si incluso cuando se produce un conflicto armado es recurrente decir que "se ha roto el equilibrio estratégico de las diferentes fuerzas de la zona".
Así que después de reflexionar sobre ello, me he planteado dedicar los años que me restan de vida a procurar romper todos los equilibrios que se me ocurran y estén a mi alcance. Empezaré a dejar caer un vaso o copa cada día, pero antes intentaré que se rompa también el equilibrado grado de alcohol en el que mantengo mi espíritu, no vaya a ser que al romper los vasos se me imposibilite esta otra tarea.

jose maría

jueves, 21 de agosto de 2008

ARTERÓTICA

Quizás muchos ya sabéis de este acto pero por si hay alguien que no esté enterado dejo aquí esta entrada. Desde el pasado lunes 18 y hasta el 5 de septiembre tiene lugar en la Casa de Cultura de Chiclana una exposición de pintura erótica que muestra obras de artistas como Manu Sánchez (autor de la portada de nuestro cuadernillo), Agu Ariza o Susana Bravo entre otros. Además, y aquí viene lo que nos interesa más cercanamente, mañana día 21 a las 20.30 también en la Casa de la Cultura, hay una conferencia sobre “El erotismo en la literatura” dentro del ciclo de charlas de Arterótica que se viene celebrando este semana, y que se cierra el viernes con la conferencia “El erotismo en el cine”.

Avisados quedáis pecadores, que esas imágenes lúbricas y pecaminosas, las carga el diablo. Vade retro! jejejeje...

David

viernes, 15 de agosto de 2008

Yesterday

Ayer estuve en un concierto de Pitingo en Barbate. Posiblemente lo veais como una banalidad de Agosto, pero este mes está pa eso. Espero que os guste su versión soul del Yesterday. A disfrutarlo.

Antoñín


martes, 12 de agosto de 2008



Nafarroa

Los que llegamos del sur del sur venimos a mirar el verdor, a humedecer la mirada, a refrescarnos en aguas de inviernos de antes del cambio climático, a comprobar que hay ríos sin ramblas, ovejas desmelenadas, bellotas sin encinas, mesas con manteles abundantes -¡pues no que hay chuletas más grandes que vacas!- y, colgando de los balcones, geranios y tiestos enrojecidos calentando las fachadas de piedras.

Verde, verde, verde…

Verdes montes morados
de brezos en flor
aliviando tanto verdor.

Y gentes venidas de todas partes recorriendo un camino –el camino del apóstol- que les lleve al final del espacio y del tiempo, a la eternidad. Sueño de este homínido loco que no escucha a los poetas: caminante no hay camino, se hace camino al andar. Caminar es la vida, vivir para caminar que es la eternidad de la vida.
¡Qué lío, pa tres días...!

Fita (relatos de vacaciones)

lunes, 11 de agosto de 2008

Minirelatos

Buceando en archivos antiguos he encontrado estos tres minirelatos, con los mismos protagonistas (David y Merche), que me han animado a publicarlos en el blog para conocer si valían la pena. Deben ser mis primeros escritos:


INICIO

Poco se esperaba David que aquella mañana fría de febrero irrumpiera en su pequeña escuela pueblerina, una radiante chica que le enviaba el Ministerio para ayudarle con lo enseñanza preescolar, que estaba abandonada por falta material de tiempo. Sin embargo, aquella visita cambió radicalmente su monótona vida de maestro, pues con gran desparpajo, Merche, que así le gustaba hacerse llamar, introdujo en la escuela nuevas técnicas que hicieron mucho más agradable la enseñanza tanto a los chavales como al propio David. Por ello cuando cuatro años mas tarde, le propuso a Merche convertirse en pareja, le volvió a sorprender haciendo gala de un tradicionalismo conservador y le exigió pasar previamente por el altar.

David decidió arriesgarse y desde entonces aprendió que la frescura y renovación puede ser compatible con las viejas costumbres, todo consiste en aplicar en cada momento lo que proceda.


REENCUENTRO

Cuando entró en aquella vieja taberna de la calle Colón, que tantos recuerdos le traía de su juventud, no esperaba David encontrarse con su antigua novia Merche. El vio un grupo de personas adultas que tomaban la cerveza de las 2 de la tarde de forma desinhibida y no prestó atención, pero Merche le reconoció y se acercó a él. Tras la sorpresa y los saludos iniciales, le invitó a unirse al grupo, eran todos compañeros de trabajo en un instituto cercano, que festejaban la llegada de las vacaciones navideñas.

Al cabo de dos horas, alegres por la ingestión de alcohol, el grupo se disolvió y cada uno marchó en diferentes direcciones. Merche le propuso a David tomar la última copa en su apartamento, y la decisión de aceptar fue, sin saberlo David en ese momento, lo que iba a cambiar su futuro para siempre.

DESPEDIDA

Cuando la tenía allí, tendida a su lado en el lecho, David pensaba que Merche era la mujer más hermosa que nunca había conocido. Era tal la perfección de su cuerpo, sus senos, su cadera, su vientre…..que eran lógicas las expectativas que levantaba al pasar, máxime si se tenía en cuenta que ya no era una muchacha, pero todavía podía presumir de estar en muy buena edad.

Por eso David quería esperar a que despertase y explicarla que esa situación no podía continuar. El había tardado muchos años en olvidarla, y ahora, el reencuentro le había sido a la vez dulce y amargo, los celos volvían a manifestarse en todo su esplendor. Estaba decidido, o aceptaba marcharse con él al pequeño pueblo en el que trabajaba como maestro de escuela o no volverían a verse nunca más, o quizás ella nunca volviese a ver a nadie más…


jose maría

La caza de la bestia

Por fin había llegado el momento, después de tanto tiempo preparando aquel inevitable enfrentamiento, ya todo estaba dispuesto y nada había en este mundo que pudiese retrasar un instante más tan temible encuentro con lo desconocido. Hombre y bestia frente a frente, dos fuerzas de la naturaleza cara a cara, preparadas para dar lo mejor de sí mismas en mortal combate.
La noche se presentaba fría y fúnebre, como un castillo de cuentos, perfecta para la confrontación tan atroz que estaba por llegar. Todo hacía presagiar la terrible tragedia que se cernía sobre el Universo; de nuevo el eterno conflicto entre el bien y el mal haría que se escribiesen nuevas páginas de la historia, donde valerosos héroes luchan sin cuartel ante las fieras inmundas para establecer la armonía en la tierra y la paz en los corazones de todos los hombres y mujeres de bien.
Sin duda, aquella noche sería diferente a todas la vividas con anterioridad, y supondría un antes y un después en su miserable existencia como humano. Si salía victorioso, le esperaba gloria y fortuna hasta el fin de sus días. Pero si fracasaba, tan sólo podría esperar el olvido más espantoso que precede a la mortificante soledad.
El guerrero intentaba permanecer tranquilo; la luna nueva le proporcionaría cobijo bajo su manto negro de oscuridad. Iba bien armado, y con la conciencia en calma del que conoce su superioridad ante el adversario. Conocía al enemigo, sus hábitos nocturnos y sus debilidades, sabía bien la forma de sorprenderlo en su propio terreno. También conocía el campo de batalla, todos sus rincones, desde los más sombríos hasta los más aptos para asestar el mejor golpe que hiciese morder el polvo a la escurridiza criatura. Nada había que temer... o quizás sí. En verdad sí que había algo que le ensombrecía el ánimo hasta hacerle palidecer: aún no conocía el miedo.
Este era su primer combate cuerpo a cuerpo real, y le aterraba la idea de sentir miedo en mitad de la lucha, cuando se encontrase sumido en la penumbra del territorio elegido para la confrontación final, sintiendo en su espalda el aliento fétido de la bestia hambrienta, presta a saltar sobre su presa y clavarle sus sangrantes colmillos en el cuello. El guerrero no deseaba convertirse en uno de tantos protagonistas de sucesos que veía cada tarde en los telediarios de la primera, mientras almorzaba junto a sus padres. Pero ya era tarde para echarse atrás, y además todos los de su barriada ya lo habían hecho antes que él.
Así que Pedrito encaró la puerta caída de la ruinosa bodega abandonada nada más ocultarse el sol por el horizonte. Comprobó de nuevo que llevaba su viejo tirachinas en el bolsillo trasero del pantalón, tomó el bote lleno de agua donde debía ahogar a la víctima una vez apresada, y penetró tembloroso en el interior del vetusto edificio en busca de algún pobre murciélago que se dejase atrapar inocentemente por un ingenuo y fantasioso muchacho de diez años.

sábado, 9 de agosto de 2008

Chitón


Chitón

Chitón, que el abuelo está durmiendo
Chitón, que está hablando esta señora
Chitón, no me llores que ahora vengo
Chitón, no me comas a deshoras
Chitón, no te sientes en el suelo
Chitón, no hagas ruido con la sopa
Chitón, no te acerques a la orilla
Chitón, ya te he dicho que dos horas
Chitón, ¿son las cinco? Venga, corre
Chitón, y no juegues con las olas

Si no, tras tras en el culo, tras tras.
.
.
Antoñín

El pusilánime tránsfuga

Ahora resulta que había estado todo el tiempo aquí, en casa, y yo sin saberlo

Me gustaría saber quien lo habrá dejado olvidado en ese rincón

Había llegado a levantar los colchones buscándolo

La verdad es que en los días de calor a mi me parecía oler su “tufillo”

Pero ya estaba desesperado, ya lo daba por perdido

En los días fríos, parece que se agudizase su pérdida

Y en las noches…en las noches es tremendo el vacío que me provocaba

Y lo peor es que es una de esas cosas que son irremplazables, no se puede comprar otra

Tampoco estaba asegurado contra su pérdida, no creo que ninguna compañía aceptase ese tipo de póliza

Algunos días yo me estremecía al recordar que carecía de él

No sé como he podido afrontar algunas situaciones con esa carencia

A veces llegué a pensar que no lo necesitaba y que podía atreverme a probar sin él

Pero la cruel realidad me azotaba siempre cuando me disponía a afrontar la situación

Espero que a partir de ahora, mi vida sea diferente

Y por supuesto que tendré más cuidado para que no me vuelva a pasar

Hoy, el primer día después de recuperarlo, ya me han dicho que se me ve distinto

Y es que se tiene que notar, ahora soy una persona con …VALOR

jose maría

viernes, 8 de agosto de 2008

El Murciélago

A veces aparece un murciélago en una bodega donde el polvo recubre las noches azules y el aire tiene tan antiguas costumbres como la firma de los toneles.

Creció como si hubiera brotado de un esqueje diferente, y se quedaba embobado mirando la claridad de la luna en el agua del aljibe.

Se le podía ver tan hambriento y perdido que se llegaba a comer la cal de las paredes o se quedaba colgado mirando a las golondrinas robar migas de pan, olvidando sueños y vigilias.

Desorientado siempre, buscando lo real en cada fantasía, hay rumores de que le han visto bailar con la música del telediario o llorar con la última confesión de Darth Vader.

Pero no era árbol para echar raíces en el huerto de las naranjas ni era piedra gastada bajo las ruedas del antiguo carro. Una vez, de madrugada, contemplando a los ratones libar las gotas derramadas de la venencia, oyendo a la lechuza anunciar que era hora de las criaturas de la noche, justo entonces se dio cuenta de que tenía alas.

Eva

Murciélago


He escrito para la tarea este texto que, igual que el de Jose María de un poco más abajo en este blog, podría ser el principio de algo...


No había hecho justicia la muerte con el Murciélago, el rostro bilioso y la mueca contraída de la mandíbula, el esqueleto llamando a la puerta de su piel, el cuerpo blanquecino envuelto en la aséptica mortaja verde, pulida por la luz fría, etérea, de aquella sala de hospital. La enfermedad le acabó quitando el aspecto lozano y el rostro aparente que había conservado hasta la vejez. Las miradas de los presentes se cruzaban, huidizas, para acabar convergiendo en el mismo punto, el rostro contraído del cadáver, como esperando que tomara la palabra. A veces, surgían pequeñas conversaciones, como brotando de las paredes, pero nunca llegaban a ningún sitio. “Como un árbol, así se queda uno cuando muere. Eso lo he visto yo muchas veces. Sin sentío, ni ná. Cuando ves muchos muertos, como yo, dejas de creer en el cielo y esas cosas” Eso diría el Murciélago si pudiera verse a sí mismo tumbado en aquella camilla de hospital. Después de eso habría empezado con alguna anécdota sobre los días de temporal en alta mar, y luego a hilar una historia detrás de otra, y a entrecruzarlas como los afluentes de un río sin final aparente.

Le conocí hace unos cuantos años cuando yo era un chaval, y él ya un marino retirado. Yo era el chico para todo en la tasca de mi padre: poniendo copas, fregando vasos, limpiando el polvo aquí y allá, haciendo encargos. El Murciélago acababa de llegar entonces al pueblo en su casa flotante, una pequeña barcaza atracada en el puerto, y pronto se hizo un asiduo del bar. De hecho era siempre el primero y no recuerdo un día en que faltara, cumpliendo siempre el mismo ritual. Llegaba sobre las cuatro de la tarde cuando todavía no había nadie, saludaba levantando la mano, dejaba la ajada chaqueta azul y la gorra en el perchero bajo el cuadro que mostraba una sirena, y se sentaba en la misma banqueta de siempre frente a la barra. Pedía el primer vaso y esperaba que viniera alguno de los parroquianos para empezar la tertulia. Entre mis idas y venidas por el bar, pronto pude apreciar de reojo que su afición por contar historias era tanta como la de empinar el codo. Pasaba toda la tarde encadenando cuentos con vasos de vino. “Me viene de chiquillo – solía decir – Mi padre me llevó una vez a un campo de uvas y en un descuido me colé ahí dentro y empecé a tragar, y a ver quién me paraba. Y claro, el gusto se me debió quedar pa siempre. Hasta que vi al dueño con un garrote y salí pitando de allí, claro – terminaba soltando una larga carcajada –”. Yo oía retazos de sus historias, a veces sólo el principio, otras el final. Solía repetirlas tantas veces que me preguntaba si no se cansaba de oírse a sí mismo. Al principio, le veía como un viejo charlatán, sin mejor cosa que hacer que pasarse las tardes y las noches sumergiendo su soledad en vino, dichoso de pensarse el centro de atención.

Poco a poco me di cuenta de que era algo diferente a aquella primera impresión, algo más que un viejo borracho, destilando batallitas, alambicando fantasías que luego se evaporaban en la madrugada. Empecé a tomarle cariño y terminé apreciando lo divertido y emocionante que era oírle. Sus historias anónimas, de las que no salen en el telediario, de las que no se escriben libros, me suscitaban cada vez más interés, y ya no me importaba si eran verdad del todo o no. Me sentaba a su lado cuando el bar iba quedando vacío por la noche, y él empezaba hablar a veces hasta la madrugada, sin cansancio aparente. Ponía mucho énfasis en sus palabras, gesticulaba y retorcía el cuerpo si hacía falta para explicar algo. Sus correrías por parajes exóticos, las noches en alta mar con extraños ruidos en la bodega del barco, sus aventurillas salpicadas de chismes o las historias de contrabando de tabaco que me susurraba muy bajo, satisfacían mi curiosidad por el mundo de la navegación y la geografía marina y mi afán goloso de misterios en una vida bastante parca en novedades como era la mía. Acabé preguntándome si su carrera no merecía un privilegio mayor que aquel retiro voluntario en nuestro garito.

Pero si hay algo que me ha dejado marcado por encima de otras anécdotas, fue la historia que me contó sobre una accidentada travesía por el Mediterráneo cuando su barco iba camino a Tánger. Me habló de aquello una noche de verano en la que quedamos los dos solos, no había nadie en la calle y mi padre se había quedado dormido haciendo números en el almacén. Era una noche tranquila y apacible, mal presagio de las tempestuosas imágenes que iba a formar algo más tarde en mi cabeza. Solía mezclar historias, dejar por la mitad una y empezar con otra, por ejemplo cuando se acordaba de otra cosa por algo que yo había dicho. Sin embargo esa noche habló de corrido desde la partida del barco. Llegado a cierto punto de la historia su voz empezó a volverse trémula y sus retinas a titilar. La mano izquierda erosionada y temblorosa, carcomida como el hierro oxidado, apenas podía sujetar el vaso. Serían las dos o tres de la mañana, cuando llegó a un punto en que no pudo seguir. La vivacidad y el dinamismo usual habían dado paso a una extraña impavidez y a su mirada perdida. Sus ojos inundados de terror, desterrados en medio del desierto de agua que recreaban sus palabras. Por esos ojos fui a ver su cadáver al hospital. Me di cuenta de que realmente aquel hombre era más que el viejo y solitario marino del bar de mi padre. Era mi amigo. Sin embargo, su figura mantenía aún mucho misterio para mí. Conocía muy poco de su familia salvo algunos retazos, pues no hablaba mucho de ella. Ni siquiera sabía de donde venía su apodo.

Aquella noche de verano, cuando el Murciélago se calló, del almacén medio en penumbra llegaba el tintineo metálico de las llaves de mi padre. Le dije al Murciélago que era tarde, que ya terminaría de contar la historia otro día. Cuando le di la espalda, permaneció callado, pareció no haber oído mi despedida. Lo vi tomar el último trago y entonces hundió los ojos en el fondo del vaso, como leyendo el futuro en el poso del vino. Fue la última vez que lo vi en vida.


David

jueves, 7 de agosto de 2008



Tierras de Teruel

La luz es tan limpia que incendia las tierras y sus texturas coloreadas serpentean muros y tejados de ocres amarillentos y rojizos. Aquí no se mezclan los colores, no armonizan, rivalizan sobre el tapiz reseco y agrietado que lo sostiene.

Terrenos duros, extenuados de pólvora y pastoreos, de espadas y labranzas. Toponimia de frontera – Iglesuela del Cid, Mirambel, Mora de Rubielos, Nogueruela, Albarracín…- de donde hoy huyen hasta los pensamientos dejando al abandono señorear donde no lo consiguieron turbantes ni yelmos.

En el aire, el olor agridulce de la ontina –manzanilla- y el rumor del agua discurriendo oculta por hondos barrancos. Aquí nacen y desde estas hendiduras huyen ríos que alimentan otras tierras: el Tajo que despista a tres provincias para largarse a Toledo y abrazar las tres culturas que aquí no encontraban sosiego; El Mundo, ¡menudo despropósito de nombre!; El Gabriel que aquí abre sus ojos despavorido; El Turia que ya va regando su cauce ansioso de azahares mediterráneos…

Barrancos para descolgar castillos o campanarios-minaretes si no llevaran imbricados el caserío que se les arracima a sus faldas. Edificios de barro que reseca el alma de la memoria. Geometría cubista, paralepípedos animistas de tierra pétrea, arañados de dibujos-símbolos metafísicos, naturalezas inanimadas… Tierras sin gente. ¿No hay ya soledades que compartir?

Fita
Comentario colectivo

Pasa el verano y los calores parecen exudar los mejores relatos y versos… los habéis colgado en tendederos, protegido de murciélagos, alumbrando personajes que prometen divertirnos –como los del veranito vinícola- , emocionarnos – los ojos de tajarina-, perturbarnos –la novela de intriga iniciada…

A todos os agradezco el placer de leeros y releeros en estas siestas por los campos de España.
Fita
Comentario colectivo

Pasa el verano y los calores parecen exudar los mejores relatos y versos… los habéis colgado en tendederos, protegido de murciélagos, alumbrando personajes que prometen divertirnos –como los del veranito vinícola- , emocionarnos – los ojos de tajarina-, perturbarnos –la novela de intriga iniciada…

A todos os agradezco el placer de leeros y releeros en estas siestas por los campos de España.
Fita

domingo, 3 de agosto de 2008

LAS VACACIONES DE UN GADITA



LAS VACACIONES DE UN GADITA

Cuando se acercaba el mes de Junio, mi Chari, como acostumbraba por esta época, me preguntó
– ¿Dónde vamos a ir este año de vacaciones?
– Todavía queda mucho tiempo, ya lo iremos viendo – le contesté. Yo sabía que esa respuesta, serviría para callarla durante poco más de una semana, ya que la experiencia me decía que pronto volvería a la carga.

Es curioso, pero mi santa, a pesar de que no salimos de viaje desde los tiempos en que teníamos el seiscientos, todo es comenzar a ver los anuncios de bikinis del Corte Inglés, y ponerse a dar la tabarra con las vacaciones, pienso, que se imagina tostándose al sol en las playas caribeñas como las modelos que salen en la pantalla.

A mí eso de salir de viaje, no es una cosa que me entusiasme demasiado, pero si me gustara me tendría que joder, porque la economía familiar la tenemos hecha polvo, y aunque ahora todo se le achaca a la famosa crisis, yo en crisis he estado siempre, así que cuando oigo a los políticos decir que acabamos de salir de un tiempo de bonanza económica, a mí se me revuelven las tripas, porque yo la única bonanza que he conocido, eran las películas de combois que con ese nombre ponían en la tele, cuando era chiquitito.

Yo cuando cojo las vacaciones, acostumbro a irme con la Chari todas las mañanas a la playa grande, al balneario; nos llevamos nuestras butacas y la sombrilla para estar cómodos, yo me compro el Marca, y echo un ratito de lectura para ponerme al día de los fichajes que se hacen por estas fechas. Nos ponemos siembre cerca del chiringuito, para poder ir al servicio de vez en cuando por lo del problema de mi próstata; en realidad lo que hago, es aprovechar para darme una escapadita y refrescarme con un tinto de verano, antes de venirnos, si el tiempo acompaña, me doy un bañito, porque a mi en verdad el agua no es que me disloque. Con este panorama ¿como voy a desear unas vacaciones diferentes?

Agosto se acercaba, y yo seguía dándole largas a la parienta cada vez que me sacaba el tema del viaje. Una noche en el telediario, echaron un reportaje en donde comentaban que la última moda era el turismo…emitológicoergológico…, bueno no me acuerdo bien del nombre sé que terminaba en lógico, en definitiva de lo que se trataba según decía, era conocer la cultura del vino, con visitas a las bodegas, cursos para conocer los vinos, y muchas cosas más relacionada con el mostacán. Al oír el comentario se me encendió la bombilla, y al día siguiente puse en marcha una estrategia que tenía preparada, y mientras cenábamos como el que no quiere la cosa, saqué la conversación:
– Gordi, se me ha ocurrido que este año podíamos tener unas vacaciones diferentes; las vacaciones que están de última moda en todo el mundo: el turismo…– intenté acordarme del nombre pero fue inútil, con lo bien que me hubiera venido para adornar mi proyecto – de la cultura del vino. – Mi parienta me miró con una mezcla entre la sorpresa y la desconfianza, yo a renglón seguido, comencé a desarrollar la propuesta:
– En nuestra provincia, tenemos todo lo que necesitamos para hacer este tipo de turismo, en El Puerto, Jerez y Sanlucar, hay infinidad de bodegas que son verdaderas joyas, donde vienen turistas de todo sitios para empaparse de su cultura, y nosotros imperdonablemente, teniéndolas tan cerca no las conocemos. Así que podríamos dedicar unos días del permiso a visitarlas.
– Manolo, yo se lo que te gusta un vaso, pero no sé a que viene ese interés repentino por la cultura, aunque sea la del vino – me lanzó la Chari con cara de mala leche .

Aunque no logré entusiasmarla, pero afortunadamente tampoco vi en ella un rotundo rechazo a lo que le estaba proponiendo, al fin y al cabo era algo diferente a lo de los últimos veinticinco años. Para intentar ganármela, proseguí:
– Además, una tarde más que otra podremos ir al cine, al que no vamos desde cuando empezaron a poner las películas del destape. – Yo cada vez intentaba poner más entusiasmo a mis palabras –Me he enterado que este verano estrenarán una de barman, el hombre murciélago de los tebeos que yo alquilaba de niño, ya verás lo bien que lo vamos a pasar. Chari como de costumbre, se resignó, yo le conté la misma milonga de siempre: que el próximo año seguro que estaríamos más recuperados económicamente y podríamos irnos a algún sitio

El primer día de vacaciones, decidí que visitaríamos una bodega de Jerez. A primera hora de la mañana, estábamos en el patio principal rodeado de un grupo de chinos, otro creo que de alemanes y unos pocos viejales españoles, que por la forma de hablar me parece que eran del norte. Una muchacha muy mona nos iba explicando las cosas en español y cuando terminaba, una compañera también muy guapa, lo repetía en extranjero. A mí en realidad la cosa no me estaba entusiasmando demasiado, y lo que estaba deseando es terminar el paseo para tomarme la degustación que ponía en la entrada, a la Chari no me atrevía preguntarle si le estaba gustando, pero la miraba de reojo y la veía contenta.

Por fin cuando terminó el recorrido, nos metieron en un salón muy grande lleno de mesas y sillas, con unas lámparas que parecían las de la catedral. Nosotros nos sentamos al lado de los españoles, porque aunque parecían muy antipáticos , al lado de quién si no, nos íbamos a sentar. Al ratito entraron unas chavalas con botellas y catavinos y empezaron a servir un vino blanco fresquito, que a mí me entró de maravilla, y con la sed que tenía me supo a poco y aprovechando que a mi Chari no le gusta, me pegué otro lingotazo; a medida que las copas se vaciaron las muchachas amablemente nos la volvieron a llenar.

Los chinos que entraron muy calladitos, cuando se tomaron los tres cacharros, empezaron a reírse como si le estuvieran haciendo cosquillas en los pies, los alemanes cada vez hablaban más fuerte y los cachetes se le iban poniendo como la túnica del Nazareno, y los españoles empezaron poco a poco a darnos conversación.

Las camareras retiraron las copas y trajeron otra limpias, en ese momento una de las guías nos dijo que seguidamente íbamos degustar un vino generoso, orgullo de la bodega. La verdad que estaba bueno aquel caldo, y por fin la Chari, como era dulzón también se lo zampó.
Los alemanes empezaron a brindar, y a cantar supongo lo que serían coplas de su tierra, cuando terminaron uno de los españoles cantó me parece que una jota, y los chinos mientras tanto no paraban de sacar fotos y reír, mirándonos a todos con cara de ratitas americanas . Cuando terminó de cantar el de la jota, yo que estaba muy a gustito, me puse a tocar las palmas para acompañarme por bulerias pero mi parienta, adivinando mis intenciones me pegó un puntapié bajo la mesa que me paró en seco.

Después, nos pasaron a una especie de tienda donde vendían los vinos que elaboraban en la bodega; la mayoría de los presentes, se lanzaron a comprar un estuche muy aparatoso con tres botellas entre las que estaba el generoso de marras, a cincuenta y ocho euros la broma. Yo que no quería hacer el ridículo, sin pensarlo y lo que es peor sin consultárselo a la Chari, me compré el estuche, cuando ella regresó del lavabo y vio la compra me metió por lo bajini, una bronca de antología.

Ya de vuelta a casa, al salir de una curva un guardia civil que estaba en el arcén junto al coche patrulla, empezó a hacerme señas para que me parara.
– Te lo dije – gritó la Chari, histérica.
El agente se acercó a la ventanilla, y después de un educado saludo me dijo:
– Ha cometido una infracción en el kilómetro treinta y ocho, pasando una limitación de velocidad de ochenta a ciento diez kilómetros por hora.
Yo intenté camelármelo diciéndole que no me había dado cuenta, ya que soy un conductor que le gusta cumplir con las normas, pero el tío me cortó en seco diciéndome:
– Le voy a someter al test de alcoholemia
Supongo que no me debió ver muy sereno, el caso es, que cuando soplé en el aparato me dijo:
– Tiene usted una tasa de alcohol de cero treinta y siete
– ¿Eso es mucho, agente? – Le pregunté con un hilillo de voz.
– Lo suficiente para que le tenga que poner otra sanción, y que usted no pueda conducir el vehiculo por lo menos hasta que pasen un par de horas.

Y ahí nos tiene a la Chari y a mí, en medio de un descampado a más de cuarenta grados de temperatura sin tener donde meternos.

Mi mujer seguía erre que erre con que me advirtió que no bebiera más porque tenía que conducir.

El único sitio que encontré para guarecernos, fue el chamizo de un vendedor de melones que estaba en la cuneta de enfrente, allí me dirigí sin pensármelo, ya que por lo menos lograría librarme de la monserga de mi parienta.

A las cinco de la tarde llegué a mi casa cansado, y más cabreado que un mono, y cuando empezaba a relajarme, oigo a la Chari contándole por teléfono a su hermano Paco lo que nos había ocurrido. En todas las familias hay un listo, y en la mía es mi cuñado Paco. Nada mas colgar con la cara desencajada me gritó.

– Dice mi hermano, que la multa que te van a meter puede ser de hasta de mil euros, además de un año de retirada del carné.

Al oír estas palabras no sabía si irme corriendo para la peña a echar una partida de dominó o meterme en al cama hasta el día de la vuelta al trabajo.

Después de horas sin dirigirnos la palabra mi mujer volvió a la carga:
– Por lo que nos va a costar tu invento, el hijo de mi amiga Manoli ha estado una semana en Cancún de viaje de novios.

Ni siquiera le contesté, pero se me vino al pensamiento, que después de esto, el que se iba tener que largar no se si a Cancún, era yo, para esconderme de todos a los que debía dinero..


JUAN


Primer capítulo

Este texto bien podría ser el inicio de una novela de misterio, pero como no tengo ganas de escribir, le he puesto un final que si alguna vez me encuentro más animado puedo suprimir y continuar el relato. De momento me ha servido para el trabajo encargado.


"Andrés comprobó que el Telediario no decía nada sobre ningún suceso, se limitaban a informar sobre los litros de agua por metro cuadrado que habían caído durante el aguacero y del número de salidas de los bomberos, en fin lo habitual cuando había una tromba de agua como la de esa tarde, nada interesante parecía haber ocurrido.

A la mañana siguiente, después de pasar la noche rememorando lo vivido, nada más amanecer, y antes de que la ciudad retomara su diario ritmo, volvió a la sucia bodega abandonada en la que se había refugiado al comenzar el temporal.

Estaba limpiando el polvo de un viejo barril para ver si la inscripción que en él figuraba le arrojaba alguna pista, cuando el aleteo de un murciélago le sorprendió y le hizo volver la cabeza hacia la entrada. Allí estaba ella de nuevo, también había regresado. Parecía diferente a la tarde anterior, pensó en un primer instante, pero seguía estando tan hermosa como recordaba, probablemente su aspecto aseado contrataba con el chapuzón que le había empapado ayer.

Ella no le había divisado todavía, pues sus ojos, acostumbrados a la claridad exterior, aún intentaban adaptarse a la oscuridad reinante en la bodega.

- Hola, ¿tú también has vuelto?, le preguntó Andrés

Ella le reconoció inmediatamente al oír su voz y respondió:

- Claro, no he podido dormir en toda la noche, supongo por la hora que es que a ti te ha pasado lo mismo. Tenía que volver para asimilar todo lo sucedido.

- En efecto, lo mismo me ha pasado a mí, replicó Andrés. Creo que deberíamos unir nuestros esfuerzos y nuestras mentes, a ver si juntos encontramos una explicación.

- Pero si no nos conocemos, no sabes ni mi nombre, ni yo sé el tuyo, ¿Qué podemos tener en común?, lo de ayer solo fue fruto del azar que nos reunió aquí para evitar el chaparrón.

- Me llamo Andrés, y esa es una de las cosas que podemos averiguar, que es lo que tenemos en común para que nos haya pasado precisamente a nosotros.

- Bueno, tal vez no sea mala idea. Yo me llamo Rosa, encantada de conocerte Andrés, ¿se te ocurre por donde empezar?.

- Gracias Rosa. Mira, si te parece yo narro los hechos tal y como los recuerdo y si tú tienes alguna percepción diferente, me interrumpes y lo comentamos ¿vale?

- O.K., empieza pues, estoy ansiosa por ver si obtenemos algún resultado que nos dé una explicación.




Andrés se removió inquieto en la cama, por fin había llegado a la situación que llevaba buscando tanto tiempo, vivir una aventura con Rosa, sabía que sería inmensamente feliz, pero la claridad de la mañana y los ruidos de la calle le empezaban a molestar su sueño, decidió dejarlo en ese punto y esperar a rememorarlo más tarde, a la hora de la siesta, estaba seguro de que lo podría conseguir, pues las expectativas eran lo suficientemente halagüeñas para dejarlas pasar. Se desperezó y lentamente comenzó su rutina diaria de higiene y desayuno. Otra larga mañana le esperaba en el instituto hasta poder volver a encontrarse con su onírica Rosa".


Espero que os guste y me animéis a seguir con ello

jose maría

Una más...

En el telediario de las tres lo oí,
lo que confirmó mi certeza,
porque una noticia así
ni se improvisa ni se inventa.

Ha sido visto en la bodega,
un murciélago de grandes proporciones,
al que hay que atrapar
con premura y por cojones.

Dicen que no es nada común,
algo más bien diferente,
de ahí la necesidad
de cogerlo tan urgente.

Hasta allí corrí con prisas,
para encontrarme un animal
normalito, más bien de risa,
desde luego nada descomunal.

Con delicadeza lo atrapé,
y entre mis manos lo retuve,
y con una sonrisa comprobé
su ternura y timidez.

Desde entonces no veo noticias,
al televisor no le quito ni el polvo,
prefiero salir al jardín
y cobijarme bajo el toldo.

Allí a la sombra abro un libro,
y me sumerjo en sus palabras,
acompañado de un buen vino
o en su defecto, un vaso de agua.

El tajarina y la anciana dama


Ya veo que habéis colgado vuestros trabajos. Yo me lo estaba reservando pero la impaciencia me puede, a ver si os gusta. Ah, y ya sabéis, no pasaros, llevad la sobriedad con moderación... ;-)


- Si sigues así no vas a durar ni dos telediarios. Anda y vete ya para tu casa Genaro.

La orden fue contundente, pero Genaro no le hizo ni puñetero caso. Tumbado sobre la acera miraba con fijeza a la señora Braulia, presumida donde las haya a pesar de sus cerca de noventa años.

La dama, con su vestido largo de terciopelo negro, cuyo brillo feneció de muerte lenta bajo la implacable plancha de carbón de su fiel Jacinta, tiempo ha, miraba a Genaro como de reojo, pero hacia abajo, su cuello embutido en una insufrible y ancha cinta de encaje encorsetaba su mirada. El horrible y oscuro camafeo que pendía del encaje era más libre que su propia cabeza. En su mano de anverso pellejoso y repleto de manchas tan negras como el ala de un murciélago, temblequeaba su bastón de mango de marfil tan brillante como amarillento del roce diario.

Braulia miraba extrañada a Genaro intentando al mismo tiempo que éste respondiera a sus órdenes. No era normal tanta insolencia. Y es que Genaro no respondía, tan sólo miraba a su vieja vecina, ella siempre tan en su papel de voz de la conciencia de miserables inconscientes, siempre mandando a las niñas de su calle a que se lavaran los churretes y se cambiaran de bragas, siempre ordenando a los guardias que pusieran orden en la vieja bodega venida a tasca, siempre empujando con su bastón a las mujeres en la plaza, siempre pasando el dedo sobre el polvo inexistente del aparador ante la mirada asustada de la pobre Jacinta…

No contestaba Genaro, a pesar de que la punta del bastón de la anciana Braulia comenzaba ya a estrujar con fuerza su débil esternón.

- Venga tajarina, levántate ya de ahí.

Braulia se esforzó de nuevo, acercó su cara con morisqueta de cegata a la del anciano borrachín y se percató de que no era esa la mirada que ella conocía del viejo vecino. Él solía lagrimear, sus ojos lubricados por dentro a base de chiquitas de Arroyuelo eran siempre dos lagunas de agua límpida manteniéndose a duras penas en equilibrio entre párpados rojos e irritados. Esta vez era diferente, en aquellos ojos abiertos no había agua, ni lagunas, ni rojez en los parpados… ni mirada siquiera. En vez de retinas parecía tener dos grandes escamas de robalo viejo. La anciana dio un respingo hacia atrás al tiempo que se presignaba. La resaca de aquella mañana en la acera había servido de papel secante, embebiendo de un sorbo la mirada y la miserable vida de Genaro.


En el recién instalado televisor en blanco y negro de la tasca comenzaba a girar la bola del mundo con la familiar música de fanfarrias de fondo. Las tres de la tarde. Otro telediario más.

.

.

Antoñín