jueves, 27 de septiembre de 2012

El Oscuro


 

 

 
 
 
 
¡Hágase la luz! Dijo el Origen, y el Oscuro invirtió en placas solares.
 
 
¡Tierra a la vista! Dijo Rodrigo de Triana, y el Oscuro construyó hoteles sobre playas blancas.
 
¡Cadenas de montaje! Dijo Henry Ford, y el Oscuro regaló cuentas bancarias a los obreros.
 
¡Prosperidad! Dijo un diputado, y el Oscuro invirtió en funerarias.
 
¡Futuro! Dijo el Oscuro, y voló escoltado por una bandada de cuervos camino del sur.
 
 

 

  

domingo, 16 de septiembre de 2012

Encuentro Poético con Dolors Alberola


El Colectivo Letras Libres tiene el placer de invitaros a la presentación del último libro de poemas de la poeta Dolors Alberola: Todos los trenes mueren en línea recta.

El encuentro será el próximo martes, 18 de septiembre, en el Centro de Iniciativas Juveniles "BOX" a partir de las 19:00, hasta las 21:00.

Dolors Alberola (Sueca, Valencia, 1952) es una de las voces más prolíficas e intensas de la lírica española. Ha publicado numerosos libros, casi todos con importantes distinciones, entre las que destacan los premios Carmen Conde, Ciudad de San Fernando, Vila de Martorell, Bahía, Cálamo de poesía erótica, Ernestina de Champourcín, etc.

Traducida al gallego, catalán, portugués, francés, italiano, árabe, serbio y ruso, ha colaborado en la prensa literaria, revistas especializadas y numerosas publicaciones colectivas.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Los globos salvajes

En nuestra última reunión del Colectivo de Letras Libres hablamos de este blog. David hizo un alegato en su defensa, mostrando su tristeza al verlo tan decaído. Gitana se ofreció para hacer una recopilación de sus entradas y me consta que lo está haciendo con la efectividad que le caracteríza. Video killed the radio stars, y Facebook mata otras formas de difusión, qué le vamos a hacer, es la era de la tecnología. Ya vendrán otras a matar a facebook. El caso es que he pensado en colgar una entrada a la antigua usanza, a ver qué os parece.

Besitos
Alinando





Mamá siempre le decía que con ese oficio no llegaría a ningún sitio. Él la contradecía de boca para afuera, pero sabía que tenía razón. De hecho, siempre llevaba unas pequeñas tijeras en el bolsillo de atrás del pantalón.
 
Cada tarde montaba su parafernalia en la plaza mayor. Los niños le rodeaban expectantes y algunos mayores sonreían con media mejilla mientras movían la cabeza de un lado a otro negando no sé qué. A los cinco minutos ya lo tenía todo dispuesto: su traje rojo con grandes botones dorados, su aro rodeado de llamas, su látigo brillante… Lo último que hacía era llenar los globos con gas. Uno a uno los iba atando a una gran tambora con rombos verdes tumbada en el suelo. Pero siempre le sucedía lo mismo: un nudo azul de tristeza le pellizcaba la barriga por dentro. Era algo superior a él. Y siempre terminaba el espectáculo con el mismo gesto: sacaba lentamente sus pequeñas tijeras y liberaba uno a uno los globos. Los iba despidiendo con la mano abierta y alguna que otra lágrima bajaba por su mejilla, esquivando su largo bigote atusado. Siempre recordaba a mamá en ese momento. Ella tenía razón, era demasiado sensible para ser un buen domador de globos.