I
-
Siempre
has sido muy maduro para tu edad. Ojalá se le pegara algo de eso a mi Borja.
-
Eso
dice todo el mundo, que soy muy maduro, por eso le voy a hacer una propuesta
que quizás le interese.
-
¿A
mí? ¿Una propuesta tuya…? ¿Qué… qué… quieres decir?
-
No
se acalore Josefa. Reconozco que está usted de buen ver. No todas las mujeres
llegan a la madurez con su tipazo, pero no va por ahí la cosa.
-
Carlitos,
Carlitos, que te conozco desde tu primera comunión…
-
O
antes… pero le explico: Usted ya me ha dicho varias veces eso de que a Borja se
le debería pegar algo de mi buen comportamiento y mi madurez. Como usted sabe,
él va últimamente a su rollo, se está engolfando más de la cuenta y sus amigos
de siempre le están dando de lado.
-
Es
verdad, y eso me tiene cada día más preocupada.
-
Pues
bien, le propongo que me de un pequeño trabajo: ser su ángel de la guarda.
Estaría más en contacto con él y procuraría que no se metiera en líos por ahí.
-
¿Harías
eso por él?
-
Por
él y por mí. Usted sabe que en mi familia no estamos para tirar cohetes y el
año que viene empiezo en la uni. ¿Qué le parecería pagarme un pequeño sueldo
por ese trabajo? ¿Cuatrocientos euros al mes?
-
Pues…
-
No
hace falta que lo decida ahora. Piénselo.
-
Sí,
acepto. Espera un momento…
II
-
Toma,
y dame un abrazo. Eres un buen chico y con iniciativa. Ojalá mi Borja se
pareciera un poco a ti. Gracias Carlitos.
-
Si
me sigue apretando así terminaré por hacerle otro tipo de propuesta…
-
Anda,
anda…
-
III
-
Qué…
¿cómo te ha ido con mi madre?
-
¿Tú
qué crees? Mira, cuatrocientos euros al mes, toma tus doscientos.
-
Hijo
puta… eres una máquina tío… ¿dónde vamos?
-
Al
Congui. Ayer me dijo que tenía buena mercancía.
-
De
puta madre.