Era sólo escarcha en los brazos,
me volví a sentir acerico en el último peldaño.
Sé que hay más caminos que éste
porque también fui enredadera
y hoy ya no queda más muro.
El cielo tampoco espera, ni el infierno,
es tierra donde nadie espera a nadie,
donde los puentes son plástico recalentado por vatios,
donde las flores se quedaron mustias.
El viento vino a contarme el secreto,
mi madre callaba degollando palabras que odia
pero los fantasmas se le escaparon de las manos.
Hoy sólo el manantial me acompaña,
y conservo la semilla
de la que pronto germinará el otoño.
Eva.
2 comentarios:
Gracias por tu comentario Eva. Es precioso este poema, da sensación de que pesar de que en el nadie espera, no hay desesperanza. Por cierto, el muro... ¿es con o sin lagartijas? Je je je. Taluego.
Ah, se me olvidaba... Me acaba de llamar Berta, hoy a las siete en el árbol.
Antonín
Precioso y delicado como todo lo que haces, Evichi, ma encantao... por cierto: eso que veo es una receta yá que empiezas a estudiar para las clases de cocina, ¿no?: barquillos de trigo con kiwi, mmmmmmmmmm se ven deliciosos.
Ra
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