jueves, 8 de noviembre de 2007

Terror nocturno

TERROR NOCTURNO

Llevo varios días padeciendo de ciertos terroríficos percances nocturnos. Es posible que estos sucesos los achaqueis más a pesadillas que a hechos reales. Ojalá fuera así. Si por un momento pudiera llegar a la conclusión de que son mis sueños o mi imaginación los causantes de estos trances me llegaría a sentir mejor, no temería a la noche como la temo cada vez que la oscuridad se cierne sobre mí. Supongo que mi imposibilidad de contárselo a los míos hace menos llevadero mi terror. Os explico, decidme si no es para temerlo:

Cada noche, siempre a la misma hora, tengo una visita. Sobre las dos de la madrugada. Una terrorífica visita, os lo aseguro. A pesar de que su metódica periodicidad me tiene más que advertido, siempre me encuentra dormido. Los sudores fríos me inundan al llegar la noche, me tienen en ascuas y me impiden coger el sueño pronto. Pero al fin, rendido y debilitado de pavor, siempre me duermo antes de su visita ya prevista. No se si es su respiración pausada sobre mi frente o mi intuición la que me despierta. El caso es que antes de abrir los ojos ya le noto ante mí; le veo, y luego abro los ojos. Y allí está. Como cada noche, con su mirada fija, atormentándome. Con su mirar felino e impasible, como deseando devorarme. A diez centímetros de mí. Inundándome de terror y provocando con ello la parálisis de mi cuerpo y de mis cuerdas vocales. Creo que incluso me hipnotiza, no se. Luego, al final de la interminable sesión de terror, se pasa la lengua húmeda por sus labios muy lentamente. Su presencia siempre termina con el mismo ritual; cierra los ojos en un extraño gesto, apretándolos, y como en un movimiento de desprecio hacia mí se retira por donde ha venido. A veces, al volverse en su retirada, se oye el levísimo sonido de sus largos bigotes rozando los alambres de mi jaula… zzzzring… y mi sangre comienza a correr por mis venas. Y mis plumas amarillas se tornan suaves. Y mis plumones se asientan de nuevo sobre mi piel abandonando su erizada postura. Me cago en las castas de Misifú.
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Antoñín

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué miedo! ¡Un día de estos te da un infarto y no dics ni pío!

Anónimo dijo...

yo quiero una visita como esa to las noches, pero que me coma ;)

Anónimo dijo...

Animo Tweety, que tú has sabido salir de cosas peores.

Escuela de Letras Libres dijo...

Vaya Antoñin, creo que han venido tres felinos misteriosos a hacerte una visita y no han dejado su firma. Me encanta, como siempre, sobre todo el final con sorpresa.

Eva.

Raquelilla dijo...

Ezoz mardito roedore que no dizen ni quiene zon, jijiji, habrá que rezpetarloz, entre ezoz y piolín me tien harto de hambre, toaz laz lagartijaz de mi eztómago me tienen frito...cuando oz coja vereiz lo que zon unoz bigotez bien rizadoz.
Zilveztre

Anónimo dijo...

Lo que es el subsconciente...A mì me pasaba igual, siempre temiendo que un gato se comiese mi pajarito. Apenas podìa dormir.
Ahora, tampoco. Y la culpa sigue siendo del pajarito. Mi Gato (la pròstata) me obliga a levantarme varias veces cada noche, para cambiarle el agua al canario.