Hambre de poemas, de relatos... recomienza la escuela de letras.
Este hambre me ha evocado este relatillo... para que sigan circulando recetas lo más literarias posibles. esta es la mia de ...
Caracoles
¡caracoles!, ¡caracoles!...
¿Tú comes caracoles?
De toda la vida.
Como las cigüeñas en primavera llegan los caracoles. Desde que el sol templa las terrazas hasta que vuelve a enfriarlas, en esquinas y plazuelas como ésta surgen unos tenderetes donde se arremolina la gente, especialmente al atardecer con la fresquita. Son los puestos de caracoles que se comen chupando y haciendo un poquito de ruido pues el caldillo es de lo más sabroso. Se sirven en vasitos o cuencos nadando en agua perfumada de hierbaluisa. Tibios y jugosos, directamente al paladar. Las conversaciones se acompasan a la rapidez y habilidad en chuperretear el caracol hasta que lo sacas y se cuela en la boca que ha esperado ansiosa su llegada.
¡caracoles!, ¡caracoles!...
Pide un chiquillo que asoma la cabeza por el mostrador. Que dice mi madre que me llene usted el cacito. No te lo lleno que se derrama y te vas a quemar. ¿Qué le debo?. Un duro. No me dieron más que cuatro pesetas. Bueno, mañana sin falta.
¡Caracoles! ¡caracoles!
¿No quieres?
Sólo por verte chuperretear.
Fita
4 comentarios:
FITA: A mi no me gustan los caracoles, pero los describes tan estupéndamente que se me ha abierto el apetito.
Jose María
Bueno, un poco tarde para eso, aunque nunca para tus textos. Ya estoy deseando que nos volvamos a ver, todos juntos de nuevo.
Un abrazo.
Hola a todos. He estado unos dís de vacaciones en el País Vasco, y cuando he entrado en nuestra bitácora me encuentro cambio de imagen, pero lo que no ha cambiado es la calidad de lo escrito por Fita, Moy, Pedro, Jose Mª, David... ahora es cuando siento que he llegado a casa.
Ya estoy enterado de todo y por supuesto asistiré al curso en Cádiz y a nuestra semanal reunión chiclanera.
Me alegro que nos reenganchemos de nuevo a los talleres, aunque yo no pueda asistir al de Cádiz, una verdadera pena. A mí me encantan los caracoles y si, según dicen, no fueran tóxicos comérselos todo el año os aseguro que tendría garbanzos en vez de dedos de tanto churreteo. Me ha encantado tu relatín, fita, nos vemos en el taller.
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