jueves, 6 de mayo de 2010

Prisionero de la cordura

Cerró el libro tras deleitarse extasiado hasta con la última de sus letras; se recostó en el asiento, dejando la cabeza descansar sobre las palmas de sus manos cruzadas bajo la nuca. Y embriagado aún por el clamor de una lejana victoria rememorada y el sabor del último beso de agradecimiento, entornó los ojos y se adentró despacito, sin prisas, en un mundo de ensoñaciones, evocando con una sonrisa bobalicona cada batalla, cada aventura, cada doncella salvada, cada reino conquistado y cada villano caído bajo su espada; siempre siendo él el protagonista indiscutible, caballero andante, valiente, arrojado y justiciero, aclamado en mil lugares, adorado por innumerables princesas, todas ellas jóvenes y hermosas...


Cuando despertó, se encontró tumbado en la cama, débil, enjuto y dolorido, con el cuerpo envejecido 20 años más y al borde de la muerte.

Para el noble hidalgo don Alonso Quijano, vecino de un perdido lugar de la Mancha de nombre difícil de recordar, los últimos años de su vida sólo fueron el reflejo de una realidad enardecida por la sombra de los sueños y el ingenio de la locura.

Reza así su epitafio:



“Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco,
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura,
morir cuerdo y vivir loco.”

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si yo hubiera nacido hombre...hubiera sido ingenioso e hidalgo, como él.

Creo que es uno de los grandes personajes que más me fascina y con el que,a veces, me siento identificada.

Como son las cosas de la vida, el otro día estaba pensando en organizar una lectura en común del Quijote en mi casa o en donde sea. Pero llevo dándole vueltas al asunto varios días.
Ya os contaré a ver que os parece, porque podría resultar algo tremendo.
En fin, cosas mias.
Precioso relato.

genialsiempre dijo...

Ya lo conocía, pero me resultó mágico, ¿como se te ocurrió?, ya me contarás

Carmen dijo...

Me encantó eso de "morir cuerdo y vivir loco", lo firmo para mí ahora mismo. Precioso el relato.

Casualmente hace unos días mi hno. colgó otro micro de Alonso Quijano, qué sincronización.

http://tomi-tomasson.blogspot.com/2010/04/molinos.html

Besines

Pedro Estudillo dijo...

Gracias chicos, pero tengo que aclarar que los versos del epitafio no son míos, sino de Cervantes. Es el epitafio que le escribe el bachiller Sansón Carrasco al Quijote tras su muerte.
Me alegra que os guste.

Raquelilla dijo...

Suerte que estés tú aquí para rescatar ese epitafio y adornarlo tan elegantemente.