lunes, 3 de enero de 2011

La Marcha Radetzky y el año nuevo

Conste en primer lugar que no soy melómano. Bueno, me gusta la miel, la tomo a diario, pero no soy melómano de entender de notas musicales ni nada de eso. Sin embargo he adquirido una costumbre que disfruto cada uno de enero: la retransmisión del concierto de año nuevo desde Viena. Supongo que comenzó con algo así como cierta parálisis corporal post síndrome etílico de nochevieja, pero poco a poco se fue convirtiendo en una especie de tradición agradable. Lo que más disfruto del citado concierto es esta pieza, la Marcha Radetzky. Es la marcha final y el público acompaña con emoción a los profesores de la orquesta. Todo lo que cuelgo en este blog tiene una particularidad común: simple y llanamante, me emociona...





...y sobre todo teniendo en cuenta esta agradable sorpresa: hoy iba caminando con Alinanda por la calle ancha de Cádiz y de pronto nos encontramos con esta maravilla: un trío de rusos interpretando de esta manera tan maravillosa la pieza que a mí me reconforta cada uno de enero tirado en el sofá. Disfrutadlo.

Nota: He elegido a Daniel Barenboim en el concierto del 2009, pero no por casualidad.
Mirad aquí su labor en pro de la paz en oriente medio.


4 comentarios:

Pedro Estudillo dijo...

Compartimos afición, Alinando, a mí también me gusta el melón.
No, el concierto no suelo verlo, pero no por falta de ganas, precisamente.
Y esta marcha no veas la marcha que me da. Me voy que quiero disfrutarla un poco. Gracias.

genialsiempre dijo...

Estupenda afición que comparto, y si puedo me apunto a alguno de los muchos conciertos de Año Nuevo, por ejemplo el Villamarta. Este año no ha podido ser, quizás el próximo. Y, por supuesto finalizarlo con "la marcha" es señal de todos ellos

Anónimo dijo...

hoy he visto al trio ruso tocar en las calles de Cádiz...
que fuerte..me he enamorado de esa rubia de ojos impacientes con dedos de colibrí..

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

No me extraña que te haya enamorado Ana. La de cosas que podríamos preguntarle ¿a que sí? Pero lo que más me ha impactado ha sido su tristeza. No sé si es fruto de su clima frío o de las experiencias por las que habrán tenido que pasar estos músicos. Misterios de la vida... pero en todo caso, hermoso regalo para los viandantes, espero que sepan reconocerlo.


Dedos de colibrí... me ha gustado eso Ana.