jueves, 6 de septiembre de 2012

Los globos salvajes

En nuestra última reunión del Colectivo de Letras Libres hablamos de este blog. David hizo un alegato en su defensa, mostrando su tristeza al verlo tan decaído. Gitana se ofreció para hacer una recopilación de sus entradas y me consta que lo está haciendo con la efectividad que le caracteríza. Video killed the radio stars, y Facebook mata otras formas de difusión, qué le vamos a hacer, es la era de la tecnología. Ya vendrán otras a matar a facebook. El caso es que he pensado en colgar una entrada a la antigua usanza, a ver qué os parece.

Besitos
Alinando





Mamá siempre le decía que con ese oficio no llegaría a ningún sitio. Él la contradecía de boca para afuera, pero sabía que tenía razón. De hecho, siempre llevaba unas pequeñas tijeras en el bolsillo de atrás del pantalón.
 
Cada tarde montaba su parafernalia en la plaza mayor. Los niños le rodeaban expectantes y algunos mayores sonreían con media mejilla mientras movían la cabeza de un lado a otro negando no sé qué. A los cinco minutos ya lo tenía todo dispuesto: su traje rojo con grandes botones dorados, su aro rodeado de llamas, su látigo brillante… Lo último que hacía era llenar los globos con gas. Uno a uno los iba atando a una gran tambora con rombos verdes tumbada en el suelo. Pero siempre le sucedía lo mismo: un nudo azul de tristeza le pellizcaba la barriga por dentro. Era algo superior a él. Y siempre terminaba el espectáculo con el mismo gesto: sacaba lentamente sus pequeñas tijeras y liberaba uno a uno los globos. Los iba despidiendo con la mano abierta y alguna que otra lágrima bajaba por su mejilla, esquivando su largo bigote atusado. Siempre recordaba a mamá en ese momento. Ella tenía razón, era demasiado sensible para ser un buen domador de globos.

7 comentarios:

Equilibrista dijo...

Me parece estupendo! Muy bonito el final, me gusta eso de domador de globos. Cierra el círculo del microrrelato.

La Griega deAndaluCái dijo...

Me ha gustado mucho!!
Alguna vez habeis visto a un globo volar?....es una sensación de relx y bienestar. Un recuerdo que no se define en tu mente y que calma tu ser.

Equilibrista dijo...

Lo que dice Asun de la serenidad que transmite mirar globos volar, hace que me guste todavía más lo de domador de globos. Me gusta ese juego de palabras y la combinación de la palabra domador (que por antonomasia doma cosas feroces y salvajes) de globos (que aparentemente no tienen nada de feroces y salvajes). Me gusta el giro de tuerca.

Ahora que lo pienso, ¿quizá mejor el título "Domador de globos" que "Los globos Salvajes"? Cómo lo ves/veis?

Alinando (Antonio Díaz) dijo...

Ese sería el título ideal David, pero anularía el efecto sorpresa. Lo había pensado y no se me ocurrió nada mejor que lo de globos salvajes ( que por cierto no me gusta mucho, la verdad) Se admiten propuestas, jejeje.

Es verdad Asun, los globos son la inocencia en imágenes, de ahí el giro tan llamativo, como bien dice David. Me alegra mucho el que os haya gustado.

Equilibrista dijo...

Sí, lo pensé también, que la sorpresa final sería menos efectiva. Aunque quizá podría ser un título que deja pensando intrigado al lector para luego darle la brillante solución al final.

María Dolores dijo...

Me encanta.

Gracias por tan preciosa entrada. Coincido con David en lo del título y creo que no necesariamente se perdería del todo el efecto sorpresa sino que sería una especie de continuacíón del mismo. Ya sé que en principio suena raro, pero bueno...

¿Y "El vendedor de ilusiones"?

Loli.

Unknown dijo...

Me gusta la idea de Deivid sobre el título y me parece muy acertado. Como siempre me ha gustado mucho el relato Antonio. Gracias por compartir. Con respecto a la entrada en la que comentas que el blog está alicaído, yo también lo he notado y se lo achaco a que hace tiempo, aunque colaboremos, casi nadie entra a leer y dejar constancia. Ya no es el que guste o no lo que escribimos, es que a veces escribes algo y nadie lo lee o no deja constancia de ello. Quizás deberíamos poner todos un poquito de nuestra parte y fomentar este tipo de cultura tan bonita: compartir con los amigos un trocito del alma.