No sé si existe Dios o es sólo un cuento. Por desconocer nuestro futuro también me lamento. El no saber si poseo un alma, me supone un grave tormento, a pesar de que algo me dice que debiera tomármelo con más calma, porque pudiera resultar que nada de ello fuera verdad y que tan sólo se tratase de pura ingenuidad provocada por locas neuronas que nada entienden de la realidad, ya que su único cometido es sobrevivir. Y es que esto de tanto discurrir sin llegar a ninguna conclusión, de pesado que llega a ser, a mí me llega a aburrir.
Habrá algo después de la muerte, o será el destino de cada ser viviente el más absoluto de los vacíos y todo acabase de repente. Y si al morir, dejamos de sentir, mi pregunta es ¿por qué a la muerte temer? Aunque también cabría suponer que el pasado se vuelve a repetir, convirtiendo en un ciclo sin fin esta locura de vivir. Claro que ello, ¿quién lo podría definir? De ahí que fuese bueno saber si existe un principio y un final, para con ello poder entender nuestro periplo existencial.
La bondad o maldad de la globalización, nadie nos puede asegurar, así como que del cambio climático nos debamos preocupar. Y si la extracción de petróleo tiene fin, ¿cuándo tendrá éste lugar? Me gustaría saberlo, para poderlo prevenir; aunque me temo que de esto, como de aquello, sólo saben pronosticar los que comen de ello para tenernos en un eterno sin vivir. También me gustaría saber si el desarrollo sostenible es sólo una utopía, y si en verdad es nuestro deber el preocuparnos por la sequía. Pero lo que en verdad más me chirría es saber si será posible una perfecta democracia, o deberemos conformarnos con la actual desgracia.
Quién pudiera saber si la vida surgió en este planeta, o por el contrario hasta aquí viajó en un remoto cometa. Porque si así sucedió, nada haría dudar que también en otros mundos la vida tendría lugar, y el que aquí nos encontremos sólo se lo debemos al caprichoso azar. Claro que por preguntar, si la vida nadie la ha podido reproducir, yo no me cansaré de insistir en que por favor, dejémonos de especular y limitémonos a vivir.
¿Llegará el día en el que un necio cambie de condición? ¿Y por qué es tan difícil cambiar de opinión? ¿Puede una persona nerviosa tranquilizarse? ¿Puede un orgulloso rebajarse o un mentiroso rectificarse? Quién crea poder contestar a tanta cuestión no es más que un fanfarrón, ya que está por demostrarse de qué depende el que tomemos una u otra posición.
¿Por qué es cuando más hago trabajar mi mente, cuando mi ignorancia se me hace más patente? Y me pregunto, si cuanto más leo, más lerdo me veo, ¿no será esta práctica contraproducente? Porque de seguir con esta cabezonada, podría llegar el día en que no supiese nada. Pero también es cuestionada la infalibilidad de que la incertidumbre cause inseguridad, porque de ser así, ¿por qué la ignorancia da tranquilidad? También pudiera ser, como piensa mucha gente, que el saber procura felicidad, aunque quisiera saber si somos capaces de reconocerla cuando la disfrutamos de verdad.
Sobre la verdad y la mentira, todo un mundo hay por descubrir. Si pienso que una mentira, verdad es, nadie podría acusarme de mentir. Pero también sería de necio suponer, que por creer una mentira, en verdad se fuera a convertir, lo que me lleva a concluir que todo esto es una locura, debido a la incapacidad de distinguir la verdad de la impostura. Pero quizás, no sería mucha vanidad el hecho de pensar que creer ciegamente en una falsedad, terminase transformándola en la más absoluta realidad. Así como que sin duda existirán certezas que ni el más infinito tiempo nos mostrará con toda su crudeza. Claro que esto sólo lo supongo y nunca me enteraré, al igual que tampoco a saber llegaré si la imaginación tiene un alcance o infinita es. Y puestos a indagar, por favor ¡qué alguien me alivie esta tensión! Cómo poder diferenciar la realidad de la ficción.
Por no saber, ni siquiera sé quién soy, lo que soy o lo que un día fui, y esto me intimida, porque lo que es hoy, sólo llego a intuir que desconozco todo lo importante de esta vida. Para mi desdicha, esto es lo único seguro que en mi mente tiene cabida. Tan sólo me mueve un esperanzador anhelo, y es que con el tiempo todo se olvida, aunque algo me dice que también esto sea un camelo.
Así que sólo les puedo ofrecer lo que tengo: infinidad de dudas. Dudas tengo, dudas ofrezco; ya me gustaría a mí poder dar de lo que carezco, pero finita es la mente, y por ello, el conocimiento. Que nadie me culpe, que nadie se lamente, por favor sean clementes y agradezcan el ofrecimiento. Y si de todo lo dicho, nada entienden, vuelvan a leerlo con detenimiento.
lunes, 9 de junio de 2008
Dudas tengo, dudas ofrezco
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3 comentarios:
PEDRO: Yo también soy un mar de dudas, pero si algo tengo seguro es que tu texto es "buenísimo".
Un abrazo,
josé maría
Cariño, en esas dudas estamos todos... pero tu texto si no nos la resuelve al menos nos consuela por compartirlas en un texto tan poético.
Fita
Lo ves Pedro, este texto engrandece esta bitácora. ¡Cuantas dudas filosóficas! y yo con estos pelos.
Es un texto para guardar y releer, Gracias
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