I
La tripulación estaba ansiosa por tomar tierra. El viaje resultó agotador, inacabable, desesperante. El capitán Marbel empezó a sentir miedo, ese miedo del que tanto se avergüenzan los capitanes que gobiernan naves nodrizas como Mascala III. El miedo para el capitán Marbel, no es una reacción natural propia del cerebro, cuyo fin es poner en alerta nuestra artillería más pesada. El miedo para el capitán es una vergüenza, una rémora capaz de humillar a cualquier guerrero galáctico, hasta anularlo como soldado y como hombre.
-Capitán, ¿da usted su permiso? –dijo el sargento Ruitom.
-Adelante –sentenció el capitán. –Quisiera proponerle algo. –¿De que se trata Ruitom? –Señor. Quisiera ante todo que no me malinterpretara; pero también quisiera que me comprendiera; pues yo confío en su sentido común.
-¡Oiga sargento, déjese de circunloquios innecesarios y vaya al grano de una vez. Sabe perfectamente que no me gustan los titubeos.
- Marbel era uno de esos tipos que poseen la virtud visionaría de barruntar el futuro, basándose simplemente en los signos visibles que delatan lo que se avecina. Esos signos, casi imperceptibles que solo son capaces de detectar los capitanes de naves nodrizas.- Capitán. Permítame una sugerencia. Se que lo que voy a decir le va a parecer una locura; pero estoy convencido que entregar a la tierra el Decálogo Universal sería una barbarie, y como comprenderá, esta tripulación no está en condiciones de comenzar una revolución; pues seriamos diezmados en un santiamén por los poderes mundiales.
No olvide que ellos tienen la totalidad de los ejércitos en sus manos y nosotros solo disponemos de esta pequeña unidad interespacial. –Déjese de monsergas sargento.
¿Cómo puede decir semejantes barbaridades, a estas alturas de la expedición? ¡Cuando ya estamos de regreso! Recuerde, esto no es más que la punta del iceberg, esto no ha hecho más que empezar Ruitom.
II
La expedición Ateneo Espacial era uno de esos proyectos que llevaban a cabo un buen número de países del mundo y, cuyo fin, no estaba muy claro para la tripulación de la nave. Algunos aseguraban, que se trataba de una manera de blanqueo de dinero; otros argumentaban, la necesidad de los gobiernos en remozar sus democracias con una pátina de ciencia cósmica, principalmente con la idea de mejorar su imagen.
La nave nodriza, estaba a punto de tomar tierra, la tripulación había vivido en su propia piel algo inefable. Acababan de descubrir un planeta desconocido; pero lo más sorprendente, para ellos no fue el hallazgo en si, sino más bien el modelo de estado de aquel lugar remoto. Lo realmente curioso para la tripulación, no era la apariencia amorfa de los habitantes del lugar, ni sus tentáculos viscosos, ni su pensamiento visible, ni siquiera sus genitales telescopicos. Lo que ellos jamás olvidarían, sería su política sin política, su republica utópica; por que su estilo de gobierno sin gobierno, era el motivo que diera lugar a una población feliz con apariencia amorfa, tentáculos viscosos, pensamientos visibles y genitales telescopicos.
-¡Aguarde un momento soldado 89! -¿Qué desea camarada? –¿Ha oído algo en relación con el Decálogo Universal? –No se ha que se refiere soldado 54 –Por lo visto el tratado filosófico que nos han legado esos hombrecillos, puede ocasionar el caos en nuestro mundo, al menos eso opina el sargento Ruiton. –Y quien diablos es el sargento Ruiton, ¡a la mierda el sargento Ruiton! – Vociferó el soldado 54 mientras golpeaba la computadora circular. –Estoy convencido que el capitán no tirará la toalla, el capitán es un romántico, llevará todo esto hasta el final, estoy convencido –dijo el soldado 89.
El interior de la nave se tornó oscuro como un agujero negro, como un universo sin estrellas, como un planeta desaparecido, como el cadáver de un meteorito…
III
Muy buenas noches queridos telespectadores. Estamos aquí para ofrecerles en, rigurosísimo directo el aterrizaje de la nave Mascala III, que está a punto de aterrizar, ustedes van a presenciar un momento único, un momento inolvidable, irrepetible, un momento fantástico. Seven-Up, patrocinador oficial del aterrizaje de la nave Mascala III les ofrecerá este espacio.
La mayoría de los habitantes del planeta tierra estaban atentos a la televisión o a la radio y, un buen puñado de ciudadanos norteamericanos decidieron presenciarlo en directo, insitus en Cabo Cañaveral, cantando y bebiendo ambrosia de Seven- Up.
IV
La tripulación, estaba reunida en circulo, en torno al Decálogo Universal, concentrados todos en el libro, como si se tratara de un tabernáculo, o quizás de un mándala digno de la contemplación más profunda; todos menos el capitán Marbel y el sargento Ruiton, que no daban señales de vida desde hacía más de dos horas; demasiado tiempo sin verles, teniendo en cuenta que Mascala III era una nave de pequeñas dimensiones, y cuyo habitáculo resultaba mucho menor que su chasis externo, debido al entramado de cables y tubos que tuvieron que ser alojados, en la cámara resultante que conforman el interior y, exterior del artefacto galáctico.
Resultaba extraño una ausencia tan larga ¿Dónde estarían?
De nuevo, la nave se volvió oscura, había desaparecido completamente la luz, ni un ápice de claridad en el entorno.
Al cabo de un buen rato apareció la luz, todo el interior se iluminó de nuevo y, allí en medio de aquel espacio octogonal estaba el capitán muerto, degollado como un cordero, allí en medio del lugar que el mismo había capitaneado desde hacía más de seis meses, allí rodeado de computadoras y complejos mandos.
-Escúchenme soldados, a partir de ahora yo el sargento Ruiton, seré por razones de graduación, quien gobernará esta nave; pero antes quiero decirles, que este maldito libro será destruido de inmediato, y no quiero replicas ¿queda claro, señores? No permitiré ni un solo comentario, así que no se hagan falsas ilusiones. Ese tipo de sandeces ya la inventaron otros en nuestro planeta, y, no trajeron más que hecatombes. Espero que apelen al sentido común. Buenas noches camaradas.
V
Desde
La mitad de la humanidad esperaba con ansias nuevas noticias, mirando sin descanso la televisión, feliz y entretenida, consumiendo partes informativos y espacios publicitarios o brindando con Seven-Up. La otra mitad de la humanidad simplemente, sufría con motivos, pero también reía, y reía también con motivos.
VI
Transcurrido algún tiempo, regresó Mascala III, quizás ya de vuelta de la operación Ateneo Espacial, quizás de algún largo paseo entre la utopía y la realidad, quizás de ver el mundo desde un prisma con tonos quebrados y, luctuosos al mismo tiempo.
Del interior de la nave bajaron veinte soldados sin graduación alguna, y sin medallas que decoraran sus corazas de carbono, sin la compañía de ningún oficial o suboficial, sin jefes, sin amos, sin dioses; pero rodeados de extraños amigos; amigos de apariencia amorfa, tentáculos viscosos, pensamiento visible y genitales telescopicos.
El universo sonreía con ironía y el sol dejó de tener miedo a la frialdad del metal de las monedas, y las estrellas cantaban...
ANTONIO FASSA
5 comentarios:
Me has dejado perplejo, Antonio. Te ha salido un relato cojonudo (y no lo digo por los genitales telescópicos... bueno, también).
Y de fondo tu sempiterna huella de ser humano guerrero e inconformista.
Genial.
Así se escribe de fantasí, que bien lo he pasado leyendolo.
José María
Ciencia ficción reivindicativa con una capa de poesía, tu sello particular. Muy bueno, Antonio. ¿Conoces la canción de MClan: "Llamando a la tierra"? Se me ha venido a la cabeza cuando he leído tu relato, quizá por la atmósfera espacial y el aire poético que tiene.
!Vaya tela! Además e que es de una lectura amena, creo que se podrín deducir cosas interesantes del relato, aunque no sé si son las que has querido transmitir. Me ha gustado.
Por cierto, algo haría el soldado 54 para deducir que los genitales de los seres viscosos eran telescópicos... ¿No? ;-)
Antoñín
Me ha gustado el relato; su forma y por supuesto su fondo.
Después de tantos siglos sin encontrarla, ¿vendrá la libertad al ser humano desde las las galaxias?
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