martes, 12 de enero de 2010

Nieves



Nieves.
Bonito nombre, ¿verdad?
Nieves se llama la señora... Porque es toda una señora, sí señor, de las de toda la vida.
Nieves vive en uno de esos pueblos serranos y blancos, donde aún se conocen todos los vecinos y se saludan cuando se cruzan por sus calles empinadas y empedradas. Ella sólo es una más.
De envergadura alta y espalda algo encorvada por el peso del sufrimiento, con un hijo esquizofrénico y un marido enganchado a una máquina de por vida, Nieves se muestra antes sus conciudadanos como una mujer sencilla, esposa y madre ejemplar, como debe ser, como la religión manda, humilde y sumisa, amable y caritativa...
... Resignada...
Pero tras los ojos marinos de Nieves se esconde una persona que está mucho más allá de todo convencionalismo, un ser humano sin igual, una mujer sorprendente, extraordinaria y grandiosa.
Cuando consigues conectar con su sonrisa melancólica, se abre ante ti una Nieves fulgurante y majestuosa, la auténtica Nieves, ansiosa por desnudarse ante alguien que la comprenda de verdad, ante alguien que sepa que la vida es algo más que pucheros, mercados y fregonas. Y es entonces cuando Nieves te habla de su pasado, de tantas horas echadas al campo trabajando de temporera o de ese carné de conducir sacado en el otoño de sus días, con más ilusión que necesidad (que tampoco era poca). O de su presente, como madre y esposa abnegada, sin un mal gesto de reprobación ni un solo adjetivo recriminatorio hacia nada ni nadie en este mundo o en algún otro; te habla con inocencia de los cursos a los que asiste para seguir aumentando su formación, de los bailes organizados por el ayuntamiento a los que acude sola, ya que su marido no puede dar dos pasos seguidos sin el respirador artificial. Y se crece orgullosa cuando te enseña todos aquellos baberos, manteles, bolsas y yo qué sé cuántas cosas más echas con sus propias manos y su santa paciencia; para mí son artículos de lujo, de auténtico lujo, que ella elabora con la única intención de mantener ocupadas las pocas horas libres del día que aún le quedan.
Nieves no habla sobre el futuro. Hace tiempo que éste pasó de largo por su puerta, y ella sabe que no se puede hablar de algo que no se conoce y, en su caso, ni le preocupa.
Cada palabra, seguida de una sonrisa tímida, de un gesto inacabado, va moldeando a una mujer luchadora, afligida por la humanidad, pero en paz con la vida. Aunque es cuando la contemplo con seriedad, cuando me doy cuenta de que su mirada, huidiza pero penetrante, expresa mucho más que sus propias palabras. Porque Nieves se comunica con todo su ser, mostrándose tal cual es cuando alguien la escucha, compartiendo lo poco que posee, ya sean unas aceitunas aliñás o un secreto de juventud, ofreciéndose toda ella, con alegría y sinceridad. Así es Nieves.
Nieves es una de esas personas que pasan desapercibidas por la calle, pero nunca por la vida de cualquiera que la haya conocido de verdad. Me pregunto cuántos habrán que lo hayan hecho. Sus ojos me dicen que no muchos... ni tan siquiera los más cercanos.
Nieves sólo es una más; una historia más.

9 comentarios:

María Dolores dijo...

Me ha encantado Pedro. Da la impresión de que escribes sobre alguien real, lo sea o no son muchas las Nieves que pasan por la vida, dejando aparcados sus sueños y viviendo lo que les ha tocado sin reproches. Es bueno que no pasen desapercibidas para todos y tú has hecho que en este momento me acuerde de todas las mujeres que conozco que viven de esta manera e incluso de las que no conozco. Es como si le hubieras hecho un homenaje a todas ellas.

Por cierto, hace tiempo que no te hago ningún comentario, pero no he dejado de leerte.

Un saludo,

Loli.

genialsiempre dijo...

Es ciertamente tan real...estoy convencido de que conoces a esa mujer, llámese Nieves o con otro nombre. Tu descripción es palpable porque realmente hay muchas mujeres en condiciones similares y, casi todos, conocemos alguna.
Gran relato.

José María

Anónimo dijo...

Dile a Nieves,de mi parte, que la quiero.
Y gracias a ti por poner una Nieves en mi vida.

Dani7 dijo...

Que bien has descrito a esa Nieves que muchos hemos conocido. Seguro que te has inspirado en una persona real, pero el sello de tu escritura esta clarisimo en el relato.

Por cierto, Metnok me ha encantado, eres un artista.
Un abrazo amigo.

Carmen dijo...

Nieves hay muchas, y todas ellas comparten, entre otras penas, la de no ser reconocidas. Me emociona la Nieves de tu relato, porque en Medina hay muchas Nieves, y por lo bien que la has retratado.

Dani no suele tener razón, pero hoy la tiene, eres un artista.

Besos.

Equilibrista dijo...

Existe de verdad. Estoy seguro. A lo mejor su nombre realmente no es Nieves. A lo mejor es alguien cercano a ti. A lo mejor es una mezcla de varias personas. Pero existir, existe.

Y es una más.

Conmovedora historia.

Anónimo dijo...

este año va de mujeres...diversas...siempre en vuetrso relatos !tan hermosas!Fita

Cuenticiente dijo...

Vente pa mi barrio, aquí hay demasiadas... pero no es hermoso, no debería serlo. Las llevo en el corazón. Las princesas anónimas...

J.R.Infante dijo...

Muchas de esas mujeres nos hacen falta para que sepamos apreciar de verdad el valor de las personas.
Estupendo retrato.
Un saludo