lunes, 29 de septiembre de 2008

RELATO

EL BESO NARANJA.

La Luna, irresistiblemente rojiza, entraba por la ventana del dormitorio bañándolo de una exultante calidez.

Lo tenía todo decidido. Esa noche sería. Pasaría el resto de su vida en un psiquiátrico. Tomó el móbil y avisó a una ambulancia.
Abrió el desordenado cajón de los cubiertos y con el dedo índice, como quien busca un diamante entre cristales rotos, apartó el hacha de cocina. Lo cogió y con la afilada punta se perforó una vena de su muñeca izquierda.

Subió las escaleras en dirección a su cuarto soportando el dolor y el mareo. Los ligamentos de sus rodillas chirriaban como viejos peldaños de madera.
Entró en la habitación se sentó al borde de la cama y agarró fuertemente la melena de su mujer hasta el punto de herirle con las uñas el cuero cabelludo. Ella abrió de par en par aquellos ojazos negros como el carbón y fue ésa su última mirada; la pequeña pero cortante hacha le seccionó la garganta salpicándolo todo de un rojo oscuro. El cuerpo se agitó convulsivamente y él quedó a solas con aquella cabeza y aquellos negros ojos que no dejaban de mirarle pero que no le veían. Ahora ella no se negaría. No tuvo más que besar , sensuales, aquellos trémulos y anaranjados labios que le volvían loco,besarlos hasta que se le salise la vida por la mano.

En ese preciso instante empezó lo que siempre había perseguido, su auténtica existencia.

Unos camilleros llamaban al timbre de la puerta pero nadie les abrió.




Algo macabro el relato, lo reconzco, pero... ¿se podrá besar de una manera más
apasionada?


Un saludo. moy.

Tarea atrasada:

La vida de las personas- su vida auténtica, en contraposición a la mera existencia física- empieza en momentos diferentes...

... Generalmente suele llegar con la edad adulta, después del largo aprendizaje que supone la infancia y adolescencia... o al menos es así como debería de ser, aunque no siempre sucede. Existen lugares y momentos donde esto no es posible; lugares como el que vio nacer al protagonista de nuestra historia, un poblado situado en una llanura remota de un país olvidado por Dios y por los hombres, y momentos que no deberían de existir, como el que le tocó presenciar a Cristian justamente el día que cumplía ocho años en este, o en ese, repugnante e injusto mundo.
Y fue ese momento, en el que la mayoría de seres humanos aún temen a su propia sombra, el momento que supuso el punto de inflexión más importante en la vida del muchacho, el momento en el que tuvo que dejar de ser un crío asustadizo para convertirse en una persona, y comenzar así su triste y azarosa vida auténtica, la única que tendría a partir de entonces y que él nunca tuvo opción de elegir... aunque cabría preguntarse que quién la tiene.
Hasta ese día, los brutales episodios fruto de la terrible guerra interminable que azotaba al país, se habían producido siempre lejos del poblado donde vivían Cristian con el resto de su familia, es decir, sus padres y su hermana mayor, Zuleima. Pero un temible giro del destino hizo que esa situación cambiase inesperadamente, al menos para ellos, cuando se encontraban alegremente festejando el octavo cumpleaños del crío. Porque, sí, también los miserables de este mundo festejan acontecimientos y se divierten siempre que pueden... o quizás más que los que aún se consideran afortunados, ya que ellos tienen más necesidad, o mayor capacidad para sacarle todo el jugo contenido en los más insignificantes momentos de su desdichada existencia.
Y en ello estaban cuando la patrulla del autoproclamado general Zahib irrumpió estrepitosamente en el humilde conjunto de chabolas que componían el poblado. Pronto comenzaron los gritos, los disparos y los llantos y aullidos de dolor. La primera idea del papá de Cristian fue esconder a toda su familia en algún lugar seguro... pero qué lugar podía tener seguro una chabola de apenas treinta metros cuadrados.
No le dio tiempo de pensarlo, enseguida la puerta crujió violentamente y cuatro bárbaros armados entraron derribándola con furia. Sin más dilación, agarraron con una brutalidad innecesaria a los cuatro ocupantes y los lanzaron al polvo de la calle, junto con el resto de vecinos que habían sido sorprendidos como ellos.
El padre de Cristian, un hombre culto y con estudios superiores en el extranjero, se vio en la necesidad de intermediar por todos sus convecinos y amigos, que siempre habían confiado en él y en su superior educación. Fue el primero en caer abatido de un disparo en la cabeza. Así acabó su ambicioso e inútil ideal de aprovechar su prestigiosa carrera de letras para intentar sacar de la miseria y el olvido, no ya sólo a su familia, sino a todo el país. De haber oído a su mujer, probablemente ahora se encontrase con vida, viviendo pobremente en el norte, como tantos otros que se marcharon para nunca volver, aunque, como él decía, una vida indigna no merece llamarse vida.
El estruendo del disparo fue seguido por el grito desgarrador de la madre de Cristian, aquel grito que aún hoy no ha podido dejar de oír en sus noches más sombrías, y que fue el último sonido que pudo emitir su pobre madre, a la que también abatieron seguidamente. Zuleima quedó muda para siempre y con la mirada perdida en el vacío. La muerte de aquel hombre que sacrificó toda una vida por los suyos, sólo fue la primera de entre muchas otras que se produjeron ese día; más que lamentarse por ellas, casi habría que dar gracias al cielo; al menos eso es lo que pensaron los escasos supervivientes de esa primera masacre, ya que para los que quedaron con vida, la suerte podría considerarse aún peor. Todos los hombres adultos fueron cruelmente mutilados de pies o manos, o de ambos; a las mujeres embarazadas se las dejó morir desangradas, presas del dolor, tras arrancarles sin mayor miramiento el feto que albergaban en su interior. Todo ello ante la mirada atónita e incrédula de los que aún poseían sus sentidos despiertos. Pero a éstos, ya se encargaría el tiempo, en su sabiduría, de quitarles la razón si en verdad desearon la muerte en aquel preciso momento de terror desmedido, porque una vez más se cumpliría el viejo dicho que nos anima a no perder la esperanza mientras se mantenga la vida.
Cristian, como era de prever, fue reclutado de inmediato por los invasores para formar parte del improvisado ejército de salvación, junto con el resto de muchachos menores de diez años. Los militares pensaban que, a partir de esta edad, su adoctrinamiento no era del todo seguro, así que los eliminaban de inmediato para no correr riesgos innecesarios. De haber conocido el general rebelde los acontecimientos futuros, es seguro que hubiese bajado esta edad de militancia.
Para las chicas, el destino era aún más desgarrador. A partir de ese día, Zuleima se convirtió en otra de entre tantas criadas al servicio de los soldados y oficiales. Un servicio que las solía conducir a una muerte segura al cabo de no mucho tiempo, después de alguna paliza excesiva por parte de cualquier militar borracho o tras algún embarazo inevitable.
Cristian había caído al infierno sin paracaídas, pero jamás olvidaría los años que vivió en el cielo con su familia. Y este recuerdo mantenido hasta el fin de sus días, fue el que lo mantuvo siempre sereno y con la mirada altiva, algo que nunca supieron reconocer los salvajes asesinos encargados de adiestrarlo para la guerra, que en todo momento confundieron esa arrogancia del muchacho con la fe ciega a la causa, que ellos trataban de sembrar, a base de grandilocuentes consignas y severos castigos, en las mentes inocentes de todos aquellos niños a los que previamente habían dejado huérfanos.
Durante interminables y agotadores años, el chico fue capaz de mantenerse firme y obediente, disimulando su odio hasta lo imposible, al punto de parecer que su pasado había quedado sepultado para siempre en el lodazal abandonado que fue su antiguo hogar, junto con los huesos de sus amados padres.
Pero la paciencia siempre es recompensada de algún modo, y, gracias a esta ciega obediencia simulada, Cristian fue ganándose poco a poco la confianza y el respeto de todos sus mandos, hasta llegar a convertirse en el protegido del general Zahib, la persona que más temía y a la que más odiaba del mundo. Todo ello, sin perder jamás la vista de su horizonte.
Y así fue como llegó el tan esperado día de la venganza, aunque él siempre prefirió llamarlo justicia, unos siete años después de aquel aciago día en el que se tuvo que despojar de su niñez para vestir el traje caqui que lo convertiría en hombre. En ese momento, el ejército de salvación del general, se había hecho más fuerte y poderoso de lo que jamás pudieron haber sospechado las fuerzas gubernamentales, llegando a dominar prácticamente la mitad de la nación, y se preparaban decididamente para llevar a cabo el más osado y decisivo de todos los ataques: el asalto a la capital.
Todo estaba ya dispuesto para la toma del edificio principal del gobierno, un día en el que tomarían por sorpresa en su interior al presidente junto con todos sus ministros y demás personalidades importantes del país. Pero el general Zahib había cometido un error imperdonable: toda la fuerza y el poder de su ejército, dependía básicamente de él. Él era el único que daba las órdenes pertinentes para el avance de sus hombres, y sólo él tenía autoridad para ordenar el comienzo de cualquier ataque, tal era su desconfianza y su imprudencia... y a la postre, su perdición.
Porque este hecho no pasó desapercibido para el astuto y paciente Cristian, que aprovechando su aventajada posición de confianza, supo colocarse ese día bien cerca de su jefe, junto con otros pocos hombres de alto rango, que se mantendrían en la retaguardia, a salvo de los disparos del ejército gubernamental. Y así fue como, momentos antes del ataque, cuando todas las miradas apuntaban hacia delante, y no hacia atrás, donde él se encontraba, vació un cargador completo de su vieja AK sobre los hombres que llevaban tanto tiempo extorsionando al país, provocando destrucción y muerte a su paso y cometiendo las mayores crueldades jamás imaginadas por el hombre.
El resto pertenece ya a la historia oficial del país. Cristian se puso inmediatamente en contacto por radio con los agentes del gobierno, anunciándoles lo que acababa de ocurrir. También puso en desbandada al huérfano ejército de salvación al advertirles a los principales cabecillas que se encontraban a la espera de la orden de ataque, que su general había sido abatido por sorpresa y que todo estaba perdido. No llevó mucho tiempo acabar con todos los rebeldes huidos, ya que la mayoría terminaron rindiéndose y poniéndose a disposición de la justicia.
Con sólo quince años, Cristian logró sacar a su país de un conflicto que parecía interminable, o en cualquier caso, que lo conduciría a una situación aún más lamentable. Se convirtió en un héroe, y, con el tiempo y muchos años de estudio y esfuerzo, volvió a poner su inteligencia al servicio de su gente, convirtiéndose en el primer presidente elegido democráticamente, algo por lo que su padre había luchado desde sus primeros años en la universidad.

Lamentablemente, de esta historia, tan sólo es real lo que debería ser ficción, y es ficción lo que debería ser real. Aunque sí que no me gustaría despedirme sin hacer antes hincapié en la importancia de no perder nunca nuestro rumbo ni nuestras ilusiones, por mucho que se nos tuerza el camino, porque, mientras nos mantengamos firme y con nuestro horizonte siempre a la vista, mantendremos inalterable la esperanza de alcanzar algún día nuestros propósitos, y.... quién sabe, puede que éstos incluso lleguen.

Perdón por la extensión, he tratado de reducirla al máximo y esto es lo que me ha salido.

miércoles, 24 de septiembre de 2008






Color otoñal

Otoño agrieta en la piel
Que te extraña en rojo duele
Y en el amarillo distancia
Se pierde la mirada de no verte

Otoño colorea en mis entrañas
de gris ausente,
del blanco helado de sin quererme
del negro tortura
si te acercas sin verme


Cae el otoño desde mis sienes
Que te añoran en marrón pensarte
Y en verdes marchitos de esperarte
Y en lilas de amor pendiente

Llueve el otoño en mi memoria
Que recuerda en morado dolor
Y en púrpura llanto no se consuela
Del amor arrancado sin color


Fita

jueves, 18 de septiembre de 2008

Hambre de poemas, de relatos... recomienza la escuela de letras.
Este hambre me ha evocado este relatillo... para que sigan circulando recetas lo más literarias posibles. esta es la mia de ...

Caracoles

¡caracoles!, ¡caracoles!...

¿Tú comes caracoles?

De toda la vida.

Como las cigüeñas en primavera llegan los caracoles. Desde que el sol templa las terrazas hasta que vuelve a enfriarlas, en esquinas y plazuelas como ésta surgen unos tenderetes donde se arremolina la gente, especialmente al atardecer con la fresquita. Son los puestos de caracoles que se comen chupando y haciendo un poquito de ruido pues el caldillo es de lo más sabroso. Se sirven en vasitos o cuencos nadando en agua perfumada de hierbaluisa. Tibios y jugosos, directamente al paladar. Las conversaciones se acompasan a la rapidez y habilidad en chuperretear el caracol hasta que lo sacas y se cuela en la boca que ha esperado ansiosa su llegada.

¡caracoles!, ¡caracoles!...

Pide un chiquillo que asoma la cabeza por el mostrador. Que dice mi madre que me llene usted el cacito. No te lo lleno que se derrama y te vas a quemar. ¿Qué le debo?. Un duro. No me dieron más que cuatro pesetas. Bueno, mañana sin falta.

¡Caracoles! ¡caracoles!

¿No quieres?

Sólo por verte chuperretear.

Fita

regresa la ESCUELA de LETRAS LIBRES

gente querida:
muchxs de vosotrxs ya lo sabéis, pero dejo aquí clarita clarita toda la info que tengo ahora mismo sobre el nuevo curso de la ESCUELA DE LETRAS LIBRES.

¿Qué calendario tendrá la E.L.L. para el curso 2008-2009?
De octubre a junio, los miércoles de 7 a 9 de la tarde. Sobre cómo organizaremos la materia y la elaboración del cuadernillo de este año, ya lo hablaremos cuando estemos juntos, así como de la presencia o ausencia de quien esto les escribe una vez se vaya confirmando o no su partida.

¿Cuándo empezamos?
El miércoles ía 15 de octubre a las 7´00 de la tarde.

¿Dónde?
Donde siempre: Casa de Cultura (calle Nueva, Chiclana) en la "Sala de los Espejos" (Primera planta)

¿Cúando y cómo es el plazo de matriculación?
Desde hoy mismo. Este año, en lugar de hacerlo a través de Juan Panés, el encargado de las matrículas es Jesús Salado (muchxs ya lo conocéis). Estará en la Casa de Cultura, además de en sus mañanas con las clases, algunas tardes (aún por concretar) a la semana, aunque me ha dicho que los miércoles seguro, de 7 a 9 también.

¿Sigue siendo el precio tan baratito como siempre?
Claro que sí, sólo son 10 €.

¿Se editará este año el librito colectivo?
Claro que sí. Aunque está por ver si lo dejamos para el final, como siempre, o este año lo adelantamos. Según nos apatezca. Ya lo hablamos.

¿Puedo invitar a una amiga mía que está interesada y que ...?
Claro que sí, ya estás tardando.

¿Estaremos la misma gente del año pasado?
Ojalá.

Besos grandes a todo el mundo.
Ganitas de veros.

martes, 16 de septiembre de 2008

Hola a tod@s

-Permiso para entrar.
- !Hombre, el niño pródigo¡ pasa, pasa.
- Buenos dias, vera señorita
que llego un poco tarde a la escuela
pero es que este verano entre una cosa
y otra: unos cursillos prerecolocaciones
agobiantes, una calor, unas desganas, en
fin que le voy a contar señorita que no
se me sepa.
- Hijo, sí que te has hecho de rogar, pero
no importa toma asiento.
- Señorita, este año está todo como de otro
color,¿no? incluso me he enterado que no
tendremos director.
- Lo dices por el tono gris de las paredes,
pero siguen siendo paredes y efectivamente
nuestro querido director tiene sueños de
libertad y le gusta las estatuas en el mar.
- Señorita, este verano no he hecho apenas
deberes, tan solo este poema y algún que otro
relato que ire trayéndolo poquito a poco.
- Bueno, venga leenoslo.


EN LA NOCHE

ENTRO EN ESTA NOCHE
DESCALZO DE TI
PISANDO ESTOS RACIMOS
DE SILENCIO,
Y SACO EL JUGO DEL SOSIEGO
Y PRUEBO EL SABOR
DE ESTE TORMENTO,

ENTRO EN LA NOCHE
DE TI DESCALZO,
DE TI MURIENDO,
DESNUDO DE CARICIAS,
SUDANDO TUS RECUERDOS.

EN ESTA NOCHE
QUE SE TRAGA TODO,
QUE VENTEA DE MIEDO,
QUE AL AMOR DESPIERTA
Y QUE DUERME AL TIEMPO;
ENTRO INVOLUNTARIO,
SIN REMEDIO.

AY ¡ EL TIEMPO QUE HACE
QUE YA NO TE TENGO.

LAS SOMBRAS,
LA NOCHE,
PISANDO RACIMOS,
PISANDO SILENCIOS,
PASANDO LAS HORAS,
Y DE NUEVO EL TIEMPO.

Y EL VIENTO QUE ES NEGRO,
¡EL VIENTO QUE HACE!
¡QUE YA NO TE TENGO!.

Y VENGA LA NOCHE,
Y VENGA SILENCIO.

Y EL VIENTO QUE SILBA
Y GOLPEA TU FORMA
EN NEGROS CRISTALES
CON TRISTES LAMENTOS.

Y YO LE RESPONDO
GRITANDO EN MI NOCHE,
TRONCHANDO SILENCIOS,
CHILLANDO TU NOMBRE,
CHILLANDO EN UN REZO
TU NOMBRE DE DIOSA
A LOS CUATRO VIENTOS.


Un saludo. moy.

viernes, 12 de septiembre de 2008

José Luis Sampedro

¿Tienes un ratito? Entra aquí y oye las palabras de un hombre tan grande como humilde, a ver que te parece. Está muy mayor y desgraciadamente no disfrutaremos mucho de su sabiduría.

Antoñín




martes, 9 de septiembre de 2008

EL AZAR (continuación)

Dudé entre cerrar el cuadro de diálogo y olvidarme del tema, pero no quería pasarme luego el día entero preguntándome quien habría sido el imbécil capaz de gastarme ese tipo de broma y a esas horas de la madrugada, así que opté por responder con la pregunta que obviamente tenía que hacer: “¿Quién eres?, ¿Qué quieres?”.

Las pantalla solo tardó una fracción de segundo en contestarme, “soy la fortuna, como dice mi nick, he pensado que reclamabas mi presencia para tu trabajo y he escogido este medio para contactar contigo, me parecía el menos sorpresivo y me gusta ser prudente”. Aquello empezaba a tomar consistencia de broma pesada, así que decidí pasar directamente a la amenaza, “si no te identificas, cerraré el diálogo, no estoy aquí para perder el tiempo con bromas y sandeces”.

Esta vez el periodo de respuesta fue ligeramente superior, o al menos eso me pareció a mí, pero cuando finalmente lo hizo mi sobresalto me produjo una contracción de la sístole de la que todavía me estoy recuperando. La pantalla parpadeó levemente, desapareció el cuadro de chat y su lugar se ocupó con la imagen de dados, cartas y bola de cristal que había ocasionado que me levantase de mi cama hacía unos minutos.

Esperé pacientemente hasta ver si se reanudaba la charla, pero mi espíritu se encontraba suficientemente alterado para poder pensar con claridad, no sabía bien que actitud sería la más indicada, no conocía con quien o con que fuerzas tenía que enfrentarme, ni siquiera sabía si se trataba de un enfrentamiento, pero era lo único que se me ocurría para definir ese absurdo coloquio. Dejé pasar aproximadamente cinco minutos y ante la ausencia de alguna señal, procedí a imprimir la imagen ofrecida, que en definitiva había sido la causa de mi desvelo y la razón por la que inicialmente me dirigí al ordenador. Una vez impresa, lo guardé en un archivo para su uso posterior y para recordarme el episodio, y ahí está para mostrar a los incautos que no me crean. No pasó nada más, me fui a la cama e intenté conciliar el sueño, con poco éxito, como es lógico.

A la mañana siguiente reanudé el trabajo incorporando la imagen en mi texto, pero me dí cuenta que la finalidad del mismo había tomado un giro diferente del que concebí en su principio. La fortuna requería ahora un protagonismo que yo le había ninguneado hasta ese momento, así que me propuse recomenzarlo bajo el nuevo prisma que se me había ofrecido. Tendría que esperar mi editor, pero era evidente que yo no estaba en disposición de acabar el ensayo sin tener en cuenta lo ocurrido.

Y así llegamos al día de hoy, en que antes de proseguir con mi trabajo, he querido dejar constancia de lo sucedido para que mis lectores y amigos puedan conocer la influencia de las fuerzas ocultas, o quizás no tan ocultas, mejor sería decir “fuerzas desconocidas”, ¿estás de acuerdo?.

José María

lunes, 8 de septiembre de 2008

TAREA EN LA PENUMBRA

La vida de las personas- su vida auténtica, en contraposición a la mera existencia física- empieza en momentos diferentes...

Este será el comienzo de la tarea, el próximo día 17 veremos los resultados. Serán positivos viendo todo lo que habeis escrito. Ah, que me gustaría que se leyeran el 17 antes de publicarlos en el blog.
Fita, me ha gustado mucho lo que has escrito este verano y las fotos de las ventanas.
Gracias a Ra, que me ha dejado un rato su ordenador.

Eva
Deseo tu deseo

desde que me busca
cuando me embosca,
y cómo se me enrosca

Deseo tu deseo

Ahora, mientras, después

Deseo tu deseo

De lejos, de cerca
Delante y detrás
De vista o de oídas

Deseo tu deseo

Cuando llega
y
cómo se va


Fita

EL AZAR

Me ocurrió anteanoche, en ese espacio del tiempo en el que se confunden los últimos pensamientos y recuerdos con los primeros sueños que comienzan a inundar tu consciencia, o sea, por decirlo llanamente, cuando empezaba a “adormilarme”. De repente algo como un relámpago invadió mis circuitos neuronales haciéndome incorporar con sobresalto. Una imagen había tomado conciencia clara y precisa en mi mente, se trataba de la imagen que durante días, ya semanas, había estado buscando para con ella iluminar mi ensayo sobre los comportamientos humanos ante el azar.

Me apresuré a levantarme y me dirigí al ordenador para ver la forma de dar materialidad a la escurridiza imagen, y es aquí donde empezaron a sucederme cosas extraordinarias. El ordenador estaba encendido como siempre. Yo nunca he entrado en chat alguno, pues no comparto esa afición que me parece vacía y llena de falsedades, pero en mi pantalla estaba abierto un diálogo de chat, en el que una desconocida “Fortuna” me preguntaba si estaba presente. Comprobé la hora en que me había enviado su texto y tan solo hacía dos minutos, es decir podía coincidir con la aparición en mi mente de la imagen, y encima ese nombrecito que auguraba y escondía un reto a mi inteligencia.

No pude resistir la tentación y tecleé un conciso “OK” como respuesta. Inmediatamente me apareció en la pantalla una pregunta, “¿no crees que el azar nos ha llevado a conocernos esta noche?”. Era lo que me temía, algún conocido intentaba bromear conmigo, despreciando el motivo de mi ensayo al que tanto tiempo y esfuerzo había dedicado………

(continuará)

José maría

domingo, 7 de septiembre de 2008

Destino incierto

Cae el alba. Cientos de mariposas levantan el vuelo, iniciando así su danza sicótica al compás de los pensamientos.

... No hay nada en este mundo que sugiera mi destino incierto...

La luna es devorada por la mañana, hambrienta de almas soñolientas.
Nubes de humo negro se alzan sobre mi morada, con su halo de muerte y oscuridad.
Mis pies imprimen huellas diáfanas sobre el detritus que sustenta a la humanidad.
Pero mi mirada no se dirige hacia arriba... ni hacia abajo... sino hacia el frente, hacia el horizonte, donde una luz titilante, tímida, comienza a asomar desconfiada.
No es ningún ángel custodio indicándome su camino celestial... Sólo es la Esperanza, trémula e indecisa.

... No hay nada en este mundo que sugiera mi destino incierto...

Mi paso es firme, mi mente está despejada... la duda aún persiste, pero ya la tengo domeñada.
Ahora agarro fuerte las riendas del libre albedrío y lo fustigo con rabia contenida... y con presteza, porque aún puedo oler el fétido aliento de la depravación que me sigue de cerca.
Pero ya no me preocupa, porque sé que va desapareciendo el miedo que la alimenta, obligándola a ceder.

... No hay nada en este mundo que sugiera mi destino incierto...

viernes, 5 de septiembre de 2008

Nueva quedada, HERO QUEST

Lo dicho, aparte de quedar en el Tendedero para el próximo miércoles día 17 a las 8:00 he propuesto una nueva quedada para el viernes día 19 a partir de las 6 de la tarde, en principio en mi casa, para participar en una partida de rol. De todas maneras confirmaremos la cita el día 17. Quienquiera jugar ruego lo comunique aquí, porque necesitamos saber exactamente la identidad de los contrincantes para hacer una partida lo mas personalizada posible y así descojonarnos aún mas. A mi compi de calabozo le confirmo que el día bueno para reunirnos será el día 16, y si hace falta el 18 ultimaremos detalles sabiendo quienes vienen por fin. Vaticino una velada de lo mas jachonda y amena.
Ra

jueves, 4 de septiembre de 2008

Intruso

Una noche aciaga, mientras, débil y cansado, en la oscuridad envuelto, rumiando desconciertos sudorosos por la soledad que me embargaba, en el letargo, trémulo y aturdido, hastiado de las mismas páginas que narran ilusorias, heroicas hazañas, golpeando las puertas del sueño, de pronto, sibilino, sigiloso, un sonido. Cuando a tientas busqué devolver su rotundidad a los objetos, la luz sólo me mostró mi cuerpo cubierto por las piezas de un triste pijama, un escritorio, una cama, unos libros y poco más. Me dispuse a cruzar la frontera tras mis ojos cerrados, regresar a las llanuras volubles y pomposas. Pero entonces de nuevo el mismo sonido, aún más intenso, acechador que la primera vez.

“¿Qué clase de intruso se inmiscuye en esta noche calurosa y depresiva? ¿Quién se oculta, agazapado, tras la higuera de mis sueños?” – me preguntaba. Busqué la respuesta en la luz, subyugadora de los monstruos. Pero a nadie encontré. Irracionales figuraciones me llevaron a imaginar al intruso en algún escondite, oteando desde allí el horizonte de su gula. ¿Pero qué había de temer de aquel cuartucho si sólo había un escritorio, una cama, unos libros y poco más? ¿Acaso un vecino insomne, acaso un pequeño insecto, acaso el viento en la ventana o poco más? Volví a voltear la moneda, y en el envés de nuevo la sombra, la oscuridad. Al fin caí al abrazo de las ebrias y algodonadas metáforas, deseando satisfacer mis anhelos en el arrullo del dios Morfeo. Pero entonces vi en el horizonte alzarse una aterradora figura: un caballero negro, lanza en ristre, acometiendo una justa, se dirigía hacia mí. Y su corcel en un pesado y denso galopar, iba emitiendo aquel mismo sonido, zumbante, turbador, ocupando todo el aire entre nosotros. Lo que vi después no podría ser contado en los libros que se posaban en la mesa del dormitorio sin provocar la peor de las angustias. Arrastrada con una cuerda por aquel demoníaco caballo, una mujer, la que yo amaba en aquel silencio, y de su vientre desgajado brotaban pequeñas criaturas encorvadas y monstruosas que se desgañitaban en una diabólica carcajada. Destilaban sus entrañas efluvios cuyo rastro conducían a aquel caballero de los malos augurios. Tras ella, otros cuerpos, los de mis amigos y compañeros procesionaban con el rostro inerte, intercambiando sus cabezas al son de la penosa marcha. Pero no había tiempo para pedirles ayuda, pues el intruso se acercaba a mí, ya estaba alcanzando mi frágil cuerpo hechizado por aquel molesto sonido. Intenté huir, zafarme de sus ataques pero él regresaba con la obcecada voluntad de los monjes. Al fin atravesó con su lanza mi piel. Después se alejó pero sólo para recrearse en su gula navegando entre oleadas de sonidos y gases invisibles, para volver de nuevo y sellar su estancia con pústulas de sombra y sangre. Demasiado débil, demasiado cansado, preso del sueño, con los cajones abiertos, las lámparas en el suelo y las sillas en el techo, quedé a su merced, no podía hacer nada más que implorar su caridad. Pero entonces fue uno de sus embates el que me impulsó de nuevo a la frontera. En el sobresalto logré retornar la luz, y el lienzo del sueño se fue diluyendo, como si un frasco de amoníaco cayera de un estante y se fuera vertiendo lentamente sobre él. La imponente presencia de los objetos quedaba difuminada y yo me hallé en medio de aquel umbral de puertas entornadas. Llevé mis manos al rostro sudoroso, tratando de recuperar la calma y luego, giré la cabeza. Fue entonces cuando lo vi, tranquilamente posado en la lámpara del dormitorio, justo delante de mí, el intruso.

No era más que una minúscula nave alada, sin corazón que sienta o que palpe, una gota de sombra atada a mi cuerpo por un lazo inconsciente, su hocico una aguja magnetizada a mi sangre, su risible rostro con la forma de una almendra. Asustado aún y avergonzado de mi suerte, mis pensamientos se debatieron en letanía: “¿Cómo ha podido su ridícula esencia copar toda mi presencia, reducirla hasta convertirme en un loco de alquiler en esta habitación? ¿Cómo ha logrado ser pincel involuntario de mis pesadillas, enmarcar el lienzo de este grotesco, el más patético que pudiera eyacular el subconsciente de un pintor surrealista? ¿Cómo ha podido, en fin, engendrar esta penosa parodia?”

Desde el cristal de la ventana empezaron a inundar el dormitorio tonos pastel. Pero ya era tarde. La sombra del intruso se derramaba por la estancia, y mi alma, de esa sombra que aún yace sobre el suelo no podrá liberarse… nunca más.

David
Nota: Se trata de la tarea de hace varias semanas, la de escribir algo con las palabras: horizonte, caridad, almendra, amoníaco, corazón, monje y aguja; aunque la idea de este relato surgió de manera independiente y luego incorporé las palabras.
Saludos