miércoles, 31 de diciembre de 2008

El año que decidió ser más duro

Estaba harto de ser el buenazo en todo. En el trabajo sus empleados y compañeros le querían porque era "una buena persona" a la que siempre podían recurrir para pedir un favor. La familia le tenía por "el patriarca" de todos, y no por la edad, porque alguno de sus hermanos era mayor, sino porque siempre estaba dispuesto a echar una mano en lo que hiciera falta. Los nietos le tenían cogido el dobladillo y pasaron de subírsele encima a pedirle continuamente todo lo que sabían que sus padres les negarían. Y él siempre consintiendo, aceptando incluso las regañinas de los hijos que le reprochaban malcriar a los enanos.

Pero eso iba a cambiar radicalmente, se había propuesto que con el nuevo año iba a endurecer su carácter, de forma que nadie le reconocería, y si se molestaban peor para ellos, ya estaba bien de tanta tomadura de pelo.

Por eso, en la cena de nochevieja que reunía a más de 60 miembros de la familia, decidió dar muestra inequívoca de ese nuevo carácter, así empezarían a respetarle y temerle, como él opinaba que se merecía.

Transcurrió la cena en silencio, lo cual ya evidenció que algo le pasaba y empezó a preocupar a su mujer y parientes más cercanos que no lograban arrancarle más que monosílabos. Cuando llegó el momento de las campanadas, él brindó con sobriedad por el nuevo año y, a renglón seguido, levantó la voz para hacerse oir y reclamó la atención de todos los presentes. Ante la sorpresa expectante anunció:

"Como todos sabéis nos encontramos inmersos en una crisis económico-financiera muy aguda, que está destruyendo empleo de forma masiva y a la que los gobiernos no saben bien como atacar para minorarla. Pues bien, he decidido que, por mi parte, voy a actuar tajántemente con el fin de poner mi granito de arena para que no vaya más allá. Por ello, mañana día 2 nos iremos todos de vacaciones a Cancún, hasta el próximo 8 de Enero, ya tengo los pasajes comprados y espero que ninguno de vosotros me rechace este gesto".

Hubo unos momentos de silencio sepulcral que empezaron a romper los más pequeños gritando de júbilo y abrazándose a sus piernas, para, progresivamente, pasar la alegría a la gente mayor que, en contra de lo que él esperaba, procedió a felicitarle por la medida y a pedirle más detalles de tan inesperado viaje vacacional.

El no supo que hacer, entendió que no había sido capaz de transmitir el mensaje de firmeza ante la crisis y se resignó. Estaba claro que tampoco este año se pondría serio

Breve historia del siglo XX

Hola amigos, esta vez la "breve historia" va en serio y va para desearos a todos un feliz año nuevo. Ya sabéis, portaros bien y no olvidemos que el pez muerto es el único que nada a favor de la corriente... y que el rencor es una espina en el tronco que crece hacia dentro. Salud, poesía... y relatos, jejeje.

Antoñín


P.D. Este video lo encontré de casualidad en You Tube, me ha parecido interesante el recorrido por el siglo pasado y los pocos años del que estamos.

martes, 30 de diciembre de 2008

Xenia Primorskaya

Xenia Primorskaya, es una chica natural de Moscú, enamorada de este rincón nuestro el cual conoce muy bién. Yo la conocí a través del chat y, le pase el blog. Casualidades de la vida, conoce Cádiz y estubo hospedada en Chiclana. Y todo esto chateando sin conocernos, ella en Moscú y yo aquí. El caso es que también escribe y, este es su blog. Disfrutadlo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Blancanieves y Cenicienta

No podía ocurrir de otra forma, si invitaba el príncipe a las dos hermosas doncellas de su corte, Blancanieves y Cenicienta, al mismo baile de fín de año, que tradicionalmente celebraba su corte.

Cenicienta siguiendo el guión establecido, perdió su zapato, pero Blancanieves que andaba más despistada sin enanitos alrededor, lo encontró y salió a buscar a su propietaria, a quien encontró no muy lejos descansando del trajín con un ligero sueño. Rápidamente le cautivó su belleza y decidió despertarla con un beso en la frente, pero en el último momento tropezó con el otro zapato que Cenicienta se había quitado para relajarse los pies, y el beso fue a parar a la boca de Cenicienta, quien sorprendida reaccionó al mismo con igual intensidad, fundiéndose ambas en un apasionado y largo ósculo.

He aquí la verdadera historia, lo que pasa es que por entonces existía mucha represión y los casos de lesbianismo acostumbraban a silenciarse, así que hubo que inventar otras historias con final más feliz.

!Fekiz 2.009 para todos!!

José María

viernes, 26 de diciembre de 2008

Song around the world: "Stand by me"




When the night has come
And the land is dark
And the moon is the only light we see
No I won't be afraid
No I won't be afraid
Just as long as you stand, stand by me

And darling, darling stand by me
Oh, now, now, stand by me
Stand by me, stand by me

If the sky that we look upon
Should tumble and fall
And the mountain should crumble to the sea
I won't cry, I won't cry
No I won't shed a tear
Just as long as you stand, stand by me

And darling, darling stand by me
Oh, stand by me
Stand by me, stand by me, stand by me

Whenever you're in trouble won't you stand by me
Oh, now, now, stand by me
Oh, stand by me, stand by me, stand by me

Darling, darling stand by me
Stand by me
Oh stand by me, stand by me, stand by me


Que si feliz Navidad, que si el espíritu navideño, que si esto, que si lo otro... Si se te humedecen los ojos con el negro de los ojos blancos cantando esta canción de Ben E. King eres de los míos. Abrazos y besos a todos, disfrutad del arte "around the world".

Antoñín

Caperucita y los Tres Cerditos




BREVE HISTORIA DEL DÍA EN QUE CAPERUCITA Y LOS TRES CERDITOS PERDIERON SU LINDA AMISTAD.


- Hola Caperucita, que guapa vas... ¿Qué llevas en el canasto?


- Hola cielo, llevo cositas buenas para mi abuela: manzanas, castañas, jamón...


- ¿Jamón? ¿Eso qué es?


- ¿Eh?... pues... ejem...
.
Fin
.
.
Antoñín

martes, 23 de diciembre de 2008

Nuevo blog

Pues acaba de ver la luz mi nuevo blog. La primera entrada se titula: Prueba. Cómo era de esperar.
Ahí os he puesto el enlace, con los demás blogs.
Un saludo a tod@s.

Breve historia de mi tía gertrudis (reposición)




BREVE HISTORIA DEL DÍA EN QUE UN ELEFANTE DEL CIRCO QUE VINO A
MI PUEBLO SE CAGÓ ENCIMA DE MI TÍA GERTRUDIS.

-Buenas noches… tickets, por favor. Muy bien, cinco niños y un adulto. Qué sombrero más bonito señora. Pasen hasta la primera fila.
- Niños, portaros bien y no molestéis a los bichos. ¡Mira que grandes son! Ese está demasiado cerca ¿no os parece? ¡Qué miedo!

¡¡¡Brrrfff!!!… ¡¡¡Chooooof!!!

Fin
.
.
Antoñín

domingo, 21 de diciembre de 2008

Breve historia a la romana




Breve historia del día en que Bruto se encontró con Casio y se les calentó la boca hablando de Cesar.

-¿No es pa darle dos cachetás?
- ¡Le daba ahín...!

Fin
Antoñín

Editores

By José Saramago

Voltaire no tenía agente literario. No lo tuvo él ni ningún escritor de su tiempo y de otros tiempos más. El agente literario simplemente no existía. El negocio, se así quisiéramos llamarlo, funcionaba con dos únicos interlocutores, el autor y el editor. El autor tenía la obra, el editor los medios para publicarla, ningún intermediario entre uno y otro. Era el tiempo de la inocencia. No quiere decir esto que el agente literario haya sido y siga siendo la serpiente tentadora nacida para pervertir las armonías de un paraíso que, verdaderamente, nunca existió. Sin embargo, directa o indirectamente, el agente literario ha sido el huevo que ha puesto una industria editorial mucho más preocupada con el descubrimiento en cadena de best-sellers que con la publicación y la divulgación de obras de mérito. Los escritores, gente en general ingenua que fácilmente se deja engañar por un agente literario tipo chacal o tiburón, corren tras promesas de voluminosos anticipos y de promociones planetarias como si de eso dependiese su vida. Y no es así. Un anticipo es simplemente un pago a cuenta, y, acerca de la promoción, todos tenemos la obligación de saber, por experiencia, que las realidades se quedan casi siempre más acá que las expectativas.

Estas consideraciones no son nada más que una modesta glosa a la excelente conferencia que pronunció Basilio Baltasar a finales de noviembre en México bajo el título de “La deseada muerte del editor” y que era una respuesta a una entrevista que el famoso agente literario Andrew Willie había concedido a El País. Famoso, digo, aunque no siempre por las mejores razones. No me atrevería, ni sería éste el lugar adecuado, a resumir el pertinente análisis de Basilio Baltasar a partir de la estulta declaración del tal Willie de que “El editor es nada, nada”, que me recuerda las palabras de Roland Barthes cuando anunció la muerte del autor… Al final, el autor no murió, y el resurgimiento del editor amante de su trabajo está en las manos del editor, si así lo quiere. Y también en las manos de los escritores a los que vivamente recomiendo la lectura del texto de Basilio Baltasar, que tendrá que publicar, y un debate a continuación.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fiebre de aforismos

Opuesto a banquero: Poeta.
Mientras el primero malversa, el poeta... bien-versa.


(¡Qué maaaloooooo!)

jueves, 18 de diciembre de 2008

PARA ESTOS DIAS ... QUE CORREN

Hace años que guardo este poema y lo hice con la intención de que las maestras de preescolar (allá por los noventa) hicieran que los niños se los regalaran a sus madres junto con las notas del primer trimestre. Nunca me atreví a presentarlo y hoy me ha dado por sacarlo de paseo porque aún soy niño y aunque no soy ni quiero ser rey, también puedo ser mago.


REGALO DE REYES PARA MI MAMÁ

Te traerán ,mamá, lo que tu pidas:
el sol, la luna blanca o aquel lucero.
Te traerán ,mamá, si tu lo quieres
el agua de aquel mar azul de cielo.

Te traerán mi vida envuelta, mamá,
para decirte que te quiero,
en un regalo de colores
con un lazo de cariño y caramelo.

Mamá, te traerán en esa noche de ilusiones
la Juventud eterna cual un sueño,
asi serás mi Blancanieves para siempre
y yo seré el Enanito de tu Cuento.

Yo también te traeré algo, mamaita,
será como mi alma entre tus manos,
yo te traeré una rosa, mamaita,
será como decirte que te amo.


Un saludo. moy.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cita navideña

Compañeros y amigos, mañana jueves 18 hemos quedado a las 8 de la tarde en las Bodegas Carretero de Chiclana, para tomar unas cervecitas y disfrutar juntos un rato de las próximas fiestas, ya que hasta el día 7 de Enero no vuelve a reunirse la Escuela de Letras Libres.
Todo el que pueda ir, que vaya, lo pasaremos bien. Si alguno no sabe donde es que contacte conmigo o con Antoñín, aunque si es de Chiclana seguro que conoce el sitio.

José María

Frase célebre





Breve historia de cómo el mundo malinterpretó las palabras de un célebre detective.


-¡Señor Holmes, voy a bajar al Mercadona a comprar el queso! ¿Cuál era ese que le gustaba tanto?


- El Emmental querido Watson, el Emmental.


Antoñín

Citas

Os recomiendo este blog, es el de Lorenzo, un compañero del curso que impartió Miguel Angel en Cádiz.
He elegido la entrada relativa a la timidez porque me gustó especialmente, pero todo lo que escribe tiene su encanto, ya lo comprobaréis. Por otro lado he añadido un nuevo blog en nuestros enlaces, es el de Carmen (Que se pare el mundo, me quiero bajar). Me da la impresión que le da cierto pudor añadirlo ella misma, así que me he tomado esa libertad. Hasta esta tarde entonces... por cierto, para los que no estuvieron presentes el otro día, hoy nos visita David Franco con su libro Las cenizas de Salvochea.
No faltemos
Antoñín

domingo, 14 de diciembre de 2008

Yo se que corren malos vientos...

Este pasodoble de la comparsa de Juan Carlos Aragón, Los Parías, dice mucho. Que la disfruteis.



Antonio Fassa.

Y dime... ¿donde juegan los niños?



Well I think it's fine,

building jumbo planes.

Or taking a ride on a cosmic train.

Switch on summer from a slot machine.

Yes, get what you want to if you want,

'cause you can get anything.

I know we've come a long way,

We're changing day to day,

But tell me, where do the children play?

Well you roll on roads over fresh green grass.

For your lorry loads pumping petrol gas.

And you make them long,

and you make them tough.

But they just go on and on,

and it seems that you can't get off.

Oh, I know we've come a long way,

We're changing day to day,

But tell me, where do the children play?

Well you've cracked the sky,

scrapers fill the air.

But will you keep on building higher

'til there's no more room up there?

Will you make us laugh, will you make us cry?

Will you tell us when to live,

will you tell us when to die?

I know we've come a long way,

We're changing day to day,

But tell me, where do the children play?

.

.

Cuando Cat Stevens sacó esta canción (1970), aún se entendía mal su letra; pocos sabían inglés y casi todos jugábamos todavía por las calles. Treinta y ocho años despúes podemos decir que por fin estamos civilizados. Ya tiene sentido esta canción también en nuestra sociedad, pero dime... ¿donde juegan los niños ahora?

Antoñín

sábado, 13 de diciembre de 2008

RENACIMIENTO



Cuatro jóvenes que bordean la treintena, representan en el improvisado escenario del club parroquial una función teatral; los espectadores, entre los que me encuentro, en su mayoría no han cumplido veinte años. Contemplo expectante el desenlace de la obra por unos actores que logran dejarme colgado en un parlamento duro, directo y desnudo de todo tipo de artificios. Me parecen excelentes, claro está, comparados con mi único referente en este tipo de manifestación artística: los cómicos que semanas atrás dieron vida en este mismo lugar, a un trasnochado sainete andaluz.

Al caer el imaginario telón que pone el punto final a la obra de Alfonso Sastre, ‘’Escuadra hacia la muerte”, tras agradecer los aplausos al entusiasmado público, los actores les animan a que opinen sobre lo que han visto, ya que según dicen: – ahora os toca hablar a vosotros. Las remolonas intervenciones, poco a poco se van multiplicando creándose un ambiente de grata comunión. Alguien pregunta el porqué se autodenominan teatro popular, la respuesta de uno de los comediantes brota como torrente de claro verbo: –Porque intentamos, que el contenido de nuestro trabajo refleje el drama del pueblo en su lucha por sobrevivir, siendo para ello preciso el compromiso de los actores, haciendo posible, que los mensajes sean expresados con claridad y calidad artística, consiguiendo así que puedan ser accesible al pueblo.

El coloquio termina, y sigo fascinado por los momentos mágicos que acabo de vivir. Queriendo prolongarlo venzo mi enfermiza timidez y me cuelo en el pequeño despacho que hace las veces de camerino, donde la desenfada troupe se despoja de sus atuendos escénicos. Con cierto retraimiento, les agradezco lo que acaban de hacer, me atienden con calidez y eso me ayuda a salir del trance

Después de beber, cantar, reír y conversar en una especie de reservado, tras los barriles apilados de una vieja taberna, me despido del ahora numeroso grupo, con inmensa alegría por haber sido invitado a integrarme en lo que ellos denominan: hatajo de quiméricos
Desde de ese lejano día, cuando de las fachadas de Paris aún no habían sido borrados los revolucionarios eslóganes del convulso Mayo, comienzo a tener una percepción distinta sobre innumerables cuestiones y verdades hasta entonces inmutables, dejan de parecérmelas.
Y siento cercanos a unos orientales masacrados por el napalm, y me posiciono con los estudiantes de Berkeley que se oponen con contundencia a ese vergonzoso genocidio. Y me identifico con las clases populares que ocupan las grandes alamedas de Santiago de Chile sintiéndose dueños de su futuro. Y hago mía la lucha de la mujer por ocupar el lugar que siempre le perteneció .E intento aportar mi pequeño compromiso para salir del largo túnel en el que nos tienen sumidos.
Hoy, después de tanta vida pasada y sitiado por el escepticismo, sigo recordando con alegría aquel remoto día, en el que un grupo de soñadores me ayudaron a pasar a la orilla, de la que nunca he desertado.

JUAN

viernes, 12 de diciembre de 2008

Memoria de Bolero

De vuelta de lo que no se mantuvo
Regresando al olvido
Llegando desde el vacío
En un tren que no nos recuerda
los besos arrojados
que hielan
las ternuras que no abrigan
las palabras clavadas
en un tren
que no me lleva, que no camina
en un tren
allí escupida
perdí tu mirada
me dejé
En un tren.
Fita

Dúo Columela



En la céntrica y gaditana calle Columela, están ellos tocando. Verlos es toda una revelación. Larga vida al dúo Columela.



Antonio Fassa

jueves, 11 de diciembre de 2008

Creative Commons


Quiero comunicaros que ya tenemos licencia Creative Commons en este blog. Decir también que el sitio oficial de genialsiempre, El Rincón de la Imaginación; también posee la misma licencia que la nuestra. A partir de ahora nuestros lectores y visitantes, son libres de copiar y distribuir esta obra, bajo las siguientes condiciones: Deben de reconocer los créditos de la obra, de manera especificada por l@s auto@s, no podrán usar este blog para fines comerciales y no harán obras derivadas; es decir; no modificarán, ni manipularan nuestros textos.
Quiero dar las gracias al compañero José María Alonso Arriba; por que sin su ayuda, esta iniciativa no hubiera sido posible.
Si quereis ver la licencia, correr el ratón hasta el final del blog, es decir; hasta la ultima entrada,
justamente después del texto de Antoñín, Si me lo pides, y allí la encotrareis. Pinchando en la palabra Creative Commons, accedereis a las condiciones de dicha licencia.
Salud a tod@s.


Antonio Fassa

Cuento navideño



Breve historia del día en que el padre Torcuato repartió los papeles a los actores del Belén viviente de Villacencio de la Vera:

- No Sagrario, tú de Virgen no que eres mu putona.

Fin
.
.
Antoñín

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La nueva mirada


Recuerda aquel lejano instante, en el cual la vida de repente, cambió de color y sintonía.

Recuérdalo por favor. Una luz segadora iluminó por completo, tus engañados pensamientos y, como por arte de magia te sentiste libre; pero libre de verdad, sin engaños, sin falsa policromía que oculte tu decrepita alma, sin ridículos maquillajes que paradójicamente, agudicen tu patetismo, a pesar de tus contrarias intenciones.

De repente te vistes ahí, en medio de semejante tropa de impresentables, mitad tontos, mitad locos. Habitantes de sucios y alegres lugares, que te miraban con ojos de niños, que te ofrecían sus hogares imposibles y, sus vidas desnudas. Aquella mañana, cambió un buen pedazo de tu conciencia, cambió un importante fragmento de tu ser, ¡¡cambiaste!! Tú que habitabas en un aposento blindado, rodeado de elegantísimos jardines japoneses, tú que agarrabas con ímpetu las basuras de tu civilización, esas mismas basuras que un día te entregaran en inocente ofrenda, tus enemigos invisibles.

Que los dioses bendigan aquel día; porque hizo en ti los estragos que necesitabas, porque tu genio y tu figura dejó en evidencia las falacias del refranero castellano, porque dejaste de masturbarte con vastos monólogos, para entregarte en cuerpo y alma a esa multitudinaria bacanal llamada humanidad. ¡¡Que los dioses bendigan aquel día!!

No te hicieron mejor persona, los consejos mediáticos que lanzaban tus amos desde sus altísimas tribunas; no te hicieron mejor persona tus malditas limosnas, porque por culpa de ellas, medio mundo es victima de la metástasis provocada por nuestro maldito cáncer; si te hizo mejor persona, aquel lejano instante; aquella luz reveladora que te transformó en un lucido insurrecto; en un cabrón entrañable. Y todo, por culpa de las mirada sinceras de un puñado de locos y, de los mocos sinceros de un puñado de niños.

ANTONIO FASSA.






martes, 9 de diciembre de 2008

Memoria viva: episodio revelador

Lo deseaba de verdad. Era lo único que necesitaba en aquellos momentos. No podía apartar esa imagen reluciente de mi mente ni por un solo segundo. El calendario seguía avanzando inexorable, la fecha se acercaba, mi gran momento estaba más cerca, pronto lo tendría entre mis manos, no veía la hora, en mi cabeza se repetía una y otra vez la misma escena, la escena de la mañana de reyes en que me levanto y me acerco a aquel paquete grande, la caja donde estaban depositadas todas mis esperanzas, mis ilusiones, mis mayores anhelos... ese gran helicóptero amarillo que había visto cientos de veces, embobado delante del televisor, viéndolo volar por toda la pantalla, girando sus aspas sin parar, virando aquí y allá, terminando todas sus misiones con gran éxito y la mayor ventura... ¿qué niño de siete años escasos podía resistirse a semejante reclamo de felicidad y placer infinito?
Aquel año la carta había sido bien corta, sólo una línea, sólo un deseo, un único juguete: el helicóptero amarillo que tanto me había encandilado, que había hecho volar mi imaginación inocente hasta lo más alto del cielo, acompañada de ese rugido de motores anestesiante e inconfundible que se me había quedado grabado en lo más hondo de mis ilusiones. Mis padres me preguntaban una y otra vez “pero estás seguro, de verdad que es eso lo que quieres”, “sí papá, sí mamá, sólo eso, ya lo sabéis”, sus miradas se cruzaban, inocente de mí.
Hasta que llegó el gran día... no, el de reyes no, unos días antes, el día en que mis padres se sentaron frente a mí con cara de “he suspendido el examen y no sé cómo decírselo”, con esa cara, los dos, algo extraño, porque esa solía ser mi cara, no la de ellos, ellos nunca antes me habían hablado así, de hecho, aparte de “cómetelo todo” y “deja ya a tu hermano” poco más solían decirme... hasta aquel día. Yo ya me supuse que se trataba de algo serio, pero nunca llegué a imaginarme que fuese de tal gravedad.
Pero ocurrió, mis peores pesadillas se hicieron realidad. Bastaron unas pocas palabras para darme cuenta de ello, “Pedrito, hijo, no puede ser, tendrás que conformarte con otra cosa”. Mi mundo, el único que conocía, se me vino abajo. Sorprendentemente no lloré, ni pataleé; nada de nada; simplemente me quedé serio y asentí... algo había ocurrido en mi interior. Algo incomprensible para un niño de tan corta edad, pero algo realmente importante.
Nunca he pensado en aquel episodio de mi más lejana infancia como algo revelador ni mucho menos, pero es cierto que en todos estos años ha acudido a mi memoria en infinidad de ocasiones, en los momentos menos esperados, como una señal... no sé... quizás una advertencia de que no se puede conseguir todo lo que se desea en la vida, pero que aún así la vida continúa y nosotros debemos de continuar con ella, un claro aviso de que la vida no se detiene por nada ni por nadie, por mucho que nos duela lo que en ella acontece y por más que nos indigne el que no se cumplan nuestros efímeros deseos.
Después de todo, tal vez sí que fuese aquél un suceso revelador, si no, ¿por qué iba a ser uno de los poquísimos momentos de mi niñez que no han conseguido huir de mi memoria?

lunes, 8 de diciembre de 2008

A Pablito


Cómo lo triste se olvida
Cómo se obvia lo inerte
Diez garfios a los que envidian
Candados de cajas fuertes
Agarrando

Cómo unos dedos tan tiernos
Son bálsamo de una herida
Cómo unos ojos cerrados
Amuletos de por vida
Tan llorando.

Cómo nos abre las carnes
Su llanto que nos desvela
Son renglones de futuro
Su plácido duermevela
Retozando

Pablito de Raquelilla
De todas sus entretelas
Enséñanos tu milagro
Señálanos las estrellas
Musitando

Tienes sobacos de miga
Eres un dulce presente
Dale una patada al miedo
Y mira al poder de frente
Bostezando

.

.

.

Antoñín

Permitidme que siga soñando

A medida que he ido leyendo vuestros relatos, mi terror por enseñar el mío se ha ido acrecentando. No penséis que es falsa modestia, ni que practico la demagogia, es completamente cierto que todo lo que he leído me ha parecido de mucha calidad, ideas muy originales, muy bien desarrolladas, un vocabulario extensísimo, y todo eso aderezado con dosis de fluidez y enganche. Me temo que va a ser ardua tarea subir a vuestro nivel, pero como estoy aquí para aprender, aquí les dejo mi relato, abierto a consejos y sugerencias. Por cierto, está siendo un placer conoceros a todos.

Me despertó un silbido ensordecedor, tanto que antes de abrir los ojos ya estaba inconsciente acolchándome los oídos con las palmas de mis manos. Tardé medio minuto en despabilarme y medio más en comprobar que no estaba sola. Entre la butaca de escay verde y la lámpara de pie que heredé de mi abuela desfilaban una cofradía de enanitos de piel membranosa que me observaban con el único ojo que se adivinaba en su rostro. Permanecí en el más absoluto mutismo durante unos segundos creyendo haber encontrado así la manera de pasar inadvertida, pero mi invento no pudo ser más infructuoso ya que no había terminado de pensarlo cuando se aproximó a mí uno de aquellos menuditos con el sigilo de un ave rapaz y me informó con una voz metálica y casi ininteligible de que yo era la elegida;
-”Eres la elegida” me dijo-“¿Elegida yo?, ¡qué ilusión! ...espera espera…¿elegida para qué?”...cuestioné…
-”No hagas preguntas, hoy es tu día de suerte, confía en nosotros y síguenos”, me dijo.

Lejos de atender su petición y olvidándome por completo de mi nula destreza atlética, improvisé una estratagema para salir de allí pitando, esta era saltar por encima de ellos y tras un doble salto mortal cruzar la puerta que me conduciría a la paz de mi salón. No conseguí más que el impulso para precipitarme, lo demás fue una aparatosa colisión con uno de los enanos, y el consiguiente testarazo en el suelo. No recuerdo golpe tan fuerte, por lo que creo que me suministraron alguna droga de rápida absorción que me hizo perder la consciencia por no sé cuánto tiempo.
Cuando recobré el conocimiento, si es que lo recuperé alguna vez, ya volvía a estar sola, pero ahora en un habitáculo totalmente distinto al que había visto por última vez antes de mi desmayo. Me incorporé de la mullida mecedora donde parecía haber dormido toda la vida y con la inquietud de mi curiosidad di un repaso visual a todo lo que me rodeaba. Me asediaban solo paredes de infinita altura y colores inventados y como techo un cielo blanco nuclear salpicado de lo que parecían pequeños arco iris con forma trebolada. Me despertó de mi ensimismamiento el carraspeo de uno de los tres enanitos que para mi sorpresa aguardaban detrás de mí.
-“Bienvenida al mundo ideal...” oí.
-“¡Sería ideal si supiera al menos qué leches hago yo aquí!” respondí con todo el desagrado que fui capaz de vomitar.
-“Has sido la elegida”, aseveró y siguió con la explicación. -“Desde hoy tienes el privilegio de pertenecer a nuestro planeta, al Planeta “Laudio”.

No pude articular palabra, me tranquilicé pensando que todo era un sueño...nada más lejos de la realidad.

Más que por falta de tiempo, no les relato con detalle mi odisea en este espacio por el temor a extenderme demasiado escribiendo lo que después, gracias a mi innata timidez, me va a costar un riñón leer en público, así que en resumidas cuentas os diré que horas después de mi llegada ya me encontraba totalmente acomodada en mi nuevo mundo. Efectivamente fui la elegida y ahora entiendo que una gran privilegiada. Cierto es que aquí no hay Corte Inglés, ni hacen el café expreso que tanto me gusta y cierto es que no emiten Buenafuente y que la Coca Cola no tiene gas, pero aquí nunca sube el euribor, no hay paro para quien no quiera y los políticos son de chocolate. La envidia es un plato típico, y no sabemos diferenciar los colores en la piel. Aquí el sexo no nos enfrenta ni nos discrimina, tan solo se disfruta y no existen las fronteras, ni los pasaportes, y el dinero no tiene valor. El hambre no persiste más de dos minutos, no hay clases sociales y nadie se preocupa por la estética ni les enferma el consumismo. Nadie es inmigrante, nadie indiferente, nadie falto de ética. Las guerras de arroz con leche, el poder solo en manos de nuestra imaginación. ¡Querían un relato fantástico?, permitidme que siga soñando.

Carmen.

domingo, 7 de diciembre de 2008

La leyenda del tesoro perdido

“Cuenta la leyenda, que allá en la infancia de los tiempos, cuando aún el hombre vivía junto a los dioses y éstos lo trataban como a un semejante, existió un poderoso rey, el más grande entre todos los soberanos de la Tierra conocida, llamado Quian Chu. Se creía por entonces, que este importante monarca, amado y respetado por todos sus súbditos, era hijo y hermano de las más bondadosas deidades que en aquellos remotos tiempos concedían sus favores a los mortales. Su paciencia con sus iguales y su compasión con los inferiores, le elevaron hasta ese privilegiado lugar entre los imperecederos todopoderosos al que sólo unos pocos podían acceder.
Quian Chu no fue el único rey sabio entre los inmortales, pero sí que fue el último. Porque fue también bajo su reinado cuando el impredecible destino quiso que ocurriese lo inevitable. No se sabe cuándo ni cómo fue sembrada la semilla del rencor y la ira que por entonces brotó, lo único cierto es que este piadoso monarca tuvo que sufrir la humillación de huir de su país y abandonar a sus súbditos a causa de la envidia que suscitó en otro soberano vecino, de nombre Chan Tyen. Este otro rey, perverso y tiránico, no pudiendo soportar por más tiempo el desprecio que hacia él tenían todos sus ciudadanos, y movido por la envidia y la codicia, decidió conquistar por la fuerza el reino de su pacífico vecino, pensando que así podría obtener todos los beneficios que su enemigo ostentaba. Por supuesto, lo único que consiguió fue iniciar una época de dolor, odios y resentimientos, la cual provocó además la deserción de todos los dioses piadosos, quedando la raza humana desvalida y a merced del sufrimiento. Esa situación ha derivado hasta nuestros días, sin que se haya podido volver a encontrar la armonía perdida en aquellos tiempos.
Cuenta además la leyenda, que el desterrado Quian Chu huyó hacia las montañas nevadas buscando el refugio y la compañía de sus más cercanas deidades. Pero no se fue solo, con él marcharon sus más leales súbditos portando todo su tesoro más preciado y valioso, con la idea de evitar que el invasor se apoderase de él. Por aquellas escarpadas cumbres vagaron durante décadas morando en las más oscuras y sombrías cavernas, y se dice que fueron depositando parte de este tesoro en cada rincón que le ofrecía cobijo, dejando a su vez enigmáticas señales que mostrasen su exacto paradero, con la idea de que esta importante herencia de incalculable valor no se perdiese para siempre en el olvido.
Los más sabios aseguran que sólo una persona de corazón puro y nobleza sublime podrá descifrar y comprender estos arcanos símbolos que muestran el lugar exacto donde se encuentra oculto el tesoro extraviado. Y una vez que consiga hallarlo y devolverlo a su lugar de origen, será repuesto al fin en el lugar que le pertenece el inestimable y legítimo legado de Quian Chu, devolviendo a esta tierra el perdido favor de los dioses y acabando de una vez por todas con la ira, el odio y el rencor acumulados desde entonces.”

Fue así como me contó mi anciano abuelo aquella antigua historia, al igual que él la oyó de boca de su padre, y al igual que tantos otros la contaron desde tiempos inmemoriales, haciéndola sobrevivir hasta nuestros días. Confieso que, a mi corta edad, quedé extraordinariamente impresionado, como sólo un niño puede hacerlo. También recuerdo haberle agobiado con cientos de preguntas sobre aquel maravilloso tesoro perdido y sobre la plausible posibilidad de ser yo el héroe que lo encontrase y lo devolviese a su reino. Aquella remota leyenda desbordó mi imaginación de efebo inquieto; quería saber dónde se encontraban esas montañas tan enigmáticas, qué peligros me acecharían, cómo podría afrontarlos, qué tipo de armas necesitaría llevar y un montón de cuestiones técnicas más por las que tan sólo un chico curioso es capaz de preocuparse. Sus respuesta fueron también las que cualquier adulto ofrece a un menor ilusionado, totalmente intranscendentes y olvidadizas; excepto una de ellas, que quedó relegada en aquel lugar de la memoria reservado tan sólo para las grandes verdades y que a menudo suele confundirse con el olvido. Cuando le interrogué por las armas que debería de llevar para afrontar los peligros, él me respondió: “el hierro acerado no podrá acabar jamás con los temibles monstruos que campan por aquellos siniestros parajes, mi querido nieto. Solamente la perseverancia, la paciencia y una fe ilimitada podrán ayudarte a conseguir el éxito en tamaña proeza.”
Por entonces no comprendí muy bien a lo que se refería mi abuelo, yo prefería pensar en relucientes armaduras, grandes espadas doradas y poderosos escudos indestructibles, lo único que mi desbordante imaginación me decía que serviría para aniquilar a los crueles dragones alados o a los voraces gigantes de doble cabeza que sin duda custodiarían semejantes reliquias tan deseadas. Sólo el tiempo fue capaz de mostrarme cuanta razón tuvo mi abuelo; pero no quiero anticiparme, continuemos con la historia.
No fue hasta muchos años después, cuando mi querido padre expiró su último suspiro, que me decidiese a emprender aquel viaje tantas veces postergado. Nunca dejé de olvidar la dirección que me indicó mi abuelo, no podía ser otra, las escarpadas cordilleras con su nieve perpetua que señalaban los confines de nuestra civilización. Hacia allí dirigí mis imprecisos pasos; tan sólo era un muchacho ilusionado y con la sensación aún viva de tener todo el tiempo del mundo por delante. Había oído que muchos otros había partido antes que yo hacia aquellas montañas también con la misma intención de hallar algo muy valioso, pero nunca supe de nadie que regresase con ningún tesoro ni nada parecido, así que pensé que porqué no iba a poder ser yo el que lo consiguiese.
Por supuesto que no pude llevar armaduras ni espadas, porque no las tenía, ni tampoco tenía medios para conseguirlas. Me tuve que conformar con mi vieja navaja y poco más. Sabía que todos los viajeros que se habían atrevido a realizar semejante aventura lo hacían con equipajes muy escuetos y precarios; supuse que ello se debía a la dureza del camino y la imposibilidad de hacerlo portando una pesada carga, así que también yo decidí hacerlo igual. Tan sólo procuré proveerme de un buen calzado, un par de pellejos de agua y algunos sacos de arroz y otros alimentos que entraron en el petate.
El viaje hasta las montañas no fue tan duro como lo había imaginado; encontré buena compañía de otros jóvenes tan ilusionados como yo, y el paisaje era encantador. Nunca me faltó el aliento ni se apoderó de mi ánimo el abatimiento. Pero mi optimismo no tardaría en ensombrecerse. La ascensión por aquellos riscos escarpados y caminos serpenteantes y pedregosos, pronto mudaron mi semblante haciéndolo fúnebre y pesaroso, tornando lejana la confianza que había tenido en mis posibilidades desde que inicié el incierto camino. La fatiga se apoderaba de todo mi ser de manera precipitada. El horizonte se volvía por momento más y más lúgubre, la abundante vegetación fue dando paso a las piedras desnudas y afiladas, y los pájaros dejaron de escoltarnos con su trinar acompasado. Y para colmo, las distintas capacidades físicas de cada uno de mis acompañantes hicieron que nuestros caminos se separasen inevitablemente; la soledad también se adueñó de mi alma, convirtiendo el éxito de aquella insólita empresa en algo cada vez más remoto e ilusorio.
Pero aún así me sentí incapaz de dar marcha atrás. No había quedado nada en el camino que me hiciese volver, así que la decisión de continuar hacia delante tampoco fue muy meritoria. Tras arduas jornadas luchando contra el viento gélido que reinaba en las montañas y que me cortaba el aliento a cada paso, hube por fin de hallar aquellas místicas cavernas de las que tanto había oído hablar desde la niñez. Pero cual no fue mi sorpresa al comprobar que no me encontraba completamente solo; ¡allí habitaban personas! Seres extraños y taciturnos que apenas tenían relación los unos con los otros, y que además vivían en la más absoluta precariedad... aunque a pesar de ello, todos se mostraban felices y eran generosamente acogedores. Por supuesto que a estas alturas de mi vida no esperaba ya encontrarme con los monstruos imaginados en mi infancia, pero aquello me resultó altamente desconcertante. Pensé que si por allí había habido alguna vez algún tesoro, ya debería haber sido encontrado por estas personas, a juzgar por el tiempo que todos llevarían vagando por aquellos rincones, cosa que deduje por la extremada vejez de algunos de ellos, cuya edad resultaba del todo incalculable.
Y efectivamente así resultó ser. Todos ellos habían hallado ya el tesoro oculto de Quian Chu, y lo portaban consigo, en su interior. Tampoco tuvieron inconveniente alguno en compartirlo conmigo; esa era su misión. Durante largos años conviví con estos monjes ascetas portadores del mensaje de paz y humildad que había conseguido sobrevivir hasta nuestros días en aquellas montañas lejanas. Fue entonces cuando cobraron sentido las inescrutables palabras de mi abuelo, ya que sólo con una inquebrantable perseverancia, paciencia y una fe ilimitada pude reducir a los monstruos que habitaban en mi mente, y sólo entonces pude descubrir el importante legado de conocimientos y sabiduría que el gran monarca de la antigüedad dejó en este mundo. Legado que ahora me toca a mí transmitir a todo aquel que lo quiera escuchar.... Pero esto pertenece ya a otra historia.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La aldaba (Colectivo de agitación cultural)

Nace el colectivo cultural Aldaba, para crear un espacio de agitación cultural alternativo

El viernes 6 de diciembre de 2007 tuvo lugar en Prado del Rey la constitución del Colectivo Cultural ‘Aldaba’, compuesto por escritores, dibujantes, fotógrafos, músicos, actores, etc. de la provincia de Cádiz, con la intención de “crear un espacio de agitación cultural alternativo”. En dicha reunión se aprobaron los estatutos y se eligió a la junta directiva. El principal objetivo de este nuevo colectivo será “la agitación cultural y artística en todas sus variantes posibles, como la poesía, la narrativa, la pintura, la fotografía, el teatro, etc.”. Según los propios miembros, el nombre del colectivo Aldaba tiene un significado especial: “Llamar golpeando con la palabra, la música, las imágenes, en lugar de a las puertas, a la conciencia de las gentes”. Subrayaron que “esto en unos tiempos como los nuestros, sin duda es un verdadero reto”. También destacaron la independencia que tienen, como agrupación cultural, tanto de instituciones públicas, privadas, como también de partidos políticos. La semilla de este proyecto fue la 2ª Bienal de Poesía de Villamartín; a partir de ahí, un grupo de escritores, en su mayoría residentes de la Sierra de Cádiz, ha venido realizando recitales y actos públicos en varias localidades. La creación del colectivo viene dada por “la necesidad de dar una continuidad a esas actividades y organizar así, un movimiento cultural, tanto en la Sierra como en la provincia, con un marco de actuación a nivel andaluz”. El Colectivo Cultural Aldaba reivindica “la cultura popular, libre y solidaria, acercándola a la gente, ya sea por medio de recitales y lecturas poéticas, cuentacuentos, exposiciones, talleres literarios, publicaciones, conferencias, etc.”.Los miembros que han decidido dar el importante paso de fundar un colectivo de estas características, entre otros, son: Cristóbal Barrero, Miguel Ángel Rincón, Manuel García, Tomás Mielke, Juan Antonio Baena, David Romero, Laura García, Francisco Pozo, Juan Kalvellido, Caro Rosúa, Conchi Postigo, Paco Rodríguez, Juan Pan, Alejandro Márquez, Javier Pérez. Poco a poco, se están uniendo a este innovador proyecto cultural varios artistas más.

A través de esta dirección de correo electrónico, se puede contactar y pedir más información:

colectivoaldaba@gmail.com

El logotipo de la asociación, es obra del dibujante villamartinense, Juan Kalvellido.


El Mapa del Tiempo

El sanluqueño Félix J. Palma, de 40 años, obtuvo anoche el Premio de Novela Ateneo de Sevilla con El mapa del tiempo, una "fantasía histórica", según la define su autor, que habla de viajes en el tiempo desde la Inglaterra victoriana. Palma, conocido por sus brillantes relatos que publica desde 1992, ha presentado al Ateneo su obra "más ambiciosa", una novela con unas 600 páginas en la que lleva trabajando dos años y en la que algunos personajes reales del siglo XIX se mezclan con los protagonistas de su historia.

A esta 40ª edición del Premio Ateneo, dotado con 43.000 euros, se han presentado 226 novelas procedentes de 16 países. El jurado, que dio a conocer el fallo anoche durante una cena en el Real Alcázar de Sevilla, ha estado compuesto por Ana María Ruiz Tagle, Francisco Prior, Julio Manuel de la Rosa, Enrique Barrero y Salvador Gutiérrez. El Premio Ateneo Joven, al que han concurrido 51 obras, ha sido para Rebeca Tabales (Madrid, 1981) por su primera novela titulada Eres bella y brutal.

"Estoy encantado de que mi nombre se vincule a un premio con tanto prestigio y tradición como el del Ateneo", dijo ayer Félix J. Palma, poco después de conocer el fallo. "El mapa del tiempo es una ruptura total con mi obra anterior. Es algo muy distinto, más ambicioso, situada en un momento de euforia que se produjo en la sociedad del siglo XIX cuando la ciencia obtuvo algunos de sus más importantes logros. La gente estaba convencida de que la ciencia podía conseguir lo imposible y es entonces cuando nace mi historia sobre una empresa que programa viajes turísticos en el tiempo", adelanta el escritor, que reside en su pueblo, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Jack el Destripador, Bram Stroke, Julio Verne y Henry James son algunos de los personajes reales que se pasean por su historia.

PUBLICADO EN EL PAIS DE ANDALUCIA

EL 27/06/2008.

ANTONIO FASSA.






La LLanura

Como veís aunque no voy a poder ir hasta mediados de Enero voy a intentar seguir con vosotros con mis relatos. Os adjunto el relato semi-fantastico, que creo que es sólo un esbozo y que me va a dar pie a un relato más trabajado. Espero vuestros comentaarios. Gracias

La Llanura

Me desperté sobresaltado por un roce húmedo en el pie y un ruido de algo que huía. Unas pupilas brillantes me observaban a unos metros de distancia. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, observe que me encontraba en una hondonada de suaves pendientes de unos diez metros de diámetro, que solo me permitía ver un cielo oscuro cuajado de estrellas. Todo lo que había se reducía a un embalaje de cartón que me servía de cama, y frente a mi, como a unos dos metros, los restos de un viejo sillón de paño burdeos sobre el que, perfectamente doblado, estaba el traje gris que me había puesto la mañana anterior. Se escuchaba el gorgoteo de un manantial y el chirriar de los insectos. No podía recordar como había llegado allí. Cuando me incorpore, las pupilas desaparecieron corriendo pendiente arriba. Sentí frío. Me acerqué al sillón y me puse el traje y los zapatos. No me costó mucho subir la pendiente; y una vez arriba vi una extensa llanura de matorrales que se desparramaba ondulando a mi alrededor. No sabía que dirección tomar. Hacia mi izquierda el terreno se elevaba en un ligero promontorio. Me dirigí allí y pude ver el resplandor de lo que parecía ser una ciudad. Me puse en camino en esa dirección salvando las ondulaciones y accidentes del terreno que me obligaban a corregir continuamente el rumbo. No se cuanto tiempo llevaba andando cuando las luces de la ciudad empezaron a perderse en el horizonte. Estaba amaneciendo.Debían ser las doce del mediodía. El sol estaba en su punto más alto. Hacía mucho calor y me sentía cansado y sediento. No había parado de andar, salvo breves descansos a la sombra de algún que otro árbol, desde la madrugada y no había tomado nada. Miré alrededor buscando algún sitio para descansar; a poca distancia de donde me encontraba vi una roca con un ligero saliente que me podría proporcionar sombra. Escarbe en su base ayudado con un palo buscando la humedad de la tierra y me tumbé. La frescura de la tierra me reconfortó y dormí profundamente varias horas hasta el atardecer. Desperté con la boca pegada por la saliva reseca y llena de tierra. Podía distinguir de nuevo la ciudad. No había avanzado nada. El hambre y al sed me aconsejaron no continuar. Debía buscar alimentos y agua antes de proseguir. Escarbe más profundo y exprimí la tierra húmeda sobre la boca, unas gotas cayeron en los labios y no hicieron más que avivar la sed. Mire de nuevo la ciudad antes de regresar a la hondonada. Marqué el lugar con una rama y tape el hueco bajo la roca con arbustos.Era muy de noche cuando llegue a las proximidades de la hondonada, la luna me permitía ver el camino y di gracias a Dios por ello. El gorgoteo del agua me guió los últimos metros. Metí la cabeza bajo el manantial y bebí hasta saciarme.No podría volver esa noche a la roca. Decidí descansar unas horas y preparar bien mi regreso.Desperté al cabo de unas horas; no podía conciliar bien el sueño. La inquietud por no saber donde estaba y como había llegado allí se estaba mudando a pánico. Busque en los alrededores lo que pudiera ser útil para un viaje que sabía no iba a ser fácil: unas botellas de plástico, los cartones que plegue cuidadosamente, el paño del sillón que arranque ayudado de un trozo de vidrio y las cinchas así como dos varas de madera del respaldo. Llené de agua todas las botellas que pude y con todo ello prepare unos fardos que me colgué a la espalda. Subí de nuevo la pequeña pendiente y eche una ultima mirada a la hondonada. Sentí cierto regocijo; iba a vencer; me sentía un ser superior y pude apartar de mi la inquietud de hacía unas horas.

He perdido la noción del tiempo. No se cuanto tiempo llevo deambulando por esta llanura. Estoy cansado de ver aparecer y desaparecer las luces de la ciudad en el horizonte. A veces creo que se mueve , que se acerca y se aleja caprichosamente solo para jugar conmigo, otras veces gana en intensidad y otras no parece más que la llama de un fuego distante. ¿ La ciudad? ¿ Puedo asegurar que es una ciudad?. Ni siquiera eso. Sueño con ella ,la imagino palpitante de actividad, cambiante y ruidosa no como esta llanura imperturbable y monótona.. El silencio me perfora los oídos y grito como un animal para romperlo, pero se abre como el agua cuando lanzas una piedra y vuelve a cerrarse sobre ella, inmutable. ¿Sigo siendo yo? ¿O me estoy fundiendo con la llanura en un solo ser?. No paro de hacerme esta pregunta. Nada parece tener identidad propia aquí. Las plantas, la tierra y los animales se funden en uno.Voy medio desnudo. He aprendido a distinguir hierbas y raíces y a recoger agua del rocío o de la tierra, podré vivir eternamente en esta llanura. Mi piel se ha vuelto del color de la tierra y en sus pliegues crecen musgos y líquenes que tengo que arrancar hasta hacerme sangre en una lucha interminable de la llanura por poseerme,. No me lamento. He aprendido que no tiene sentido. Vivo para conservar mi identidad, la búsqueda de al ciudad ha pasado a un segundo plano.Hasta ahora mis intentos por hacer fuego han fracasado. He probado a golpear unas piedras sobre rastrojos esperando que una chispa los prenda, a frotar dos palos secos que se han chamuscado pero no lo suficiente como para que ardan. Voy a necesitarlo; las noches se están haciendo más largas y arrecia el frío.

Llevo varios días refugiado en una pequeña cueva que encontré en una de mis exploraciones. No tiene más de dos metros de fondo, el suelo es de tierra y está resguardada del viento. Las paredes son muy lisas como trabjadas por la mano del hombre y en una de ellas, la que dá al poniente hay un entrante con una especie de nicho sobre el que depositado ramas y hojas a modo de colchón. Estoy enfermo, la fiebre me consume y me hace delirar; paso el día en duermevela. No se si estoy despierto o dormido cuando parece que la ciudad se aproxima a la cueva y la inunda de luz, un anciano medio hombre medio planta surge de la luz y se acerca. No puedo hablar, ni moverme para tocarlo y poder sentir por una vez que no estoy solo en este mundo. Se ha arrancado unas hierbas del cuerpo y me las ha metido en la boca, un sonido extraño sale de su boca para pedirme que las mastique, tienen un sabor amargo; me da de beber un líquido espeso y caliente que me reconforta, ¡hace tanto tiempo que no tomo nada caliente!. Hago un último intento y apenas puedo balbucear una pregunta: ¿Estoy en la ciudad?; y entonces me mira y se marcha riendo con una risa grotesca que rebota en las paredes de la cueva y se multiplica en una burla sin fin. Me arrastro tras el, hasta la entrada de la cueva y lo veo alejarse. Va guiando un carro grande tirado por dos bueyes y en el carro un inmenso fanal con un fuego ardiendo que ilumina la llanura.He despertado está mañana sin fiebre. Recuerdo la noche pasada vagamente: la luz, el anciano, el bebedizo, como un sueño pasajero. Salgo fuera de la cueva. El día está gris y la llanura inalterable, eterna parece saludarme con sorna.


Alfonso.

jueves, 4 de diciembre de 2008

La llamada

Como teníamos tarea que hacer para el pasado miércoles (un relato fantástico), y aprovechando mi experiencia en el viaje, he decidido unir estas dos circunstancias para mi trabajo y aquí os lo muestro. Espero que os guste.
LA LLAMADA


La bruma helada me hace verlo todo a cámara lenta. Salgo de los jardines de La Granja de San Ildefonso pisando restos de nieve tan helada que no cruje a mi paso. Los grandes árboles con sus copas blancas se estiran como cisnes en busca de la luz del sol. Son leves rayos solares que se reflejan en las picudas torres del palacio. El gris de la bruma vence al naranja de los destellos en los tejados de pizarra.

Bajo lentamente la gran alameda hasta llegar al aparcamiento. Una inquietud me invade por dentro y contamina el paisaje helado. Mi coche no protesta ante el frío intenso, arranca a la primera y casi no oigo su motor. Subo Navacerrada entre un paisaje de ramas blancas y arcenes huérfanos de pisadas. La carretera está limpia pero a veces tengo la impresión de deslizarme sobre un peligroso cristal. Mi desasosiego se refleja en el espejo de la calzada. Bajando Navacerrada me paro ante lo que parece un accidente: varios coches parados, una grúa, la guardia civil y abajo, en el barranco, unas ruedas miran hacia arriba como una bestia que espera a que su amo le rasque… o le de sepultura. Me dan paso y continúo.

Un poco más adelante una señal: “Los Molinos 2 Kms”. Recuerdo entonces el sanatorio donde pasé una temporada internado y me decido a hacerle una visita. Cuando me bajo del coche me llevo una sorpresa, una gran cadena con un candado impide el paso por la deteriorada cancela de entrada. Desde fuera, entre los barrotes, puedo apreciar el abandono de los jardines por los que un día paseé con débiles pasos y escaso aliento. La arboleda sigue hermosa. La hojarasca ha cubierto por completo los arriates y paseos. Rodeo el muro exterior y encuentro un hueco derruido por donde entrar. Sigue la bruma, y el frío, y mi inquietud. Me acerco a la entrada del edificio. Paso a duras penas entre restos de madera de lo que fue una puerta giratoria. El abandono ha despellejado las paredes interiores. Las puertas y ventanas han sucumbido al vandalismo. El aire frío corre libre a través de todas las estancias provocando silbidos y otros ruidos secos y apagados.

- Papá… ¿estás ahí? Ven papá…

Un escalofrío me paraliza, ¿he oído esa voz o ha sido mi imaginación? Piso cristales rotos mientras camino por el pasillo. Una música extraña me hace girar la cabeza. A mi izquierda una sala alicatada de azulejos blancos. En el centro una especie de mostrador de mármol y a su alrededor, con las manos enlazadas, cinco chicas jóvenes. Una de ellas se está levantando mientras mira un extraño objeto con lucecitas en su mano derecha. Se acerca a la ventana, se pega el objeto a la oreja, dice algo a solas y se sienta de nuevo. Aún no me ha visto nadie, estoy en el quicio de la puerta y temo darles un susto. Otra de las chicas habla de nuevo, es la misma voz de antes.

- Papá… ¿estás ahí? Ven papá…

Pero esa voz… Yo conozco esa voz… De nuevo me invade la inquietud, un desasosiego que me ha traido hasta aquí. Me dan ganas de volverme a los jardines del palacio de La Granja, me encanta deambular entre sus fuentes… pero esa voz… yo conozco esa voz… ¡ya está! ¡es la voz de mi hija, mi niña Nati… pero no puede ser, mi hija tiene cinco años y estas jóvenes rondan los veinte. Miro a la joven que está hablando. A pesar de que tiene la cabeza agachada y el flequillo le tapa media cara reconozco a Nati, pero con muchos años más... No me apetece pensar. La bruma me enfría. El frío me abruma. Me encanta pasear entre las fuentes del palacio de La Granja.
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Antoñín

Sanatorio de Los Molinos



Ayer os hablé de una reciente visita a cierto sanatorio en la sierra de Madrid. Pertenecía a la Armada y estaba dedicado al tratamiento de enfermedadse pulmonares. Fue cerrado hace unos siete años. En el enlace que os pongo abajo podéis entrar en una página que he encontrado donde se muestran fotos de su interior. Ya os conté mi experiencia personal con este edificio, fue parte de mi niñez.
Antoñín

Si me lo pides

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Si me lo pides
Si me lo insinúas
Si tan siquiera te lo adivino
Compraré un billete para viajar en humos de mago
Y me esfumaré
Y te juro por el calor de tus labios que no lloraré
Y te juro por el color de tus ojos que no sufriré
Y que mis noches no serán suplicios
Ni sentiré el flagelo de tu ausencia

Por los rizos de tu pubis que no.

Y por el aire de tu boca te prometo
Que tu libertad será mi santuario
Y yo el exvoto sin palabras, sin actos

Que me esfumaré
Como la nada se esfumó con el big bang
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Antoñín

Nota: La foto es de hace unos días en la plaza mayor de Salamanca, con un frío que resquebrajaba el pellejo... ;-)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La entervista

Pues "naufragando" por la red, me topo con esta interesante entrevista al poeta; que por cierto no tiene desperdicios. Yo le debo mucho a este "ladrón de gallinas" pues me mostró hace ya algún tiempo los senderos de lo real. Se que a ustedes también, luego saben perfectamente de lo que hablo. Todos sabemos que Miguel Angel García Argüez es un tipo humilde; así que valga este pequeño homenaje al amigo y, al maestro.

Antonio Fassa


El pintor de bisontes

La pintura de mi rostro chorreaba por la cara, se colaba doliendo de picor en los ojos, las manos ocupadas con las armas y con la antorcha me impedían secar los regueros de color que se deslizaban por todo mi cuerpo. El pavor hacía temblar mis piernas que apenas me sostenían. Me arrastraba tras las sombras que en la pared hacían las siluetas de los hombres que me precedían. El fuego de las antorchas me ahogaba. Se comía el aire de los angostos pasadizos de la cueva que se iba estrechando hasta hacernos agachar y doblarnos para encajarnos por paredes que nos oprimían…Y, de repente, allí estaban, encima de nuestras cabezas, aquellos enormes animales sagrados, removiendo desde sus patas el ímpetu de su fuerza arrolladora, dispuestos a arrojarnos su furia al levantar la cabeza que agazapada concentraba toda su energía. Me asusté. Los hombres gritaban alaridos de terror y danzaban convulsos de una agitación que presagiaba el misterio. El humo, el `polvo removido por nuestros pies, el clamor de n uestras voces, el olor de humedad que se pegaba más que el miedo; me sacaban fuera de mi que ya no era yo sino el espíritu que brotaba de mí y que escudriñaba al animal más grande para acecharlo, perseguirlo, acosarlo, poseerlo como el ya me poseía…Mascábamos unas hojas que encendían mis visiones de luces de colores y centellas que se clavaban en mis sienes y me saltaban el dolor por la boca que espumaba palabras de un rito de muerte. Salté sobre el animal y le clavé mi lanza en su cuello, rugí desde el animal que ya estaba en mí y que alcanzado de muerte bramó desde mi propia garganta su ultimo suspiro. Caí en el suelo y solté los espasmos que huían de mí. Quedé mareado, agotado, exhausto, un tiempo en que sólo oía a lo lejos voces que iban y venían y de las que yo no participaba, no me concernían. Desperté y lo supe cuando en un cuerno, en su cuerno me hicieron beber su interior empañado en su sangre. Lo había atrapado, era mío, estaba en mí. Ya me pertenecían la fortaleza de sus músculos, la potencia de sus patas, la fertilidad de su sexo, la brutalidad de sus gestos, el peso de su materia…Ya era un cazador.

martes, 2 de diciembre de 2008

Mascala III

I

La tripulación estaba ansiosa por tomar tierra. El viaje resultó agotador, inacabable, desesperante. El capitán Marbel empezó a sentir miedo, ese miedo del que tanto se avergüenzan los capitanes que gobiernan naves nodrizas como Mascala III. El miedo para el capitán Marbel, no es una reacción natural propia del cerebro, cuyo fin es poner en alerta nuestra artillería más pesada. El miedo para el capitán es una vergüenza, una rémora capaz de humillar a cualquier guerrero galáctico, hasta anularlo como soldado y como hombre.

-Capitán, ¿da usted su permiso? –dijo el sargento Ruitom.

-Adelante –sentenció el capitán. –Quisiera proponerle algo. –¿De que se trata Ruitom? –Señor. Quisiera ante todo que no me malinterpretara; pero también quisiera que me comprendiera; pues yo confío en su sentido común.

-¡Oiga sargento, déjese de circunloquios innecesarios y vaya al grano de una vez. Sabe perfectamente que no me gustan los titubeos.

- Marbel era uno de esos tipos que poseen la virtud visionaría de barruntar el futuro, basándose simplemente en los signos visibles que delatan lo que se avecina. Esos signos, casi imperceptibles que solo son capaces de detectar los capitanes de naves nodrizas.- Capitán. Permítame una sugerencia. Se que lo que voy a decir le va a parecer una locura; pero estoy convencido que entregar a la tierra el Decálogo Universal sería una barbarie, y como comprenderá, esta tripulación no está en condiciones de comenzar una revolución; pues seriamos diezmados en un santiamén por los poderes mundiales.

No olvide que ellos tienen la totalidad de los ejércitos en sus manos y nosotros solo disponemos de esta pequeña unidad interespacial. –Déjese de monsergas sargento.

¿Cómo puede decir semejantes barbaridades, a estas alturas de la expedición? ¡Cuando ya estamos de regreso! Recuerde, esto no es más que la punta del iceberg, esto no ha hecho más que empezar Ruitom.

II

La expedición Ateneo Espacial era uno de esos proyectos que llevaban a cabo un buen número de países del mundo y, cuyo fin, no estaba muy claro para la tripulación de la nave. Algunos aseguraban, que se trataba de una manera de blanqueo de dinero; otros argumentaban, la necesidad de los gobiernos en remozar sus democracias con una pátina de ciencia cósmica, principalmente con la idea de mejorar su imagen.

La nave nodriza, estaba a punto de tomar tierra, la tripulación había vivido en su propia piel algo inefable. Acababan de descubrir un planeta desconocido; pero lo más sorprendente, para ellos no fue el hallazgo en si, sino más bien el modelo de estado de aquel lugar remoto. Lo realmente curioso para la tripulación, no era la apariencia amorfa de los habitantes del lugar, ni sus tentáculos viscosos, ni su pensamiento visible, ni siquiera sus genitales telescopicos. Lo que ellos jamás olvidarían, sería su política sin política, su republica utópica; por que su estilo de gobierno sin gobierno, era el motivo que diera lugar a una población feliz con apariencia amorfa, tentáculos viscosos, pensamientos visibles y genitales telescopicos.

-¡Aguarde un momento soldado 89! -¿Qué desea camarada? –¿Ha oído algo en relación con el Decálogo Universal? –No se ha que se refiere soldado 54 –Por lo visto el tratado filosófico que nos han legado esos hombrecillos, puede ocasionar el caos en nuestro mundo, al menos eso opina el sargento Ruiton. –Y quien diablos es el sargento Ruiton, ¡a la mierda el sargento Ruiton! – Vociferó el soldado 54 mientras golpeaba la computadora circular. –Estoy convencido que el capitán no tirará la toalla, el capitán es un romántico, llevará todo esto hasta el final, estoy convencido –dijo el soldado 89.

El interior de la nave se tornó oscuro como un agujero negro, como un universo sin estrellas, como un planeta desaparecido, como el cadáver de un meteorito…

III

Muy buenas noches queridos telespectadores. Estamos aquí para ofrecerles en, rigurosísimo directo el aterrizaje de la nave Mascala III, que está a punto de aterrizar, ustedes van a presenciar un momento único, un momento inolvidable, irrepetible, un momento fantástico. Seven-Up, patrocinador oficial del aterrizaje de la nave Mascala III les ofrecerá este espacio.

La mayoría de los habitantes del planeta tierra estaban atentos a la televisión o a la radio y, un buen puñado de ciudadanos norteamericanos decidieron presenciarlo en directo, insitus en Cabo Cañaveral, cantando y bebiendo ambrosia de Seven- Up.

IV

La tripulación, estaba reunida en circulo, en torno al Decálogo Universal, concentrados todos en el libro, como si se tratara de un tabernáculo, o quizás de un mándala digno de la contemplación más profunda; todos menos el capitán Marbel y el sargento Ruiton, que no daban señales de vida desde hacía más de dos horas; demasiado tiempo sin verles, teniendo en cuenta que Mascala III era una nave de pequeñas dimensiones, y cuyo habitáculo resultaba mucho menor que su chasis externo, debido al entramado de cables y tubos que tuvieron que ser alojados, en la cámara resultante que conforman el interior y, exterior del artefacto galáctico.

Resultaba extraño una ausencia tan larga ¿Dónde estarían?

De nuevo, la nave se volvió oscura, había desaparecido completamente la luz, ni un ápice de claridad en el entorno.

Al cabo de un buen rato apareció la luz, todo el interior se iluminó de nuevo y, allí en medio de aquel espacio octogonal estaba el capitán muerto, degollado como un cordero, allí en medio del lugar que el mismo había capitaneado desde hacía más de seis meses, allí rodeado de computadoras y complejos mandos.

-Escúchenme soldados, a partir de ahora yo el sargento Ruiton, seré por razones de graduación, quien gobernará esta nave; pero antes quiero decirles, que este maldito libro será destruido de inmediato, y no quiero replicas ¿queda claro, señores? No permitiré ni un solo comentario, así que no se hagan falsas ilusiones. Ese tipo de sandeces ya la inventaron otros en nuestro planeta, y, no trajeron más que hecatombes. Espero que apelen al sentido común. Buenas noches camaradas.

V

Desde La Nasa, se envió un comunicado, a todos los medios de comunicación del planeta que decía así:- Desde la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, tenemos que comunicar al mundo que a fecha de hoy, y pasada una semana, desde la hora prevista para el aterrizaje de la nave nodriza Mascala III, seguimos sin tener noticia ni del artefacto, ni de la tripulación. Les seguiremos informando.

La mitad de la humanidad esperaba con ansias nuevas noticias, mirando sin descanso la televisión, feliz y entretenida, consumiendo partes informativos y espacios publicitarios o brindando con Seven-Up. La otra mitad de la humanidad simplemente, sufría con motivos, pero también reía, y reía también con motivos.

VI

Transcurrido algún tiempo, regresó Mascala III, quizás ya de vuelta de la operación Ateneo Espacial, quizás de algún largo paseo entre la utopía y la realidad, quizás de ver el mundo desde un prisma con tonos quebrados y, luctuosos al mismo tiempo.

Del interior de la nave bajaron veinte soldados sin graduación alguna, y sin medallas que decoraran sus corazas de carbono, sin la compañía de ningún oficial o suboficial, sin jefes, sin amos, sin dioses; pero rodeados de extraños amigos; amigos de apariencia amorfa, tentáculos viscosos, pensamiento visible y genitales telescopicos.

El universo sonreía con ironía y el sol dejó de tener miedo a la frialdad del metal de las monedas, y las estrellas cantaban...

ANTONIO FASSA