jueves, 29 de diciembre de 2011

Trabajo de Navidad

Aquella mañana Dios se levantó malhumorado y me pidió de desayunar un par de huevos fritos con bacón…


Juan de Dios Vargas, Dios para los amigos, Belcebú para los enemigos. Tenía tal sangre fría y tan mala idea cuando alguien osaba a llevarle la contraria, que se hizo el líder de la aldea donde vivíamos desde bien temprana edad.

En una pared ajada del poblacho, a modo de alfombra de bienvenida, se podía leer con letra de niño: “Es mejor llevarse bien con Dios”, No era una propaganda católica, era la puritita verdad: Mejor llevarse bien con él, porque no eran pocos a los que había acuchillado. Decían que había dejado docenas de viudas, otros tantos huérfanos y cientos de aterrorizados campesinos que optaron por coger a la familia, un petate con gallinas y la dignidad hecha trizas, dirigiendo sus pasos hacia un futuro menos pendenciero.

Decían las malas lenguas que fue él mismo, quien en una noche sin luna, pintó casi a tientas aquella frase de bienvenida, forjándose su propia campaña de terror.

Sus amigos lo respetaban, más por miedo que por cariño, sus novias y amantes le temían más que a un perro rabioso, y daban por buenas sus infidelidades con tal de no enfrentarse a él. A ellas les bastaba con no mirarse a la cara cuando se cruzaban por las tres únicas calles de la aldea, ignorando con cara de desprecio a la que actualmente calentaba las sábanas bordadas por otras.

Le serví los huevos con bacón, ración doble de pan y media botella de tequila. Dios decía que no había mejor forma de proveer de gasolina al depósito de su corazón, para poder resistir el mal de amores que padecía. La única mujer que se enfrentó a él era hija del terrateniente local. La primera vez que la vio al pasar por su lado, la cogió de la cintura, y como hacía con cualquiera de las mujeres bonitas que osaban cruzarse por su camino, la besó en los labios, llenándola de babas libidinosas. Ella se dejó besar, pero tal como la soltó en la acera, le propinó una buena bofetada en los morros, le escupió en las botas de cuero recién estrenadas y con un golpe de melena se marchó. Quizás porque estaba acostumbrado a que todos le tenían miedo, se quedó fascinado con aquella mujer con tan mal carácter. Prometió casarse con ella algún día, y así los hijos nacidos de ambos, dueños de tremendos torrentes de mal genio, serían los amos del mundo.

Varios años más tarde, cuando la aldea tenía catorce calles, varios comercios y la pequeña tasca de madera pintada de colores que yo regentaba se transformó en un vulgar restaurante de menús caseros, entró Dios con varios de sus matones a desayunar lo de siempre. Venía regañando consigo mismo por la envidia que le consumía al ver que la hija del terrateniente viajaba en helicóptero junto a su marido, uno de los médicos más prestigiosos del país, visitando desde el aire todas las hectáreas de bosque que habían vendido a una maderera, la cual había pagado una fortuna por aquellas valiosas piezas centenarias. El helicóptero se posó en la laguna cercana. Bajaron para dar un paseo y despedir tan hermoso paisaje.

Mientras Dios desayunaba, uno de sus hombres le comentó al oído que ella estaba muy cerca. Tomó aire, siguió con los huevos y sentenció: “Al carajo, en cuanto termine con mi gasolina voy para allá”, dijo tocándose la pistola que llevaba medio asomada en el pantalón.

Todos nos pusimos a rezar, sabíamos que en breve la laguna se teñiría de rojo, pero esta vez sería sangre distinta, sería sangre de ricos. Todos vimos marchar al escuadrón para sentenciar su amenaza…Cuando llegaron, por suerte, el helicóptero ya no estaba allí.



Luciérnagacuriosa 12-2011

Lo que dios diga.



Aquella mañana, Dios se levantó malhumorado y me pidió de desayunar un par de huevos fritos con bacon. Recé para que aquella noche no dieran en la tele una peli de Robin Hood, me hubiera visto a la mañana siguiente bien temprano cazando conejos para su desayuno. Mientras sólo le de por ver películas americanas…

Me dijo que le gustaba el bacon más crujiente, pero al menos no me gritó como otras veces, bueno, no tanto como otras veces. Luego llamó a su amigo Fede, aquel día habían quedado para ir a pescar y se le hacía tarde. Le puse la cesta grande junto a la puerta y la abrió antes de salir. Comprobó que estaba el bocadillo pero le faltaba la carnada y entonces sí que se enfadó. Se puso con los brazos en jarra, bufó y levantó la mano como para darme, pero ese día no me dio. Se oyó la bocina de Fede, le esperaba junto a la puerta. Salió disparado sin mirar atrás, sin mirarme. La mujer de Fede, Mamen, sabe bien lo que hay. Ya no se cree nada de mis constantes tropiezos con el canto de la puerta. Me ha dicho que no aguante más, que se oyen muchas cosas malas cada día en los telediarios, que no tiene ganas de tener que ir un día de estos a una concentración de repulsa frente al ayuntamiento. Yo le digo que él no es tan malo, que lo único que le pasa es que tiene un pronto muy feo, nada más.

Aquel día fueron a por la caballa, mar adentro. Se ve que se comió el bocadillo y le sentó mal. Fede dice que comenzaron a darle retortijones y que luego comenzó a quejarse con unos dolores espantosos, que se revolvía en el fondo del bote con las manos en la barriga y gritando como un poseso. Con el esmero con el que le había preparado yo aquel bocadillo…

El bote de Fede no tiene emisora. Ellos saben que sólo pueden alejarse unas millas de la costa, no sé cuántas, las justas para que tenga cobertura un móvil, aunque a Fede ni le gustan ni los usa. Dicen que si metes con fuerza una aguja por el boquetito del micrófono de un móvil te lo cargas, y que así puede hacer llamadas pero nadie oiría lo que dices, qué cosas.

Fede se asustó mucho al verlo retorcido en el fondo del bote e intentó llamar a la Guardia Civil con el móvil de mi marido. Ellos contestaban y decían constantemente: “Guardia Civil, dígame… Guardia Civil, dígame…” pero nada, Fede no pudo hablar con ellos. Después de un rato -Fede es muy torpe para estas cosas- consiguió a duras penas ponerle un mensaje a Mamen y ella llamó a la Guardia Civil. Por lo visto se pusieron en contacto con Salvamento Marítimo y éste llamó a la base para que el helicóptero saliera urgentemente a buscar al bote...
pero, por suerte, el helicóptero ya no estaba allí.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tarea navideña


Aquella mañana, Dios se levantó malhumorado y me pidió de desayunar un par de huevos fritos con bacon
 ...un tazón de leche con Cola Cao y media porción del bizcocho de manzana que aún quedaba de la merienda del día anterior. Por supuesto se lo comió todo, aunque a regañadientes; ese día no estaba para agradecimientos ni zalamerías. No me molestó en absoluto; yo ya sabía lo que tocaba aquel día, y comprendía que no sería plato de buen gusto para nadie. Tenía razones más que de sobra para hacerlo, pero aún así no tenía que haber sido nada fácil tomar una decisión tan drástica y fulminante. Cierto que la humanidad no se encontraba en uno de sus mejores momentos, demasiado perdida en el plano material. El Jefe ya les había concedido innumerables oportunidades para aprender la lección, pero... nada, continuaban igual de ignorantes tras miles de años de existencia. Parecía un caso perdido.
Afortunadamente, eran otros tiempos, ya no sería necesario construir un gran arca de madera donde meter cientos de parejas de animales de todo tipo. Fue suficiente un buen helicóptero con capacidad para varios contenedores de mediano tamaño, donde se introdujeron las cámara refrigeradas con las muestras genéticas de cada una de las especies existentes en aquel momento sobre la Tierra. Eso redujo bastante el tiempo de ejecución de la empresa. Más trabajo costó el encontrar un buen piloto; no había muchos santos capaces de manejar un cacharro de esos, así que hubo que improvisar: un compañero reencarnado nos habló de un chaval “mu güenecito” (así lo definió él mismo) que era un fiera manejando un simulador de vuelo de la PlayStation 3. Dios no se lo pensó mucho, como era en ÉL habitual (así le salía todo), y dijo que sí, que el chico podía servir, “cuanto más joven, más inocente” fueron sus palabras. Al principio el muchacho se asustó un poco, pero en cuanto le enseñamos el helicóptero de abastecimiento de la armada norteamericana se le hicieron los ojos chiribitas y olvidó por completo de qué iba todo aquello.
Y al fin llegó el día, aquella mañana tocaba comenzar lo que llamamos Operación Diluvio Universal II. El Jefe presionó el botón e, inmediatamente, una manta de agua con una fuerza sobrecogedora empezó a caer sobre cada palmo de tierra. No tardó en producirse el caos. Lo gracioso fue que, con la excitación del momento, nadie recordó avisar al joven piloto del instante preciso en el que tenía que partir y, cuando nos dimos cuenta, corrimos como locos y con el alma en vilo, bajo un aguacero de mil demonios, hacia el hangar donde se encontraba el artefacto guardado. Al llegar nos temimos lo peor...
...pero, por suerte, el helicóptero ya no estaba allí.




lunes, 19 de diciembre de 2011

¿MIL PALABRAS?


            Mil palabras. Ahora mil palabras, casi ná (por cierto, ¿”ná” contará como palabra entera o como media palabra? Bueno, que lo decidan los jueces que para eso están). Antes que si cien palabras, ahora que si mil; ¿es que esta gente no se van a cansar nunca? Como si fuese tan fácil... aunque a lo tonto a lo tonto ya llevo unas... cincuenta y nueve; ya me queda menos.
            El caso es que qué se puede contar en mil palabras; a saber. Podría intentar emocionar al personal con cosas como “la cálida e iridiscente luz crepuscular sumergiéndose en un mar de cenizas ardientes”, etcétera, etcétera... ¡Ñoñerías! Ya a nadie se le ponen los pelos como escarpias con estas pamplinas; por no decir que yo no valgo. Igual esperan de mí que les sorprenda con profundas reflexiones incomprensibles del tipo “somos parte inmanente de un Todo absoluto, creador, infinito e inabarcable que nos envuelve, nos protege...” Ufff, quita, quita, no me lo creo ni yo; no convenzo ni al bebé de mi vecina. Además, a estas alturas, quién quiere convencer a nadie de nada, allá cada cual, total, yo sólo sé que no sé nada; ¡ea! Ahí queda eso.
            ¿Cuántas quedan por Dios? ¡Casi ochocientas todavía, Madre del amor hermoso, esto no se acaba nunca! A ver, ahora qué... Ah sí, ya sé, lo del dramón lagrimoso con final inesperado y algo cómico suele quedar bastante resultón, ¿qué no? Espera, espera, me parece que eso está ya demasiado visto, mejor lo dejo que los colegas y las gachices están de un tiquismiquis que espanta. También podría atreverme con algún relatillo misterioso, de esos que te dejan con dos palmos de narices cuando llegas al final y te das cuenta de que, o no te has enterado de nada o el autor se ha pasado de listo inventando casualidades imposibles. No sé, no sé... aunque pensándolo mejor, demasiado curro para la hora que es; tendrá que ser algo un poco más sencillito, tipo cuentecito infantil o aventura quinceañera... claro que con eso no llego a ningún lado... ¿dónde quedaría mi reputación? Qué va, qué va (palabras de relleno).
            El caso es que todavía no llevo ni la mitad (trescientas sesenta y nueve) y aquí sigo, tal y como empecé, con la mente más en blanco que... ni una triste comparación medianamente original se me ocurre, esto es grave; y parecía fácil el jueguecito este, no ni ná. Bueno, vamos ya al lío ¿no? Que se va la tarde; me meto del tirón con un relato histriónico-místico-espirituoide y todo el mundo contento, ¿vale? ...esto,... ehh... verás tú... joder, estoy perdiendo facultades, ya no sé ni cómo empezar... vamos a ver... qué va, ná de ná (dos medias palabras hacen una ¿eh?). Además, seguro que me hubiese salido una cosa una jartá de empalagosa; mejor lo dejamos así.
            ¿Y ahora qué? No quiero mirar, no quiero mirar... cuatrocientas setenta y tres... ¡Imposible! ¡Si llevo toda la tarde escribiendo!; no me lo puedo creer, esta máquina tiene que estar escacharrada o algo. Hasta sudores me están entrando, esto es peor que una carrera de fondo, quién habrá sido el malaje que se ha inventado esto, qué malas ideas hay que tener. A que lo dejo... No, venga ya, tú puedes. Vamos allá.
            Erase una vez que se era... jeje, vale, vale, era broma, si no me lo tomo con humor ya me diréis; si es que es para suicidarse. Menos mal que esto no va para ningún cuadernillo de esos ni nada, si no, qué vergüenza. En la vida habría imaginado que sería tan complicado escribir mil míseras palabras.
            Como  me dé el punto y me agobie más de la cuenta les meto entre pecho y espalda un monólogo depresivo-compulsivo de escritor desquiciado y un tanto arrogante, por no decir pedante, pretendiendo entretener a los sufridos lectores con una sarta de memeces y palabrería barata de falsa modestia y humildad sensiblera con miras nada más que a encumbrar aún más su orgulloso ego... ¡No, no, por Dios, eso sí que no! Pobrecitos, qué culpa tienen ellos; eso sería lo último, antes mejor me meto a gacetillero del corazón, ¡un monólogo de esos tan aburridos, ¿yo? Qué va, qué va, no sé ni cómo lo he pensado siquiera! Sería incapaz.
            Mira, ya van más de setecientas palabras, como el que no quiere la cosa; no si al final verás tú... Pero el caso es que llevo ya unas cuantas y aún no he contado nada de interés, o al menos que entretenga algo, qué menos, digo yo. Me van a linchar como siga así, qué manera de hacer el ridículo, a mi edad. Ajajá, ahora sí que sí: un pequeño ensayo de esos de los míos sobre cualquier temita interesante, que eso siempre cuela y suele ser algo instructivo además, ¿a quién le iba a molestar? A ver a ver... sobre qué podemos escribir... ¡Ya está! Sobre la Inspiración, qué mejor, ya que estamos. Podría decir algo así como que la Inspiración es ese momento de quietud mental donde el artista es capaz de expresar sin esfuerzo, o  con poco esfuerzo, todo aquello que su verdadero Ser Interior le susurra al oído, procedente de la Fuente originaria que todo lo contiene... por ejemplo... no está mal, no está mal, me va gustando. Qué más... eso es, también podría quedar bien aquello de que la Inspiración suele ser un instante de iluminación en el que el tiempo y el espacio pierden su condición limitadora y el artista penetra de manera inconsciente en otra dimensión donde la creación es lo natural y el Ego desaparece tras el velo que surge dejando oculto temporalmente ese otro mundo material donde queda aquella ilusión a la que llamamos Vida... está bien, pero... se me fue la Inspiración, también es mala pata.
Y para lo que queda no me merece la pena seguir pensando... a ver cómo termino... ¡ah! ya está: Novecientas, novecientas noventa y cuatro, novecientas noventa y ocho y... ¡MIL!

Palabras de regalo: Espero que podáis perdonarme, que uno está muy mayor ya para estas cosas. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS, BLOG QUERIDO!

sábado, 17 de diciembre de 2011

Y POR FIN... LES DEDICO ESTO


Hola amigas y amigos de Letras Libres. Todos ustedes me conocen desde hace mucho tiempo pero esta es la primera vez que hablo así directamente. Que ya era hora después de tanto tiempo. Me he propuesto escribir esta entrada con exactamente mil palabras. Ni una más ni una menos. Mil palabras no son muchas, no se crean, así que no se me escaqueen por lo bajini. Mil palabras son como diez microrrelatos de cien palabras de esos que les ha dado a ustedes por escribir ahora. Por cierto, me he enterado yo por ahí que son relatos de gran categoría…



Aunque tengo que decir que no me han dejado ustedes leer ninguno (ejem, ejem). Menos mal que gracias a mis vecinos, sí he podido enterarme de alguno. También me han cotilleado por ahí que lo pasaron ustedes de maravilla en la cena que organizaron. Yo me alegro pero ya me podrían haber invitado, ¿eh? Que uno aquí después de todo este tiempo y sin catar nada de las pitanzas tan maravillosas que se dedican. Tiene guasa la cosa. Pero bueno, es normal, no es que tenga mucha movilidad yo. Siempre estoy aquí para que la gente me vaya colgando cosas.


Digo yo que estos años ya me valdrían por lo menos para un doctorado en literatura. Fíjense: yo, que nací todo blanquito y sin medir más de una cuarta. Y escuchimichao. Un cuatro de enero me trajeron al mundo. Qué frío, y sin ná de ná. Encima me dijeron que me habían traído… por probar. Por probar, fíjate tú qué guasita. Pero tuve la suerte que desde el primer día me arrullaron con metáforas. ¡Ay las metáforas! Cuántas habré visto durante mi vida. Después de todo este tiempo aún sigo enamorado de ellas. ¡Qué cosa más maravillosa son las metáforas!


“El movimiento es un murmullo de cascabeles en carretas engalanadas”, “la lluvia sobre el tejado de zinc es una manifestación de gnomos con zuecos”, “el motor de mi viejo coche suena como el timbre de una casa sin dueño”, “el levante es una escoba marinera aprendiz de peluquera”, “el miedo es un vértigo de mil azoteas aposentado en la nuca”, “la oscuridad son negativos de ventanas deslizándose en el tobogán de mis párpados”, “la risa es el lenguaje común y en desuso de la tribu Alegría…” ¡Los relatos y los poemas bullían como gotas de agua en una sartén hirviente!


Mi sensibilidad literaria y mi amor por las palabras se las debo a todos esos poemas y relatos que me contaron. De hecho tengo muy buena memoria porque me acuerdo de todas y cada una de esas historias. Hasta puedo recordar el día, el mes y el año exacto. También es verdad que la memoria estadística es algo que se estila mucho en mi vecindario. Pero con el tiempo aprendí que existen otros tipos de memoria. Por ejemplo la que se queda grabada en el inconsciente. Un olor o un sonido pueden llevarte a experiencias escondidas en lo más recóndito…


De esta forma pude escuchar las cadenas arrastrando de un fantasma viejo escondido en un pozo, una tiza chicharreando en una pizarra y espolvoreando una sotana, los cañonazos de temblor de un terremoto… Y también pude oler el alma de un abuelo fallecido que se quedó guardada en un jersey, el aroma fulgurante de la manteca colorá en el patio de un colegio, la esencia de aquelarre que esconde el jabón lagarto, el perfume enfrascado en el patio de naranjos de una casa de verano y las chispeantes briznas de azúcar del algodón dulce que viaja de feria en feria.


Hablando de viajes: ¡cuántos lugares he visitado a lo largo de mi vida! Me han deslumbrado palabras de los sitios más exóticos: la vibrante y proverbial Somalia, el apasionado y hechizante Sahara, el telúrico y hondo Vietnam, la musical y brava Jamaica, la versada y reluciente Islandia. Y sin poner un pie en ninguno de esos sitios. ¡Y los que me quedan en el futuro! Ya de momento estoy planeando una visita a Oceanía para ver qué me cuentan los aborígenes. Pero no sólo he viajado por el mundo, también por el espacio, por el tiempo y por las dimensiones…

He descendido por el pozo abisal de un microscopio hacia la inescrutable realidad subatómica, he recibido visitas de seres extraterrestres cuyo idioma sonaba a chirridos de escorpión y a agujas metálicas, he conocido simpáticos animales como un hámster miedoso y bonachón y un gato enamorado de las ratas, he dado la vuelta a mis células como un calcetín para palpar el frío tacto de mi rostro al otro lado del espejo, me he embarcado al espacio exterior en una nave de plástico y he desbrozado de prejuicios la selva de las palabras en busca del sutil tesoro de lo real.


¡Y cuánta gente me ha dejado colgadas sus historias! Recuerdo perfectamente a todos, cada uno con su voz y su mirada únicas. No bastarían mil palabras para hablar de todos ellos. Sí me gustaría dejarle un afectuoso recuerdo a Isabel Muñoz, esa maga tan especial cuya luz inunda ahora el cosmos. También recuerdo esas lecturas y puedo hablar (porque pude sentirlas) de la inquietud, la emoción, la alegría. Incluso recuerdo las visitas de escritores tan esperadas y tan celebradas. Y recuerdo los cuentos al arrullo de ese mágico árbol de Sancti Petri, las comidas, las canciones, los deseos… ¡Cuántas cosas!


Se me acaban las mil palabras y aún tengo que hablarles del futuro. Sé de buena tinta que los próximos acontecimientos les van a poner a mil. No puedo decir más porque es un secreto recién salido del horno. Calentito, calentito. Y para el futuro, también espero que no se olviden ustedes de mí, que me sigan colgando tareas, versos e historias para que pueda seguir leyendo y conociendo. Porque todo lo que soy y lo que he aprendido en mis cinco años de vida, en mis mil entradas, es gracias a ustedes. Gracias por estar ahí, mis queridos personajes.

Mil besos, mil cariños, mil abrazos 
El Blog de Letras Libres


POSTDATA: "Cuando por fin cumplió las mil entradas, el Blog de letras libres lo celebró dedicando un post con su biografía a todos sus “personajes” de la Escuela y el Colectivo."

Yo también he hecho la tarea de este miércoles, no quería quedarme sin probar el juego. También yo tengo derecho a "personificarme", ¿no?


¡Que les vaya de maravilla la lectura de hoy!

jueves, 15 de diciembre de 2011

¡Artistas! (+ tarea y juego)

Un artista nunca es pobre.
Por todo el mundo resuena el grito del corazón del artista.
Permíteme hacer todo aquello de lo que soy capaz.



Brindo por más festines y más arte con ustedes. La cita y la escena son de una película que vimos el lunes en el Club de Lectura. He puesto más cositas sobr9 este tema en el blog del Club de Lectura aquí.

Os recuerdo que para el próximo miércoles retomamos Letras Libres por el Mundo. El lugar elegido ha sido Oceanía, concretamente tenemos que buscar literatura aborigen y curiosidades literarias (o no) de las gentes ese continente.

También durante la clase de ayer miércoles, hicimos un pequeño juego basado 9n el siguiente micro-relato:

Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.

Como podéis ver, simplemente cambiando el orden usual de los elementos en rojo, el autor consigue un efecto mágico y chispeante. Pues bien, el juego consistía en hacer un microrrelato con una estructura similar, alterando los elementos de forma parecida. Puede ser entre el pan y el comensal, entre una melena y un peine, entre la escoba y el limpiador, entre los ojos y la luna, en fin, lo que se ocurra. En clase salieron muchas frases muy bu9nas y salimos muy contentos.

Si alguno/a queréis participar en este juego, podéis hacerlo escribiendo vuestra frase en un comentario en esta entrada. ¡Que lo disfrutéis!

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cita poética en San Fernando

El próximo sábado tenemos una cita poética. Está organizado por la asociación socio-cultural La Regadera y tendrá lugar a las 17:30h en el Jardín Botánico de San Fernando. Este lugar es ya de por sí un lugar imprescindible para conocer a fondo el entorno natural que nos rodea, y si a eso unimos una experiencia poética, estamos seguros de que será una vivencia inolvidable.


La Regadera ha tenido la deferencia de hacer un huequito a los compañeros del Colectivo Letraslibres que en su día escribimos el cuadernillo Amores. No podremos leer todos los que estuvimos en ese cuadernillo por razones de tiempo en el acto, pero aún así les agradecemos la invitación y esperamos que todos disfrutemos de lo lindo.




viernes, 9 de diciembre de 2011

Escalera de agradecimiento



Gracias 
Gracias por estar ahí
Gracias por estar ahí y seguir
Gracias por estar ahí y seguir adelante,
Gracias por estar ahí y seguir adelante, enseñando,
Gracias por estar ahí y seguir adelante, enseñando, imaginando, 
Gracias por estar ahí y seguir adelante, enseñando, imaginando,  con nosotros.

Tú escribes y yo dibujo. Abril Morillo



martes, 6 de diciembre de 2011

Amnistía Internacional. 50 años

"Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones..."


Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 19.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Cuenta atrás... y tareas pendientes...

Me gustaría que os fijárais en los números entre paréntesis. Son del registro de entradas del blog.


Ahora coged calculadora y sumadlos, veréis lo poquito que nos queda para llegar a una cifra redonda y muy especial. ¡Hay que escribir algo para celebrarlo! Además si os fijáis en la fecha de la primera entrada de 2007 veréis que dentro de muy poquito es también el cumpleaños del blog. ¡Casi nada!

Aprovecho para apuntar las tareas que hemos hecho estos días en la escuela, a ver si recuperamos la costumbre de colgarlas y llegamos rápido a ese número redondo ¡o al doble de ese número! Empezamos con la tarea de la biografía que ya Pedro y Tangai se han animado a hacerla a distancia. Se trataba de escribir un microrelato contando nuestra vida desde que nacimos y terminar con la frase: "y esta tarde entré por la puerta de este taller". Todo ello en tres o cuatro líneas y sin decir nombres propios. Si se anima más gente a hacerlo, puede cambiar la última frase por: "y hoy he entrado en el blog de letras libres". Ánimo que seguro que salen cosas tan bonitas, interesantes y verdaderas como las que oímos en el taller.

Otra tarea que hemos hecho ha sido con el libro "Mis primeras cienmil palabras" que está lleno de ilustraciones sugerentes. Se trataba de escribir un relato inspirado en lo que te sugiriera la imagen. Recordar también que queda pendiente la tarea preparada por Ra de escribir un relato insertando a un personaje conocido (histórico o ficticio) en una época histórica totalmente diferente a la suya (al estilo de los relatos de El bombero de Pompeya de Migue).

Equilibrista (¿se notaba mucho? :P)

viernes, 2 de diciembre de 2011

MICRORELATO

Sumándome a la tarea del taller de la semana pasada.

"Siempre he pensado que debo de ser la consecuencia de un coito muy gratificante; nunca dejo de sonreir del todo. Y ahora, entro por la puerta de este taller..."

Autobiografía en tres líneas (maomeno)

Amanece un cálido día del verano del 69, entre nieblas de dictadura que se difuminan con los primeros rayos del astro rey. La luz se abre camino por tortuosas nubes claroscuras que presagian cambios a nosesabequé. Al fin el Sol luce esplendoroso; el horizonte aún queda lejos. Será un día hermoso... y yo aquí frente a mi PC, oliéndolo.