sábado, 31 de enero de 2009

Hoy es el cumple de Juan José Millás


Hoy es el cumpleaños de Juan José Millás. Felicidades, que cumplas muchos más. Y esta vez nos vamos a dar el regalo nosotros en vez de a él: En su página oficial podremos leer cuatro relatos de su último libro, os adelanto que son una delicia.


Alinando Delicado

Breve historia de periodismo

Breve historia del día en que los periodistas de la tele vinieron a mi pueblo a hacer unas entrevistas.

- Señora Eulalia, nárreme brevemente cómo es la idiosincrasia de este específico término municipal.
- ¿Mande?
.
Fin
.
Alinando Delicado

lunes, 26 de enero de 2009

Hola a todos de nuevo. He estado muy liado con el trabajo, fuera de Cadiz y no he podido continuar en el taller. Si todo va bien l próximo miercoles vuelvo. Disculpadme si no he podido comentar vuestros textos, que si he leído, pero que no me he visto con tiempo de leer con suficiente paciencia para poder criticar. Os adjunto lo que creo que es ha sido un ejercicio del taller. Tal vez sea un oco largo, pero no he podido acortarlo.

RAY

Aquejado de una polineuritis de origen alcohólico, Ray B. estaba ingresado en el Sanatorio Municipal para alcohólicos del distrito de M. Cuando comencé a trabajar en febrero de 1964, Ray llevaba la friolera de veintinueve años ingresado. Según su expediente médico había ingresado en estado de delírium tremens a la edad de 65 años y con síntomas avanzados de polineuritis el 13 de diciembre de 1964. Lo habitual es que los pacientes pasen de seis a ocho meses hasta haber superado los síntomas de adicción, luego se les da el alta, aunque en muchos casos vuelven a pasar por el centro al cabo de un tiempo tras alguna recaída, pero permanecer casi treinta años era algo que no había visto en mi vida, así que supuse que debía ser un error. Los siguientes informes corroboraron las fechas. No entendía como un institución como aquella, que apenas podía podía pagar los gastos que suponía su mantenimiento, se permitía tener un enfermo, que además había superado hacía tiempo las adiciones, ingresado durante tanto tiempo. Sí, era cierto que seguía aquejado de polineuritis, pero había hospitales que podían atenderlo mejor que allí.
Era difícil encontrar a alguien que llevase tiempo en el sanatorio, el personal se renovaba continuamente debido a los bajos sueldos que se percibían y pocos me podían hablar de Ray. Me dijeron que en administración había una mujer solterona que debía llevar al menos tantos años como Ray. Me acerqué a la oficina que estaba en el ala mas vieja y oscura del sanatorio. Y allí, detrás de unos impertinentes y con un moño tan antiguo como ella estaba la Srta. R.
Hola, saludé. Buenos días doctor, sonrió. Quería preguntarle por un paciente, empecé a decir, cuando ella me disparó un discurso que parecía tener aprendido como una retahíla del colegio, interrumpiendo cada frase con una sonrisa con la que se aseguraba de si yo estaba entendiendo la historia de Ray. Efectivamente había llegado el 13/04/64. No se le conocían parientes y durante todo este tiempo nadie había preguntado por él. Sus papeles se habían quemado junto a los de otros muchos pacientes tras el incendio provocado en la antigua oficina de administración por uno de los 'borrachos' recalcó, así que no se podía hacer nada, y además dijo: es el único paciente que paga sus servicios y muy generosamente, y no vamos a permitir que se vaya, claro está, si él no quiere, terminó con una sonrisa.
Nadie parecía saber nada de Ray. La enfermedad lo había postrado definitivamente en una silla de ruedas y se había sumido en un silencio permanente.

La clave de estos sanatorios está en la rutina. La mejor forma de tratar a estos enfermos consiste en mantener un orden estricto, una ocupación constante para que no tengan tiempo de pensar en la bebida. Por la mañana una vez terminado el desayuno comenzábamos la terapia grupal, a la que siempre asistía Ray. Lo traían en su silla, y lo situaban en uno de los extremos del semicírculo que formaban los pacientes. Todos hablábamos por turnos hasta que llegaba su vez, ritualmente parábamos unos minutos para darle su oportunidad, yo le animaba a unirse al grupo, pero Ray permanecía detrás de su silencio, mirándome con sus ojos grises, acuosos y turbios, sin mover un músculo.
Interrogué a varios pacientes, a los auxiliares y todos coincidían: Ray podía hablar, pero no quería. Una vez finalizada la terapia, cada paciente tenía asignada una tarea acorde con sus capacidades: unos de jardineros, otros ayudaban en la cocina, otros en administración y así sucesivamente. Ray se limitaba a permanecer día tras día junto a una pequeña y por otra parte vulgar, fuente de azulejos que había en el jardín del sanatorio. Incluso los días que hacía mal tiempo los auxiliares lo llevaban a una galería acristalada que había junto al jardín y desde la que se podía ver la fuente. Me extraño este comportamiento y según pude averiguar, en las pocas ocasiones en las que había hablado era para pedir que lo llevaran junto a la fuente. Pensé que esto me podía servir para acercarme a él y un día le pedí al auxiliar que tenía que llevarlo que me dejara a mi.
Salimos al jardín, hacía un bonito día. La temperatura era agradable. Se podía escuchar el ruido de la fuente y el crujir de la grava bajo las ruedas de la silla. Algunos pacientes conversaban en el jardín mientra limpiaban las hojas de los árboles. Llegamos a la altura de la fuente y continué de largo.
Bueno, Ray. Hoy vamos a pasear.
Y entonces escuché por primera y última vez su voz. Grave, deformada por la enfermedad que le paralizaba parte de la cara. Fuente, dijo. ¿Cómo has dicho?, Ray. Fuente, repitió. No, hoy no vamos a la fuente, hoy vamos a pasear hace un día precioso. Y entonces empezó a sacudirse presa de unas convulsiones que le doblaban todo el cuerpo mientras prorrumpía en gritos y espasmos musculares hasta que terminó por orinarse encima. Me sentí observado por todos, varios enfermeros corrieron hacía nosotros, no sabía que hacer, sólo le pedía que se callara. Vi al director del centro que nos observaba desde la entrada principal. Finalmente le pusieron un tranquilizante y se lo llevaron a su habitación. La conversación que a continuación tuve con el director no fue muy agradable. Me pidió que me dejara de experimentos, que quien me creía que era, recién salido de la facultad e intentando descubrir que se yo qué, decía. Y que ya estaba bien de hacer tantas preguntas sobre Ray. Me conminó a mantenerme alejado de él y a realizar el trabajo para el que me habían contratado.
Al día siguiente volvió a la normalidad, salvo que Ray no vino a la terapia. Lo llevaron directamente junto a su fuente mientras yo lo miraba desde la galería.

¿Quien eres Ray? Yo me llamo J., Ray. Ese soy yo. Ahí afuera, detrás de esto muros esta Mary, mi chica, mis padres, también están F. y M. mis amigos. Ese soy yo, Ray. Yo soy J. Porque ellos están ahí. ¿Y tú quien eres Ray? ¿quién está ahí por ti?. Pasaron varios meses sin novedad, durante los cuales sólo averigüé lo que me dijo una de las auxiliares que lo lavaban. Ray tenía una pequeña bolsa negra de plástico del tamaño de un sobre de la que nunca se separaba. Ni siquiera cuando lo bañamos, doctor, dijo. Una vez se la quisimos quitar para dejarla junto a la mesa para lavarlo mejor se puso como cuando usted lo no lo llevó a la fuente. Lo estuve observando durante varios días y noches para ver si abría la bolsa, pero nunca la miró. Por lo menos en mi presencia. No se me ocurrió preguntar más a los auxiliares, por no parecer enfermizo y sobre todo por no ponerlos en apuros ya que tenían orden del director de no ayudarme más en mis pesquisas. No creo que el director quisiera ocultar nada, sólo le preocupaba no perder su fuente de ingresos. Los acontecimientos que siguieron así me lo confirmaron.

El trece de Abril de 1994 justo el día que Ray cumplía 30 años en el centro, se produjo el incidente con el que terminaría todo. El Ayuntamiento había recaudado nuevos fondos de un benefactor anónimo y había decidido ampliar el sanatorio con un nuevo dispensario. Una excavadora, siguiendo las indicaciones del plano del arquitecto municipal, demolió la fuente de Ray, porque ese era el lugar idóneo, según el arquitecto, para levantar la nueva edificación. Esa misma noche después de fuertes convulsiones murió Ray de un paro cardíaco. Estuve junto a él todo el rato, hasta que le cerré los ojos. La enfermera que lo preparó me entregó la bolsa negra.
Nadie reclamó el cuerpo y fue enterrado al día siguiente en una fosa común a pesar de mis quejas, en el cementerio de la ciudad. Al mes siguiente de su defunción se recibió puntualmente el ingreso. Yo seguía teniendo la bolsa guardada en mi despacho, esperando que por fin alguien apareciera para reclamar las pocas pertenencias de Ray. Cuando me enteré de que se había recibido el dinero supe que nadie iba a reclamar nada. Esa misma noche me encerré en mi despacho, cerré la puerta con llave para que no me molestaran y me preparé para averiguar quien era Ray. Me senté en la mesa, encendí el flexo y saque la bolsa de un de los cajones y la dejé frente a mi. Era una bolsa pequeña, gastada por el uso, no mucho mayor que un sobre de carta, sujeta por una goma sucia y muy manoseada. Parecía por el tacto que apenas contenía un par de documentos o fotos. Quite la goma con cuidado y desdoble los pliegues de la bolsa, pensando si realmente yo tenía derecho a hacer lo que estaba haciendo, si ahora que no estaba aquí, yo podía inmiscuirme en su intimidad furtivamente como lo estaba haciendo. Los hombres somos curiosos por naturaleza y yo no me podía contener, quería ponerle nombre a Ray, quería conocer a su Mary, quería que también hubiera alguien para él ahí fuera. Dentro había solamente dos fotografías en blanco y negro muy decoloradas y un carta en un sobre viejo y mustio. Deje todo de nuevo en la mesa, todavía indeciso en seguir. Finalmente tomé la primera fotografía. Era un niño de unos cuatro años sonriendo con una pelota debajo del brazo junto a una fuente idéntica a la que había en el jardín. ¿Era Ray este niño? ¿Quién sabe? Sólo tenía cuatro años y cuando yo lo conocí tenía noventa y cinco. La otra fotografía estaba sacada en el mismo sitio, junto a la fuente. El niño le daba las manos a una pareja de jóvenes que sonreían a la cámara. El hombre debía tener unos veintiocho años. ¿Era Ray? Sí, podía ser. Daba el aire, la nariz pronunciada, las orejas chicas, como Ray muy atrás en la cabeza, pero tal vez parecía más bajo. La dejé junto a la otra para observarles de nuevo. La chica era guapa. La llamé Mary. Si eso debía ser. No se cuanto tiempo permanecí mirándolas, imaginándoles una vida. Por fin cogí el sobre, que parecía se fuera a romper en mis manos, me lo acerqué a la nariz, olía a Ray. Venía dirigida a Ray B., el remitente eran tres iniciales que apenas se veían: una P que también podría ser una R, una B y otra letra que no se distinguía. ¿Tenía derecho a leer esa carta? El ya no estaba aquí. Había elegido el silencio, pasar desapercibido. No, no podía abrirla, ya sabía suficiente con aquellas fotografías, para que quería más. Ya le había dado una vida a Ray. Me levanté encendía la trituradora de documentos y me deshice de todo. Adiós Ray, dije.


Alfonso

domingo, 25 de enero de 2009

LEGIONARIO ROMANO
(Homenaje a la ciudad de Roma)

Recostado en la cama, que durante el día utiliza como sofá, Massimo tomó con delectación el desayuno: un vaso de leche caliente acompañado con una porción no muy grande de pan untado con queso de cabra. Después, como solía ser su costumbre, pasó unos minutos contemplando desde el gran ventanal de la única habitación con que contaba su modesta casa, la hermosa vista que le ofrecía la ciudad de Roma en esa mañana primaveral. El panorama era espectacular, desde una de las siete míticas colinas romanas: el monte Esquilino, lugar donde se asentaba la vivienda,

Se sentía animoso, el día parecía propicio para que las inclemencias meteorológicas, que a veces perturbaban su trabajo, no aparecieran. Con esa buena disposición, comenzó con la liturgia diaria de vestirse el uniforme: lo primero sus cómodas sandalias. Echó una ojeada a las suelas de cuero tachonadas con clavos de hierro, comprobando su estado de conservación; a continuación se sentó en la silla que hacía las veces de mesita de noche, y con sumo esmero ató sus correas para que quedaran bien ajustadas tanto al pie como al tobillo. Acto seguido, del respaldar de la silla tomó la túnica de lana roja allí colgada, y se la introdujo por la cabeza al carecer de abertura de cerramiento; era el momento en que se situaba frente al espejo para dejarla a la altura deseada, en su caso un poco más arriba de la rodilla, ciñéndosela a la cintura con la ayuda del cíngulo.

Le gusta verse reflejado en el espejo, contemplar su rostro anguloso, de nariz prominente, amén de su trabajada musculatura y reconocerse como estereotipo de una estirpe con la capacidad de conquistar el mundo.

Tomó la armadura de placas segmentadas, cubriendo con su estructura los hombros y el torso, colocándosela con destreza y ajustándola firmemente mediante ganchos y hebillas. Envainó en el lado derecho de su cintura la eficiente espada, conocida como Gladius Hispaniensis, y como remate de su indumentaria, se caló el casco anudándose bajo la barbilla las correas que discurrían tras las aletas protectoras de las orejas. El yelmo se encontraba impoluto, brillante, con sus pequeños rosetones de latón también relucientes.

Se miró al espejo por última vez, y tras comprobar que estaba en perfecto estado de revista, salió con dirección a su puesto en el Coliseo. En mañanas como las de hoy, le gusta hacer el camino a través de los Foros Imperiales; los que a pesar de la tempranera hora se encuentran con bastante animación. Al pasar junto al bello arco de tres luces, del emperador Septimio Severo, sintió la necesidad de parar unos instantes para contemplar como tantas otras veces, los magníficos bajorrelieves, de las victoriosas batallas del emperador sobre sus enemigos Partos. Los oblicuos rayos solares de la reciénnacida mañana, inundaban los esculpidos mármoles con luces y sombras confiriéndoles un insólito realismo. A su derecha las ocho columnas con arquitrabe que constituyen el pronaos del Templo de Saturno, se le muestran altivas tal vez, por haber tenido otrora el privilegio de guardar el tesoro nacional.

Templos y basílicas acompañan el caminar de Massimo, hasta su llegada donde se alza el circular Templo de la diosa Vesta, rodeado de hermosas columnas corintias erguidas sobre un ostentoso podio de mármol, construido con la suprema misión de proteger en su interior el fuego sagrado, símbolo de la perpetuidad del estado y cuya extinción se veía como premonición de un inevitable desastre. A corta distancia y en el mismo conjunto unitario, el legionario detiene su camino atraído por las níveas esculturas del pórtico de la Casa de las Vestales, que representan a las bellas sacerdotisas que allí vivían y que dedicaban su vida a la conservación del fuego sagrado.

Massimo, enfila la Vía Sacra donde el sonido del tachonado de sus sandalias sobre el empedrado de la calzada, acrecentaban la marcialidad de sus pasos. El triunfal Arco de Tito, aparece ante sus ojos; mandado a construir por el emperador Domiciano para celebrar las victorias sobre los hebreos de su fallecido hermano Tito, conquistador de Jerusalén. Sobrio a primera vista, guarda celosamente en el interior de su vano, dos magníficos bajorrelieves con las gestas del emperador.

El Coliseo se muestra a Massimo con toda su grandiosidad; se adentra en la plaza que alberga el elíptico edificio emblemático de todo un imperio, mezclándose entre la multitud que por allí deambula. Al llegar al puesto, fuente de su sustento, se siente feliz a la sombra del colosal monumento también llamado Anfiteatro de Flavio, cuya estructura de cuatro pisos, los tres primeros con arcadas separadas por columnas de estilo dórico, jónico y corinto respectivamente y el cuarto por una masa mural mas compacta horadada por ventanas, le sigue impresionando a pesar de verla a diario.

Como esperaba el legionario, el día está siendo pródigo en trabajo; es mediodía, cientos de personas hacen cola para entrar en el edificio y otras pasean admirando su maravilloso porte. En un momento, Massimo observa como un grupo de jóvenes orientales se le acerca decididamente flanqueándolo sin mediar palabra, uno de ellos se ha quedado unos metros rezagado; conocedor de su oficio, desenvaina la espada con prontitud y apuntándola hacia el cielo, espera hasta que el muchacho que quedó disgregado, inmortalice la escena con su cámara de foto digital.

Cuando queda solo, el legionario introduce en la faltriquera que oculta bajo su túnica, la moneda de dos euros que le han dado los muchachos y se marcha ufano al pequeño establecimiento, donde cada día mitiga el hambre con un trozo de pizza y una cerveza, para a continuación proseguir con su trabajo.

JUAN

Memoria futura

–Hola Gabriel, ¿qué haces?
–Hola hermanita, ya ves, aquí visionando algo de historia.
–¡Aaaala, el siglo XXI nada menos! ¿A qué viene ese repentino interés por la prehistoria?
–No mujer, si fuese prehistoria no existirían estas imágenes.
–Ya, bueno, pero casi. No me negarás que no parecen primitivos....
–Eso sí, sólo unos cuantos miles de años de evolución; tampoco se les podía pedir mucho más a los pobres.
–Nunca entenderé cómo podían ser tan listos para algunas cosas y tan ignorantes para otras.
–¿Por qué lo dices?
–Por qué va ser, hombre, ¿no lo ves? Eran capaces de construir máquinas para casi todo, viajar por todo el planeta, incluso por el espacio, vivir en cualquier sitio, comunicarse a través del mundo entero en cuestión de segundos... y sin embargo eran incapaces de vivir en paz.
–Bueno, eran tiempo muy complicados, hay que entenderlo. Aún por aquella época existían demasiadas diferenciaciones entre ellos.
–¿Diferenciaciones? ¿A qué te refieres?
–Sí, verás, pensaban de muy distintas maneras. Habían muchas diferencias religiosas, políticas, filosóficas, espirituales,...
–Alto, alto, para un poco, que ya me he perdido. ¿Quieres decir que aún no sabían que todos eran iguales y por eso combatían entre ellos?
–Tampoco exactamente, ya te he dicho que no es fácil de entender. A veces ni yo mismo lo comprendo. Debes de tener en cuenta que vivían rodeados de fronteras que delimitaban territorios, cada uno de ellos con distintas leyes, idiomas, costumbres, formas de pensar,.... En fin, todo muy difícil para la convivencia.
–Ya veo. Aún no eran lo suficientemente inteligentes como para saber que la única manera de vivir en paz y tranquilos es compartiéndolo todo como auténticos hermanos, ¿no es eso?
–Claro, algo así. Imagínate si eran ingenuos que ellos mismos se autodenominaron homo sapiens. Sólo un necio de verdad se atrevería a llamarse a sí mismo sabio.
–Jajajaja. Es verdad. Incluso me parece que pretendían conquistar el Universo con naves espaciales o algo así; ¡cómo podían ser tan tontos!
–Bueno, bueno, ya está bien de tanto burlarse; debemos de tener en cuenta que fueron nuestros antecesores, y que sin ellos, nosotros no estaríamos aquí ahora ni seríamos lo que somos.
–Tienes razón, aunque si no me han explicado mal, creo que por aquella época el ser humano fue el responsable de una de las mayores extinciones de especies de toda la historia del planeta.
–Y así fue. Las ansias de poder y la ignorancia no son buenas aliadas. La peor parte comenzó con el descubrimiento del petróleo como combustible...
–¿Petróleo? ¿qué es eso?
–Un residuo orgánico que utilizaban para casi todo. Hizo que la producción de bienes se multiplicase enormemente, y consecuentemente también la población creció en proporción. Disparó todos los índices imaginables: económicos, industriales, demográficos, medio ambientales.... Una locura. Afortunadamente se dejó de usar hace ya mucho, aunque el daño que hizo fue irreparable en muchos sentidos.
–Imagino. O sea, que pensaban que el planeta Tierra era infinito y había cabida para todo el que llegase.
–Más o menos. Esa fue la causa de otra de las grandes diferenciaciones entre ellos; había unos cuantos que tenían mucho a costa de la mayoría que apenas tenían para sobrevivir, y claro, todo el mundo ansiaba vivir como el que más.
–Es lógico. Y entonces volvemos de nuevo a lo mismo de siempre, ¿no? La escasez de inteligencia de los que tenían más, les impedía saber que compartiendo vivirían más tranquilos y serían más felices.
–Exacto.
–Pues sabes lo que te digo, que me alegro de no haber nacido en aquella época tan primitiva. Anda, deja de perder el tiempo con eso y salgamos a jugar, que luce un sol espléndido.

QUÉ MONO

Este ejercicio lo llevé a medias al taller y se notó bastante que lo terminé de mala manera.Por eso doy las gracias a M.Angel por la buena crítica y también al locuaz silencio de los demás. No sabeis qué cosas cuenta el silencio.He hecho la corrección para cumplir con lo fijado. Y así queda el relatillo:

Aquejado de una polineuritis de origen alcohólico se adentró en las entrañas de la feria de su pequeño pueblo en la que reinaba los estridentes sonidos de los más grandes altavoces del mundo, buscando algo. Se paró un instante en una de las casetas de tiro al blanco y apoyó su temblorosa mano en una de las paredes de ésta. Al momento todos los objetitos coronados por su correspondiente palillitos empezaron a moverse. Todos fallaron el tiro. Se llevó el mayor abucheo de su vida, pero parecía que no iba con él. Se dio la vuelta y dejando una estela de insultos a sus espaldas continuó su torpe caminar. Como el color amarillo era su preferido se detuvo instintivamente en una pequeña casetilla donde infinidad de desconcertados y pálidos patitos giraban entorno a ellos mismos, y a la vez en sentido contrario de las agujas de cualquier reloj, empujados por una corriente invisible de agua. Sin sacar dinero alguno de su bolsillo cogió una de las cañitas de bambú con su ganchito de alambre en la punta y recordando parte de su niñez se aventuró a la pesca de patos. El dueño del tenderete intentó quitarle la caña pero le fue imposible de buenas maneras y optó por empujarle ya que las madres no se acercaban con sus niños. Con tanto ímpetu lo hizo el feriante que le lanzó como el hombre bala, cruzando la única calle que dividía la feria en dos y tambaleándose y agarrándose donde pudo se sentó en lo primero que alcanzó para intentar calmar el temblor que padecía. Levantó ambos brazos y se asió con sus trémulas manos al respaldar que le rodeaba.

Parecía un enorme muñeco dentro de una enorme taza que giraba, que giraba, que iba y que venía y que en un inesperado frenazo le hizo salir disparado ahora contra el gastado mostrador de metal de una caseta cercana.


Con sus manos apoyadas en él levantó la cabeza y ante su cara,( aquel día todo le venía grande), apareció un gigantesco vaso lleno de tinto. Se asomó a él y vio sus ojos temblando en la superficie y se los bebió. Otra vez consiguió dejar los temblorosos recuerdos para otro momento. Aquella noche pudo dormir tranquilo. Eso era lo que andaba buscando.


Un saludo.
moy.

viernes, 23 de enero de 2009

El esquirol - 2ª parte

Empujado por algunos compañeros que dicen que siempre les dejo con la miel en los labio porque no termino las historias, me atrevo a concluir ésta, pero dejando constancia de que pienso que es preferible dejar el misterio del final a la imaginación de cada lector. Ya me dirán lo que piensan al respecto.



Transcurría el mes de Abril de 1968, el ambiente en Europa estaba crispado políticamente, pues tanto obreros como estudiantes se alzaban en reivindicaciones y protestas que parecían no tendrían fin.

En Madrid, aunque amortiguado por la férrea dictadura franquista, también se palpaba que algo estaba ocurriendo. Los sindicatos clandestinos (solo el sindicato vertical estaba autorizado) empezaban a organizarse y en las fábricas e industrias con gran número de trabajadores era visible la vigilancia policial continua, con ánimo de disuadir los alborotos.

Tom trabajaba de capataz en una empresa tubera instalada en el Polígono industrial de Villaverde. Allí, entre otras, estaban fábricas como Marconi, Standard, Barreiros... todas ellas con miles de trabajadores en nómina. TUBASA era más pequeña, alrededor de 250 empleados, allí Tom estaba al cargo del turno de tarde con 80 obreros y especialistas a sus órdenes. Era el típico mando intermedio que mantenía estrechos contactos con la Dirección Industrial y al mismo tiempo se había ganado una buena reputación entre los obreros, por su capacidad de diálogo y entendimiento de los problemas, a fin de cuentas, como él solía decir, había sido cocinero antes que fraile.

Esta posición le colocó en esos meses cruciales en una situación que él sentía comprometida. Su compañero y amigo Esteban, se había convertido en una especie de líder entre los obreros de su fábrica, se decía que pertenecía al ilegal sindicato Comisiones Obreras, y que incluso mantenía contactos con el, por entonces, mítico Marcelino Camacho. Esteban le había comentado que para conmemorar el día del trabajo el próximo 1 de Mayo, el movimiento obrero estaba preparando una manifestación que iba a ser sonada y con repercusiones internacionales, a ver si de esa forma hacían tambalearse al régimen. Estaba previsto que desde Villaverde se iniciara una marcha hacia la glorieta de Atocha, donde coincidiría con otras iniciadas en Vallecas y Carabanchel, y allí Camacho y algúna otra sorpresa leerían un manifiesto escrito para la ocasión, en el que se reivindicarían derechos para los trabajadores, menor jornada laboral, incrementos salariales, etc. y hasta la OTI (Organización Internacional del Trabajo con sede en Suiza había prometido una colaboración).

Según se acercaba la fecha, Tom procuró evitar los contactos, sobre todo después del trabajo, pero aún así no se sorprendió cuando un sábado, a las 10 de la noche, cuando se dirigía a su domicilio fue abordado por dos personas que se identificaron como agentes de la policía y le pidieron que les acompañase. Estaba claro que sus jefes habían informado de la posición estratégica que Tom ocupaba y consideraban que él podía informar de cualquier intento de agitación que se estuviese preparando. Le retuvieron en comisaría toda la noche y gran parte del domingo, hasta que Tom les explicó todo lo que su amigo Esteban le había comentado. Después le dejaron marchar sin más, ni agradecimientos ni amenazas, solo un "ya puedes irte a casa".

Tom dudaba si contar a Esteban lo que había sucedido, pero finalmente optó por callar pues consideró que la policía seguro que tenía esa misma información por otras fuentes y como mucho, les había servido para contrastarla, no creía que lo que se tramara en TUBESA tuviera una repercusión vital en los hechos que pudieran acontecer.

Cuando llegó el 1º de Mayo, los obreros se concentraron en la carretera de Toledo, sentido Madrid, e inicaron su camino hacia la glorieta de Atocha. Cuando habían caminado aproximadamente tres de los siete kilómetros previstos, la policía les cortó el paso con brigadas antidisturbios preparadas con gases y pelotas de goma, tanquetas, mangueras y todos lo instrumentos típicos de la época para disuadirles de sus intenciones. Los manifestantes que sumaban más de 2.000 personas se envalentonaron y comenzaron a quemar contenedores y lanzar piedras. La refriega fue colosal, la policía asustada cargó contra ellos e incluso se oyeron disparos. El resultado fué de numerosos heridos en ambos bandos y cuantiosas detenciones, entre ellos cayó Esteban, quien perdió además un ojo de un pelotazo de goma, se quedó sin empleo y estuvo 6 meses en la cárcel de Carabanchel.

Lo peor fue que durante su reclusión Esteban se enteró que la filtración a la policía había llegado desde su empresa, lo cual le hizo meditar en quien estaba en conocimiento del tema y no tardó en sospechar de Tom. Esto produjo el típico rechazo hacia el hasta entonces querido capataz, de forma que Tom tuvo que buscarse otro trabajo como tipógrafo en una imprenta y allí empezó a beber y a declinar su vida. Ese había sido el primero de una larga serie de episodios que siempre concluían de la peor forma posible y en los que Tom se veía involucrado como causa ú origen de calamidades, solo el alcohol le ofrecía el refugio y el olvido que necesitaba.

José María

jueves, 22 de enero de 2009

El esquirol

Afectado por una polineuritis de origen alcohólico Tom transcurría sus días entre el viejo sofá del salón donde dormitaba viendo la televisión y la mecedora en la que prefería sentarse cerca del fuego de la chimenea. Lo que más lamentaba de su enfermedad era que le impidiese escribir, pero sus torpes manos se habían deformado completamente y ya era incapaz incluso de llevarse la comida a la boca sin derramarla.

Esa noche, después de ayudarle con la sopa, su mujer, como cada día, le peguntó si deseaba alguna otra cosa antes de irse a descansar, a lo que Tom invariablemente le respondía “Escancia un doble del amigo Johnny el caminante, (en referencia a su whisky preferido)”.

Su mujer pasaba olímpicamente de esa respuesta, pues sabía que lo hacía para ver si todavía se irritaba con él, así que tranquilamente, se dirigió a la cocina a recoger los restos de la cena y preparar las habituales dosis vespertinas de píldoras medicinales que el doctor había recomendado para aliviar al menos la dolorosa enfermedad, ya que su cura parecía ser que no era posible.

Tom decidió continuar con la tarea que había comenzado hacía unas semanas de repasar las fotografías familiares que estaban pulcramente ordenadas por años, con un álbum dedicado a cada año. Esa noche le tocaba el turno a 1.968. Tom dudó, porque ese año fue cuando su vida tomó un giro inesperado y comenzó su calvario, que a la postre sería el origen de la bebida. Sabía que afrontar esos recuerdos le produciría nuevos sufrimientos que deseaba evitar, no había vuelto a saber nada de los compañeros que se dejaron fotografiar con él en los momentos alegres y a los que posteriormente había traicionado.

Estuvo tentado de llamar a su esposa y pedirla que le retirara ese álbum y le trajera el siguiente, pero eso solo habría supuesto aplazar el momento, pues él no podría descansar sabiendo que allí estaban las fotos de sus infiernos, así que agarrando torpemente el viejo álbum, lo echó a la chimenea y se quedó mirándolo crepitar. No sabía si de esa forma se liberaba pero al menos, la tentación fotográfica había desaparecido. Pero lo cierto es que había destapado la caja de los truenos y, inexorablemente, tenía que recordar lo sucedido si quería reencontrar su paz, así que se recostó en la mecedora y empezó a visionar internamente todo lo sucedido.

Como sigamos así se nos rinde del todo

Aquejado de una polineuritis de origen alcohólico
.
empujando un carrito del Mercadona repleto de chismes
.
buscando un puente bajo el que vivir y esconderse...
.
.
así está Dios ultimamente.
.
.
.
Aprovecho la entrada para aconsejaros una WEB:
Antoñín

miércoles, 21 de enero de 2009




Aquejado de una polineuritis de origen alcohólico… yo? lo que tengo es que me tiemblan hasta las ideas del frío que hace y no se me evaporan ni los tragos que me bebí anoche.

Lo dicen los análisis, Paco. Se lo vengo repitiendo desde que lo conozco: no puede seguir bebiendo, ¡si apenas prueba bocado! Mire el susto que les dio a los de la peña, se desmayó y tuvieron que ingresarlo de urgencias. ¿A qué no había cenado?

¡Qué saben los análisis!, le cuentan ahí cómo se ahogan las penas, le dicen cómo huir de las ausencias, le informan a quién se espera o se desea o se añora, de verdad conocen lo que mueve al corazón, lo que exhalan los deseos, lo que vomitan los rencores, lo que taponan los recuerdos…?

No se vaya por las ramas…lo que tiene es que no se contiene y se deja llevar por las chaladuras del pensamiento. Somos química, Paco, no poesía. Fíjese cómo terminó D. Quijote.

Cuerdo, que es la forma de perderse la existencia.

¿Qué voy a hacer con usted? Tendré que llamar a sus hijos.

¡Qué sinsentido el cuidar a los viejos!: no haga esto, no coma aquello, no se mueva… Nos desnaturalizan. Qué quieren que nos perdamos lo mejor de esta edad: desvelarnos de nosotros mismos, decaparnos de lo que nos sujeta, nos aprieta, nos enrolla, nos encierra., nos acojona…ser libres hasta de nosotros mismos. ¡Anda y que se jodan!

Con algunos viejos es imposible…A la salud de esos viejos ¿se bebe una?

Mejor para que nos dejen ser viejos.
Fita



Aquejado de una Polineuritis de Origen Alcohólico...

Aquejado de una polineuritis de origen alcohólico y enfermo de soledad, se paseaba cada día arrastrando sus babuchas de paño gris por entre las dos hileras de lánguidos cipreses que vigilaban el camino de entrada a la residencia. Desde un banco de fría forja de cara al sol, mi abuela y yo pasábamos sin prisa la hora de la visita, entre preguntas y respuestas, entre las mismas preguntas y silencios y miradas de soslayo a aquel hombre encorvado que parecía llevar en sus pies grilletes de acero.

Decían de Don Genaro que ingresó una mañana excepcionalmente lluviosa del mes de Junio, aquejado de una polineuritis alcohólica y enfermo terminal de soledad, en un estado lamentable y acompañado por su único hijo, el mismo que fue tragado por una alcantarilla aquel día del mes de Junio. Desde el día siguiente a su forzada llegada, Don Genaro no tuvo más ocupación que la de esperar día, tarde y noche que volvieran a por él. Cada mañana sin excepción preparaba la maleta como si fuese esa la última mañana que despertaría en aquella habitación, y después de su paseo, cuando se asomaba la noche y ya no podía cargar él solo con el peso de la decepción, la volvía a deshacer convencido de que esa sí sería su última noche.

Don Genaro, que tenía menos edad y más juicio del que aparentaba, se sentó en nuestro banco de fría forja una tarde hasta entonces idéntica a todas las demás. Sacó torpemente del bolsillo de su chaqueta una foto arrugada y nos la enseñó sin dejar de mirar al frente, simulando ignorar nuestra presencia. Al segundo la volvió a doblar y como si acabase de llegar, nos dio las buenas tardes y para nuestro asombro se fue por donde había llegado. A partir de aquella, repitió la misma operación cada una de las tardes de aquel que fue un verano caluroso como el que más, con la peculiaridad de que guardar la foto ya no era la antesala de su despedida, sino que pasó a ser el punto y aparte que abría paso al relato parsimonioso de la historia de su vida. Durante meses y muchos días compartimos el banco, la fresca sombra, nuestro tiempo y la parte de nosotros que la confianza fue descubriendo. Tan sólo la última tarde antes de su muerte olvidó enseñarnos la foto.

Reconocí a su hijo nada más entrar en la sala de velatorio, y sin embargo no parecía la imagen de la persona que durante tantos días habíamos visto impresa. Reuniendo toda la hipocresía que encontró en sus bolsillos, se acercó a su lecho, le dio un beso en su piel fría y lo abrazó el tiempo necesario para convencerse de que no derramaría ni una sola lágrima por más que se obligara.

-No se apure, le dije, su padre se fue aquejado de una polineuritis alcohólica, pero curado de soledad.
Carmen.

lunes, 19 de enero de 2009

Sapo cancionero, Joaquín Lera




Aquí tenéis una curiosa imagen de un magnífico cantautor gallego-madrileño en un exótico escenario de Corea. Desde aquí le mando un abrazo fuerte. Si queréis saber más pinchad en su web:

.

http://www.joaquinlera.com/

.

Antoñín

domingo, 18 de enero de 2009

Espido Freire en Jerez


Espido Freire estará mañana Lunes 19 en Jerez. Dará una conferencia en la Fundación Caballero Bonald (C/ Caballeros 17) a las 20 h. y será presentada por Pepa Parra. Para más información pinchad aquí:
.
.
Antoñín

jueves, 15 de enero de 2009

Chove




Chove,
chove e non o fai en liña recta
nesa forma imaxinada polo home
que só e inflexibel, ríxida e dura.

Chove,
chove cunha cadencia libre e sensual
que vai agarimando as doces curvas dos montes
e as insinuantes ondas da mar.

Chove,
chove e na auga que bican os meus pes
fuxen as imaxes fixas do pasado
pra que reverdezca de tenrura a lembranza.

Chove,
chove e cada gota vai quentando pianiño
todolos recunchos dos meus afectos e sentires,
nestre intre nada me e alleo, estou bicando a estela do tempo.


Dende ela unha forte apreta pra todos vos.



Berta

Subtítulos para AGUARRAS

Se enumeran a continuación los posibles subbtítulos que han surgido para el cuadernillo de esta temporada 2008/09, que, como sabéis, llevará el nombre de AGUARRAS.
La idea es que alguno de estos subtítulos pueda ser el definitivo, pero que también puedan servir para titular los diferentes textos de su contenido, si el autor/a lo considera conveniente:

- Palabras decapantes
- Destilando la memoria
- Residuos memorizados
- La pez de la memoria
- La palabra que disuelve el olvido
- Disolvente de máscaras para rostros manchados
- Decapando (decorriendo) arrepentimientos
- Decapando sentimientos
- De como limpiar la pintura vacua de la memoria
- La memoria desnuda
- Esencia de memoria
- De como desnudar la esencia
- A rás de agua
- Ausencia de trementina
- Arrastrando la memoria
- Disolviendo las palabras
- Para volver a ser
- Reblandecer ...."algo"
- Aplíquese sobre la memoria (y frótese)
- De como asomarnos a lo que no recordamos

Este es el resultado de las ideas surgidas en la sesión de ayer, pero queda abierto a cualquier incorporación que se considere aporte originalidad y contenido para que el subtítulo resulte lo más aclaratorio posible del contenido que el lector/a se va a encontrar en nuestro tan querido "cuadernillo".

Ánimo y que sigan fluyendo las ideas!!

José María

martes, 13 de enero de 2009

La tarea (...del cuadernillo)

Tarea ( Un poco tarde, lo sé...)

Como sabéis, ya hemos comenzado a debatir acerca del contenido del cuadernillo de este año. La idea básica la conocéis todos: El título AGUARRAS será el hilo conductor de cada una de nuestras aportaciones. No vamos a entrar aquí en el sentido del citado título, eso queda para el debate en clase, pero el pasado miércoles quedó patente que dicho título sería insuficiente para cualquier lector que se acercara al librillo, así que decidimos crear entre todos un subtítulo aclaratorio. Tuvimos una leve pero amena tormenta de ideas con la que la nave de Letraslibres dio un giro inesperado de 360 º (nos quedamos mirando hacia el mismo sitio). El maestro Miguel Angel tuvo la feliz ocurrencia de dejar la decisión para más tarde con la condición de que aportáramos frases pensadas en casa, por lo tanto esa es la tarea de hoy:

Debemos llevar a clase frases o sentencias que acompañen a la palabra AGUARRÁS y que aclaren un poco la idea del cuadernillo.
P.D. En la clase del otro día nos habló Miguel Angel de un libro de Angel Vázquez, "La vida Perra de Juanita Narboni". Mirando por aquí he descubierto que hace poco se llevó al cine. Os pongo aquí el trailer de la misma.
Antoñín


lunes, 12 de enero de 2009

Memorias de un guerrero

Como llevo mucho tiempo sin dejar nada por aquí, me tomo la libertad de publicar un pequeño pasaje del libro que estoy escribiendo y que jamás concluiré. Al ser unas memorias, tiene que ver con lo que estamos tratando últimamente en el taller.
Espero lo disfruten.

"Aletargado en ese estado de semiinconsciencia permanecí durante interminables horas, hasta que el frío me caló en los huesos obligándome a reaccionar. Lentamente, y cobijado aún por las horas desprovistas de sombra que la noche nos otorga, fui arrastrándome como una culebra asustada hacia parajes más cerrados y cubiertos de profunda vegetación. Me incorporé con toda la precaución que un cuerpo tembloroso y dolorido puede proporcionar, avistando los cuatro puntos cardinales en busca de movimientos sospechosos y con el corazón palpitante por la incertidumbre de los acontecimientos que estaban por venir.


El ser humano es un animal curioso; nos quejamos continuamente por las prohibiciones y el hostigamiento a que nos someten sin piedad nuestros líderes, compartimos con gran pesar nuestros escasos bienes con los dioses que nos protegen, proclamamos nuestras ansias de libertad a los cuatro vientos, pero cuando ésta nos abre sus puertas, nos sentimos solos y abandonados, perdidos en una inmensidad incomprensible, desamparados y con la mente desbordada de temores y sospechas inexplicables. Hasta hacía muy poco tiempo, yo era un soldado fuerte y valeroso, temido por todos, ni aun rodeado por los más bravos contendientes me temblaban las piernas ni se me afligía el ánimo, me sentía poderoso y dueño de mis actos y de mi conciencia... Y sin embargo, en ese momento de orfandad, sin ningún bruñido hierro amenazando mi cuello y libre del látigo que en tantas ocasiones había horadado mi espalda, me sentía la persona más desdichada y necesitada que poblaba esta tierra inmisericorde.

En aquel momento comprendí otra gran verdad: en el fondo, todos los seres necesitamos un orden establecido, algo o alguien que guíe nuestros pasos por caminos ya empedrados, aunque no sea el mejor ni el más seguro de los caminos.

No sólo me conmovía por la pérdida de mi hogar y de mis compañeros y conciudadanos, también, y para mí era lo peor de todo en aquellos momentos, me sentía olvidado por las divinidades que otrora velaran por mi seguridad. ¿Cómo en semejante situación de precariedad podía ofrecerles los sacrificios y ofrendas que requerían de mí para que continuasen protegiéndome? Mi desgracia había alcanzado límites extremos, no se podía caer más bajo, a una muerte lenta y agónica le seguiría un eterno vagar por el cavernoso Abismo, donde los más crueles demonios de las profundidades atormentarían mi alma hasta el final de todos los tiempos, ya que nadie sepultaría mi ajado cuerpo rodeado de enseres y alimentos para el viaje infinito, como mandaban las leyes, y mi carne terminaría sirviendo para engordar a sucias alimañas carroñeras.

Con la cabeza confundida por semejantes reflexiones, corrí cuanto pude ciego de espanto y de dolor, alejándome más y más de todo lo conocido y adentrándome con torpe impaciencia en la oscuridad de lo desconocido. Corrí sin parar hasta que la luz ambarina del astro soberano empezó a filtrarse con timidez por los cañaverales que me amparaban. La temporada de lluvias parecía haber remitido para siempre; era evidente que los dioses daban paso a una nueva edad, donde los registros de la que fue mi nación habían quedado archivados para las memorias venideras. Estaba por comprobar si también mi huella sería un apunte del pasado o aún se me permitiría perforar nuevos trazos en el barro en el que se inscribiese esta nueva época que ahora empezaba a asomar."

viernes, 9 de enero de 2009

La revelaciones de Alinando Delicado




LAS REVELACIONES DE ALINANDO DELICADO

En brazos de su madre, junto a una columna de hierro forjado de la estación de ferrocarril, recibió Alinando Delicado a su padre, militar destinado en la Guinea Española. Casi no sabía andar pero tuvo dos revelaciones: En su casa entraría entonces un extraño que mandaba más que su omnipotente madre, y los enormes trenes que veía desde su balcón a diario venían de Guinea.

Con seis años comenzó a ir a la escuela. Allí un maestro locuaz y bromista, de esos que no saben que las bromas a edad temprana son hierros candentes de vaqueros en carne blanda, le explicó que San Alinando fue santo porque le regaló sus ropas al niño Jesús (de ahí lo de la costumbre navideña de “dame un alinandito”). Alinando dejó sus ropas en el Belén montado en el colegio y volvió desnudo a su casa. Las fiebres de pulmonía le hicieron tener de nuevo revelaciones: Las cosas de los maestros hay que creérselas… o no, y decidió que a partir de entonces no le desnudaría ni Cristo.

Poco después entró Alinando en casa de su amigo Perico, a cuya abuela por cierto hacía tiempo que no veía. Ese día la encontró acostada en la cama y la colcha lisa le hizo darse cuenta de que a la anciana le faltaban las piernas. Su revelación fue descubrir que los cojos que veía por las calles apoyados en muletas de madera habían tenido piernas algún día, no habían nacido sin ellas.

A la edad de siete años Alinandito viajó con su tía Gertrudis a Madrid. Allí tomó su primer baño en una bañera grande, un lujo para un pobre crío acostumbrado a frías bañeras de cinc. Le dejaron solo en el calorcito del agua y… ¡Oh, revelación! Alinando descubrió que su cosita servía para algo más que para hacer pipí. Durante un buen rato jugó a los submarinos con su periscopio pequeño y tieso.

Alinando es ya casi anciano, cuando pasa por la Plaza de España da un rodeo por la acera. A veces, cuando juega a las cartas con sus amigos les hace una extraña pregunta: ¿Os acordáis del día en que se volvieron locas todas las palomas del mundo? Nadie le entiende. Él sí lo recuerda, fue el día que su madre le llevó a la plaza y le dio un puñado de maíz para que Alinandito diera de comer a las palomas. Una plumosa nube gris le rodeó en un instante. Durante las dos horas siguientes no consiguió dejar de temblar ni consiguió articular palabra. Tan sólo consiguió deducir otra de sus revelaciones: La próxima vez que todas las palomas del mundo se pongan de acuerdo, tomarán el control de la tierra. No ni ná.



Antoñín
.
.
P.D. Es un texto simpático, al menos así lo intento, pero imaginaros las revelaciones de cualquier niño que es rodeado del estruendo, no del vuelo de palomas, sino de bombas, destrucción y muerte. Me da miedo que las palabras pierdan su sentido. ¿Qué significa "desbordado" cuando las noticias se refieren a hospitales donde hay cientos de heridos y no hay luz, ni agua, ni medicinas? ¿Qué significa "colapsado" cuando se refieren a servicios de ambulancias, de reparto de ayuda, de comida, o del más mínimo servicio humanitario? ¿Qué hay detrás de esas palabras?
COPLAS DE JUAN PANADERO
Rafael Alberti 1953


Digo con Juan de Mairena:
«Prefiero la rima pobre»,
esa que casi no suena.

En lo que vengo a cantar,
de diez palabras a veces
sobran más de la mitad.

Hago mis economías.
Pero mis pocas palabras,
aunque de todos, son mías.

Mas porque soy panadero,
no digo como los tontos:
«que hay que hablar en tonto al pueblo».

Canto, si quiero cantar,
sencillamente, y si quiero
lloro sin dificultad.

Mi canto, si se propone,
puede hacer del agua clara
un mar de complicaciones.

Yo soy como la saeta,
que antes de haberlo pensado
ya está clavada en la meta.

Flechero de la mañana,
hijo del aire, disparo
que siempre da en la diana.

Si no hubiera tantos males,
yo de mis coplas haría
torre de pavos reales.

Pero a aquél lo están matando,
a éste lo están consumiendo
y a otro lo están enterrando.

Por eso es hoy mi cantar
canto de pocas palabras
y algunas están de más.


Creo que viene al pelo con los poemas de Moy y Fita

Juan

El domingo 11 de Enero, a las doce del mediodía, hay convocada una manifestación en la Plaza de San Juan de Dios de Cádiz, en solidaridad con el pueblo palestino masacrado por Israel en la franja de Gaza

jueves, 8 de enero de 2009

Palestina

Enebro en mi cuello el pañuelo palestino con la estrella de seis puntas…Reclamo la PAZ a gritos desesperados, en la calle, por las plazas y caminos. La reclamo en nombre de judíos y musulmanes, en el nombre de ese territorio sangrado, agotado de cadáveres; la reclamo en nombre de tantos muertos inútiles, innecesarios; la reclamo hoy en el nombre de cada hombre y mujer de este mundo. La reclamo a coro con todos ellos, con lo único que tenemos para entendernos, la palabra.

Salid los escritores a leerle a las gentes versos como los que nosotros oímos del poeta:

Derrotemos al último enemigo
Que por dentro nos vence:
El miedo que tenemos a juntarnos
Porque nos conocemos.

Alberto Porlan

Tenemos que dejar de separarnos, que vivir en un universo imaginario. Raza, nacionalidad, religión, costumbres, son límites nefastos. Somos del mundo y el mundo es nuestro, como también son nuestros todos los seres humanos…Abramos los ojos porque
del despertar de la Conciencia depende la Justicia.
Jodorowsky.

Salid a la calle, sacad los versos para ahogar las armas.




miércoles, 7 de enero de 2009

Prometedor comienzo








Breve historia del día en que Fali se decidió por fin a hablar en serio con su vecina Pili la del sexto.




- Hola Pili, vengo a hablar de lo nuestro.




- ¿Lo nuestro? ¿yo te conozco a ti ni ná? anda, anda...




Fin


.


.


Antoñín

lunes, 5 de enero de 2009

ERRE QUE ERRRRRE

Siento reiterarme hasta la pesadez, pero esta foto no me dejaba tranquilo y mis nerviosos dedos buscaban el teclado para que sus azarosas yemas reventarán de rabia.


Esto es el Advenimiento del Mesías en Gaza


DE VANIDOSOS CAÑONES

POLVO DE NIEVE CAE

SOBRE LA CIUDAD.

QUE ES FUEGO DE NIEVE

CON BRILLANTES LUCES

DE MALDAD, DE MUERTE,

SEMBRANDO UN ÁRBOL DE ODIO,

UNA ROJA ESCARCHA,

Y UN MESÍAS DE RENCOR

QUE BROTA

A CADA CORAZÓN QUE MUERE,

A CADA CORAZÓN QUE NACE.

UNA NAVIDAD DE BLANCA SANGRE.


AY! LOS MAGOS REYES DE ORIENTE,

DEL PROXIMO, DEL MEDIANO,

DEL CERCANO ORIENTE;

IGNÍFUGOS REYES

CON FALSOS TURBANTES

DE LA MÁS FINA PLATA,

DE LA MÁS FINA AVERSIÓN;

REALES PRESTIDIGITADORES

DEL TODO Y DE LA NADA,

DEL MÁS NEGRO ODIO,

DEJAD VACÍAS VUESTRAS MANOS

Y SACAD DE LA BLANCA TRINCHERA,

DE LA MÁS ROJA NIEVE

VUESTROS PUTREFACTOS CADÁVERES

LLENOS DE RENCOROSOS GUSANOS

Y OREARLOS A LA LUZ

DE ESTE MAJESTUOSO ÁRBOL

PLANTADO POR VOSOTROS.


Y QUE EL HOMBRE OS PERDONE,

PORQUE DIOS,

DIOS NO EXISTE.





¡¡¡MIERDA DE GUERRA !!!



moy.

Revelación

Leo en el diccionario:
Revelación: Manifestación o descubrimiento de algo que se mantenía secreto u oculto.

Descubro así que las revelaciones no tienen forzosamente que llegar de repente, como una visión fantasmagórica que cambia tu vida para siempre. A veces puede suceder que sea algo así como ese chirimiri que parece que no llueve y cuando te vienes a dar cuenta estás calada hasta los huesos.
Puede ser también que la vida te vaya susurrando secretos al oído mientras duermes y algún día, sin saber cómo, te despiertas con la mirada más transparente, o más oscura, nunca se sabe.
Os confieso que siempre he tenido tendencia a perderme. Con cinco años pensé que sería capaz de llegar sola a casa desde el colegio, pero no pude. Pasé dentro de la inconsciencia un poco de miedo, pero no tanto como mi padre, encargado de recogerme.
El miedo fue dando paso a la vergüenza a medida que fui cumpliendo años; es algo así como no acordarte de donde aparcaste el coche porque andas pensando en otras cosas, pero llevado a unos extremos un poco absurdos.
Tenía además un pequeño almacén repleto de anécdotas de despistes que no me atrevía a mostrar hasta que descubrí lo divertido que era ir sacándolas una a una, porque hay pocos sonidos más hermosos que la risa de la gente que quieres.
Una de mis favoritas es aquella cuando mi madre me manda a comprar a una de esas pequeñas tiendas de alimentación donde aún había que pedir lo que querías y te lo daban envuelto en papel de estraza. Ahora no puedo recordar lo que tenía que comprar ese día, sólo recuerdo que ya de vuelta a casa descubro que por equivocación me había traído el bocadillo del chico que me atendió.
También me gusta mucho aquella de cuando me fui a la calle con unos calzoncillos rotos colgando del bolsillo trasero del pantalón. Pero no quisiera volver a perderme por aquellos amados cerros de Úbeda, porque ¿de qué tratábamos hoy? ¡Ah, sí, revelaciones!
Bueno, tenía algo que ver con esto, pasar del miedo a la vergüenza y luego a la risa.
Supongo que ha sido una revelación haber aprendido a reírme de mí misma.

Firmado: Eva(x)... no tan fina e insegura.

viernes, 2 de enero de 2009

Palabras

Sembremos una palabra bálsamo
que lama las heridas
y lleve los miedos al fondo del agua.
Olvidemos las que nacieron huecas
comos los cuencos vacíos de la aldea
donde hay niños de ojos grandes
como signos de interrogación.
Abracemos una canción transparente
que se derrame en las manos
y deje entrar la luz del día.

Desde casa de José María y Pilar, con mis mejores deseos para todos. Eva.

jueves, 1 de enero de 2009

Feliz, feliz Año nuevo

Antes de abrir la puerta que daba a la calle ya se olía el frescor de la mañana . La cerró tras de sí y respiró profundamente . Parecía encontrarse dentro de un cuadro y podía empezar a caminar por él. Eso se le antojaba la calle y sus alrededores , una naturaleza más bien muerta que viva. Aquella tranquilidad, aquel silencio casi absoluto, todo era como pintado solo para él. Porque él era la única persona de ese paisaje urbano en esa mañana. Recordó haber sentido lo mismo que aquel instante cuando estuvo entre la vida o la muerte: aquella incipiente paz. Y también recordó que el primer día del año, del pasado 2008, también anduvo por el mismo cuadro. Dio la vuelta a la manzana y todo seguía igual de desierto, nadie. Agachó la cabeza y andaba como teledirigido, pensativo, pero con el paso decidido. Cruzaba calles sin levantar los ojos, confiado en el silencio, completamente abstraído del cemento que iba pisando.


Pensaba quizá en el impactante, para él, primer plano de una foto de un niño palestino menor de 10 años que guardaba la pantalla de su ordenador, lanzando una piedra, lleno de orgullo y en el centro de un escenario de fuego y de horror. Contrastaba la tranquilidad y la paz de aquella preciosa mañana que podía incluso ir pisándolas en ese mismo momento, con el escenario que estaría viviendo el niño de la foto . Quizá también pensase en otras cosas, otros flashes de preconcebidas ideas le salpicaban la mente, pero no podía quitarse de la cabeza el dolor de los demás, el dolor y la rabia que aquella foto mostraba.
Al cruzar otra calle levantó un poco los ojos y al ver el escueto dibujo del peatón en la señal de tráfico empezó a oír en su interior un preludio de Chopin. Él veía en la silueta del dibujo a aquel niño palestino andando sobre las enormes teclas de un idílico piano, y volvió a bajar sus ojos en su andar pausado. Y continuó caminando pensativo por la remarcada acera hasta que alguien, un ciclista quizá, rasgando el mágico silencio que le envolvía, le sacó de la abstracción por la que caminaba. Levantó la cara y ya no iba por aquel cuadro de antes, ya las calles eran reales y empezó a oírse los árboles, el viento acababa de desperezarse. Pero aún , a excepción de aquel quizá ciclista, él parecía el único habitante del contorno.
Al bajar la acera miró en dirección al ruido que unos golpes producían y vio algo que tildó de surrealismo puro: un niño de no más de tres años sentado en el centro de la calle jugando a golpear la carretera con un martillo . Intentó plasmarlo con el móvil porque la imagen era inusual, pero no lo llevaba encima, ya casi nunca lo usaba. Los padres del niño deberían estar allí cerca pero parecía que eran demasiado permisibles sabiendo de la paz de ese día tan especial y tranquilo de Año Nuevo. Volvió a comparar escenarios y siguió su camino. Ya las calles empezaban a cobrar vida con los sonidos de alguna persiana , con el ronco rugir de la puesta en marcha de un coche; con el olor a café y a pan quemado y con aquellos pasos que le seguían de cerca . Alguien estuvo algunos metros pisándole los talones hasta que le tomó la delantera llegándole a saludar y felicitándole por el nuevo año que comenzaba. Hacía esto sin pararse y sin volver la vista atrás, parecía tener más prisa que él y daba la sensación de que iba tan feliz como la misma mañana .
- Hombre!, feliz Año Nuevo - le decía aquella persona que enseguida reconoció al situársele delante.
- Igualmente. - respondió él con la voz casi apagada y volviendo a bajar los ojos.
Aquel hombre se alejaba y le seguía hablando sin mirarle, qué! Pensando, pensando, eh?, pues ya lo hecho hecho está, le dijo y siguió caminando más a prisa que él. No, no pienso en lo hecho, respondió sin dudarlo, voy pensando en lo por hacer, y el hombre que ya le cogía algunos metros de distancia se paró, volvió la cara y le sonrió continuando su paso , esta vez algo más lento y pensativo, a saber qué se marchaba pensando.


Bueno, esta es mi manera de recibir a esta nueva mañana, a este nuevo día, a este nuevo año.

Os dedico este relato. Lo mejor siempre está por llegar, siempre está por conseguirse.


Un saludo. moy.