lunes, 5 de enero de 2009

Revelación

Leo en el diccionario:
Revelación: Manifestación o descubrimiento de algo que se mantenía secreto u oculto.

Descubro así que las revelaciones no tienen forzosamente que llegar de repente, como una visión fantasmagórica que cambia tu vida para siempre. A veces puede suceder que sea algo así como ese chirimiri que parece que no llueve y cuando te vienes a dar cuenta estás calada hasta los huesos.
Puede ser también que la vida te vaya susurrando secretos al oído mientras duermes y algún día, sin saber cómo, te despiertas con la mirada más transparente, o más oscura, nunca se sabe.
Os confieso que siempre he tenido tendencia a perderme. Con cinco años pensé que sería capaz de llegar sola a casa desde el colegio, pero no pude. Pasé dentro de la inconsciencia un poco de miedo, pero no tanto como mi padre, encargado de recogerme.
El miedo fue dando paso a la vergüenza a medida que fui cumpliendo años; es algo así como no acordarte de donde aparcaste el coche porque andas pensando en otras cosas, pero llevado a unos extremos un poco absurdos.
Tenía además un pequeño almacén repleto de anécdotas de despistes que no me atrevía a mostrar hasta que descubrí lo divertido que era ir sacándolas una a una, porque hay pocos sonidos más hermosos que la risa de la gente que quieres.
Una de mis favoritas es aquella cuando mi madre me manda a comprar a una de esas pequeñas tiendas de alimentación donde aún había que pedir lo que querías y te lo daban envuelto en papel de estraza. Ahora no puedo recordar lo que tenía que comprar ese día, sólo recuerdo que ya de vuelta a casa descubro que por equivocación me había traído el bocadillo del chico que me atendió.
También me gusta mucho aquella de cuando me fui a la calle con unos calzoncillos rotos colgando del bolsillo trasero del pantalón. Pero no quisiera volver a perderme por aquellos amados cerros de Úbeda, porque ¿de qué tratábamos hoy? ¡Ah, sí, revelaciones!
Bueno, tenía algo que ver con esto, pasar del miedo a la vergüenza y luego a la risa.
Supongo que ha sido una revelación haber aprendido a reírme de mí misma.

Firmado: Eva(x)... no tan fina e insegura.

5 comentarios:

Antonio Fassa dijo...

Pues que las revelaciones nos acribillen. Ojalá.

genialsiempre dijo...

EVA: Un placer leerte con humor. Saber reirse de uno mismo es de las cosas más importantes que te enseña la vida.
Mira, yo tengo un amigo que ha ocupado uno de los cargos más importantes que se pueden ocupar en el aspecto profesional, y sin embargo, sus despistes son de cine (a modo de ejemplo dejarse a la mujer en una gasolinera), hemos pensado recopilarlos porque sería un éxito. Pues bien, se ríe el primero y los cuenta a todos sin vergüenza. Creo que tu "revelación" va por ese camino.

Un beso, fino y seguro.

José María

Equilibrista dijo...

Muy bueno Eva, y divertido. Apoyo tu oda a la risa sana. Está bien tomarse las cosas con humor, aunque a veces cueste.

El texto está muy bien escrito, breve, pero como siempre en tu caso, profundo.

Un abrazo

Equilibrista dijo...

Se me olvidó decir que el inicio me ha recordado a los relatos de los buenos (te animo a escribir algo más largo), muy bueno lo del chirimiri y los susurros.

Escuela de Letras Libres dijo...

despistes de la memoria convertidos en lírica emoción. !Qué bien lo cuentas con alegria del alma!. fita