jueves, 27 de marzo de 2008

ZONA INTERMEDIA

Me tomo la libertad de publicar aquí un relato que me llamó la atención con respecto a las raspas de pez y no hubo tiempo de leerlo en el taller:

Imagina el chorro de agua que brotaría de la fuente, si alguien se ocupara de componer el mecanismo que la alimenta. Cavar una zanja; sustituir las tuberías probablemente dañadas; raspar el moho, la pátina del bronce; limpiar el tragante; buscar el rostro de la diosa de piedra bajo una máscara de mugre, piensa. Decide sentarse en un banco a descansar los pies. Después de una larga caminata siempre le duelen los pies. Ha traído las herramientas. Desde hace vaios años se refugia en este parque cada domingo- una suerte de meandro de sombra en medio del torrente de ruidos y el calor de la ciudad-. Es casi lo ideal, se dice y abre su mochila, de donde extrae un pomo de Ciego Montero. Bebe. Con la mirada recorre cada sitio, cada rostro acuñado por la penumbra. Reconoce los árboles de raíces aéreas, las enredaderas asfixiando los troncos, los montecillos de cordobán amoratado, la suave alfombra de hierba japonesa impidiendo el predominio de los yerbajos, los gorriones con su relajo de cantos atonales, el vaho de humedad que produce ese frescor que tanto aprecia, las voces susurradas como en una catedral.

-A lo mejor me quedo- dice.

Una anciana lo mira por encima de los espejuelos y sonríe, Arturo supone que ha escuchado sus palabras. vuelve a beber del pomo de Ciego Montero. Siempre tengo sed, se dice. Se acomoda en el banco para pensar. Durante la semana no piensa. El hombre debería dedicar una porción del día a pensar, recuerda haberle oído a alguien en una entrevista por la televisión. Ejecutor de ideas ajenas, apenas tiene tiempo para concebir las propias. Solo los domingos se acuerda que alguna vez soñó con ser distinto al hombre del rebaño, como dijera Emerson, piensa.

-Este es mi lugar- dice.

La vieja lo mira con unos ojos inquietos, pero ahora no sonríe. De nuevo echa mano al pomo de Ciego Montero, y esta vez deja que el líquido le corra en un hilillo por el cuello hasta empapar su camisa. Las abluciones le producen bienestar. El agua purifica, dice a la anciana que permanece muda. La primera vez que descubrió el parque, le pareció fantasmagórico. Todavía hoy lo conmueve, sobre todo cuando llega la noche y los focos difunden una claridad ambigua, y los árboles agitan sus ramas semejando una danza de adustos guerreros. Da la impresión de una conciencia oculta, de una oscura racionalidad, piensa. Era en la época de sus tribulaciones matrimoniales y el empecinamiento por construir algo distinto, digno de su agudeza, de su manera peculiar de ver el mundo. El problemaque ese algo jamás tuvo forma, se dice. Dibujos, proyectos, cálculos matemáticos, poemas, esbozos de ensayos, infinitud de notas, todo amontonado y revuelto encima de una improvisada mesa de trabajo, en un cuartucho de la Habana Vieja, generosamente prestado por un amigo. Vania lo miraba desgastarse, transido por una fiebre semejante a la de los buscadores de oro, otras veces nadando en una suave melancolía de alcohol, pero al final sucio de baba y vómito, prisionero de sueños que gritabas a medianoche como un loco, decía, hasta que se cansó y agarró su ropa, parte de la vajilla y algún que otro equipo electrodoméstico comprado en común, y se largó para casa de su madre en el Cerro.

-¿Qué es la lealtad?- pregunta mirando a la vieja de soslayo.

-Un puente, el único tal vez- dice la anciana.

Arturo la mira con desconfianza. La mujer se le parece a Vania envejecida, cortada por las navajas del destino, como escribió una vez, destejida por el sol, el insomnio, una alimentación azarosa, un marido ya inexistente, padecimientos crónicos, pastillas tomadas nadie sabe si para morir o para retrasar el final.

-Mentira- se dice.

-Lo peor es lo que intentamos ignorar- contesta la anciana con voz carrasposa.

-Tú nunca pensaste en cruzarlo.

-Quizás es cierto lo del agua.

-Si al menos hubieses esperado hasta el final.

-Mis piernas están gastadas, pero no dejo de venir ni un día.

La tarde comienza a declinar. Me quedaré aquí para siempre, le dice, he traído mis herramientas. La sigue con la vista un buen rato, hasta que desaparece en una zona intermedia, entre la nimia luz y el comienzo de las sombras. Cavar una larga zanka; suplir tal vez las viejas tiberías; raspar el moho, la pátina del bronce; liberar el tragante de hojas podridas; encontrar el rostro de la diosa perdido bajo la inmundicia de años; fundirse a ella en un abrazo cósmico, eterno...Vania no tendría palabras, piensa, lívida de asombro, presa de una fascinación incontrolable, regresaría por ese mismo camino.

La tierra se resiste a los golpes del pico. Maldito suelo endurecido por la sequía. el guarda se fue a las seis. Nadie preguntará qué carajo hace un tipo como yo removiendo la tierra a esta hora, en todo caso dirán que es un trabajo de urgencia, una tarea de choque de los servicios comunales, cualquier consa menos su razón más legítima, piensa. Una roca aparece de pronto. Es enorme. Arturo golpea ocn fuerza buscando desprenderla de su nicho. Suda. Tose. Sus manos sangran. Al cabo de quince o veinte minutos, logra moverla y con ambas manos la echa fuera de la zanja. Suspira satisfecho. Bebe del ppomo de Ciego Montero. A pesar de la pobre iluminación, ya se ven las cañerías. Con la pala limpia un extenso trecho. Una raíz ha penetrado por la rajadura de uno de los conductos y obstruye el flujo del agua. No pierde tiempo. Corta el bulbo y coloca una banda de caucho alrededor de la hendidura. Posteriormente tapa la zanja.

-Ahora le toca a la diosa y a esos peces de bronce- dice.

Con un cepillo de cerdas de acero, comienza a limpiar la cara de la efigie. Descubre que el artista le diio rasgos muy finos. Seguramente que la modelo fue una hembra opulenta. Vania es así, pero vacía por dentro; hay tanta gente vacía, se dice. Arturo quiso desaparecer. No sabía cómo, pero acarició la idea durante mucho tiempo. Quería extinguirme sin dolor, sin dejar rastros, piensa mientras raspa los senos aguzados. Recuerda las voces que lo increpaban en una reunión, las caras que lo miraban como si fuese un leproso o un hereje sentenciado por el Santo Tribunal. Yo solo quise ser franco, qué imbécil, balbucea con amargura. Vania se sumó al coro de los verdugos y me tildó de inepto para las jugarretas de la cotidianidad, cabrona palabrita que se aprendió para disfrazar lo real, lo tangible, lo que todos sufrimos a cada minuto, piensa. Raspa con fuerza las caderas, la entrada de lso muslos, el sitio donde la modelo debió exhibir un pubis sediento, con olor a miel. Vania hacía lo mismo para sacarme de quicio, para enloquecer mis neuronas ya de por sí revueltas, sonríe. Luego pensó en una obra, en algo que lo perpetuase, que hiciese rabiar de envidia a los elegidos, a los idólatras, a los cazadores de grandes sillas giratotias, a los que juegan con la virtud, a los que visten y se peinan para abnubilar, a los que compran pedestales a precios de oro, a los que pierden la voz en airadas peroraciones de las que pronto no se aucerdan, a los elefantes y elefantas intocables, a los caritativos solo consigo mismo, a los que escupen la piedad, a los traficantes de oxígeno- como dice un poeta que admiro-, a los falsos adeptos que te escuchan confesiones para después divulgarlas a toda voz, a los tipos de cabeza redonda y ojos de alien que sonríen confiados de que te están engañando, a los ladrones de pensamientos ajenos, a los calculadores de hocico duro, a las vedette de sueño esponjoso que te miran como si no existieses, a toda esa fauna hueca, hueca, hueca, qué mierda, dice restregando ahora las piernas.

-Me gustan tus piernas- dice-. Son perfectas.

No tiene hambre. Cuando trabaja nunca siente hambre. Después sí. Después puede comer como un tigre, cualquier cosa, con tal de que lo llene y le mate la ansiedad. la noche es firme. Soplos de brisa caliente mueven el follaje. Falta mucho para el amanecer, se dice, cuando despunte el sol habré terminado. La mujer de mármol resplandece a pesar de las sombras. El nombre del artista no aparece. A lo mejor no quiso firmar, piensa, vaya tipo modesto Al parecer sólo pretendió la utilidad de su obra, el gozo que le provocaría a los demás. Eso es. Desprenderse de uno mismo, negarse hasta borrar la obcecación. ¿Nirvana?¿Beatitud? Bah, si todo fuera como uno lo piensa, masculla. Ahora raspa los peces. Peces imaginados por el escultor, la boca abierta por donde debería brotar agua, ojos saltones, escamas vistosas.

La gente que me ha hecho daño no cree (saltimbanquis de porquería) en las bondades de una fuente, se dice.

-Bueno, yo tampoco hasta que Vania huyó desesperada- conversa con la mujer de mármol.-Tú sí, tú sí puedes entender el caos del tiempo, las miradas tortuosas, los golpes bajo de la fatalidad, la indiferencia, la anatomía de todo este silencio.

Encima del plato de concreto, siente los síntomas de la fatiga. Quizás la vieja Vania regrese por el sendero de hojarasca, se dice. Cierra los ojos y abraza el cuerpo de la diosa que ahora le parece más cálido. La besa, se zambulle en su sexo de modelo, acaricia sus piernas, hame sus teticas afiladas. El escultor debió gozarla cientos de veces antes de convertirla en mármol. Eso piensa mientras la lasitud del sueño lo invade, lo deja caer por una pendiente hacia un abismo de peces ciegos y tontos, hasta chocar con un fondo tan duro como sus músculos, cada vez más agarrotados, más rígidos, como si fuesen de piedra.

-¡Dios mío!- grita y una estampida de pájaros emerge de las sombras.

Con la venia de: ALBERTO MARRERO

Despedida




Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él.

-¿Nacho… estás?

Dos palabras apenas perceptibles salieron del auricular. Eran apenas dos palabras y sin embargo no conseguían ordenarse entre los pensamientos amodorrados de Eduardo.

-¿Quién es?- Le preguntó a la misteriosa rompedora de sueños.

-¿No vive ahí Nacho?

-No, no vive aquí, te has equivocado.

-Vaya, lo siento… discúlpame…

No le resultaba familiar la voz, pero a pesar de ello no colgó el auricular y esperó a oír algo más mientras se iba despabilando. Intentó por un instante recordar el sueño interrumpido, tan solo consiguió deducir que había sido un sueño agradable, de él no le quedaba más recuerdo que un limpio regustillo interior. De nuevo el silencio sereno de la noche fue roto por un sollozo apagado y sincero de la mujer. Eduardo se incorporó de la cama sin despegarse el auricular de la oreja hasta sentarse en cuclillas.

- ¿Quién eres… qué te pasa?

- No puedo… más…

La mujer que le hablaba parecía desesperada, las palabras habían salido a duras penas de su boca entre silenciosos y entrecortados suspiros. Eduardo se vio de repente comprometido en algo que aun desconocía. Fuera cual fuera el origen de tan misteriosa llamada parecía tan angustiante como para decidir no dejarla sola en mitad de la madrugada.

-¿Puedo ayudarte en algo, que te pasa mujer?

Un clic seco sonó al otro lado de la línea. Con la cabeza agachada, sentado y las piernas cruzadas, Eduardo tardó casi un minuto en despegar el auricular de su oreja para ponerlo muy despacio sobre el aparato de la mesilla. Se tumbó boca arriba con los ojos muy abiertos enfocados en la oscuridad del invisible techo y a los pocos instantes decidió levantarse. Se dirigió al salón y comprobó en la pantalla del otro teléfono que el número de la llamada había quedado grabado. Levantó el auricular, apuntó con el dedo a las teclas y tras un momento de duda colgó de nuevo y se dirigió a la cama.

Los pensamientos le daban tantas vueltas como la cucharilla a la que inconscientemente movía dentro de la taza. Fue el tintineo lo que consiguió despertarle de su ensimismamiento. Miró hacia el reloj de la cocina y se percató de lo tarde que era ya. Había pasado una mala noche debido a la misteriosa llamada, pero confió en que su trabajo en la oficina le haría pronto olvidarse del asunto.

Durante toda la mañana, y a pesar del habitual exceso de trabajo, intentó sin éxito desconectarse de la llamada nocturna pero no lo consiguió. Pensó que quizás no hubiera sido un error de la chica el llamar a su teléfono, a fin de cuentas solo hacía dos semanas que había contratado la línea. Instintivamente abrió el Google en su ordenador, introdujo su propio número de teléfono y en una de las opciones de las Páginas Amarillas encontró un anuncio asociado al mismo:

Ignacio Calvo Sebastián
Restaurador de Arte
Especialista en retablos y policromados.

Ignacio, Nacho, ¡ya está!, la chica se refería a este tío, pensó. A continuación introdujo el nombre completo en el rectángulo alargado del buscador y encontró más información:

ABC Digital, 23 de Sep. De 2007, Obituario:
El prestigioso restaurador Ignacio Calvo Sebastián falleció en la madrugada del pasado miércoles a consecuencia de las graves heridas sufridas en un aparatoso accidente en la autovía de León. Su reconocida labor a lo largo de…

Eduardo cayó en la cuenta del motivo de la desesperación de aquella chica. Hacía unos cuatro meses de la fecha del fallecimiento y de repente se encontró ante la tremenda duda de involucrarse o no, de ser él precisamente quien le avisara de aquella tragedia. Tenía su número grabado en el teléfono de casa. Si no hubiera sido así no se le hubiera presentado esa duda, pero por suerte o no, tenía la forma de comunicarse con ella.

En cuanto llegó a su casa por la tarde dejó sus cosas encima de una silla y se dirigió al teléfono, miró el último número de llamada entrante y lo anotó en un papel, no se fiaba tanto de la tecnología como para confiar su samaritana labor de informador de óbitos ajenos a la volátil memoria de un simple teléfono. Lo marcó y espero nervioso la respuesta. Mientras sonaban los tonos intentaba buscar las palabras con las que dar la noticia. De nuevo oyó a la mujer; el mismo timbre de voz de mujer joven le contestó al otro lado de la línea.

- Dígame.

A pesar de haberle oído tan solo una palabra, dedujo que en esta ocasión estaba mucho más tranquila que la noche anterior. Tuvo la sensación de que la angustia de la mujer se había disuelto en la luz del día. Las dudas de Eduardo le dejaron sin habla, no supo por donde empezar y tras unos instantes de silencio fue la mujer la que habló:

-¿Nacho? ¿Eres Nacho?

Incomprensiblemente, sin saber por qué, le contestó afirmativamente.

-Sí, soy Nacho.

De nuevo el silencio se impuso por unos instantes, y también en esta ocasión fue ella la que lo rompió.

-Ha pasado mucho tiempo. No quiero reprocharte nada, solo saber si estás bien y escuchar de tu voz cualquier cosa… incluso una despedida si es eso lo que quieres.

Eduardo se vio sorprendido por aquél mensaje sereno.

- Lo siento, estoy bien… es que he estado muy ocupado- le contestó- Tenía unos trabajos importantes en el extranjero y…

-¿Pero has decidido ya?- Le interrumpió ella- Dejamos nuestra conversación a medias. Aun no me has dicho si lo nuestro tiene futuro o no.

- Ya lo he decidido. Siempre tendrás mi cariño, pero he decidido que no volveremos a vernos.

Otro denso silencio se interpuso en aquella extraña conversación. Eduardo no se explicaba cómo había llegado a decir semejante tontería. Comenzaba a arrepentirse cuando la voz de la chica le interrumpió en sus pensamientos.

- Es lo que suponía. No te preocupes. Sabré soportarlo. Un beso… y hasta siempre Nacho.

Eduardo tardó en colgar el auricular tanto como de entender lo que había sucedido. Supuso al fin que sus dotes de buen samaritano le habían inspirado para evitar el sufrimiento de una dura pérdida a una joven desvalida.

Al otro lado de la línea, la chica, tras colgar el teléfono, se dirigió al dormitorio, abrazó sobre su pecho el retrato de un hombre maduro y suspiró profundamente. Era un suspiro de alivio, limpio, esta vez nada entrecortado. Luego miró el rostro de la foto y acomodó con ternura la cinta negra del crespón que caía sobre uno de los lados del marco.
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Antoñín

lunes, 24 de marzo de 2008

ausencia en la presencia y viceversa

Por abrir un poco de debate, a veces estamos y alguien nos dice que estamos ausentes, o a veces alguien no está físicamente y lo notamos presente. ¿Somos más un cuerpo que un sentimiento, un pensamiento más que un rostro?¿ cuando somos más o cuando somos menos?

El vídeo me ha recordado a cenizas. Dedicado a Anita Borrikilla libre.


martes, 18 de marzo de 2008

PRIMAVERA

Las flores pletóricas e inflamadas
como erecciones vegetales
invaden la comarca y el mundo,
con aromas de verdes estornudos
o cantos de picores y praderas,
que invitan a un sol libidinoso
aun pálido y sin el coraje
incendiario e inminente,
más propio de otros soles venideros.
Tiempo de floresta colorista.
Coloristas las palmeras, las nubes
y los ríos circulares de otros pueblos.
Colorista el mar de mi ventana.

Antonio Fassa
VERANO

El fuego y sus sudores implacables
asestan calientes navajazos
con la arena más calenturienta
o con sus piedras más infernales.
Día de éxodo masivo hacía la luz.
Luz indeleble y abrasadora,
luz de diarreas y lipotimias,
de efímero tártaro que volverá
(quizás en un año estará aquí)
soldando nuestro cráneo con su fuego
de pirómano que inverna con tesón.
bellos días, de algas y de orillas,
y de extrañas locuras que aborrezco.
OTOÑO

Ceniciento paisaje mortecino
y lluvia vegetal o de agua
sobre el asfalto que serpentea
hasta llegar al más puro invierno.
Colofón del infierno maniático
y preámbulo del gélido sepulcro,
que aguarda con su melancolía
efímera, de negruzco algodón,
y mientras tanto; este otoño
un poco plomizo y decadente
nos vomita sus cometas muertas.
INVIERNO

Espuma sin sal emana del cielo,
el frío eriza la piel del mundo
con su teología consumista
de navidad multitudinaria.
La víbora bobina me estrangula,
y hasta mi abuela me abriga
con mantas que perdieron la memoria.
La escarcha contrasta con el radiador,
las persistentes meadas se suceden
(cosas de la helada, imagino).
El norte, parece aun más norte.

A Dios rogando y con el Martes... Santo

Aprovechando la presumible santidad de
estos días y con ningún propósito de herir
sensibilidades, me voy a tomar el repetitivo
placer de colgar en este cuaderno de todos,
un poema que desde Abril de 2006 me
duerme entre los circuitos de este procesador.

EL PUENTE SANTO

Las penas de la gente por la Semana Santa
son penas de mentira que en un fundir de cera
crepitan y se queman en infinitas llamas,
estrellas diminutas bajo una Luna llena.

Las gentes con sus penas, allá por Jueves Santo,
se mezclan, se envenenan en el incienso todas
y lucen de colores sus telas y estampados
oliendo a luto alegre, y a flor y a pasarela.

Mas siendo Santo el Viernes,
cuando la cruz se eleva
y se ahíncan los clavos en el sentir ajeno,
resurge de las gentes, del fondo, del silencio
la pena por un Cristo que nunca conocieron.

Domingo de mañana y las campanas locas
redoblan y redoblan volviendo loco al pueblo,
y a la ciudad volviendo las gentes que se fueron
resucitan a un mundo de locos y de cuerdos.


Lo dicho por el Maestro: FELIZ PASIÓN.


Un saludo. moy.

sábado, 15 de marzo de 2008

Semáforo, el viernes.


Si la evolución no nos hubiera convertido en alopécicos seres bípedos,
el viernes pasado se le hubieran cubierto las carnes de suaves clavos sensitivos
su flequillo habría apuntado hacia ella
en una oleada de celestes emociones
activadas eléctricamente por su espina dorsal
(que un día fue de ella también)

Si la evolución y el señor Darwin se hubieran estado quietecitos,
se habría erizado todo él.

Porque el viernes, cruzando la calle ante un semáforo,
vio Albertito a la ponente en la conferencia de sus musas.

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Antoñín

tarea santa

Gente querida: una tarea improvisada por si os apetece escribir algo esta semana santa. Se trata de continuar la historia que arranca con este primer párrafo. En esta ocasión es el arranque de "Ciudad de cristal", de Paul Auster. Es un principio sugerente para que cada cual construya la historia que más le seduzca.
El párrafo en cuestión, dice así:

Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él.

A ver lo que da de sí. Que paséis días bonitos y llenéis de pasión la semana de Pasión jejejeje.
Nos vemos a la vuelta

viernes, 14 de marzo de 2008

Mahmud Darwish




El recuerdo que llevo de tí
no está desierto
y ya no hay enemigos
para las rosas que surgen de los escombros de tu casa

Mahmud Darwish
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Espero que os guste esta cita con relación al tema de nuestro encuentro del pasado miércoles. Pasadlo lo mejor que podáis en estas fiestas.
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Antoñín
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dos concursos interesantes

Gente querida: con respecto a los premios que habíamos hablado el otro día, las bases del VII Premio de Relato Corto "Calicanto" están aquí.
Por si parte, VII Premio de Poesía "Ciega de Manzanares" tiene sus bases aquí.
Yo probaría suertes y me batiría los cobres.
Besos grandes.

jueves, 13 de marzo de 2008

para acabar la tarde....

Como para pagar una deuda contraida
aquí os dejo todo vuestro, todo mio,
este último poema escrito anoche en
el camino de vuelta a casa; por cierto,
paré junto a un portal que una farola
semialumbraba, para hacer anotaciones
en el cuaderno y una muchacha que
salía, al verme, volvió a entrar de
inmediato,como loca.

¡¡Qué sicosis social!!

¿Acaso le parecí a la muchacha
el asesino del cuaderno?

Bueno, venga el poema:

TESTAMENTO

Yo quiero ser de un mar
Que fuera madre,
De nuevo la sangre
De su sangre,
Ser agua
De nuevo de su carne,
Ser de nuevo la espuma
De sus olas.
Tengo que ser
Cenizas cuando acabe,
Cenizas que azotada
Por el viento
Revoloteen por las silbantes
Crestas,
Que desmedidas
Estallan en las rocas.

Y voy a ser cenizas
Que cabalguen desbocados
Temporales,
Que apacigüen
Y embellezcan bajamares,
Que serpenteen
Al fondo en los ocasos
Y que reposen a pie
De caracolas.



Lo dicho, a ser buenos.

un saludo. moy.
no pude asistir a la reunión de ayer. ¿Hay tarea?. ¿Habeis llegado a alguna decisión?. Os dejo el poema ser o noser. Nos vemos en Pascua. Fita.

ser o no ser

¿Cómo se recorre la distancia del hoy al ayer?
¿Hay distancia?
¿Dónde encontrar al que ya no se es?
¿ no se fue?

¿Cuándo se recupera el deseo de ayer?
¿no fue?
¿En qué momento dejo de ser?
¿Es ayer ?

¿Por dónde escaparon los besos de miel?
¿No dejaron sustancia?
¿A quién no le agarra el dolor que fue?
Este si es.

miércoles, 12 de marzo de 2008

hoy me he sentido ingeniero

Si algo bueno tienen los cursos de formación
que estamos dando los que estabamos en Delphi
es que nos iguala laboralmente a todos.

Pués vereis, hoy por la mañana en el curso de
energía renovables la monitora nos explicaba
sobre el hidrógeno y lo que esa energía, por otra
parte nueva, supondría para la humanidad y a cada
cosa que exponía ella, un ingeniero de los tres que
hay en el grupo, la cortaba para debatirle e incluso
llevarle la contraria.
Eso a mí me molestaba y creo que no solo a mí.
Me resultaba pedante el tal ingeniero, pedante
en todo su significado, vamos que incluso no
tenía razón en sus argumentaciones.

Bueno, pués hoy por la tarde en este nuestro
curso de letras libres creo que ha pasado lo mismo
que esta mañana, solo que el ingeniero he sido
yo. Y ahora que me veo sentado delante de este
teclado me he dado cuenta lo pedante que he podido
llegar a ser y os pido que si habeis sentido lo
mismo que yo esta mañana, os pido que me perdonéis,
que no me tengais en cuenta, que solo soy un loco
iluso que no sabe qué camino coger aunque sí sepa a
dónde va a llegar.

Pués eso, un saludo. moy.

sábado, 8 de marzo de 2008

David Bravo en Noche Sin Tregua

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viernes, 7 de marzo de 2008

Curiosea con los apellidos

Si quieres curiosear con la procedencia, cantidad de gente que lleva un apellido en concreto o cosas así, pincha en la página siguiente y te divertirás. Verás que curioso.




http://www.ine.es/fapel/FAPEL.INICIO


Antoñín

martes, 4 de marzo de 2008


ELEGIA A RASPAS Y CENIZAS

Una vez más he vuelto a reflexionar
sobre una cuestión trascendental
que me amartilla el entendimiento,
con violencia pertinaz y embustera.
Las tripas que se ocultan en mi cabeza
parecen estar a punto de estallar,
hasta salpicar de luto y media asta
a todo ser que se precie y se palpe,
(a todo ser que presuma de automóvil
o que pase la vida entre video y audio
para morir después del epilogo
satisfecho por todos los objetivos)

Para algunos fin del papel moneda,
para otros conclusión de la nada.

Habrá quien perecerá en la batalla,
en plena contienda contra Coca-Colas
malditas, contra marines invasores
y contra los amos
y contra los plomos
y contra la voz enlatada y falaz,
de los micrófonos que controlan este
pueblo giratorio que flota en la
nada o en el todo sin saber porque,
y pienso en este instante: ¿Quién piensa
en la póstuma ceniza que guardamos?

En algunas escenas del mortal mundo
se observan
definitivos
huesos,
que en un pasado fueron la carne
que diera forma al recuerdo.
De igual forma los fósiles de estrellas
nos bombardean la leve memoria,
remontándonos a tribus y tréboles,
con el más azul de todos los cobaltos.

Que sentido tiene este corto trayecto
(que tan inacabable nos parece ser
a pesar de aterrorizarnos el fin
como las guadañas de gris satén)

¿Es la gélida tapadera que sella
nuestra muerte parte de nosotros?
¿es la raspa de pez incrustada en una
isla del sur, lo que en un pasado vivió?
¿o el viejo disco la rescatada vida
del músico enterrado en New Orleáns?
La vida
nos dispara
nubes líquidas
y nos asesina muy poco a poco,
aunque a veces muy mucho a mucho.

La vida no deja de recordarnos que
los objetos orgánicos carecen de
presencia atmosférica y rauda.

Yo sigo conversando con la cenefa
de tu epitafio, como si fueras tú.
Prefiero creer que eres tú y solo tú.

Así creo, así digo, así sea.



Antonio Fassa

La pescadilla que se...






Nemesio vuelca el capacho maloliente sobre la tolva de la máquina trituradora. La masa pringosa formada por cabezas, vísceras y espinas de pescado se desliza desde el capacho provocando un sonoro “Chof” al contacto con el fondo del depósito.
Joselito, testigo como muchas otras veces del trabajo de su padre, coge una raspa de pescado que ha huido de la molienda cayendo al suelo y la arroja dentro sumándola a los restos que ya comienzan a ser triturados por las implacables muelas metálicas. El volante de inercia, un inmenso y macizo aro de hierro, gira sin parar dando fuerza a la máquina en el imparable triturado.
Tras el minucioso proceso de molido, secado y tostado, la masa informe se va convirtiendo en la harina de pescado que servirá de pienso para el estero. Joselito también ayuda a su padre cuando éste lo extiende a puñados sobre el agua para alimentar a lisas, doradas y robalos en una imagen extrañamente híbrida, como sacada de la Biblia, mezcla de parábolas de labradores sembrando futuras mieses y abundantes banquetes de panes y peces.
El borboteo del agua al acercarse el cardumen al festejo atrae a varios charranes que desde el aire efectuan picados impecables sobre el agua para salir luego con un pequeño pez apresado en el pico.

La campaña en la salina resulta productiva. Como casi siempre, el seco verano de levante así lo decide. Nemesio invita a todos los salineros, incluyendo a los hormiguillas, al festivo despesque del estero.
Con ramas y sepina de los muros se hace una gran hoguera, cuyos rescoldos sirven más tarde para asar las piezas recogidas. Los mismos salineros se afanan en ello con una gran red en el agua, formando un círculo sumergido en cuyo interior giran cada uno de los seres vivientes de la constelación acuática. Poco a poco van cerrando el círculo hasta centrar toda la vida en un pequeño espacio de donde extraen las piezas más grandes. Éstas son dispuestas en un cajón de madera que espera sobre una piedra de granito junto al estero; es una piedra redonda y gastada de tanto giro que durante mucho tiempo sirvió de piedra de moler en el viejo molino de mareas.
Tras la fiesta, los restos de pescado que han ido depositándose en el capacho, son llevados por Nemesio hasta la tolva mientras Joselito le sigue. Inclina el capacho sobre el depósito y una raspa de pez completa, con los ojos brillantes y redondos, cae a los pies de Joselito mientras la rueda de hierro, el volante de inercia de la máquina, gira, gira y gira sin parar.

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Antoñín


Por una España mejor

Quizá esto que he escrito aquí tenga algo que ver con la realidad, lo real y lo no real que tanto hincapie hace el profe, ¿no?

La raspa de pez

Mi ejercicio sobre este tema.
Espero que os guste.

lunes, 3 de marzo de 2008

Despiece de pez (fita)

Tus palabras

Como raspas de pez, desnudas, mínimas, desvalidas,
Pero también degustadas, saboreadas, manipuladas,

Tus silencios

Como escamas de pez, duros, fríos, resecosos
Pero también protectores, evocadores, encubridores

Tus miradas

Como cola de pez, livianas, lejanas, tuyas
Pero también acariciadoras, amorosas, mías

Tus deseos

Como tripas de pez, olorosos, gotosos, comosos
Pero también embriagadores, lubricadores, embacaudores.

sábado, 1 de marzo de 2008

Ejercicio, tarea, deberes... llámalo como quieras.




En nuestro próximo encuentro debemos presentar un curioso ejercicio. Espero haber entendido el sentido de las instrucciones del maestro Miguel Angel y así trasladaroslo correctamente. Consiste en un escrito cuyo tema sea "la raspa del pez", en el sentido de lo que representa dicha raspa de pez en sí. Cuando hablamos de una raspa... ¿cuanto hay de pez en ella? El esqueleto de un ser vivo...¿Es en sí ese ser vivo? ¿Cuanto tiene de ese individuo?

Es un tema bastante filosófico, pero espero que de juego y nos divirtamos con las distintas opciones que a buen seguro se darán en la clase. Ah... el que no lo haga del todo bien sacará un cinco "raspado". Y recordad que el pez muerto es el único que nada a favor de la corriente. Animo y al lápiz.

Antoñín
Me gusta mucho esta gente, ¿Hay música curativa?

Eva.