sábado, 15 de marzo de 2008

Semáforo, el viernes.


Si la evolución no nos hubiera convertido en alopécicos seres bípedos,
el viernes pasado se le hubieran cubierto las carnes de suaves clavos sensitivos
su flequillo habría apuntado hacia ella
en una oleada de celestes emociones
activadas eléctricamente por su espina dorsal
(que un día fue de ella también)

Si la evolución y el señor Darwin se hubieran estado quietecitos,
se habría erizado todo él.

Porque el viernes, cruzando la calle ante un semáforo,
vio Albertito a la ponente en la conferencia de sus musas.

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Antoñín

1 comentario:

Anónimo dijo...

...pero a pesar de las falacias vomitadas por "los amos de la inmundicia" sigo observando, atónito que para muchos, la costilla de Adán no ha perdido vigencia. Ojalá los semáforos fuesen instrumento del pueblo y no la herramienta propagandística de los demagogos que hacen uso del mobiliario urbano, para lucir una imagen de falsa modernidad.

Pues eso Antoñín, que uno contra más viejo más pellejo.

Salud y poesía.