Quién soy, qué soy, a menudo me pregunto. Infinidad de nombres, apellidos, oficios y labores, todo ello en conjunto, en mi mente aparecen como en la boca los sabores. Mi nombre son signos del alfabeto, que tan sólo pretenden distinguirnos de otros sujetos, aunque no con un éxito total, ya que muchos otros comparten nuestro santoral. Con los apellidos ocurre algo similar, con ellos sólo se intenta concretar. Con respecto a mi oficio, es puro artificio, nada que no hagan otros cientos, que al igual que yo, con ello apenas nos ganamos el sustento. Sobre ocupaciones, otras labores y aficiones, nada hay en ellas que me defina, puesto que sólo son fugaces funciones, que con el tiempo mudan, como lo hacen las estaciones. Y por si aún lo dudan, termino con mis conclusiones; si nada de lo dicho me convence y nada es lo que parece, por qué no imaginar, a ver si algo se aclara, que sólo soy un corazón provisto de un solo ala con la que apenas puedo volar, por lo que sólo me resta mendigar, aunque con ilusión, una bonita metáfora que a este poema sirva de colofón.
2 comentarios:
Bueno, bueno...cada vez te sale mejor.Me gusta, sigue....quiero más
jose maria
Te queda un ala para volar, para sentir, para escribir reflexiones cargadas de poesia...
Fita
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