viernes, 14 de diciembre de 2007

El payaso de Ramón


Disfruté mucho del taller el pasado miércoles. Os animo a poner aquí vuestra tarea como seguidamente haré yo. Si no nos vemos antes de las fiestas en cualquiera de los dos encuentros programados, aprovecho ahora para desearos todo lo mejor a tod@s. Besos y abrazos.
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Cuando Ramón abrió los ojos aquella mañana, lo primero que vio justo en la pared frente a su cama fue una mancha de humedad con la forma perfecta de un payaso.
De repente se dio cuenta de que llevaba ya un buen rato sentado en cuclillas sobre la cama y con la manta sobre las piernas. Sus ojos como platos daban fe de que su habitual despertar lento y aletargado había sido obviado en ese luminoso y cálido día. Al contrario que otras veces, Ramón había pasado del sueño al espabilamiento en un plis plas. Toda esa prolongada observación le había servido para componer cada uno de los detalles de aquel alegre rostro de caricato; su sombrero hongo inclinado ligeramente sobre su cabeza, su pelo rizado y abundante saliendo a borbotones por los lados del mencionado sombrero, sus ojos semicerrados bajo pequeñas cruces pintadas en sus párpados, su enorme nariz redonda con un levísimo reflejo de brillo a un lado de ésta, su boca grande y sonriente pintada de blanco de oreja a oreja, sus abultadas solapas del cuello de una chaqueta de paño a cuadros… A medida que avanzaba en cada uno de esos detalles se iban acrecentando sus dudas acerca del origen de aquella misteriosa mancha. Nunca se dejaba llevar por creencias absurdas, pero en este caso, a pesar de que aceptaba que el dibujo estaba formado por levísimas manchas de humedad a la manera de un cuadro impresionista, llegó a la conclusión de que en aquella imagen había algo extraño que se escapaba a sus razonamientos.

El no solía ser crédulo en estos casos paranormales, pero su madre sí, así que ella fue la primera persona en la que pensó Ramón para que diera fe de tan raro descubrimiento. Además, así disfrutaría viendo su cara de asombro y discutiría con ella acerca del origen de tan mágico dibujo. -¡Mamá!- Gritó sin levantarse de la cama. Fernanda se acercó presurosa y extrañada al cuarto con las manos aun mojadas y llenas de espuma del mistol del fregado, ya hacía tiempo que Ramón no daba esos gritos para llamarla, después de todo Ramón ya era un hombrecito, el mes pasado cumplió treinta y tres. Cuando la madre estaba ya frente a Ramón, éste se esforzó por teatralizar la noticia para darle mayor trascendencia al asunto. La miró muy serio y luego dirigió la mirada de reojo hacia el dibujo levantando las cejas. Su gesto fue entendido enseguida por Fernanda, algo importante había en esa dirección. Giró muy lentamente la cabeza hacia donde le indicaba la mirada de su hijo, y mientras lo hacía se le iba acrecentando un extraño temor en su interior, hasta que su mirada topó con el rostro de la pared.
-¡Madre del Amor Hermoso!- exclamó -¡Esto es un milagro, Dios mío, esto es una premonición, un aviso del cielo, algo malo va a pasar! ¡Ay Dios mío! Fernanda se ponía por momentos más y más nerviosa, sus gritos de miedo llegaron hasta el salón, donde el padre de familia descansaba mirando al televisor tras la comida de mediodía. Se acercó al dormitorio del niño y al observar a la madre gesticulando nerviosa se dirigió a Ramón –tu madre tiene razón, estas no son horas de levantarse, a ver si te esmeras un poquito hombre, levántate aunque sea a las once o por ahí, puñetas, que ya está bien, y a ver si me das una alegría y me dices que has encontrado trabajo que… -¡que no es eso Paco!- le cortó secamente Fernanda –¡Mira lo que ha salido en la pared!- le dijo a su marido mientras levantaba su mano para señalar el dibujo en un gesto rápido y casi imperceptible, como si señalarlo directamente hubiera ofendido al mismísimo Dios. Paco dirigió la mirada hacia la pared y una leve sonrisa se fue dibujando en su boca entreabierta. -¡Qué bonito! ¡Solo le faltan los colores! ¡Que maravilla, es una cacatúa perfecta! Fernanda se quedó absorta -¿Cómo que una cacatúa? ¿Tu estas loco? ¡Entre los dos me vais a matar de un disgusto! ¿No ves que es una Virgen del Carmen? ¡La virgen María, Paco, la Virgen María! – El marido le replicó -Una virgen, una virgen… ¡anda ya! ¡Eso es una cacatúa! ¿No le ves la cola? ¿Y el pico… no ves el pico?

La discusión comenzó a hacerse eterna cuando los esposos intentaron convencerse mutuamente del significado de cada una de las pequeñas manchas que componían el dibujo. Ramón se tumbó de nuevo en la cama dejándose caer de espaldas, se acurrucó de lado y se tapó la cabeza con la manta. Mientras se adormilaba de nuevo meditó entre ensueños sobre su santa madre. Santa y medio bruja, porque al final era ella la única que tenía algo de razón; su payaso tenía algo que ver con maría… pero maría de la otra, de la buena. Ramón se acurrucó de nuevo y no tardó en dormirse calidamente arrullado por la cotidiana discusión que se desarrollaba a los pies de su cama.
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1 comentario:

Raquelilla dijo...

Vaya, vaya como pondría su cuarto el nene que eso parecía Londres en tiempos de Jack el Destripador.
Me encantó, Antoñín, como to lo que escribes.
Ra