lunes, 31 de diciembre de 2007

A MODO DE PREÁMBULO

Como bien dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa, toda buena literatura, es un cuestionamiento radical del mundo en el que vivimos. Verdaderamente es esa la auténtica función del texto poético y el “leitmotiv”de toda obra creativa que se precie.
Es la voz poética lo verdaderamente puro, lo real, lo diametralmente opuesto a la realidad salvaje y alienante, que se nos impone y que asumimos dócilmente.
Me atrevería a sentenciar que la poesía es el espacio no contaminado por los embaucadores de la palabra, el lugar donde poder respirar otro oxígeno, vital este para la buena salud de nuestro espíritu. Y es que en este mundo contemporáneo, cargado de contradicciones, la poesía se hace aun más urgente y necesaria.
Es de capital importancia, beber de las irreverentes tintas del nihilismo y, hasta violar mil veces las palabras; pero con el mayor de los respetos. No olvidemos que la comunicación humana, ya peina las canas de la longevidad, y que su origen se remonta a la noche de los tiempos.
Huelga decir que existe la necesidad imperante, de sumergirse en las entrañas de la poesía, para descifrar sus claves y sugerencias, pues es esta la mejor manera de reflexionar, con la suficiente carga de rebeldía, para crecer y madurar, es decir, para morir sin arrepentirnos de nosotros mismos.
Mientras la mercadotecnia literaria, nos define la literatura, yo me hago eco de las sabias palabras, que un buen día dijera el genial Mario Vargas Llosa.

ANTONIO FASSA

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