LA ESTATUILLA
- Hola, en este momento no estamos en casa. Deja el mensaje después de la señal.
- Juan Carlos… ¿Estás ahí…?
- Piii…
- Joder Juan Carlos, con lo poco que me gusta hablarle a estos cacharros… Pero ya te he llamado tres veces… Bueno, ya que estoy te lo cuento. Normalmente nos vemos de verano en verano, pero estamos en octubre y la verdad es que no me apetece esperar hasta julio para explicarte lo que me ocurre. El administrador de la comunidad de tu chalet me ha dado tu número de teléfono, pero no te enfades con él, le he convencido de que era por un tema muy importante para ti, ya sabes la labia que me gasto. Antes que nada espero que tu familia esté bien, saluda a Renata de mi parte. Ya estoy lampando por volver a disfrutar de las puestas de sol en el chiringuito del Pedrín con un wiskisito en la mano y embobado oyéndote contar historias de dinosaurios, de reyes antiguos o de romanos. Antes de oírte, para mí eran romanos todos los que llevaban espadas en las películas, ahora ya sé que no es así, aunque todavía no tenga muy claro como distinguirlos.
Anteayer le di un susto de muerte a mi mujer. Te vi hablando con Eduardo Punset en la tele y le grité para que viniera al salón a verte. Llegó tan asustada con mi grito que cuando vio lo que era no sé como no me pegó, bueno sí, me pegó, pero con el trapo de la cocina, que me lo tiró con todas sus ganas mientras se iba para seguir fregando. Yo no entendí mucho lo que hablabas, la verdad, pero ya me lo contarás cuando nos veamos. El caso es que eso me dio la idea de llamarte o escribirte, porque me están pasando cosas muy raras Juan Carlos, muy raras.
Tú sabes que de vez en cuando salgo a pescar con el Pedrín en su barco- en su bote, como a ti te gusta llamarlo-, pues desde hace unas semanas, cada vez que pasaba por una zona de la punta del boquerón, cerca del castillo, me entraba una cosa por dentro, como una mezcla de miedo y retortijones… Sé que te vas a reír cuando oigas esto, te conozco Juan Carlos, pero es así, te lo juro. Pues mira, ahí no queda la cosa, hace dos sábados pasamos otra vez y yo le dije al Pedrín que parara el barco allí mismo, que yo no me quería quedar con la duda de qué era aquello que a mí me entraba, y fue y me dijo el cabrón que nanai de la china, que me dejara de pamplinas y que no paraba el barco. Yo le insistí pero, oye, ni puñetero caso, así que cogí el rezón por mi cuenta y lo eché al agua. La cara que me puso, ya te la imaginarás, pero tú sabes como es, muy echao p´alante y luego un pedazo de pan. Así que como él también estaba con la mosca detrás de la oreja con mis retortijones pues dio media vuelta al barco y fue navegando despacito despacito hasta que me vio en la cara donde era el sitio, mira tú que misterio, por la cara que puse se dio cuenta de donde tenía que parar, como si mi cara fuera la pantalla de un sondador. No te lo vas a creer, no sé si aquello tenía que ver con lo que a mí me entraba o no, el caso es que me tiré al agua y nada más pegarme la zambullía me encontré con una estatuilla sobre la arena del fondo, a dos metros más o menos. Al principio me pareció… Piii.
- Hola, en este momento no estamos en casa. Deja el mensaje después de la señal… Piii.
.
- Que se había terminado el tiempo del contestador Juan Carlos, como te iba diciendo, que al principio la estatuilla me pareció de hierro y muy estropeada, pero una vez en casa la limpié bien y resultó que era de bronce. Yo no sé si habré hecho bien, pero la he pulimentado y todo. Ahora se me ha quedado con una pátina la mar de bonita. No sé si es muy antigua, yo creo que sí. Estaba por mandarte la foto para que me dijeras qué opinas, tú que te dedicas a eso de la arqueología y cosas así. El Pedrín no para de decirme que la tire otra vez donde estaba, que eso de que a mí me diera retortijones antes de encontrarla le da mala espina, pero éste es de los que ve una bicha y va a misa al día siguiente. Por lo pronto dice que ya no me lleva más a pescar, y para colmo se lo ha contado a todo quisqui en el muelle de Sancti Petri, así que a partir de ahora si quiero robalos, a la plaza, qué le vamos a hacer.
Me estoy liando y esto es conferencia Juan Carlos, voy a ir al grano. Como te iba diciendo, tengo la estatuilla en casa. Es la figura de un hombre delgado con un delantalito como si fuera un taparrabos y un gorro raro, con un pie adelantado, las manos caídas y los puños cerrados. La foto se la he hecho con un paquete de Ducados al lado para que compararas y vieras así lo que mide, yo creo que veinticinco centímetros o por ahí. Veinticinco centímetros… quien los pillara ¿eh, Juan Carlos?...ejem… Puri dice que me llevo todo el día mirando al Julio Iglesias, que así es como ella ha bautizado a la figurita, y ya está empezando a darle la razón al Pedrín con eso de que la tire. Pero aquí viene lo mejor, de tres días para acá cuando la cojo con la mano izquierda me cambia la apariencia de la mano. ¿Cómo te quedas? ¿A que no te lo crees? Que sí hombre, que se me pone la mano muy rara, como más vieja y velluda, que esa no es mi mano. Para colmo me aparece un anillo gordo de oro en un dedo, como si fuera un nudo de cuerda, pero en oro. Ya me imagino la cara que pondrás cuando me oigas y me dan ganas de colgar y todo, te lo juro, pero… ¿a quién se lo cuento Juan Carlos? Al principio se me pusieron los ojos como chiribitas. Me quito el anillo y lo vendo… me dije. Pero con lo clarito que lo veo y cuando voy a echarle mano se me desvanece como en un sueño. ¿Tú no has tenido de chico sueños de esos que tenías dinero debajo de la almohada y luego te despertabas y un mojón pa ti, ni dinero ni ná? ¿No? Pues a mí me pasaba mucho. Al ratón Pérez nunca le dijeron que el Charli se estaba quedando mellao, ya ves.
Bueno, pues eso era lo que te quería comentar, ni la Puri sabe lo de la mano, si lo supiera ya estaría la estatuilla en el agua, pero me da no se qué. Yo por lo pronto voy a esperar tu respuesta, eso si no se termina esto tan raro que me pasa antes de que me contestes. Te agradezco tu paciencia Juan Carlos. Hasta pronto. Un abrazo.
…o0o…
Madrid a 28 de Octubre de 1999
Amigo Charli. Ha sido un verdadero placer recibir tus noticias, aunque te confieso que tu llamada ha sido para mí un alarde de misterio. No dispongo de tu número de teléfono y en la guía no apareces. Espero que ese detalle no sea consecuencia de tus confesados desmanes urbanísticos en la zona. Aún recuerdo a la desafortunada anciana alemana que te seguía por todos los rincones de Chiclana con el portalámparas del salón en la mano. ¡Mira que ponerle un portalámparas con dos cables cortitos metidos en el techo para que creyera que tenía instalación eléctrica! Te confieso que estoy escribiendo esta carta sin saber aún tu dirección, cuando cierre el sobre buscaré tus datos a través de Pedro o algún otro amigo común.
Lo primero que te recomiendo es que te compres el barco de una vez ¡deja de gorronear y dispón de una vez de tu capital para disfrutar hombre de Dios! Por otra parte me halaga tu confesión de que influyo positivamente en tu formación humanística. Es esa y no otra la función principal de mi trabajo como catedrático, aunque debo aclararte que soy paleontólogo, no arqueólogo, pero no te preocupes por eso, me alegra saber que te he imbuido cierto interés por los huesos u otros objetos antiguos enterrados, ya sean de un romano, de un visigodo o de un oso de las cavernas. Espero que a partir de ahora te lo pienses un poco antes de ordenar precipitadamente a las excavadoras que tapen cualquier resto antiguo en cualquiera de tus pequeñas obras, como te pasó con aquella vasija en Cádiz.
Adjunto te envío una fotocopia de un estudio realizado por mi compañera de la UCA Eleonora Kaminer Ruiz, “Leyendas Fenicias del Templo de Hércules”. Me he limitado a fotocopiarte lo que a mi entender puede interesarte, espero que me mantengas informado. Creo sinceramente que antes de tirar esa estatuilla al mar deberías entregarla a las autoridades, debo indicarte que por tu explicación parece tratarse de una figura fenicia del siglo VIII o VII a.C. Si persisten los síntomas en tu mano izquierda no te olvides de comunicármelo inmediatamente, te remitiría a esta señora que con seguridad sabría aconsejarte mejor que yo.
Recibe un cordial y afectuoso abrazo de tu amigo
Juan Carlos Quiroga Durruti
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.- Hola, en este momento no estamos en casa. Deja el mensaje después de la señal.
- Juan Carlos… ¿Estás ahí…?
- Piii…
- Joder Juan Carlos, con lo poco que me gusta hablarle a estos cacharros… Pero ya te he llamado tres veces… Bueno, ya que estoy te lo cuento. Normalmente nos vemos de verano en verano, pero estamos en octubre y la verdad es que no me apetece esperar hasta julio para explicarte lo que me ocurre. El administrador de la comunidad de tu chalet me ha dado tu número de teléfono, pero no te enfades con él, le he convencido de que era por un tema muy importante para ti, ya sabes la labia que me gasto. Antes que nada espero que tu familia esté bien, saluda a Renata de mi parte. Ya estoy lampando por volver a disfrutar de las puestas de sol en el chiringuito del Pedrín con un wiskisito en la mano y embobado oyéndote contar historias de dinosaurios, de reyes antiguos o de romanos. Antes de oírte, para mí eran romanos todos los que llevaban espadas en las películas, ahora ya sé que no es así, aunque todavía no tenga muy claro como distinguirlos.
Anteayer le di un susto de muerte a mi mujer. Te vi hablando con Eduardo Punset en la tele y le grité para que viniera al salón a verte. Llegó tan asustada con mi grito que cuando vio lo que era no sé como no me pegó, bueno sí, me pegó, pero con el trapo de la cocina, que me lo tiró con todas sus ganas mientras se iba para seguir fregando. Yo no entendí mucho lo que hablabas, la verdad, pero ya me lo contarás cuando nos veamos. El caso es que eso me dio la idea de llamarte o escribirte, porque me están pasando cosas muy raras Juan Carlos, muy raras.
Tú sabes que de vez en cuando salgo a pescar con el Pedrín en su barco- en su bote, como a ti te gusta llamarlo-, pues desde hace unas semanas, cada vez que pasaba por una zona de la punta del boquerón, cerca del castillo, me entraba una cosa por dentro, como una mezcla de miedo y retortijones… Sé que te vas a reír cuando oigas esto, te conozco Juan Carlos, pero es así, te lo juro. Pues mira, ahí no queda la cosa, hace dos sábados pasamos otra vez y yo le dije al Pedrín que parara el barco allí mismo, que yo no me quería quedar con la duda de qué era aquello que a mí me entraba, y fue y me dijo el cabrón que nanai de la china, que me dejara de pamplinas y que no paraba el barco. Yo le insistí pero, oye, ni puñetero caso, así que cogí el rezón por mi cuenta y lo eché al agua. La cara que me puso, ya te la imaginarás, pero tú sabes como es, muy echao p´alante y luego un pedazo de pan. Así que como él también estaba con la mosca detrás de la oreja con mis retortijones pues dio media vuelta al barco y fue navegando despacito despacito hasta que me vio en la cara donde era el sitio, mira tú que misterio, por la cara que puse se dio cuenta de donde tenía que parar, como si mi cara fuera la pantalla de un sondador. No te lo vas a creer, no sé si aquello tenía que ver con lo que a mí me entraba o no, el caso es que me tiré al agua y nada más pegarme la zambullía me encontré con una estatuilla sobre la arena del fondo, a dos metros más o menos. Al principio me pareció… Piii.
- Hola, en este momento no estamos en casa. Deja el mensaje después de la señal… Piii.
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- Que se había terminado el tiempo del contestador Juan Carlos, como te iba diciendo, que al principio la estatuilla me pareció de hierro y muy estropeada, pero una vez en casa la limpié bien y resultó que era de bronce. Yo no sé si habré hecho bien, pero la he pulimentado y todo. Ahora se me ha quedado con una pátina la mar de bonita. No sé si es muy antigua, yo creo que sí. Estaba por mandarte la foto para que me dijeras qué opinas, tú que te dedicas a eso de la arqueología y cosas así. El Pedrín no para de decirme que la tire otra vez donde estaba, que eso de que a mí me diera retortijones antes de encontrarla le da mala espina, pero éste es de los que ve una bicha y va a misa al día siguiente. Por lo pronto dice que ya no me lleva más a pescar, y para colmo se lo ha contado a todo quisqui en el muelle de Sancti Petri, así que a partir de ahora si quiero robalos, a la plaza, qué le vamos a hacer.
Me estoy liando y esto es conferencia Juan Carlos, voy a ir al grano. Como te iba diciendo, tengo la estatuilla en casa. Es la figura de un hombre delgado con un delantalito como si fuera un taparrabos y un gorro raro, con un pie adelantado, las manos caídas y los puños cerrados. La foto se la he hecho con un paquete de Ducados al lado para que compararas y vieras así lo que mide, yo creo que veinticinco centímetros o por ahí. Veinticinco centímetros… quien los pillara ¿eh, Juan Carlos?...ejem… Puri dice que me llevo todo el día mirando al Julio Iglesias, que así es como ella ha bautizado a la figurita, y ya está empezando a darle la razón al Pedrín con eso de que la tire. Pero aquí viene lo mejor, de tres días para acá cuando la cojo con la mano izquierda me cambia la apariencia de la mano. ¿Cómo te quedas? ¿A que no te lo crees? Que sí hombre, que se me pone la mano muy rara, como más vieja y velluda, que esa no es mi mano. Para colmo me aparece un anillo gordo de oro en un dedo, como si fuera un nudo de cuerda, pero en oro. Ya me imagino la cara que pondrás cuando me oigas y me dan ganas de colgar y todo, te lo juro, pero… ¿a quién se lo cuento Juan Carlos? Al principio se me pusieron los ojos como chiribitas. Me quito el anillo y lo vendo… me dije. Pero con lo clarito que lo veo y cuando voy a echarle mano se me desvanece como en un sueño. ¿Tú no has tenido de chico sueños de esos que tenías dinero debajo de la almohada y luego te despertabas y un mojón pa ti, ni dinero ni ná? ¿No? Pues a mí me pasaba mucho. Al ratón Pérez nunca le dijeron que el Charli se estaba quedando mellao, ya ves.
Bueno, pues eso era lo que te quería comentar, ni la Puri sabe lo de la mano, si lo supiera ya estaría la estatuilla en el agua, pero me da no se qué. Yo por lo pronto voy a esperar tu respuesta, eso si no se termina esto tan raro que me pasa antes de que me contestes. Te agradezco tu paciencia Juan Carlos. Hasta pronto. Un abrazo.
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Madrid a 28 de Octubre de 1999
Amigo Charli. Ha sido un verdadero placer recibir tus noticias, aunque te confieso que tu llamada ha sido para mí un alarde de misterio. No dispongo de tu número de teléfono y en la guía no apareces. Espero que ese detalle no sea consecuencia de tus confesados desmanes urbanísticos en la zona. Aún recuerdo a la desafortunada anciana alemana que te seguía por todos los rincones de Chiclana con el portalámparas del salón en la mano. ¡Mira que ponerle un portalámparas con dos cables cortitos metidos en el techo para que creyera que tenía instalación eléctrica! Te confieso que estoy escribiendo esta carta sin saber aún tu dirección, cuando cierre el sobre buscaré tus datos a través de Pedro o algún otro amigo común.
Lo primero que te recomiendo es que te compres el barco de una vez ¡deja de gorronear y dispón de una vez de tu capital para disfrutar hombre de Dios! Por otra parte me halaga tu confesión de que influyo positivamente en tu formación humanística. Es esa y no otra la función principal de mi trabajo como catedrático, aunque debo aclararte que soy paleontólogo, no arqueólogo, pero no te preocupes por eso, me alegra saber que te he imbuido cierto interés por los huesos u otros objetos antiguos enterrados, ya sean de un romano, de un visigodo o de un oso de las cavernas. Espero que a partir de ahora te lo pienses un poco antes de ordenar precipitadamente a las excavadoras que tapen cualquier resto antiguo en cualquiera de tus pequeñas obras, como te pasó con aquella vasija en Cádiz.
Adjunto te envío una fotocopia de un estudio realizado por mi compañera de la UCA Eleonora Kaminer Ruiz, “Leyendas Fenicias del Templo de Hércules”. Me he limitado a fotocopiarte lo que a mi entender puede interesarte, espero que me mantengas informado. Creo sinceramente que antes de tirar esa estatuilla al mar deberías entregarla a las autoridades, debo indicarte que por tu explicación parece tratarse de una figura fenicia del siglo VIII o VII a.C. Si persisten los síntomas en tu mano izquierda no te olvides de comunicármelo inmediatamente, te remitiría a esta señora que con seguridad sabría aconsejarte mejor que yo.
Recibe un cordial y afectuoso abrazo de tu amigo
Juan Carlos Quiroga Durruti
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Los fenicios viajaban desde Tiro y otras ciudades del medio oriente en pequeñas naves de cabotaje –navegación costera- y más tarde mejoraron sus sistemas de navegación permitiéndoles dar algunos saltos que acortaron sus rutas: Chipre, Creta, Malta, Cerdeña e Ibiza. Estas navegaciones, debido a los vientos predominantes, se hacían en verano, dejando la vuelta para los meses a partir de octubre costeando por el norte de África. La dureza de estas rutas hacía que los navegantes se aferraran a fuertes creencias religiosas, realizando sacrificios y ofrendas al terminar cada una de estas navegaciones, motivo por el cual se han localizado diversos objetos rituales en los alrededores de la Isla de Sancti Petri, lugar muy cercano a la posible ubicación del Templo de Hércules. A pesar de la casi total ausencia de textos fenicios, se cree que estos navegantes adquirían el compromiso de la ofrenda al comienzo de su travesía. El incumplimiento de la misma les condenaba a vagar por los mares de la tierra hasta que alguien en su nombre la realizara, de no ser así, el alma de dicho navegante vagaría por toda la eternidad.
Eleanora Kaminer Ruíz“Leyendas Fenicias del Templo de Hércules
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- Hola Juan Carlos, que alegría me da oírte… ¿cómo estás?
- Muy bien Pedrín, gracias. Mira, te llamaba por lo de Charli. Hace unos días me dejó un mensaje en el contestador explicándome lo de la estatuilla. Le he contestado hoy e iba a echar la carta al buzón, así que te he llamado por si tenías su dirección y por si sabías algo más.
- ¿A ti también te lo ha contado? Este Charli es mucho Charli. Yo creo que se le estaba yendo la olla Juan Carlos, de verdad. Ha estado de lo más raro este chiquillo.
- ¿Pero sabes si tiene la estatuilla aún?
- ¡Que va! Si el otro día se coló en mi casa con ella en la mano y me sacó casi en pijama. Porque yo estuve carajote, si no le dan por culo al Charli.
- ¿Y qué pasó?
- Yo qué sé Juan Carlos, yo qué sé… que le entró una idea en la cabeza y si no hace lo que le ordenaba esa idea en su coco yo creo que se vuelve majara. ¿Sabes lo que hizo? Me llevó al muelle y me hizo sacar el barco. Yo le había dicho que ya no le llevaba a pescar ni muerto, pero eso era pa verlo Juan Carlos, con los ojos desencajados y la estatuilla de los cojones en la mano izquierda, pero como me dijo que iba a tirarla al agua pues me dije: a lo mejor se le quitan las pamplinas al loco este. Así que lo llevé hasta donde él me dijo.
- ¿Y la tiró o no la tiró?
- ¡Claro que la tiró! Pero no veas la que formó, se sacó del bolsillo un cuenco y un mechero y encendió un poco de incienso, luego se puso de pie en el barco y empezó a hablar en otro idioma, con los brazos en cruz y casi gritando, me tenía acojonado, eso era pa verlo Juan Carlos. Al final cogió la estatuilla, la besó, la levantó como enseñándosela al cielo y la tiró por la borda al mismo sitio donde la había recogido. Después se miraba la mano izquierda, la abría, la cerraba, se miraba una y otra vez y así un rato hasta que empezó a sonreír un poco. Parecía como si le hubieran puesto una inyección de valium, se desparramó en el barco y casi lo tengo que llevar en brazos hasta el coche. La Puri dice que llevaba varios días sin dormir y que ese día durmió como un niño chico.
- ¿Y no le has visto más desde entonces?
- ¡Sí, claro! Lo veo todos los días, está la mar de tranquilito, muy serio, sin gastar bromas pero muy tranquilito… Ah, y ya de hablar del asunto ná de ná. Le he preguntado varias veces y me cambia de tema. No hay quien le saque ni una palabra.
- Qué raro… pero bueno, lo importante es que está bien. Pues nada Pedrín sólo te llamaba para eso, así que rompo la carta y listo. Estas navidades me daré una vuelta por ahí, aprovecharé para charlar un ratito con él. Venga, un abrazo y hasta pronto.
- Hasta pronto campeón, un abrazo.
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- Hola Juan Carlos, que alegría me da oírte… ¿cómo estás?
- Muy bien Pedrín, gracias. Mira, te llamaba por lo de Charli. Hace unos días me dejó un mensaje en el contestador explicándome lo de la estatuilla. Le he contestado hoy e iba a echar la carta al buzón, así que te he llamado por si tenías su dirección y por si sabías algo más.
- ¿A ti también te lo ha contado? Este Charli es mucho Charli. Yo creo que se le estaba yendo la olla Juan Carlos, de verdad. Ha estado de lo más raro este chiquillo.
- ¿Pero sabes si tiene la estatuilla aún?
- ¡Que va! Si el otro día se coló en mi casa con ella en la mano y me sacó casi en pijama. Porque yo estuve carajote, si no le dan por culo al Charli.
- ¿Y qué pasó?
- Yo qué sé Juan Carlos, yo qué sé… que le entró una idea en la cabeza y si no hace lo que le ordenaba esa idea en su coco yo creo que se vuelve majara. ¿Sabes lo que hizo? Me llevó al muelle y me hizo sacar el barco. Yo le había dicho que ya no le llevaba a pescar ni muerto, pero eso era pa verlo Juan Carlos, con los ojos desencajados y la estatuilla de los cojones en la mano izquierda, pero como me dijo que iba a tirarla al agua pues me dije: a lo mejor se le quitan las pamplinas al loco este. Así que lo llevé hasta donde él me dijo.
- ¿Y la tiró o no la tiró?
- ¡Claro que la tiró! Pero no veas la que formó, se sacó del bolsillo un cuenco y un mechero y encendió un poco de incienso, luego se puso de pie en el barco y empezó a hablar en otro idioma, con los brazos en cruz y casi gritando, me tenía acojonado, eso era pa verlo Juan Carlos. Al final cogió la estatuilla, la besó, la levantó como enseñándosela al cielo y la tiró por la borda al mismo sitio donde la había recogido. Después se miraba la mano izquierda, la abría, la cerraba, se miraba una y otra vez y así un rato hasta que empezó a sonreír un poco. Parecía como si le hubieran puesto una inyección de valium, se desparramó en el barco y casi lo tengo que llevar en brazos hasta el coche. La Puri dice que llevaba varios días sin dormir y que ese día durmió como un niño chico.
- ¿Y no le has visto más desde entonces?
- ¡Sí, claro! Lo veo todos los días, está la mar de tranquilito, muy serio, sin gastar bromas pero muy tranquilito… Ah, y ya de hablar del asunto ná de ná. Le he preguntado varias veces y me cambia de tema. No hay quien le saque ni una palabra.
- Qué raro… pero bueno, lo importante es que está bien. Pues nada Pedrín sólo te llamaba para eso, así que rompo la carta y listo. Estas navidades me daré una vuelta por ahí, aprovecharé para charlar un ratito con él. Venga, un abrazo y hasta pronto.
- Hasta pronto campeón, un abrazo.
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FIN
11 comentarios:
Espléndido relato, que ya me cautivó cuando lo leiste en el Taller, pewro que gusta leerlo por uno mismo para saborearlo más. Queda la duda sin resolver de porqué se transformaba su mano, pero algo tiene que dejarse a la imaginación del lector ¿verdad?.
Un abrazo,
José María
Antonio me gusta mucho como manejas las voces, la facilidad de cambio de registro en los dialogos. La historia muy sugerente me ha gustado. Si tengo que ponerle algun pero sería que le daría mas peso a la historia de la estatuilla, al misterio y un poco menos peso a la historia costumbrista.
Un abrazo
José María, creo que el relato ha ganado con tu sugerencia del tiempo del ontestador, gracias. Y gracias también a ti Alfonso, me encanta que los comentarios sean de crítica constructiva. Por cierto, creo que dentro de este relato hay otro sugerido, ¿no crees? Me gustó la idea de que el lector imaginara los malos ratos de Charli mirándose la mano e incluso con otros misteriosos efectos. Aunque quizás tenga razón, y se pueda construir otro más específico con esos detalles. Gracias a los dos y un abrazo.
Este Alinando viene con la fuerza del tornado que nos quedamos esperando. Imaginación y originalidad al por mayor, eso aderezado con una gran facilidad para mantener al leyente pendiente de cada letra. Enhorabuena!
Lo dicho el día del taller: ¡artista! jejejeje. A mí me gusta como está, me parece muy original así (luego siempre habrá cosas que pulir, no te digo que no). Me gusta que el misterio de la estatuilla tenga un halo borroso, sea enigmático y quede en un segundo plano, y me gusta el retrato que haces del pescador. Me llama la atención el tema que insertas en la historia de lo sobrenatural: la transformación de la mano ¿alucinaciones? ¿locura clínica?, el pescador hablando en otro idioma ¿poseído? ¿fuerzas ocultas?. Al margen de lo que haya detrás, el acierto está en usar las palabras justas para dejar la puerta abierta al misterio y que cada lector opine.
Un abrazo, y a seguir aliñando buenos relatos
Alienando,el relato engancha, y si engancha mejor no "meneallo".Puedes seguir y desarrollar más la historia ,pero eso ...eso es otra historia.
P.D.Eres nuevo en la Eascuela ¿no?.
Tu forma de escribir me recuerda mucho a la de mi querido amigo Antoñín. Algún día te lo presentaré
Hola Antonio: Soy Dani, un inculto en esto de los relatos...
Para mi lo importante es que me transmita algo, sin entrar en analisis del texto que sería incapaz de realizar, y lo cierto es que me ha conseguido transmitir intriga y misterio hasta el último momento. Me gusta!
Un abrazo
Dani.
Weno, y después de encontrarme por sorpresa a mi marío por estos lares sumo mi comentario estando totalmente de acuerdo con Juan al decirte que tienes ese encanto andaluz en la escritura parecido al de mi querido Antoñín, y que desgraciadamente no he podido escuchar ese relato de viva voz... QUIERO VORVEEEEEEEEE. Me ha encantado, y por cierto, encantada de conocerte, jijiji.
Ra
Pdta: ese pie me suena... jijiji
pdta nº2: ¿onde está el paquete de ducados en la foto??? jijijij
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