miércoles, 7 de abril de 2010

A un sólo paso de la libertad


Mientras huía, toda su vida se cruzó tras sus ojos lagrimosos al igual que el tren se precipita en la oscuridad del túnel. El primer diente que perdió; Antoñito, su novio de primaria; las caricias de su padre en aquellas noches interminables,
tranquila, princesa, no te dolerá”;
los rosquetes de la abuela; el portazo de la madre el último día que la vio,
lo siento, cariño, pero ya no puedo más”;
el tobogán oxidado del patio; los silencios de los vecinos,
“pobrecilla, cómo tiene el ojo...”;
las muñecas de Patri, su única amiga; las miradas insidiosas de los compañeros; la expresión preocupada de la profesora,
“¿otra vez tarde?, ¿cuándo vendrá tu padre a hablar conmigo?”;
las palomas en el alfeizar de la ventana...

El asfalto lo hizo todo añicos... incluso el sufrimiento.

7 comentarios:

genialsiempre dijo...

Vaya, veo que los microrelatos se tan estupéndamente, aunque sean un poco duros, pero muy bien escritos.

José María

Anónimo dijo...

chiquillo está historia la quiero saber con pelos y señales...¿Qué le pasó en el ojo??etc, etc..Fita

Julio Cascobelo Moreno © dijo...

¿Quién lo escribió? Dos relatos de suicidio demasiado juntos... ¿También fue Isabel? ¿Qué está pasando?

Julio Cascobelo Moreno © dijo...

Ah perdón, ya me dí cuenta que fue Pedro, pues nada... jejeje, pedrito no te mueras todavía jajaja

Carmen dijo...

Lo mejor de los microrrelatos es lo que no se cuenta, lo que se deja a la imaginación del lector...uff, yo ya he visto a hasta la cara de la chiquilla. Que bueno, requetebueno.

Raquelilla dijo...

Sin duda es de los relatos tuyos que más me han llegado al alma, ya sabes que los oscuros son los que me gu. Enhorabuena, compi.
Ra

Cuenticiente dijo...

Inquietante, tan real...por desgracia. Describiendo lo justamente necesario... ¡cuántas cosas se dicen!