Bajó un poco su escote y se descubrió los hombros hasta la persuasión, de manera que su espalda quedara semidesnuda, lisa y salpicada de diminutas pecas que le hacían atractiva aún sin vérsele la cara. Bárbara se dio la vuelta delante del espejo en el que se veía reflejada totalmente y después de alisarse la ceñida falda roja infierno en la que se le dibujaba un matemático triángulo invertido donde cualquier hombre se perdería, se volvió a dar la vuelta.
Se introdujo un dedo en la boca, lo sacó húmedo como si de un helado se tratara y se lo llevó al vértice del escote donde sus senos se unían, lo bajó hasta que el filo de las aureolas de aquellos afresados pezones asomaran tímidas y rosadas hasta la extenuación y se regaló un guiño. Estaba perfecta, ya podía salir a buscar su nueva victima. Echaría las redes de su candidez en cualquier sitio de aquella estúpida ciudad y picaría algún pez.
Se sentó en la terraza de un lujoso restaurante, llamó la atención del camarero con un insonoro chasquido de sus dedos y pidió una copa. No pasó ni un minuto cuando el guapo camarero le ponía el vaso sobre la mesa y Bárbara resbalando sus dedos por la mano del muchacho y acariciándola hasta las uñas cogía la copa dedicándole una mirada serpenteada de un malicioso deseo. Sonrojada la cara y algo aturdido el joven regreso a su trabajo.
La mesa junto a ella acababa de ser ocupada. Una mujer platino, de un perfecto acabado en el vestir se había colocado justo a su espalda. La mujer cruzó las piernas dejando entrever aquella parte de su codiciado cuerpo.
Los transeúntes que pasaban por la terraza de aquel restaurant dividían la mirada entre aquellas dos esculturas vivientes
Bárbara estaba deseosa de conocer el rostro de su vecina de mesa, sería su siguiente presa. Volvió la cara para presentarse con cualquier tipo de escusa y se topó con sus propios ojos reflejados en el espejito que la mujer usaba para repintarse.
- Hola cariño, soy Bárbara, bueno, mi nombre es Bárbara. ¿podrías hacerme un favor?- dándolo por echo se llevó una pequeña decepción porque la mujer no le respondía. Y volvió a repetir…”soy Bárbara” ,en un tono algo comprometedor.
- Yo soy Julia y no acostumbro a hacer favores a cualquiera.- y después de que Bárbara hiciera un ademán sensual con la punta de su dedo en sus labios, la mujer acabó…
- Pero contigo haré una excepción.
- Gracias Julia, encantada de conocerte. Sabía que no me dirías que no- con un beso a ambas mejillas selló aquella presentación y Bárbara empezó a recoger nylon en el carrete de su nueva conquista. Antes que Julia hablara siguió diciendo...
- Estaba esperando a alguien pero necesito ir al tocador, ¿podrías disculparme ante él y pedirle que me aguarde? Es guapísimo, con un brillante en su lóbulo derecho, es inconfundible. Por favor.
- Será un placer, un verdadero placer.
- Eh¡ no te hagas ilusiones… Era una broma.-
Ya empezaba a intimar con aquella nueva mujer en su vida, le había sido fácil. Sabía mentir de una manera tan natural que era imposible darse cuenta de cuando lo hacía.
Así que Bárbara no esperaba a ningún apuesto galán, solo andaba de pesca y Julia era
quien había picado. En un par de minutos volvió y después de ver que nadie había aparecido y de saber que ciertamente nadie aparecería, en un gesto casi despreciativo hacia el supuesto galán que debería haber llegado y que ya tardaba, invitó a Julia, una vez pagada la cuenta de lo consumido por ambas, a dar una vuelta y la sedujo para que le acompañara a ir de compras por algunas tiendas de ropas de diseño que eran bastantes por aquella zona. Y luego...
El día comenzaba para Bárbara, pero para su presa acababa de terminar.
bÁRBARA no lo sabe pero será capaz de cualquier cosa, cualquier cosa que yo quiera porque
yo la estoy creando. Será ...
A esto de escribir se le coge, yo diría que cierto vicio. Este texto es solo un inacabado ejercicio de narrativa del año pasado que oreo un poco.
Un saludo. moy.
5 comentarios:
No es justo, Moy, nos dejas en la mejor parte. Ya tienes tarea para este curso: acabarlo.
Tiene una pinta estupenda.
El miércoles te echamos de menos.
Un saludo.
No vale. Las cosas hay que terminarlas. Haga usted el favor de decirle a esa tal Bárbara que termine la faena y que te deje ser testigo, así lo seremos nosotros a través de tu visión poética.
Antoñín
Bárbaro: Me gusta esa Bárbara, me gustaría saber que es lo que pretende realmente.
¿Continuarás?
Jose María
Mas sensual no puede ser tu Bárbara, espero conocer pronto el nudo de la historia, y que tú en persona nos la narres, que tenemos ganas de verte, Moy.
Uhm... sugerente, bárbara, sensual... misteriosa... ¿a dónde llevará esta mujer? me ha gustado mucho el relato... y la ambientación que le has dado muy conseguida... y esas metáforas pesqueras...
Moy, últimamente estás bordando esos relatos, me alegro que así sea
David
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