lunes, 14 de abril de 2008

Diálogo en la pescadería

Buenos días ¿Qué se llevará hoy, raspas?
Estaba pensando que tengo ganas de algo más sabroso
Lo lleva en la cara ¿Qué tiene usted hoy? Se le incendia la mirada de lilas de madrugada
¿No ha visto usted la calle, Paco?, las jacarandas entrelazan las aceras
¡Qué hermosura, señora, caminar bajo una bóveda de luces de colores!
Si, Paco, Son tan hermosos los amaneceres en primavera!
Le voy a cortar un ramito de albahaca que ya florece y huele que le acompaña su alegría toda la mañana. Tenga.
Hum!, qué delicia, se cuela dentro y obnubila hasta el pensamiento.
¿De dónde ha sacado esa palabra que contiene lo que deseo?.
De la primavera, Paco, que no se retiene ¿No lo nota?
Pero ahora que recuerdo, ¿No me dijo que prefería la caricia anaranjada del sol otoñal?
No me gusta la luz de mediodía en primavera que se come los bordes y no deja reconocer los límites que protegen de las emociones. ¿No ha visto qué efecto producen las palabras?
¿Cómo obnubilar?
Me recuerda una canción que venía del mar, que traía palabras moduladas por vientos de Tramontana, que una bella sirena mediterránea cantaba para envolverme y desviarme de mi camino hacia Itaca.
¿Y usted deseaba quedarse así, obnubilado por ese encantamiento?
¡Si fuera posible!
¿Y usted cree que no lo fue?, ¿Es que usted ha encontrado ya el camino o anda dándole vueltas?
En esas estamos
Y nosotros ¿en qué estamos?, Paco, que se nos va la mañana entre palabras.

No hay prisa cuando ni siquiera se sabe a donde se va , ¿no es cierto?. Ya que me ha regalado una palabra, le dejo otra de esas que embaucan al pronunciarlas y contienen más que el sentimiento que parecen guardar, una cicatriz tallada; Amargura.
Suena triste, suena algo así:
¿Cómo se recorre la distancia del hoy al ayer?
¿Hay distancia?
¿Dónde encontrar al que ya no se es?
¿ no se fue?

¿Cuándo se recupera el deseo de ayer?
¿no fue?
¿En qué momento dejo de ser?
¿Es ayer ?

¿Por dónde escaparon los besos de miel?
¿No dejaron sustancia?
¿A quién no le agarra el dolor que fue?
Este si es.

Suena, suena. Lo suyo son las letrillas.

Y usted que lo diga, Paco, letrillas que buscan una copla.

Ya me dijeron los de la peña que Manuel chiquito había cantado por alegrias las que usted le escribió para la feria. Las de los olores. Gustaron, sobre todo a él que parecía saborearlas en cada quejío.
Ya sabe como son los flamencos de sentíos…Ahora más que está a punto de nacer su primer hijo. Le pondrán Alenar por su mujer mallorquina -alentar-, como la canción que usted escuchaba cuando se dejaba atrapar por las sirenas.

Y me dejo, especialmente cuando me despierto de madrugada y juego a bailar con las palabras.

Las palabras, las palabras ¡Qué peligro en primavera! ¿Hay remedio?

Echemos las persianas, dejemos la penumbra, que no nos atrape la luz, que no nos confunda o escapémonos con ella.

Fita

3 comentarios:

Doncel dijo...

Precioso este relato en la pescadería.
Por unos momentos recordé, mis años decarnicero en la plaza de abastos en Chiclana.
Un Abrazo.

Pedro Estudillo dijo...

¡Madre mía!, Fita, te creces con la primavera. ¿A qué pescadería vas tú?
Me encantó tu relato (u obnubiló).
Hasta luego.

Anónimo dijo...

...no me gusta la luz de primavera al mediodía qu se come los bordes...
¡Vaya tela! Cuanto más lo lees más te engancha. Come mucho pescado, Fita, aquí te lo agradeceremos.

Antoñín