- Dicho de una persona: Sumamente pusilánime, que en todo ve peligros para su salud, o imagina que son graves sus más leves dolencias.
- Y en hipocondríaco… ¿Qué pone en hipocondríaco?
- Ay cariño, ya está, que pesadito estás.
-¿De verdad crees que estoy pesado con el tema? ¿Me ves obsesionado?
- Jo… Yo creo que te miras mucho, cielo. Pero no me hagas mucho caso que luego te llevas todo el día comiéndote el coco… déjalo ya… ¿Vale?
Ella tiene razón. Cuando cojo un temita se me mete en la cabeza como una vieja en un asiento del metro, empieza a mover el culo y se instala en solitario en mi cerebro. Pero estos agujeritos… La pomada que me mandó el médico no me hace mucho efecto. Antes pasaba desapercibido ante el espejo del corredor, ahora es como la querida de un ricachón salido, no puedo estar sin acercarme de vez en cuando a mirarme la frente. Y a veces me acerco, me asomo asustado al reflejo de mi imagen y ahí están, sobre mis cejas, apareciendo de nuevo con su forma serpenteante. Creo que se unen para hacer figuras de sonrisas macabras. Dichosos agujeritos. Están consiguiendo que me cambie el carácter. Me considero una persona racional, sensible… pero esto… Antes me entretenía con mis poemas, disfrutaba mirando los pequeños objetos de mi mesa, casi todos con un significado sentimental para mí. Ya los he escondido todos. Ahora están en los cajones aguardando a que mi carácter vuelva a lo suyo. Tan sólo conservo mi pulserita de bolitas en mi muñeca izquierda. Se la compré a unas parvulitas que las hacían ellas mismas y las vendían ilusionadas sobre una mesita de playa. No se me olvidará nunca su cara de felicidad cuando les di el euro. Creo que de eso no me desprenderé hasta que sus bolitas de plástico se deshagan a pedacitos sobre mi muñeca. Ahora mi mesa está impoluta. No hay adornos, no escribo, no se me ocurre nada… Los agujeritos serpenteantes de mi frente me están obsesionando. Unos desaparecen pero al día siguiente aparecen otros… Hasta el sueño lo tengo trastornado. A veces caigo dormido aquí mismo, en mi mesa… como ahora… me está venciendo el sueño… creo que me dejaré llevar. Voy a descansar un rato, como estos días atrás… apoyaré mi cabeza en mi muñeca izquierda… y me dormiré…
- Y en hipocondríaco… ¿Qué pone en hipocondríaco?
- Ay cariño, ya está, que pesadito estás.
-¿De verdad crees que estoy pesado con el tema? ¿Me ves obsesionado?
- Jo… Yo creo que te miras mucho, cielo. Pero no me hagas mucho caso que luego te llevas todo el día comiéndote el coco… déjalo ya… ¿Vale?
Ella tiene razón. Cuando cojo un temita se me mete en la cabeza como una vieja en un asiento del metro, empieza a mover el culo y se instala en solitario en mi cerebro. Pero estos agujeritos… La pomada que me mandó el médico no me hace mucho efecto. Antes pasaba desapercibido ante el espejo del corredor, ahora es como la querida de un ricachón salido, no puedo estar sin acercarme de vez en cuando a mirarme la frente. Y a veces me acerco, me asomo asustado al reflejo de mi imagen y ahí están, sobre mis cejas, apareciendo de nuevo con su forma serpenteante. Creo que se unen para hacer figuras de sonrisas macabras. Dichosos agujeritos. Están consiguiendo que me cambie el carácter. Me considero una persona racional, sensible… pero esto… Antes me entretenía con mis poemas, disfrutaba mirando los pequeños objetos de mi mesa, casi todos con un significado sentimental para mí. Ya los he escondido todos. Ahora están en los cajones aguardando a que mi carácter vuelva a lo suyo. Tan sólo conservo mi pulserita de bolitas en mi muñeca izquierda. Se la compré a unas parvulitas que las hacían ellas mismas y las vendían ilusionadas sobre una mesita de playa. No se me olvidará nunca su cara de felicidad cuando les di el euro. Creo que de eso no me desprenderé hasta que sus bolitas de plástico se deshagan a pedacitos sobre mi muñeca. Ahora mi mesa está impoluta. No hay adornos, no escribo, no se me ocurre nada… Los agujeritos serpenteantes de mi frente me están obsesionando. Unos desaparecen pero al día siguiente aparecen otros… Hasta el sueño lo tengo trastornado. A veces caigo dormido aquí mismo, en mi mesa… como ahora… me está venciendo el sueño… creo que me dejaré llevar. Voy a descansar un rato, como estos días atrás… apoyaré mi cabeza en mi muñeca izquierda… y me dormiré…