Era un olor que iba variando a lo largo del proceso de elaboración. Primeramente mi abuela preparaba un buen barreño y vertía en él todo tipo de grasas, deshechos de la cocina guardados escrupulosamente para este fin durante varios meses, el olor era apestante, y todos los chiquillos que estuviéramos por allí salíamos corriendo, aprovechábamos la excusa de la fabricación del jabón para perdernos sus hedores, sabedores de que en momentos como esos momentos estorbábamos en casa.
Al cabo de las horas, cuando regresábamos, la peste se había suavizado, mi abuela había añadido otros ingredientes que nunca estoy seguro de cuales eran, pues tampoco me interesé entonces por ellos, creo que sosa caústica, sal gorda,....y allí estaba alla, moviendo con un palo que reservaba también para esa tarea, de forma paciente, durante horas. A veces le relevaba mi madre para que se tomase un descanso, pero ella consideraba el jabón como algo muy suyo, y a los pocos minutos volvía a su puesto alegando que mi madre no movía con la energía necesaria para que se fraguase bien la mezcla.
Cuando mi abuela murió, desapareció el jabón manual, pues mi madre alegó que era un trabajo enorme y además salía más barato y era de mejor calidad el "lagarto" que ella compraba en una droguería cercana.
Después de muchas horas dando vueltas a aquella mezcla, la pasta iba adquiriendo un olor amarillento, y el olor, milagrosamente, se había transformado, ahora olía a limpio. Se dejaba en reposo toda la noche, y a la mañana siguiente, al levantarnos, abuela ya habáa cortado varios trozos asimétricos del tan trabajado jabón, que se usarían en casa durante los próximos meses.
José María
5 comentarios:
Curioso, precisamente ahora estoy yo usando uno de esos jabones hechos a mano. Los hicieron mis hermanas hace algunas semanas, tal y como explicas, sólo que en vez de remover con un palo durante horas, ellas utilizaron un taladro con una herramienta adecuada (las que utilizan para mover la pintura), con lo que el trabajo fue mucho más llevadero. Cosas de la tecnología.
Así que el olor resultante lo tengo muy presente. Por cierto que habría que definir exactamente lo que entendemos cada uno por olor a limpio, ya que se supone que siempre estará más limpio aquello que no huela absolutamente a nada; digo yo.
Saludos.
Había oido hablar de ese tipo de jabón y de como se hacía, pero contado así me resulta mucho más cercano. Tienes razón Pedro, el olor a limpio no debería catalogarse como olor, tal como el frío no es una temperatura sino la falta de ella precisamente, pero no me negarás que queda muy poético el término... !y tan recurrente en nuestra memoria!!
Antoñín
pues yo creo que lo limpio si que tiene que oler, todo, hasta las nubes, lo contrario de lo qeu dicen los estúpidos anuncios de compresas. Pero a lo que voy, vaya infancias más jugosas y olorosas habeis tenido todos. A ver si Fita pone la suya, qeu tengo mucha curiosidad (con todo lo que sabe de naturaleza......)
Yo creo que el olor a límpio no existe sin su antítesis: el olor a sucio, como no existía la palabra paz hasta que se inventó la palabra guerra, cosas mías.
tantas ganas me han dado que me he puesto a la tarea. Fita
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