lunes, 30 de abril de 2007

Este mini relato presenté ( o al menos eso creo si es que efectué bien el primer correo
electrónico que he mandado) para el concurso de relatos cortos que el Diario de Cádiz
fallaba el dia 23 (día del Libro).

Evidentemente no pensaba ganar pero ya voy aprendiendo.
Consistía en continuar la historia marcada abajo en azul.

Aquí os lo dejo :

Mi amigo Ramón dice que en estos tiempos que corren la televisión y los televisores vienen a ser la versión electrónica del diablo.
-¿Dónde tienen los televisores los cuernos?- le pregunto, divertido por su ocurrencia.
Me explica que los cuernos de los nuevos diablos electrónicos pueden ser perfectamente esas antenas que se colocan sobre los televisores para mejorar la imagen. Luego enciende un cigarrillo y me cuenta que hace un par de semanas tuvo la ocurrencia de enterrar su televisor portátil de diez pulgadas mientras estaban retransmitiendo uno de esos programas en los que la gente se insulta y se tira los trastos a la cabeza.
-Era una noche de plenilunio y hacía un calor sofocante -recuerda- Bajé al solar que hay delante de casa, puse el televisor en marcha y lo deposité cuidadosamente en el fondo de un pozo que había cavado aquella misma mañana al pie de un olivo. Luego empecé a echar la tierra removida encima del televisor sin que la presentadora y los concursantes se diesen cuenta. Fue así como consumé el primer televicidio de la historia...



. Sin mirar a mi alrededor marché para casa con la satisfacción del deber cumplido.
Me lavé las manos pues el electromagnetismo que me las impregnaba me hacía sentir culpable
no sé de qué. Me serví una copa, no sabría decir de qué licor, con algo de hielo y dejé mi cansado
cuerpo por el sofá mientras mi mente vagaba recorriendo la desnuda silueta de una mujer.
Cuando recobré el conocimiento, el enorme hueco que había delante de mí me conmovió y me
llenó de una alegría que no sabría descifrarla. Quizá en otro momento lo rellenaría con cualquier
objeto que me hiciera olvidar aquella caja de desgracias. No tenía prisa ya estaba todo consumado, perfectamente consumado, ¿o no?. Por un instante pensé si alguien, algún sintecho me hubiera visto perpetrar tal crimen y bajé a comprobarlo. No, nadie. Todo había salido a la perfección. A la mañana siguiente desayuné frugalmente y marché al trabajo con la conciencia como una luna llena, redonda y blanca. Pasaban los días y ya me había habituado a vivir sólo sin mas compañías que yo mismo, ninguna voz, ninguna imagen,nada. Pasado un tiempo, una tarde, en el momento justo en que el sol ocultaba su último rayo, através de la ventana de mi habitación vi como el olivo, situado en el centro del solar y mausoleo interactivo y responsable ante mi de ocultar para siempre mi televicidio, el olivo empezó a fluorescer; esto es: a emitir flaces de luces blanquecinas parecidos a los que vomita la puerta de un salón, apagadas sus luces, y con una tele encendida. Allá de donde fuera a nacer una aceituna nacía un resplandor.. El solar parecía estar encantado y el árbol un objeto terráqueo no identificado. Los vecinos comenzaron a protestar enérgicamente contra el vacío solar pero no sirvió para nada. Así estuvo el olivo toda la noche. Llegó el alba y todo acabó pero a la tarde siguiente vuelta a empezar. Unas denuncias en toda regla hicieron a la mañana siguiente que se personase la policía en la parcelación y al ver un árbol como único objeto no sabían que hacer.
Desde mi ventana vi como un oficial sugería cavar junto al olivo y al instante apareció un terroso
televisor encendido y con una imagen, la cara azulada de la presentadora del traje rojo con los ojos opacos ya y de par en par abiertos. Pero ese televisor no era el mio, ¡no podía ser posible!. Vi como seguían cavando y en varias horas el solar estaba patas arriba y aparecían exhumados cientos de televisores todos con la misma imagen en sus pantallas, unos enormes ojos verdes de una presentadora , aterrada solicitando aire fresco.
Definitivamente alguien me vió, creo. Oí pasos en mi escalera. Alguien llamó a la puerta...
-¡policía, abran por favor!
No estaba dispuesto a dejarme coger y sin pensármelo salí por la primera ventana que tenía a la
vista sin recordar que vivía en un tercer piso. Tuve la inmensa suerte de caer encima del toldo de la cafetería más grande de la ciudad pero a la vez la inmensa desgracia de aterrizar junto a los pies del agente más grande de todo el cuerpo de policía. Varios de ellos vociferaban a través de la ventana de mi piso y fuí capturado, esposado y conducido a las dependencias policiales.
Fuí acusado de ser el primer televicida de la historia, de crear un precedente criminológico
con el agravante de difusión y de no sé cuantas estupideces más. Mi abogado de oficio no salía de su asombro y me pintarraqueó el futuro de un negro espeso. Me dijo que alegaría enajenación
mental para poder obtener algo de tiempo y de reducción de condena. Aún no sé si fue una deci-
sión afortunada, ¿o sí?. Estoy hecho un lio, estas manos me aprietan tanto...
No pude ser inculpado directamente de ningún tipo de delito mayor. Los departamentos judiciales no sabían cómo acometer tal hecho y mi abogado, despues de peliagudo inconvenientes, se frotaba las manos con la popularidad obtenida. Su nombre y fotografía aparecían en todos los periódicos y eran portadas de todos los telediarios. Las cadenas de Tv. Se personaron como acusadoras directas contra mí. Mientras tanto yo, negativamenta famoso, anticipaba mi futura condena apartado en un hospital psquiátrico. Unas cuantas eminencias me diagnosticaron un síndrome incurable de teleadicción al que tendrían que ponerle nombre con inmediatez.(telestesinosis). Después de unos días tomando “el obligado tratamiento” y las terapias de choque, empecé a padecer una pesadilla que se me repetía hasta la saciedad: mi imagen estaba en la pantalla de un televisor que caía, sin apagarse, a las profundidades de un abismo marino mientras yo no paraba de ahogarme y nunca acababa de morir.
No sé cuánto tiempo llevo encerrado en este antro. Mi compañero de celda me ha escrito este relato. Yo no puedo apartar mis ojos de la blanca pantalla de este lelevisor, ni estas manos de mi garganta, ME ASFIXIO y no sé de qué. ¡¡ AYUDEN ME, POR FAVOR!!.



Espero que os entretenga. moy.

3 comentarios:

Raquelilla dijo...

Joer, Moy, tu vales lo mismo pa un roto que pa un descosío. ¿Y te planteas la chorrada de sólo dedicarte a escribir poemas? por la virgen del loreto...NI SE TE OCURRA. Me he quedao muy impresionada con tu relato, tan rico de sensaciones y de POESÍA, me ha transmitido tanto..., voy a parar ya porque sino Antoñín se me va a poner celosillo (jijiji).
Ra

Escuela de Letras Libres dijo...

Joé Ra...no se puede quedar uno dormido, enseguida se te suben con sus artes al cuello...Sí, he dicho arte, por no decir poesía pura, aunque sea relato. No nos prives de más cositas así, Lazarillo. Je je je.

Antoñín

M.Luz dijo...

Me recuerda a lo de la cabina de jose luis lopes vasques. Pero no le encuentro conexión con el principio de la historia. Escribe uno tuyo desde los cimientos, mostro!! y sigue tocando to los palos.