miércoles, 23 de enero de 2008

REFLEXIONES ONIRICAS DE UN JOVEN TERRORISTA

El pequeño samurai cortó la abollada lata de Coca-cola de un golpe seco de catana y, seguidamente cayó en un profundo sueño.
-Los lugares inhóspitos, colonizados por las viles manos de mis congéneres, quedan libres, salvajes como un anhelado paraíso. La música sustituyó al fin estruendos y sirenas, la humanidad se ha cansado de golpear con su maza el cráneo del enemigo y de repente el mundo aporrea tambores de viento, salpicando las nubes de terapéuticas notas musicales. Mis vecinos se me antojan angelotes rollizos que entonan melodías de respeto con sus trompetas de luz.
-Pero de repente despertó, salió del utópico sueño como sale un actor, del espacio escénico dejando atrás una leyenda. -¿cómo pretendía yo volar con estas alas imberbes que me acompañan a todas partes? Por más culto a la paz que se rinda desde el púlpito prefiero seguir creyendo que lo contrario de Ares es Eros. –Dijo el samurai, mientras contemplaba la lata de Coca-cola, separada verticalmente en dos mitades. Enfundó su espada y se marchó.

ANTONIO FASSA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempe das que pensar con tus profundos textos, y eso está muy bien. ;-).
Hoy se te echó de menos.
Un saludo

Raquelilla dijo...

Pues sí, a mí me hubiera gustado escuchar este maravilloso texto de tu viva voz allí, con nos (parezco la niña del exorcista, jijiji, mi cambio de Ares a Eros)
Simplemente genial