domingo, 26 de octubre de 2008

La otra espera

He estado esperándote desde hace tiempo. La otra noche, te descubrí por fin en la semioscuridad de una discoteca repleta de gente.

Eres mucho más hermosa de lo que pensaba, pero, es lógico, tienes que seducir a tus vícimas. Supongo que no te resultará muy difícil.

Aceché el ángulo más apropiado para que tu mirada reparase en mí, pero fué en vano. Me miraste solo una fracción de segundo, como se mira a un mueble que se interpone entre los ojos y el destino buscado. Seguiste mirando indiferente, hasta posarte en un joven que, a mi derecha, se divertía con gran bulicio. Estaba claro que él era el elegido esa noche.

Una punzada de celos mordisqueó por un momento mis entrañas. A fín de cuentas, hace tiempo que estaba preparado para esta ocasión. Había ido recogiendo todos mis recuerdos más valiosos y los había depositado cuidadosamente en diferentes neuronas de mi cerebro, por si fueran útiles, allá donde me llevases.

Al día siguiente, las noticias daban cuenta de los rutinarios accidentes del fin de semana y de sus correspondientes víctimas. Uno de ellos sería nuestro jovial joven, estaba seguro de ello.

Decidí continuar mi tarea de recogida y, al rato, tropecé con una caja neuronal que, hace tiempo, dí por perdida y agotado su contenido. Su etiqueta rezaba "Futuro". La sacudí vigorosamente y, por el ruido que hizo, comprendí que todavía tenía contenido. La deposité de nuevo en su sitio sin abrirla, de eso ya se encargaría el tiempo.

Esa noche me puse mi mejor traje y salí dispuesto a tomarme una copa a tu salud. Seguiré esperándote, pero no creas que lo voy a hacer sentado en una silla tranquilamente. No, voy a vivir a tope y si quieres ven a por mí, ya nada me sorprende.

Jose María

2 comentarios:

Pedro Estudillo dijo...

Un relato muy sutil, Jose María, pero directo al grano. Tu protagonista parece ansioso por encontrar la muerte... o quizás sólo sea que ya no le tiene miedo y le ha perdido el respeto. Enhorabuena si es así.
Un abrazo.

Raquelilla dijo...

Refleja el despotismo que existe últimamente en la conciencia de los chavales frente a la muerte, un nulo respeto a la vida bastante alarmante. Genial, como siempre, Jose María, esperamos verte pronto por el taller.