Hola Fran. Ya ves, cuarenta años ya. Tenías doce cuando hablábamos de las cosas importantes de la vida esquivando el humo mientras quemabas cables. Te encantaba el cine y vendías metales para comprar entradas. Eso te llevó un día a Camposoto y un proyectil te colgó el letrero The End. Hoy te diré algo, lo que más te importaba en la vida: pasó el año dos mil y aún no hay coches volando por las calles como tú decías.
11 comentarios:
No podría describir el poso que ha dejado en mi pensamiento este relato corto. No se si se basa en realidad o ficción, pero es genial.
Un abrazo amigo.
Coincido con Dani; no sé si te habrá salido a propósito, pero creo que este relato encierra mucho más de lo que pudiera parecer en un principio. Fran sabía de qué hablaba.
Cosas como imaginarme esos coches volando, hacen que ahora piense que ha sido un error no ir hoy al taller de letras libres. Hasta aquí mi microrrelato.
ainss, como me gusta.
Vi esta mañana la imagen de los coches y me trajo curiosidad porque me sonaba la película a la que pertenece la escena. Pero no quise leer el relato porque preferí esperar a oírtelo por la tarde. Ahora puedo decir que me ha llegado muchísimo más tu relato que aquella peli. Tocas la fibra y metes el justo puntito fantástico. Me gusta, me gusta :)
Como Gitana siento no haber podido asistir al Taller, pues tu relato por si solo ya merecía la pena.
Hay mucho de vivencia en este relato. Durante mi infancia era común enterarse de la muerte de niños que buscaban chatarra entre los proyectiles que caían en la playa de Camposoto, entonces campo de tiro militar. Conocí a algunos de esos niños que fallecieron y aún conozco al menos a dos hombres de mi edad que aún llevan metralla en su cuerpo. A veces reflexiono sobre los avances que disfrutamos y las ilusiones de aquellos críos. Gracias por vuestros comentarios.
Por cierto qué coincidencia que ayer en el foro de videojuegos que suelo frecuentar, me encontré con la canción principal de la peli de la foto: "El Quinto Elemento". La verdad es que es muy bonita y emotiva esta ópera marciana:
http://www.youtube.com/watch?v=4MR6D7tL38U
Sí, muy curioso David, pero ya sabes, cuando las palabras están tan ligadas a las raíces de los sentimientos, comienzan a nacer y a extenderse unos bichitos extraños llamados comunmente "casualidades", pero no hay que espantarlos, es mejor disfrutarlos.
Están ahí aunque no nos demos cuenta, lo que pasa es que con las gafas de poeta es más fácil verlos...
Me gusta lo de bichitos :)
Tu relato me ha traido recuerdos de la infancia. Soy de San Fernando, amo el mar, y la playa para mí siempre fue mi escape desde niña, aunque la playa de Camposoto estaba totalmente prohibida en mi familia, precisamente por lo que cuentas en tu relato. Como siempre, eres maravilloso transmitiendo.
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