viernes, 8 de agosto de 2008

El Murciélago

A veces aparece un murciélago en una bodega donde el polvo recubre las noches azules y el aire tiene tan antiguas costumbres como la firma de los toneles.

Creció como si hubiera brotado de un esqueje diferente, y se quedaba embobado mirando la claridad de la luna en el agua del aljibe.

Se le podía ver tan hambriento y perdido que se llegaba a comer la cal de las paredes o se quedaba colgado mirando a las golondrinas robar migas de pan, olvidando sueños y vigilias.

Desorientado siempre, buscando lo real en cada fantasía, hay rumores de que le han visto bailar con la música del telediario o llorar con la última confesión de Darth Vader.

Pero no era árbol para echar raíces en el huerto de las naranjas ni era piedra gastada bajo las ruedas del antiguo carro. Una vez, de madrugada, contemplando a los ratones libar las gotas derramadas de la venencia, oyendo a la lechuza anunciar que era hora de las criaturas de la noche, justo entonces se dio cuenta de que tenía alas.

Eva

3 comentarios:

genialsiempre dijo...

EVA: Me gustó cuandonos loleiste y me vuelve a gustar al leerlo. ¿Porqué no escribes más?. Parece como que te dosificas y nos perdemos las muchas cosas buenas que sabes contar.

jose maría

Escuela de Letras Libres dijo...

es de de una delicadeza que convierte un bicho en un amigo...
precioso.
Fita

Anónimo dijo...

Eva, adónde guardas los colmillos, por que las alas siempre las llevastes.

Vuela, vuela y muerde. Pero mientras revoloteas, no dejes de escribir de esta manera.