viernes, 7 de noviembre de 2008

LA HERENCIA

Una herencia... lo único furtivamente heredado de su ancestro fue un viejo jersey blanco oveja que, junto con sus monos de astilleros ondeaban en un armario casi vacío. Al percibir su olor esa mañana recordó las casuales circunstancias que lo llevaron hasta sus manos, la espontaneidad con la que su abuela se lo ofreció, la poca importancia que supuso para la anciana y el regalo tan hermoso e inesperado para una chiquilla que no almacenaba mas que un par de fotogramas de aquel hombre. Unas cuantas gotas de tomate natural hicieron el milagro:
-Ponte esto mismo, Raquel, fíjate si tendrá años, era de tu abuelo Sánchez.
Y antes que lo mencionara le olió, le sintió, le recordó cogiéndola entre sus ásperas manos, sonriendo hacia el aire mientras la zarandeaba, enseñándole las lagunas que habitaban entre dientes y muelas, ausencias testigos de un longevo pasado.
Se colocó la prenda para salir, agolpandose así los tomates recién calentados, el alpiste que caía lentamente de las jaulas de canarios, la bahía penetrando por las ventanas del décimo piso, el interminable pasillo que comunicaba las habitaciones con el salón...olió el alma de aquel anciano, aun después de estar lavado seguía impregnado de su ser. Mientras subía el cuello para saborearlo mejor supo que nunca desaparecería su aroma...su herencia.Copio y pego desde mi blog, como me habeis pedido.Ra

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es realmente tan emotivo...un olor que va de una generación a otra...Es muy tierno.Fita

JUAN dijo...

Raquel, Raquel... con tus estudios ganarás en sabiduría y nosotros perderemos tu presencia...que le vamos a hacer, aunque espero que no tus relatos.
Si lo que cuentas te ha pasado en realidad, es el mejor homenaje que le has podido hacer al abuelo. Es bueno a fuer de sencillo.

Raquelilla dijo...

Totalmente verídico, Juan, al detalle, me alegro de que te haya gustado, y no te preocupes que la tarea no la dejo.