martes, 12 de junio de 2007


Era sólo escarcha en los brazos,
me volví a sentir acerico en el último peldaño.
Sé que hay más caminos que éste
porque también fui enredadera
y hoy ya no queda más muro.
El cielo tampoco espera, ni el infierno,
es tierra donde nadie espera a nadie,
donde los puentes son plástico recalentado por vatios,
donde las flores se quedaron mustias.
El viento vino a contarme el secreto,
mi madre callaba degollando palabras que odia
pero los fantasmas se le escaparon de las manos.
Hoy sólo el manantial me acompaña,
y conservo la semilla
de la que pronto germinará el otoño.

Eva.

2 comentarios:

Escuela de Letras Libres dijo...

Gracias por tu comentario Eva. Es precioso este poema, da sensación de que pesar de que en el nadie espera, no hay desesperanza. Por cierto, el muro... ¿es con o sin lagartijas? Je je je. Taluego.

Ah, se me olvidaba... Me acaba de llamar Berta, hoy a las siete en el árbol.

Antonín

Raquelilla dijo...

Precioso y delicado como todo lo que haces, Evichi, ma encantao... por cierto: eso que veo es una receta yá que empiezas a estudiar para las clases de cocina, ¿no?: barquillos de trigo con kiwi, mmmmmmmmmm se ven deliciosos.
Ra