domingo, 22 de junio de 2008

El Dorado

En el negro horizonte, la tierra prometida se afanaba en hacerle guiños luminosos cual persuasivo canto de sirena. Los catorce kilómetros azules, de cara cambiante según los caprichos de Eolo, los contemplaba Rachid, sentado con el recogimiento de un monje, apoyando su osamenta en el generoso tronco de su eterno proveedor de almendra.

Ahora, su suerte esta echada. A cada golpe de quilla, contra el malhumorado mar, los latidos de su corazón rivalizan con el estrépito del cansado motor de la paupérrima embarcación. Mientras aprieta los dientes para evitar su castañeo, sus ojos se afanan en ser la brújula cuya aguja, le marquen el lugar deseado

Con el cigarrillo, tapado en la oquedad de sus manos para no ser delatado, pretende narcotizar su mente ahuyentando el miedo, que se clava en sus entrañas.

Escasas voces, filtradas por la sordina del pánico, intentan distraer la realidad con inconexas conversaciones.

El ruido del pájaro metálico, se hace patente sobre veintiocho atribuladas cabezas; la luz de un potente foco, de momento las circunda y destaca de las tinieblas dominantes.

Rachid salta a tierra, a su soñada tierra, pero no se conduce, es conducido. La entrega de una manta roja, con la que intentan tapar con caridad, la sórdida cara de la injusticia, unas exiguas viandas y una ducha para quitar el fuerte olor a amoníaco de su incontenible orín, son las dádivas que le otorga su idolatrado mundo desarrollado, antes de devolverlo al lugar donde no molesta y del que consideran que nunca debió salir.
JUAN

3 comentarios:

Escuela de Letras Libres dijo...

si es que la tarea te ilumina el horizonte y nos dejas esta almendra que abrimos con una aguja que nos hiere el corazón al que cuidamos con mimos de monje y olor a fármaco con amoniaco.
Nos vemos el viernes, el lunes no podré. fita

Anónimo dijo...

Enhorabuena Juan. Además de emocionante, has conseguido un texto donde cada una de las palabras obligadas en el ejercicio no dan la impresión de estar metidas con calzador, sino muy al contrario, se hacen casi necesarias. Muy bueno, si señor.

Antoñín

Pedro Estudillo dijo...

Estoy de acuerdo con Antoñín. He tenido que comprobar si estaban todas las palabras, ya que en el texto están colocadas de forma tan coherentes que ni se notan. Y para colmo el relato es muy bueno.
Espero vernos esta tarde.