viernes, 29 de enero de 2010
Amores caducifolios
Seguramente era un desarraigado vital, uno de esos que no acaba de encajar en ningún espacio, siempre fuera d e lugar. Tenía un aire desasosegado como el que está sin estar. Paseaba por la plaza sin detenerse con los parroquianos, desatendiendo los reclamos de los vendedores ambulantes que a estas horas colmaban el ambiente de requerimientos, ofreciendo unas mercancías que encandilaban a las muchas mujeres que recorrían los puestos dejándose llevar por los atractivos de un día d e mercado primaveral.
Llevaba allí toda la mañana. Me había llamado la atención su apostura viril que contrastaba con unas ropas que para este pequeño lugar mesetario resultaban no sólo excesivas o exuberantes sino incluso afeminadas. Desde el blanco de sus zaragüelles, al brillo de un enorme broche d e plata que adornaba un cinturón de finos cordeles de seda con el que ceñía una camisola d e lino bordada. Todo en él resultaba tan natural como inusual era su presencia en este lugar.
Como lo venía observando a placer resguardada por la celosía de la amplia balconada de mi alcoba, me resultaba intrigante que no mirara a nadie de frente como si rehuyera a la gente o no quisiera ser reconocido y, sin embargo, desde cualquier punto dónde se encontrara en su ir y venir por los soportales de la plaza, no perdía de vista el portalón de nuestra vivienda impacientándose cuando alguno de los parroquianos se acercaba o un grupo de vecinos tertuliaban en nuestras puertas. Nadie entró ni salió en toda la mañana ya que yo y mi doncella éramos los únicos ocupantes de este enorme caserón durante estas ferias ya que el resto d e la familia había decidido permanecer en la huerta para no sentir las molestias de las algarabías propias de estos festejos. Y eso parecía comenzar a inquietar su deambular que se ralentizaba a su paso por el zaguán sin atreverse a tocar sobre la aldaba o decidirlo a terminar con las cuitas que le hubieran traído hasta nuestra puerta..
Ya me disponía a poner fin a esta intriga tomando yo la iniciativa y saliendo a su paso cuando el repiqueteo de las campanas a la hora del ángelus pareció despejar de tal forma sus temores que lo vi lanzarse decidido hacía nuestra puerta y golpearla con el ímpetu de su impaciencia acumulada. A las prisas acudió la doncella presta sin tener yo la preocupación de advertirla de mis sospechas. El chirrido del enorme portón quedó ahogado por los gritos de la sirvienta que confundían alborozos y lamentos aumentando mi desazón y alimentando mi incertidumbre sobre el visitante.
Abrí la puerta impaciente por descubrir la identidad del personaje que confundía a un ama que por su edad y fidelidad conocía todos los secretos d e la Casa. Y sin apenas advertirme de mi atuendo –solo una toquilla cubría mis hombros sin ocultar la camisola que acostumbraba a vestir en la intimidad del dormitorio-; salí al corredor dónde el caballero ya se había plantado de dos zancadas pronunciando mi nombre con el ritmo cadencioso con que sólo él me nombraba. Me abrazaba temblando. Me nombraba, me abrazaba, me nombraba, me abrazaba. Temblaba. Entre nosotros, un espacio recorrido por nuestras miradas verdeándonos el uno en el otro. Temblábamos de deseos acumulados, de estarnos ahora y habernos ahora y sernos tras los sinvivires de no vernos.
Te vienes a Sevilla, vengo a llevarte.
Vendrán el domingo para llevarme a Briviesca, el rey me aguarda en casa de su primo…
No puedes resignarte a vivir malquerida. El duque no puede entregarte para aplacar la ira del rey.
Seré su concubina, firmaron el contrato por un año…me quiere y no puede esposarme
Y después te arrojará lo más lejos posible y te entregará a un convento o a las cadenas de un anciano lascivo y decrépito que te amargará de encierros el resto de tu existencia.
Me debo a mi apellido como tu a la lealtad que juraste a tu rey. Te fuiste. No dudaste cuando emprendiste tu destino a tierras d e infieles. Te fuiste. ¿Qué puede hacer una mujer sino cumplir los deseos de un padre?, ¿Qué puede hacer un padre ante las demandas de su rey?, ¿Qué esperas Gonzalo que deshonre a mi familia y se vean abocados a una vida de destierros sin honor?
Hablaré con el rey, tiene que escucharme…lo he enriquecido consiguiéndole préstamos cuando todos lo abandonaban, he conspirado por él y por él he engañado e incluso traicionado…y
Y seguirás aceptando su voluntad, incluso ésta.
No puedo, Jimena. Estoy dispuesto a romper mi espada. Allí he conocido otras formas de vivir que enriquecen mi alma tanto o más que las armas. He conocido gentes que estimulan mi mente con sus pensamientos expresados con las más hermosas palabras, que me enseñan los placeres d e la mente y de los sentidos…He recorrido tierras y descubierto paisajes que emocionaron mi espíritu como si hubiera entrado en el Paraíso Leo, viajo, aprendo, pregunto, discuto, conozco, escribo…
¿Quién eres?...
Quien te ama.
…y enlazándola se colmaron de las caricias que se les iban desprendiendo hasta irse deshojando, amarilleando, enrojeciendo…
Esto no significa nada, Gonzalo. Lo sabes…
…Descomponiéndose, pudriéndose en el suelo…
Fita
Universos para-lelos o el Principio de una Incertidumbre
Efectivamente, aquel día tocaba balance.
Ramón ya sabía que ese día llegaría bastante tarde a casa, que tendría que volver a soportar los gritos de su jefe apremiándole, la bronca de su mujer por dejarla sola y los dolores de cabeza al acostarse.
Lo de siempre.
De nuevo volvieron a pasar fugazmente por su cabeza las palabras de su madre: “nos levantamos cada mañana, sólo para comer y volvernos a dormir cuando corresponda; lo que se haga entremedio que nada tenga que ver con estas actividades, es completamente prescindible.”
Pensó que bonita manera había elegido él de pasar el tiempo entre comida y comida. Acto seguido comprendió que esa repetitiva letanía de sobra le era conocida, así que optó por levantarse y dirigir sus pasos cansinos hacia el baño, como cada mañana.
Vaya pelos, se dijo, esto no hay peine que lo arregle. La mirada que le devolvió el espejo no le gustó nada de nada; olía a resignación.
Y entonces ocurrió. Así, sin más.
Su reflejo, con ojos enrojecidos y ojerosos, salió de repente del cristal que lo apresaba, dejando a Ramón con un bostezo petrificado. Sin mediar palabra, se situó a su lado y le invitó a ocupar su anterior lugar con un sencillo gesto de la mano.
Ramón obedeció, y en un instante se vio enmarcado en un frío mundo bidimensional, desde el que observó a su imagen salir del cuarto con el mismo paso remolón que minutos antes le había conducido a él hasta allí. Ni tan siquiera tuvo tiempo de advertirle que no podía irse con esos pelos, y mucho menos de preguntarle que si sabría hacer el balance.
Y Ramón se quedó solo, con la boca entreabierta, como dibujado en la pared.
Tras un suspiro, pensó que nunca antes en su vida se había sentido tan libre.
jueves, 28 de enero de 2010
Buscando para ver que encontraba, descubrí este maravilloso poema que me viene que ni al pelo. Se llama LA MANO DE MI PADRE y está recitado con tanto amor y delicadeza que no me queda otra que dedicárselo al mio que hace 22 años está recogiendo en sus manos mis pedazos....
Disfrutadlo, es hermoso.
Besos
Resumen del taller del Miércoles 27 de Enero
Jamaica, cuya independencia final del yugo colonial británico se postergó hasta recientemente el 6 de agosto de 1962, tiene en su génesis racial la razón de ser de un pueblo, que aún oye ecos de países lejanos y costumbres ancestrales en su memoria colectiva, mezclados con tintes de melancolía de revoluciones y reivindicaciones que forjaron su propia libertad.
Su riqueza lingüística es fruto del mestizaje de culturas africanas provenientes de distintas partes del continente, que durante el siglo XIX aún seguían arribando a las costas antillanas como producto del comercio de esclavos, un lamentable hecho histórico que sin embargo no podemos obviar por avergonzarnos de una antihumanidad que ahora queda tan lejos de nosotros, pero tan cerca de la memoria de quienes siguen recordando hoy en día a las generaciones venideras sus raíces envueltas en por qués de tan profundas castraciones de derechos humanos.
Estuvimos entonces comprendiendo sus por qués, a través de razones, versos y sentimientos entre los autores elegidos y como detectives fuimos deduciendo sus mensajes tras topar con las huellas de Malcom X, el movimiento rastafari, el black power y la dub poetry, incluso encontramos la contracultura de la cultura en la metadub poetry, que por fin daba su lugar al movimiento femenino. Para ello escuchamos música y ritmos jamaicanos en versos de distintas lenguas: palois, criolla, inglesa... De la mano de:
- Jane "Binta" Breeze (1956)
- Mutabaruka (1952)
- Yasus Afari
- Valery Bloom
- Mbala
- Derek Walcott (1930)
De este último, tuve la oportunidad, gracias a Ricardo que me ofreció uno de los dos poemas que trajo, de recitar en clase uno de los poemas, traducidos al castellano, que a petición de mis compañeros dejaré grabado en este rincón colectivo de recuerdos:
El amor después del amor (Derek Walcott)
El tiempo vendrá
cuando, con alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.
Y con este buen sabor de boca terminamos, al menos colectivamente, con Jamaica, para lanzarnos a la aventura de Vietnam, que se emplazó ya como candidata de nuestras próximas investigaciones literarias para la próxima semana.
Por otra parte, seguimos desentrañando la estructura ósea de las estrofas, tocando a golpes de rotula en sus sílabas tónicas, gracias al xílofono de nuestra pizarrita, marcando los áxis, los ritmos y antiritmos. De esta masacre aún nos quedó una actividad cerebral para el próximo día: la recomposición de éste cadáver rítmico como ejercicio de creatividad y oído de nuestros aventurados amantes del verso:
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¡Ánimo y espero que vuestros poemas salgan más rítmicos que antirítmicos!
Saludos
Julio
MI VAQUERILLO
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!-
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara...
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas...
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!...
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!...
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!...
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras...
Y le dije que sí, que era horrible...,
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico... ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas...
¡San Antonio bendito las guarda!...
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada...
JOSE Mª GABRIEL Y GALÁN
Junto a mi niñez, quedó atrás la época, en la que un solo maestro ayudado por la peculiar sabiduría concentrada en la oronda Enciclopedia Álvarez, se ocupaba de nuestra enseñanza.
Un nuevo ciclo comenzaba, en el que cada asignatura era impartida por un profesor. Su atino en la manera de enseñar la materia, solía ser el polo de atracción del alumnado hacia ella.
El apasionamiento con el que un joven clérigo mostraba su amor por la literatura, hizo que muchos mozalbetes de aquel lejano curso, a pesar del tedio de los análisis sintácticos y las reglas ortográficas, quedásemos enganchados a las clases de Lengua.
Solía el aprendiz de cura leernos poemas, los cuales como tarea, debíamos de analizar y aprender. “Mi vaquerillo” de José Mª Gabriel y Galán, fue uno de los escogidos; recuerdo, que la sensibilidad y el ritmo de su recitado, fue el gran estímulo para que gustosamente me lo aprendiese.
Los años iban pasando y aunque el nombre del poema, de su autor y algunos de sus versos fueron abandonando poco apoco el lugar que ocupaban en mi memoria, lo que de él iba perdurando en mi mente, lo recitaba en tono jocoso en el círculo de mis íntimos, cuando las circunstancias eran propicias.
En tiempos en los que no existía el sabiondo Google, mi pretensión de encontrar a partir de unos deshilvanados versos, la obra completa y el la identidad de su creador, no fue tarea fácil.
Cierto día, uno de mis ocasionales oyentes, me entregó un libro, sin duda, mercadería de baratillo, con hojas amarillentas, huérfano de cubiertas, del que sobresalía un punto de lectura; al abrirlo por la página marcada, aparecieron los trasnochados y aún así queridos versos, tanto tiempo buscados.
JUAN
martes, 26 de enero de 2010
CLAUDE MCKAY poeta Jamaicano
If we must die
Claude McKay (Jamaica, 1889-1948)
If we must die, let it not be like hogs
Hunted and penned in an inglorious spot,
While round us bark the mad and hungry dogs,
Making their mock at our accursed lot.
If we must die, O let us nobly die,
So that our precious blood may not be shed
In vain; then even the monsters we defy
Shall be constrained to honor us though dead!
O kinsmen we must meet the common foe!
Though far outnumbered let us show us brave,
And for their thousand blows deal one deathblow!
What though before us lies the open grave?
Like men we'll face the murderous, cowardly pack,
Pressed to the wall, dying, but fighting back!
Si hemos de morir
Si hemos de morir, que no sea como cerdos
cazados y acorralados en punto no glorioso,
rodeados por la loca y hambrienta jauría,
que se burla de nuestra maldición.
Si hemos de morir, que sea con nobleza,
para que no se derrame nuestra preciosa sangre
en vano; que aun los monstruos que desafiamos
tengan que honrarnos ya muertos.
¡Oh, hermanos! ¡Combatiremos el mismo enemigo!
Aunque menos, seremos valientes
y contra sus mil golpes daremos uno de muerte.
¿Qué importa si tenemos el sepulcro abierto?
Como hombres frente a la asesina y cobarde jauría,
contra la pared, muriendo, lucharemos.
Videoclip de un niño de 4 años pronunciando el poema: http://www.youtube.com/watch?v=3d22cLi6LOk&feature=related ¡Tiene bastante ritmo el chaval!
Aquí el mismo videoclip pronunciado por un adulto: http://www.youtube.com/watch?v=zVOiwDsqgOY&feature=related
lunes, 25 de enero de 2010
Soneto a la Aceituna
domingo, 24 de enero de 2010
nuevo orden de las palabras
Con respecto a lo que hablábamos el otro día sobre cómo cada lengua tiene sus propias formas de crear ritmos en los versos, fijaos aquí qué ritmazo tiene el recitado.
Lo dicho: que nos vemo el miércoles.
Salud y alegría (y carnavaaaaa)
jueves, 21 de enero de 2010
La verdad de Haiti.....
Podeis mirar este enlace que os copio para enteraros de lo que realmente pasa en Haití.
Es interesante y puedo decir que refleja la realidad de ese maravilloso sitio.
Leedlo despacio,merece la pena.
http://txanbapayes.blogspot.com
miércoles, 20 de enero de 2010
Un par de islandeses más
Está seguro de que volverás, y por eso espera.
¿Cúanto tiempo sufrirá? ¿Cuántos días más?
Sus patas se han vuelto débiles. Su garganta está sedienta.
Está enfermo por el hambre y cae, con un suspiro
Se tira al suelo, echa la cabeza y cierra los ojos
Ojalá pudieras ver como muere un perro que espera.
ARNI IBSEN
Sobre la mesa
Aquí sentado, tostado,
Molido, mirando hacia la luz
En tu ventana.
Veo ahora tu vida;
Tu vida pequeña alegre y sin pretensiones.
Y recuerdo el calor; el dulce calor.
Tú eres la crema. Yo la oscuridad.
El tiempo me absorbe
oscuro y sin azúcar.
...él no entiende palabras
...él no entiende palabras
hasta ahora, sólo conoce unos cuantos sustantivos, un presentimiento
quizás de dos verbos: dar,
tomar. Más tarde una
corazonada acerca del verbo
quebrar. Los sustantivos son leche,
mami, estos funcionan; quizás
papi. Él percibe formas, toca,
puede leer esta oscuridad,
mientras largas oraciones navegan inescrutables
a través del aire como humo desde una pipa
como un largo atardecer. No puede
leer su alrededor
En esta web, Diego Alfaro Palma nos cuenta la emotiva historia de su encuentro a través de las letras y las cartas, con Arni Ibsen enfermo de un paro cardíaco... http://cuartoderevelado.cl/traduccion_03_ibsen_runas.htm
Bolsillos secretos
Imagen tomada de aquí
Alfonso Ortega Borrego nace en Jerez de la Frontera en 1974. No ha hecho estudios de letras, ni ha leído a muchos clásicos, pero disfruta sintiendo y escribiendo poesía.
Publica el Poemario “Lluvia de manos” (Editorial Padilla. Sevilla, 2007)
Me gusta esperarte en la cama
que me busques bajo las sábanas
me gusta encontrarte,
encontrarnos,
en este rincón del mundo.
Bésame la nuca dulce de mi sentirte
y acopla tu respiración al juego de la mía.
Quiero vivirte pegado a mi espalda
cada noche y cada segundo.
Déjame vivirte cerca.
Quédate a dormir conmigo
y dejemos que la felicidad
llene los secretos bolsillos
de nuestra piel.
Quédate a dormir conmigo
y dejemos que la felicidad
nos cubra la piel
y llene nuestros bolsillos secretos.
Publicado por Antonio Fassa.
martes, 19 de enero de 2010
Nada permanece tanto como el llanto
Me averguenzo de esta mi solidaridad espamódica...no puedo clamar, pero debemos y tiene que ser ahora y para siempre...
Levantemos la voz a sus poetas...Jacques Viau Renaud
"NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO"
"Estoy tratando de hablaros de mi patria,
aquella que comienza a deslizarse
allá donde crecen las guazábaras,
las cayenas frágiles,
los cantaros sedientos y polvorientos, la hierba rara,
amarillenta,
solitaria lanza midiendo el corazón de mi isla.
Estoy tratando de hablaros de mi patria, desde aquí,
desde mi guarida salina,
desde Santo Domingo,
quizás os hable de ambas:
son dos terrones complementarios
puntos cardinales de mi tristeza
caídos de la rosa de los vientos
como amantes cuyos abrazo se rompieran. ......
Mi patria es una tierra elevada
de dilatados herbazales y doradas mazorcas que cruzan los mares y se van muy
lejos mientras los hombres del montes y la llanura se dilatan hambrientos.
..... Allí he nacido,
de allí partí atado a la sangre
solo, después de los años,
descubrí en mi pecho la mancha roja,
entonces aprendí a leer en las hojas,
a hablar con la tierra
y a callar cuando ella reconstruía la historia de los muchos muertos que la
sustentan
de la sangre que alimento sus frutas
del llanto que sostuvo la precocidad de sus montes. ...
Mucho tiempo ha transcurrido desde que partí nada ha cambiado
siguen los mismos montes pelados
la misma vegetación de vegetales y girasoles de cafetales oscuros y pastizales
estrellados solo el hambre ha crecido
ya no hay lugar en los cementerios
ni en los ojos llanto / ni en mi isla patrias ...
Así es mi patria .....
He querido hablaros de mi patria
de mis dos patrias
de mi isla
que mucho dividieron los hombres
allí donde se aparearon para crear un río."
En qué preciso momento se separó la vida de nosotros, / en qué lugar, / en qué recodo del camino? / ¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor / para que decimos adiós? / Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas. / Nada ha dolido tanto a nuestro corazón / como colgar de nuestros labios la palabra amargura. / ¿Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo? / ¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento / para romper nuestras venas / y saborear nuestra sangre? / Caminar... ¿Hacia dónde? / ¿Con qué motivo? / Andar con el corazón atado, / llagadas las espaldas donde la noche se acumula, / ¿para qué?, ¿hacia dónde?, / ¿Qué ha sido de nosotros? / Hemos recorrido largos caminos. / Hemos sembrado nuestra angustia / en el lugar más profundo de nuestro corazón. / ¡Nos duele la misericordia de algunos hombres! / Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende? / Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea? / Todo ha sido arrastrado por las rigolas. / No supimos dialogar con el viento y partir, / sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida. / Nos depositamos sobre nuestra sangre / sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía / o se derramaba combatido y combatiendo. / ¿Qué silencios nos quedan por recorrer? / ¿Qué senderos aguardan nuestro paso? / Cualquier camino nos inspira la misma angustia, / el mismo temor por la vida. / Nos mutilamos al recogemos en nosotros, / nos hicimos menos humanidad. / Y ahora, / solos, / combatidos, / comprendemos que el hombre que somos / es porque otros han sido.
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo. / Basta con apretar un botón / y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia. / Ni es necesario argí¼ir que desprecia al amo. / Basta con proclamar -ceñuda la frente- / que comprometía la existencia de veinte siglos. / Veinte siglos, / dos mil años de combatida pureza, / dos mil años de sonrisas clandestinas, / dos mil años de hartura para los príncipes. / Ya no es necesario atar al hombre para matarlo. / La noche, / los rincones, / no, / nada de eso sirve ya. / Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas. / No cuenta el asesinato con los pacientes, / No cuenta el príncipe con los sumisos. / Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera. / Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio. / El día irredento ha postergado la resurrección del hombre. / Y los otros, / Aquellos que presencian la matanza sentenciando: / "Locos, habéis tocado a la puerta de la muerte / y ella se quedó en vosotros!" / Esos / Solo saben predecir la muerte, / No han aprendido a combatirla. / No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón / Ni a ganar la patria para el hombre. / Y el sumido, ¿qué hace? / ¿Dónde deposita su silencio? / ¿En qué lugar del corazón teje la venganza? / Nadie lo sabe. / Todos le han olvidado. / Se ha dictaminado que su morada sea la sombra, / que el pan deshabitado sea su alimento, / que el pico le prepare el lecho / y la pala le cubra el corazón. / ¿Qué es el hombre combatido? / Nadie lo recuerda. / Lo visten los trapos. / Lo arrojaron en la parte trasera de la casa / y allí / con los residuos / un guiñapo se amontona. / Las llamas se extinguen. / Se arrinconan los hombres en una sola sombra, / en un solo silencio, / en un solo vocablo, / en un llanto solo / y cuando todo sea uno, / uno el llanto y el vocablo uno / no habrá paz sobre la tierra. / ¿No habrá paz? / Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre, / los que jamás contaron con los sumisos, / amasarán con sangre su propia podredumbre. / ¡No habrá paz! / ¡Llanto para quebrar el llanto, / muerte para matar la muerte!
"NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO"
Fita
lunes, 18 de enero de 2010
"Autobautizo"
para esconderme,
aquí quiero esperar,
cuido una llama roja
entre mis manos.
Espero que se vuelva
hoguera
y me haga cenizas.
OTRO DOMINICANO
Poeta, escritor y novelista nacido en Santo Domingo, República Dominicana en 1907.
Es la figura más importante en la lírica moderna de su país y la que justamente ha logrado una mayor proyección continental.
Fue denominado junto a Nicolás Guillén como uno de los más fieles representantes de la poesía negra, convirtiéndose en un permanente defensor de los derechos de su pueblo. Siendo todavía adolescente se radicó en los Estados Unidos, y luego
recorrió diversos países sirviendo en el cuerpo diplomático, para radicarse por muchos años en Argentina reconocida por él
como su segunda patria.
Su vasta obra abarca varios géneros de la poesía, sobresaliendo especialmente sus «Doce Poemas Negros», «Compadre Mon»
y «Trópico Negro».
Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1992.
Falleció en Santo Domingo en 1999. ©
¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
Este sudor... ¿por quién muere?
¿por qué cosa muere un pobre?
¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas... dan fruto al ala.
¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...
El mueble
Por escupir secretos en tu vientre,
por el notario
que juntó nuestros besos con un lápiz,
por los paisajes que quedaron presos
en nuestra almohada a trinos desplumados,
por la pantera aún que hay en un dedo,
por tu lengua
que de pronto desprecia superficies,
por las vueltas al mundo sin orillas
en tu ola con náufragos: tu vientre;
y por el lujo que se dan tus senos
de que los limpie un perro que te lame,
un ángel que te ladra si te vistes,
cuatro patas que piensan cuando celan;
todo esto me cuesta solamente tu cuerpo,
un volumen insólito de sueldos regateados,
un ponerme a coser silencios rotos,
un ponerme por dentro detectives,
cuidarme en las esquinas de tu origen,
remendar mi heroísmo de fonógrafo antiguo
todo el año lavando mis bolsillos ingenuos
atrasando el reloj de mi sonrisa,
haciendo blanco el día cuando llega visita,
poniéndole gramática a tus ruidos
poniendo en orden
el manicomio cuerdo de tu sexo;
déjame ahora
que le junte mis dudas a la escoba,
quiero quedarme limpio como un plato de pobre;
tú,
que llenaste mi sangre de caballos,
tú,
que si te miro me relincha el ojo,
dobla tu instinto como en una esquina
y hablemos allí solos,
sin el uso,
sin el ruido
del alquilado mueble de tu cuerpo.
(Me enamoré de este poeta cuando leí este poemazo)
POEMAS LIBRES
Jacques Viau, era hijo de un importante líder político demócrata haitiano, que fue candidato presidencial en Haití, en unas elecciones fraudulentas que Francois Duvalier "ganó", para convertirse en el sanguinario dictador que oprimió durante lustros a ese hermano país.
Alfred Viau, su padre, vino huyendo a la República Dominicana en 1958 junto a sus dos hijos y familia y de inmediato se dedicó a la enseñanza del francés en nuestros planteles escolares.
Jacques Viau, hizo vida común con los poetas y artistas que caminaban por la calle Él Conde y tertuliaban en las cafeterías. El estuvo en "Arte y Liberación", un grupo dirigido por el gran pintor Silvano Lora, que en el patio del viejo ayuntamiento daba recitales de contenido social.
Jacques era sensible y de un espíritu cultivado. Era un haitiano que amaba profundamente a su país y rechazaba la dictadura. Era un haitiano que dijo: "nadie que no sea joven habitará esta isla un día". Era un haitiano que dijo: "que un día los hambrientos comprendan que la vida les pertenece / que el callado plañidor de las calles, edifique con lo que sus manos nunca han tocado..."
Cuando llegó abril de 1965, este joven de apenas 22 años, que caminaba la ciudad pequeña con sus cuadernos de poesía, que daba clases en el Liceo Dominicano, con sus grandes ojos claros, con su voz serena, se unió a los jóvenes dominicanos que levantaron trincheras para defender la bandera tricolor.
Alfred Viau, su padre, vino huyendo a la República Dominicana en 1958 junto a sus dos hijos y familia y de inmediato se dedicó a la enseñanza del francés en nuestros planteles escolares.
Jacques Viau, hizo vida común con los poetas y artistas que caminaban por la calle Él Conde y tertuliaban en las cafeterías. El estuvo en "Arte y Liberación", un grupo dirigido por el gran pintor Silvano Lora, que en el patio del viejo ayuntamiento daba recitales de contenido social.
Jacques era sensible y de un espíritu cultivado. Era un haitiano que amaba profundamente a su país y rechazaba la dictadura. Era un haitiano que dijo: "nadie que no sea joven habitará esta isla un día". Era un haitiano que dijo: "que un día los hambrientos comprendan que la vida les pertenece / que el callado plañidor de las calles, edifique con lo que sus manos nunca han tocado..."
Cuando llegó abril de 1965, este joven de apenas 22 años, que caminaba la ciudad pequeña con sus cuadernos de poesía, que daba clases en el Liceo Dominicano, con sus grandes ojos claros, con su voz serena, se unió a los jóvenes dominicanos que levantaron trincheras para defender la bandera tricolor.
Y cuando los interventores avanzaron sobre la ciudad rebelde lo encontraron en la primera línea de fuego. Tenía versos y fusil, tenía una voz de amor por el país. Cuando herido vivió horas terribles de agonía, la ciudad que amó marchó marcialmente entonando los himnos de los dos países.
FUENTE: RED DE ENCUENTRO DOMINICO HAITIANO JACQUES VIAU
NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO
VII
Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabra, mil palabras que vocifera la prole.
Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendió
la mano cuando se aproximaba la caída.
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
Qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezó antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.
El juego que da la Islandesa
Ra
miércoles, 13 de enero de 2010
Islandia, el país más literario del mundo...casualmente.
Conocimos datos curiosos como que en Islandia, uno de cada diez islandeses publicará un libro a lo largo de su vida, y que los islandeses leen una media de 40 libros al año.
Hablamos sobre las Sagas Islandesas y los Kennings como algunas de las formas literarias que se moldean en Islandia.
Entre los muchos poetas destacamos;
ÓFEIGUR SIGURÓSSON (1975)
BIRGITTA JONDSOTTIR
HALLDÓR LAXNESS
SNORRI HJARTASON (1906-1986)
THORSTEINN FRÁ HAMRI
JÓN MAGNÚSSON
HERMANN STEFANSSON (1968)
Uno de los poemas leídos;
Animal (1972)
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La estrella cayó
y se hundió en el glaciar;
todo se hizo torrente;
todo se volvió noche,
desbordamiento.
Yo soy un animal hambriento en el remolino.
Cuando desciendan las aguas
sé tú mi césped.
Thorsteinn Frá Hamri
También hicimos mención de la cantante Islandesa "BJöRK", y sobre su tema "Oceanía" oímos una personal y poetísima traducción de nuestro compañero Ricardo. Para terminar os dejo el video de la canción y os informo de que para la semana que viene el país a indagar es voluntario, pero al siguiente miércoles hablaremos sobre la literatura de JAMAICA, así que manos a la obra.
Hasta prontito.
martes, 12 de enero de 2010
Nieves
Bonito nombre, ¿verdad?
Nieves se llama la señora... Porque es toda una señora, sí señor, de las de toda la vida.
Nieves vive en uno de esos pueblos serranos y blancos, donde aún se conocen todos los vecinos y se saludan cuando se cruzan por sus calles empinadas y empedradas. Ella sólo es una más.
De envergadura alta y espalda algo encorvada por el peso del sufrimiento, con un hijo esquizofrénico y un marido enganchado a una máquina de por vida, Nieves se muestra antes sus conciudadanos como una mujer sencilla, esposa y madre ejemplar, como debe ser, como la religión manda, humilde y sumisa, amable y caritativa...
... Resignada...
Pero tras los ojos marinos de Nieves se esconde una persona que está mucho más allá de todo convencionalismo, un ser humano sin igual, una mujer sorprendente, extraordinaria y grandiosa.
Cuando consigues conectar con su sonrisa melancólica, se abre ante ti una Nieves fulgurante y majestuosa, la auténtica Nieves, ansiosa por desnudarse ante alguien que la comprenda de verdad, ante alguien que sepa que la vida es algo más que pucheros, mercados y fregonas. Y es entonces cuando Nieves te habla de su pasado, de tantas horas echadas al campo trabajando de temporera o de ese carné de conducir sacado en el otoño de sus días, con más ilusión que necesidad (que tampoco era poca). O de su presente, como madre y esposa abnegada, sin un mal gesto de reprobación ni un solo adjetivo recriminatorio hacia nada ni nadie en este mundo o en algún otro; te habla con inocencia de los cursos a los que asiste para seguir aumentando su formación, de los bailes organizados por el ayuntamiento a los que acude sola, ya que su marido no puede dar dos pasos seguidos sin el respirador artificial. Y se crece orgullosa cuando te enseña todos aquellos baberos, manteles, bolsas y yo qué sé cuántas cosas más echas con sus propias manos y su santa paciencia; para mí son artículos de lujo, de auténtico lujo, que ella elabora con la única intención de mantener ocupadas las pocas horas libres del día que aún le quedan.
Nieves no habla sobre el futuro. Hace tiempo que éste pasó de largo por su puerta, y ella sabe que no se puede hablar de algo que no se conoce y, en su caso, ni le preocupa.
Cada palabra, seguida de una sonrisa tímida, de un gesto inacabado, va moldeando a una mujer luchadora, afligida por la humanidad, pero en paz con la vida. Aunque es cuando la contemplo con seriedad, cuando me doy cuenta de que su mirada, huidiza pero penetrante, expresa mucho más que sus propias palabras. Porque Nieves se comunica con todo su ser, mostrándose tal cual es cuando alguien la escucha, compartiendo lo poco que posee, ya sean unas aceitunas aliñás o un secreto de juventud, ofreciéndose toda ella, con alegría y sinceridad. Así es Nieves.
Nieves es una de esas personas que pasan desapercibidas por la calle, pero nunca por la vida de cualquiera que la haya conocido de verdad. Me pregunto cuántos habrán que lo hayan hecho. Sus ojos me dicen que no muchos... ni tan siquiera los más cercanos.
Nieves sólo es una más; una historia más.
lunes, 11 de enero de 2010
Mañanciña
un poema somalí
A man without a nickname is like a goat without horns.
—A Somali saying
Arfaye: the sweet-smelling one
Fattest Somali
In the city of Mogadishu
City without deodorants
Everybody knows his nickname
And the irony that sweetens the truth
Nobody knows his real name
I can see him now
In my mind’s eye
In the middle of Main Street
In the frying sun
Melting away
About to drown
In his sweaty khaki uniform
Flinging sweat away from his eyes
Trying to direct a traffic of stubborn donkeys
Skittish camels
(Impatient drivers poking their behinds)
Hauling grass and milk
Donkey-carts driver by heedless drivers
Who claim the city belongs to their clan and donkeys
Goats
Sheep
Cattle
All on their way to the slaughterhouse
Jay walkers
Paraplegic beggars scuttling on all fours
(An American nicknamed them spidermen)
Beeping Fiats and thunder-farting ancient Mussolini trucks without mufflers
Out of this medley
Sometimes
A relief
A release
Would appear
Quivering breasts of a careless bushwoman
Or some undulating steatopygous behind
Then
Arfaye would pause
Tilt his head
In worshipful wonder
Flash a smile
And throw darts of desire.
Arfaye: el que huele dulce
El somalí más gordo
de la ciudad de Mogadiscio,
ciudad sin desodorantes.
Todos conocen su mote
y la ironía que endulza la verdad.
Nadie sabe su verdadero nombre.
Tengo su imagen en la cabeza,
en medio de la calle principal,
friéndose al sol,
derritiéndose,
hasta casi ahogarse.
Con su sudoroso uniforme caqui,
apartando el sudor de sus ojos,
intentando dirigir el tráfico de burros testarudos,
camellos asustadizos
(los jinetes impacientes atizan sus flancos)
cargando hierba y leche.
Conductores de carros junto a otros descuidados
que proclaman que la ciudad es solo suya, y de los burros,
cabras,
ovejas,
ganado,
todos camino del matadero.
Peatones imprudentes,
mendigos parapléjicos corretean a gatas
(un americano los llamó spidermen)
Bocinas de Fiats y roncos pedos sin silenciar de camiones de la era Mussolini.
Y al margen del bullicio,
a veces,
un alivio,
una liberación.
Aparecen
los pechos trémulos de una campesina despreocupada
o el vaivén de unas caderas.
Entonces,
Arfaye hace una pausa,
inclina la cabeza
como adorando una maravilla,
se ilumina con una sonrisa,
y lanza dardos de deseo.
Traducido por la escuela de letras libres. Se admiten correcciones. No he podido encontrar el significado de "steatopygous".
Eva.
domingo, 10 de enero de 2010
Mientras yo crecía nunca pregunté su lugar en mi familia, en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial. Mis padres eran instructores complementarios: mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer. Pero el extraño era nuestro narrador.
Nos mantenía hechizados por horas al extremo con aventuras, misterios y comedias.Si yo quería saber cualquier cosa de política, historia o ciencia, siempre sabía las contestaciones sobre el pasado. ¡Conocía del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer juego de de las ligas mayores de béisbol. Me hacia reír, y me hacia llorar. El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.A veces mi mamá se levantaba temprano y callada mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que el extraño tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. Ahora me pregunto si ella habría deseado o rezado alguna vez para que el extraño se fuera de nuestra casa.
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado a honrarlas. Las blasfemias, por ejemplo, no fueron permitidas en nuestra casa ni en la de nuestros amigos o de cualesquiera visitantes.Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo lograba pronunciar las palabras ésas que quemaban mis oídos e hicieron que mi papá se retorciera y mi madre se ruborizara. Mi papá nunca nos dio permiso para usar alcohol de manera liberal, pero el extraño nos animó a intentarlo sobre una base regular. Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (demasiado) sobre sexo y sus comentarios eran a veces evidentes, a veces sugestivos, y generalmente vergonzosos. Mil y una veces nos hizo ver que matar es algo natural y hasta correcto, si está inspirado en una buena causa.Ahora sé que mis conceptos sobre las relaciones humanas fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.Repetidas veces lo reprendieron y raramente le hizo caso a los valores de mis padres y NUNCA le pidieron que se fuera.
Más de cincuenta años han pasado desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho y ya no es casi tan fascinante como era al principio. No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando a alguien para que escuchara sus charlas y para verlo dibujar sus cuadros.
¿Su nombre? ¡Nosotros lo llamamos televisor!¡AHORA EL EXTRAÑO TIENE UNA ESPOSA QUE SE LLAMA COMPUTADORA Y UN HIJO QUE SE LLAMA CELULAR!
Se desconoce el autor, lo publicó el blog "En nuestro camino" y "La Gata coqueta"
genialsiempre
viernes, 8 de enero de 2010
jueves, 7 de enero de 2010
REGALO DE LOS REYES MAGOS, de O. Henry
Evidentemente no había nada que hacer fuera de echarse al miserable lecho y llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, con predominio de los lloriqueos.
Mientras la dueña de casa se va calmando, pasando de la primera a la segunda etapa, echemos una mirada a su hogar, uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.
Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna, Y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También pertenecía al departamento una tarjeta con el nombre de "Señor James Dillingham Young".
La palabra "Dillingham" había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba treinta dólares semanales. Pero ahora que sus entradas habían bajado a veinte dólares, las letras de "Dillingham" se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde "D". Pero cuando el señor James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su departamento, le decían "Jim" y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young, a quien hemos presentado al lector como Delia. Todo lo cual está muy bien.
Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas con el cisne de plumas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada, y vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente un dólar y ochenta y siete centavos para comprarle un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada centavo, mes a mes, y éste era el resultado. Con veinte dólares a la semana no se va muy lejos. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Sólo un dólar con ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad -algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Quizás alguna vez hayan visto ustedes un espejo de cuerpo entero en un departamento de ocho dólares. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia sus cabellera y la dejó caer cuan larga era.
Los Dillingham eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Si la Reina de Saba hubiera vivido en el departamento frente al suyo, algún día Delia habría dejado colgar su cabellera fuera de la ventana nada más que para demostrar su desprecio por las joyas y los regalos de Su Majestad. Si el rey Salomón hubiera sido el portero, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim hubiera sacado su reloj cada vez que hubiera pasado delante de él nada más que para verlo mesándose su barba de envidia.
La hermosa cabellera de Delia cayó sobre sus hombros y brilló como una cascada de pardas aguas. Llegó hasta más abajo de sus rodillas y la envolvió como una vestidura. Y entonces ella la recogió de nuevo, nerviosa y rápidamente. Por un minuto se sintió desfallecer y permaneció de pie mientras un par de lágrimas caían a la raída alfombra roja.
Se puso su vieja y oscura chaqueta; se puso su viejo sombrero. Con un revuelo de faldas y con el brillo todavía en los ojos, abrió nerviosamente la puerta, salió y bajó las escaleras para salir a la calle.
Donde se detuvo se leía un cartel: "Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases". Delia subió rápidamente Y, jadeando, trató de controlarse. Madame, grande, demasiado blanca, fría, no parecía la "Sofronie" indicada en la puerta.
-¿Quiere comprar mi pelo? -preguntó Delia.
-Compro pelo -dijo Madame-. Sáquese el sombrero y déjeme mirar el suyo.
La áurea cascada cayó libremente.
-Veinte dólares -dijo Madame, sopesando la masa con manos expertas.
-Démelos inmediatamente -dijo Delia.
Oh, y las dos horas siguientes transcurrieron volando en alas rosadas. Perdón por la metáfora, tan vulgar. Y Delia empezó a mirar los negocios en busca del regalo para Jim.
Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún negocio había otro regalo como ése. Y ella los había inspeccionado todos. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor sólo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto... tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor. Era digna del reloj. Apenas la vio se dio cuenta de que era exactamente lo que buscaba para Jim. Era como Jim: valioso y sin aspavientos. La descripción podía aplicarse a ambos. Pagó por ella veintiún dólares y regresó rápidamente a casa con ochenta y siete centavos. Con esa cadena en su reloj, Jim iba a vivir ansioso de mirar la hora en compañía de cualquiera. Porque, aunque el reloj era estupendo, Jim se veía obligado a mirar la hora a hurtadillas a causa de la gastada correa que usaba en vez de una cadena.
Cuando Delia llegó a casa, su excitación cedió el paso a una cierta prudencia y sensatez. Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea gigantesca.
A los cuarenta minutos su cabeza estaba cubierta por unos rizos pequeños y apretados que la hacían parecerse a un encantador estudiante holgazán. Miró su imagen en el espejo con ojos críticos, largamente.
"Si Jim no me mata, se dijo, antes de que me mire por segunda vez, dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? ¡Oh! ¿Qué podría haber hecho con un dólar y ochenta y siete centavos?."
A las siete de la noche el café estaba ya preparado y la sartén lista en la estufa para recibir la carne.
Jim no se retrasaba nunca. Delia apretó la cadena en su mano y se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la puerta por donde Jim entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en el primer rellano de la escalera y, por un momento, se puso pálida. Tenía la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas y ahora murmuró: "Dios mío, que Jim piense que sigo siendo bonita".
La puerta se abrió, Jim entró y la cerró. Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes.
Jim franqueó el umbral y allí permaneció inmóvil como un perdiguero que ha descubierto una codorniz. Sus ojos se fijaron en Delia con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni de ningún otro sentimiento para los que que ella hubiera estado preparada. Él la miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña.
Delia se levantó nerviosamente y se acercó a él.
-Jim, querido -exclamó- no me mires así. Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime "Feliz Navidad" y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo, qué regalo tan lindo te tengo!
-¿Te cortaste el pelo? -preguntó Jim, con gran trabajo, como si no pudiera darse cuenta de un hecho tan evidente aunque hiciera un enorme esfuerzo mental.
-Me lo corté y lo vendí -dijo Delia-. De todos modos te gusto lo mismo, ¿no es cierto? Sigo siendo la misma aún sin mi pelo, ¿no es así?
Jim pasó su mirada por la habitación con curiosidad.
-¿Dices que tu pelo ha desaparecido? -dijo con aire casi idiota.
-No pierdas el tiempo buscándolo -dijo Delia-. Lo vendí, ya te lo dije, lo vendí, eso es todo. Es Nochebuena, muchacho. Lo hice por ti, perdóname. Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno -continuó con una súbita y seria dulzura-, pero nadie podría haber contado mi amor por ti. ¿Pongo la carne al fuego? -preguntó.
Pasada la primera sorpresa, Jim pareció despertar rápidamente. Abrazó a Delia. Durante diez segundos miremos con discreción en otra dirección, hacia algún objeto sin importancia. Ocho dólares a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.
Jim sacó un paquete del bolsillo de su abrigo y lo puso sobre la mesa.
-No te equivoques conmigo, Delia -dijo-. Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita. Pero si abres ese paquete verás por qué me has provocado tal desconcierto en un primer momento.
Los blancos y ágiles dedos de Delia retiraron el papel y la cinta. Y entonces se escuchó un jubiloso grito de éxtasis; y después, ¡ay!, un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos, lo que requirió el inmediato despliegue de todos los poderes de consuelo del señor del departamento.
Porque allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del color para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.
Pero Delia las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:
-¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!
Y enseguida dio un salto como un gatito chamuscado y gritó:
-¡Oh, oh!
Jim no había visto aún su hermoso regalo. Delia lo mostró con vehemencia en la abierta palma de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia.
-¿Verdad que es maravillosa, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.
En vez de obedecer, Jim se dejo caer en el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió.
-Delia -le dijo- olvidémonos de nuestros regalos de Navidad por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.
Los Reyes Magos, como ustedes seguramente saben, eran muy sabios -maravillosamente sabios- y llevaron regalos al Niño en el Pesebre. Ellos fueron los que inventaron los regalos de Navidad. Como eran sabios, no hay duda que también sus regalos lo eran, con la ventaja suplementaria, además, de poder ser cambiados en caso de estar repetidos. Y aquí les he contado, en forma muy torpe, la sencilla historia de dos jóvenes atolondrados que vivían en un departamento y que insensatamente sacrificaron el uno al otro los más ricos tesoros que tenían en su casa. Pero, para terminar, digamos a los sabios de hoy en día que, de todos los que hacen regalos, ellos fueron los más sabios. De todos los que dan y reciben regalos, los más sabios son los seres como Jim y Delia. Ellos son los verdaderos Reyes Magos.
FIN
06 Dec 2005
Biblioteca Digital Ciudad Seva
martes, 5 de enero de 2010
Un recuerdo y un adiós
http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Lhasa/Sela/voz/angel/errante/elpepinec/20100105elpepinec_2/Tes
lunes, 4 de enero de 2010
El abeto
Este texto, es un microrrelato navideño del escritor gerezano J.M. Caballero Bonald.
Leedlo despacito... despacito... y... a gozarlo...
La mujer fue trasladando las bolsas al dormitorio. A un lado amontonó las que tenían productos
perecederos y, al otro, las de los juguetes y adornos de variada aplicación. El abeto lo dejó afuera, en el pasillo. La mujer observó el resultado de su tarea y la encontró bien hecha. Luego se acostó. Las compras la habían fatigado y ya era bastante tarde. Una vez dormida advirtió que se le había incorporado al sueño un roce anómalo, como de arañazos en la pared. Pensó en el abeto un segundo antes de no pensar en nada. El abeto era de plástico, pero llevaba incorporado un práctico mecanismo de crecimiento. A juzgar por los síntomas, tenía que haberse producido algún desajuste en la maquinaria, pues las ramas del abeto taponaban el pasillo de modo selvático. La mujer ni siquiera necesitó despertarse para comprender que estaba atrapada.
Publicado por Antonio Fassa.
Poemas de Navidad
No puedo escribirlo en ruso por que mi teclado es europeo...pero el que quiera la traducción, que me la pida y le paso una fotocopia del libro.
Espero que os guste.Besos.
Joseph Brodsky nació en Leningrado en 1940 y murió en New York en 1996. Fue premio Nobel de Literatura en 1987 y es considerado una de las voces más peculuares de la poesía del siglo XX.
Durante los últimos 25 años de su vida se dedicó a escribir un poema por navidad y se recopilaron en este magnífico libro "Poemas de Navidad".
" Pero cien veces más largos que aquellas cadenas
son los pensamientos sobre la vida y la la muerte:
Y cien veces más largo que éstos últimos
es el pensamiento sobre la nada...."
"...Al fin y al cabo,el sentimiento
de curiosidad hacia estos espacios vacíos,
hacia sus paisajes sin objetos, es el arte...."
YALTA, ENERO DE 1971
" Segunda Navidad a orillas
del Ponto que no se congela.
La estrella de los Reyes sobre la verja del puerto.
No puedo decir que no puedo
vivir sin ti, pues vivo.
Como este papel refleja. Existo;
trago cerveza,ensucio hojas y
piso la hierba.
En el café,donde una sorda explosión
nos lanzó hacia el porvenir propio de los que gozan
efímera felicidad,mientras huíamos al sur
ante el embate del invierno,
ahora dibujo con los dedos
tu rostro sobre el mármol de los pobres;
a lo lejos las ninfas saltan,con brocados
recogidos hasta las caderas.
Pero,dioses ¿qué es - si esa mancha parda
en la ventana,os simboliza-,
qué tratabais de decirnos,entonces?
El porvenir ha llegado,y se puede
soportar;todo cae,
se va el violinista,calla la música,
y el mar se arruga más y más,como las caras.
Pero no hace el viento.
Algún día él,¡ay! - nosotros,no-
cubrirá con sus olas la verja del paseo,
y avanzará contra los gritos de
levantando sus crestas por encima de las cabezas,
allí,donde bebías vino y
dormías en el jardín,donde tendías al sol tu blusa,
rompiendo mesas - preparando el lecho marino
para el futuro molusco."
ESTRELLA DE NAVIDAD
" Durante los hielos,en un lugar más hecho al calor
que al frío,y a la llanura que a la montaña,
un niño nació en una cueva para salvar el mundo;
nevaba como sólo puede nevar en el desierto.
Todo le parecía grande:el pecho de su madre,
el hálito dorado de los ollares del buey,
los Reyes Magos (Melchor ,Gaspar, Baltasar,sus presentes.
ël solo era un punto. Y un punto era la estrella.
Atenta,sin parpadear,entre las escasas nubes,
al niño acostado en el pesebre,desde lejos,
desde la profundidad del Universo,desde el otro extremo,
la estrella en la cueva lo miraba. Y aquella fue la mirada del
Padre."
24 de Diciembre de 1987
domingo, 3 de enero de 2010
El río que nos lleva (y II)
Pinchad aquí y le veréis y oiréis:
http://laortigaverde.blogspot.com/2009/05/jose-luis-sampedro-un-sabio-en-el.html
Salud y libertad.
sábado, 2 de enero de 2010
El río que nos lleva
- No te atrevas a cruzarlo cariño, sería una locura.
- Sí, tengo que hacerlo. Debo llegar al otro lado.
- Yo no me veo capaz de conseguirlo, piénsalo bien por favor.
- Lo siento, no me lo pienso más… ¡Allá voy!
Ella es capaz de eso y de mucho más. Sé que se maneja muy bien en estas situaciones, mucho mejor que yo. La pierdo de vista nada más adentrarse en la tumultuosa corriente. Comienzo a temer lo peor y eso diluye mi cobardía. Yo no seré menos, pienso. Me lanzo tras su rastro e intento cruzar yo también. Siete metros. Siete escasos metros entre una orilla y otra. Siete metros entre Springfield y Celop, una inmensidad. La corriente humana me arrastra irremediablemente. Termino en la Plaza de las Flores palpándome el bolsillo buscando el móvil con cara de tonto. Rebajas... la madre que las parió.